La vida misma es expresión de aquello que adentro le damos más espacio.
Nos hacemos a lo que miramos dentro; a lo que en verdad mueve la vida.
Cada uno de nosotros, cómo en un inmenso concierto, somos cómo una nota de una gran sinfonía.
Nota particular que expresa un aspecto de la Vida, de Dios, nuevo e intransferible, tal vez no atendido.
Teresita es expresión de la "sabiduría de los pequeños"; de aquella pequeñez a la que Dios mira y acompaña en toda la experiencia de la Palabra.
Ella quiere llevarnos por lo que denomina "su caminito".
Nos quiere conducir por ahí, "con el abandono y el amor de un niño".
Ese "caminito" no es otro que el Amor.
No es otro que el Abandono del niñito que se duerme,
sin miedos, en los brazos de su padre.
"Si alguno es pequeñito, que venga a mí" nos dice Dios, según Teresita.
"Apenas Dios nos ve convencidos de nuestra nada;
apenas le decimos: Mi pie ha vacilado, pero tu misericordia, Señor me ha sostenido, Él no tiene la mano...
Basta con llevar con mansedumbre las propias imperfecciones."
"La confianza y el abandono de un niño".
Con esto se derriban todas aquellas formas de religiosidad que busca dominar, imponer y premiar. Esa que busca la tranquilidad de lo encerrado y la propia perfección por caminos que no humanizan.
"He aquí lo que Jesús pide de nosotros.
No tiene necesidad de nuestras obras,
sino de nuestro amor."
Teresita nos invita a estar atentos a esa "cosmética religiosa" que mide, cuenta, calcula; que quiere ver y tocar la propia perfección.
"La santidad no consiste en esta o la otra práctica, sino en la disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados en la bondad de Dios."
"El Amor reclama a la persona toda, y no sólo lo que ve de bueno o no. Es la actitud fundamental frente a la propia vida, caminante y frágil."
Contágianos Teresita la "sabiduría de los pequeños":
- para sabernos sostenidos así cómo somos; amados en lo que somos, débiles y frágiles.
- para no desalentarnos y de esa forma no dar lugar a la exigencia que brota de buscar "vernos siempre bien"; exigencia que tiraniza, cansa y agobia.
Aprendiendo a caminar por lo bajo, dónde no siempre se ve adónde se va.
- para no inquietarnos frente al no cambio en nosotros o en los demás; o frente a la caída en aquellas cosas que nos dañamos y hacemos sufrir.
Tal vez aprenderemos de una vez a dejarnos caer definitivamente en Dios, abandonando la esperanza de volver a subir.
Contágianos Teresita la "sabiduría de los pequeños", que aman su pequeñez y nos da una sensibilidad nueva frente a toda pequeñez que, muchas veces, se esconde detrás de fachadas, detrás de comportamientos que gritan el dolor, el miedo o la imposibilidad de decirse.
Contágianos Teresita la "sabiduría de los pequeños", para consolar al doliente, al que está cansado, al que ya no puede más, al que no habla, al que está sin esperanza.
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