lunes, 29 de marzo de 2021

VERDADERAMENTE este era HIJO DE DIOS. Mc 15, 1- 39

En las palabras del centurión romano nos encontramos con la respuesta tan esperada a la pregunta fundamental que subyace en todo el evangelio de Marcos: ¿Quién eres Jesús de Nazaret?. 
Después de tantas respuestas, equivocadas algunas e incompletas otras, no es un discípulo quien nos responde, sino que es un pagano que, en el momento de mayor derrota y fracaso, nos descubre la identidad de Jesús.

Todo el camino de pasión está atravesado por esta pregunta. Así lo inicia Pilatos al preguntarle ¿Eres tú el rey de los judíos? para después caer en la cuenta de que Jesús es realmente una "molestia" frente a las miradas y a los juicios de los demás que verdaderamente le importan.

Cuando no se tiene el valor de permanecer en lo que es esencial que nos hace justos y solidarios, y miramos de reojo lo que piensan o dicen los demás, nos arriesgamos a ser como Pilato, tomaremos las mismas decisiones buscando contentar a todos pero no siendo coherentes con lo más verdadero que llevamos dentro.

La pregunta como la presencia de Jesús inquieta... y será todo un desafío eliminar lo que inquieta sin tener que definirse... sin tener que elegir. 
Pilatos se ve obligado a elegir entre Jesús y muchísimas cosas: la multitud, las autoridades judías, su propia popularidad, su carrera, sus problemas.
Siempre pasa lo mismo con Jesús. Sería fácil aceptarlo o rechazarlo sin tener que elegir... pero Jesús se presenta siempre como una alternativa. Decirle que Sí a él es decir No a otras cosas. 

Su voz se escucha haciendo callar otras voces. Por eso el problema es siempre el mismo: cuanto estamos dispuestos a dejarnos involucrar por su persona.
Jesús quiere ser pregunta que inquieta... que pone en movimiento la vida... por eso es verdaderamente un problema... que no se resigna a obtener de nosotros un certificado de buena conducta: "¿qué mal ha hecho?". 

Y en el camino un CIRENEO. Como el primer discípulo que sigue a Jesús llevando su cruz. Nada importa que haya sido obligado a hacerlo.
¿Dónde estarían los discípulos en aquel momento?
El gesto del Cireneo como la profesión de fe del Centurión nos muestran que siempre aparecen personas -que no son de los nuestros- que realizan las acciones o dicen las cosas que deberían haber hecho y dicho los que están más cerca.

Gestos y palabras que nos vuelven a recordar que, en el camino de seguimiento a Jesús nunca habrá puestos seguros... ni privilegios.
Y ¿Quién encontró a quién?, en aquel camino de cruz. 
Privilegiado será quién, como el Cireneo se hace el encontradizo en el momento justo, en el sitio justo; aun teniendo que obligarse a cambiar su camino y también de preocupaciones -porque nada tenía que ver con aquel condenado a muerte-

Y en el camino de cruz, las burlas.
Burlas que pueden doler más que los golpes físicos. Burlas que desacreditan todo, dejando a la persona en la absoluta soledad, sin ninguna posibilidad de tomarlo en serio. 
Burlas que llevan dentro la pretensión de conseguir pruebas para creer -"¡Que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!"- eliminando así el riesgo que supone la fe.
Burlas que muestran hasta qué punto pueden llegar la maldad y la estupidez humana.

"Jesús, lanzando 
un fuerte grito, expiró"

Ésta es su última palabra: UN GRITO.

Una palabra sin palabras, una palabra que no puede ser estudiada, que únicamente puede escucharse en la forma en que nos llega sin poder evitarla.
Una palabra que no pide respuesta.

- ¿Qué quieres que hagamos con tu grito, Jesús?
Todavía que sufrís, haces ruido… Es un grito que desentona y que de alguna manera desarma la armonía que tenemos con las cosas que consideramos esenciales para vivir.
Es preciso hacer mucho ruido para acallarlo o hacer muchísimo silencio para pasarlo por alto.

Si alguien se abre por un instante al grito de Jesús, ¿Cómo podrá cerrarse luego a todos los demás?
¿Cómo podrá cerrarse al grito de los enfermos, de los que sufren la demencia, de los presos, de los hambrientos, de los condenados por su opción sexual, de los drogadictos, de los niños o de las mujeres violentadas, de los que agonizan...etc?

Quisiéramos escuchar el grito de Jesús sin que desaparezca ese mundo de ilusiones que nos hemos construido y que creemos que sin eso no vivimos.
Tal vez esperamos de Jesús la bondad del silencio... porque no soportamos ese grito.
Nos da miedo escucharlo, porque desarma nuestras maneras de vivir o de pensar la vida... nos da miedo andar sin tantas seguridades y nos da miedo también la libertad. Solamente el dormir -el sueño, con las ilusiones que nos creamos dentro- nos libera del miedo... andamos con mucho sueño... andamos como dormidos.
Un grito nos puede despertar.

Y LAS MUJERES no se moverán del sepulcro ni estarán dispuesta a cerrar el camino, aunque una piedra diga que todo termino.
Ellas son la esperanza que durante todo el calvario y frente al sepulcro nada hacen... dejan hacer... miran desde lejos.
Que valiente es la débil esperanza...  
Y cuando para todos aquello terminó, para ellas, sin embargo, todo está por empezar... lo que era débil se convierte en profecía de algo nuevo.

Cómo las mujeres, tendremos muchas veces que distanciarnos de nosotros mismos -de esa cantidad de sentimientos que nos provocan las situaciones de la vida o de las culpas que llevamos dentro- y aprender a mirar desde lejos para comprender.

El Cirineo es relevado -reemplazado- por las mujeres... es como si la acción dejará paso ahora a la contemplación.

En el Calvario como en estos días no hay nada que hacer... porque lo importante... lo único importante es lo que hace el que está clavado a una cruz.
A nosotros sólo nos queda mirar y dejar hacer.
Mirar y recibir lo que allí se nos da.
Mirar lo que no podremos comprender jamás... el ilimitado y loco amor de Dios.
Y recibir que es allí dónde nuestra vida y nuestra libertad se encuentran aceptada y amada sin condiciones.






sábado, 20 de marzo de 2021

Sé como el grano de trigo que cae en tierra y desaparece. Jn 12, 20-33


Habiéndose quedado tal vez con aquello de que "todo el mundo lo sigue" después de la entrada a Jerusalén dice el evangelio de Juan que unos griegos se acercan a los discípulos para querer ver a Jesús.

Al enterarse de que lo andan buscando Jesús responde con cualquier otra cosa: "...si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto."

Es como si Jesús estuviese desahogando el corazón expresando el sentido que ha tenido toda su vida... el para qué ha vivido o detrás de que ha corrido.

MORIR PARA DAR VIDA.
MORIR PARA TENER VIDA EN VERDAD.
Pero... ¿qué es lo que tiene morir?

"Ha llegado la hora" donde se mostrará con más claridad que sigue siendo tan válido el permanecer en la entrega aun cuando se haga presente el rechazo y la incomprensión.
Tal vez lo que tiene que morir entonces es esa búsqueda de asegurar la vida... de conservarla a lo que dé lugar... Y no por un rechazo a la vida sino por percibir que hay otra vida que trasciende lo físico -que no se alcanza a percibir con nuestros sentidos- pero que se muestra en toda la vida entregada de Jesús y de manera más plena en la entrega de la cruz.

Pero para comprender esta nueva lógica necesitamos aprender otro tipo de sabiduría... esa que sabe descubrir fuerza allí donde solo aparece debilidad.
Esa que surge de mirar cómo actúa la levadura en la masa... esa que no se deja condicionar por los números ni por las estadísticas... donde el aparente fracaso de ciertas entregas transforman la vida.

Por eso tendremos que aprender a mirar más allá de los resultados de nuestros proyectos o de las decepciones tenidas.
Tendremos que acostumbrar al corazón a una alegría que viene bajo unos aspectos diferentes... hasta contradictorios.

Hacer nuestro el modo de vivir de Jesús es encontrar VIDA en unas claves muy distintas a las que estamos acostumbrados... de eso se trata "dar fruto".
No será a partir de la reserva de la propia vida -o de buscar siempre lo que nos conviene-.
No será a partir del resultado de lo que construimos o del éxito de algo que hicimos, donde de alguna manera mucho o todo está bajo nuestra mirada y control.
No será en la acumulación de cosas o de méritos o en lo que llamamos ser medidos o cautos tan sujeto a lo que dirán los demás.
No será dentro de los límites que establecen los miedos o las ganas tan sujetas a nuestros estados de ánimo...
No será en la defensa de formas litúrgicas o de ciertos dogmatismos que tantas veces nos han encerrado y desde los cuales hemos condenado.
No será lejos de los que no cuentan o de aquellos que nos incomodan con sus reclamos o gritos.

Hacer nuestro el modo de vivir de Jesús es encontrar VIDA poniendo nuestra vida bajo la dinámica de la entrega y del servicio.

Poner la vida bajo la dinámica de la entrega y del servicio va más allá de una ley moral...

ES LA DINÁMICA DEL REINO.
ES MORIR PARA DAR VIDA.

Es dejar que ciertas cosas no estén completas en nosotros... es dejar que ciertos vacíos sigan así... para poder recibir.
Es dejar que ciertos hambres queden insatisfechos - ciertos vacíos permanezcan - para que aparezca aquello que hace que la capacidad de amar crezca... y de esa manera surja aquello que nos hace más humanos.

Y descubriremos quiénes somos.
De qué estamos hechos.
Nos haremos un poco más conscientes de la razón de nuestra vida.
El por qué vivir.

Pero como Jesús también sentiremos la "turbación" del permanecer bajo esas claves cuando la oscuridad y la incertidumbre se hagan más intensas.

Permanecer "¡Si para eso he llegado a esta hora!" será entonces una decisión que surge de haber percibido dentro de sí que amar así... vivir así... vale más que la vida.

Vivir en clave de entrega y servicio descubre el verdadero sentido de la vida... 
Lo contrario que tiene la seguridad y la comodidad como criterios de vida no harán más que encerrarnos sobre nosotros mismos... haciendo más apesadumbrada la vida... convirtiéndonos en esclavos de deseos cortos y estrechos.
"Y habremos vivido... amado tal vez... conocido a Jesús tal vez"... sólo de oídas. 

Dios se hace presente allí donde hay entrega en favor de los demás. 
Dios se hace presente allí donde hay servicio a la vida. 
Dios se hace presente allí donde hay búsqueda de salvar siempre. 
Donde hay camino que lleve al encuentro...

A MÁS ENTREGA.
A MÁS SERVICIO.
A MÁS BÚSQUEDA.
A MÁS CAMINO.

MÁS HUMANO.
MÁS PLENA SERÁ LA VIDA.

Estaremos "dando fruto", cuanto más la vida hable de entrega y servicio.

De Jesús en nosotros.


domingo, 14 de marzo de 2021

De la prudencia al atrevimiento del EVANGELIO. Jn 3, 14-21

Hay momentos en la vida que sentimos que no alcanza ni el entusiasmo ni la buena voluntad para sostener los valores que hasta ayer defendíamos o seguir buscando de que la vida tenga algún sentido - y esto nos pasa también con el seguimiento a Jesús-.
Y esto nos sucede más cuando se cae en la cuenta de que hacer las cosas bien no fue suficiente para sentirnos más valiosos o más reconocidos o tal vez para conseguir alguna cosa... o también cuando sentimos que las expectativas de tener una vida sin conflictos ni molestias ni frustraciones chocan con la realidad.

Al mismo tiempo percibimos una inquietud dentro... intuimos con mucha verdad y consciencia que nuestra vida tiene necesidad de un para que vivir... de un por quién hacer las cosas... y caemos en la cuenta de que en el encuentro con Jesús - con sus modos de buscar libertad y felicidad- se nos juega la vida... 

Es momento entonces de que el encuentro 
se convierta en atrevimiento... 

Leemos hoy, del evangelio de Juan, la última parte del diálogo de Jesús con Nicodemo, el maestro de la ley, fariseo y miembro del Sanedrín, que buscó de noche a Jesús...

QUIZÁS SI NO HUBIESE ESTADO DE NOCHE NO SE HUBIESE PUESTO DE CAMINO.

La noche que lleva a Nicodemo a atreverse a salir a buscar a Jesús es expresión de la necesidad de que algo nuevo dé sentido a la vida; sobre todo cuando los esquemas con los que se viene viviendo -defendidos y asegurados- ya no pueden dar lo que nos habían prometido: salvación, felicidad, vida.

Nicodemo no se deja atrapar por la duda y el miedo que lo harían permanecer encerrado en la noche... se pone en camino y se deja encontrar por unas palabras que hablan de "nacer de nuevo para ver el Reino de Dios”... lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu”.., palabras  que lo invitan a entrar en una dinámica -en un modo de situarse ante la vida- donde debe soltar la impaciencia porque no todo en la vida depende de él; donde debe dejar ir la ansiedad de buscar controlar todo y dónde debe aprender a dejarse llevar.

Y para esto tendrá que volver a pasar por el corazón lo aprendido de Dios a lo largo de la historia con la humanidad y es que Dios no ha dejado de ser AMOR QUE BUSCA SIEMPRE DAR VIDA.


Nicodemo tiene que volver a recordar quién es Dios para poder CONFIAR EN ÉL.
Tiene que hacerse consciente de que DIOS ES DON que se ha dado gratuitamente... y que no ha dependido de ningún merito humano.
De ese DON -"tanto amó Dios al mundo"- es expresión toda la vida entregada de Jesús.
Don que lo seguirá siendo aun cuando haya noche y las personas sigan eligiendo creer que ellos pueden por sí mismos darse vida.

Dios no puede no ser Vida.
Es propio del Amor romper con todos los límites y con todos los cálculos para seguir amando.
No para reprochar ni para juzgar nada... sino para mostrar que es posible una alternativa.
Que la presencia de la noche en nuestras vidas es una invitación a hacernos más conscientes del Don recibido, y de tal manera dejarnos atraer que podamos confiar un poco más en la capacidad de elegir... de seguir eligiendo vivir desde el.

Jesús le recordará que el Amor de Dios que se hace Don sin límites - entrega sin medidas- se hace presente aun en medio de aquellos que pueden seguir optando "permanecer en las tinieblas"...

Creer en los propios méritos para ganarse a Dios o que valemos ante él porque hacemos bien, es permanecer en las tinieblas.
Creer que el amor de DIos depende de nuestros actos o que lo ofendemos con nuestros pecados, es permanecer en las tinieblas.
Creer que podemos vivir la vida sin un sentido que la abrace y la sostenga, es permanecer en las tinieblas.
Creer que podemos ser felices buscando solo nuestra comodidad siendo indiferentes, es permanecer en las tinieblas.
Creer que las defensas que hemos puesto para no sentir que la vida nos desafía permanecerán siempre, es permanecer en las tinieblas.

Hemos sido puestos ante el AMOR DE DIOS y no hay obra humana que pueda darnos algo más que lo que ya nos fue dado.

Dios en medio del rechazo y la incomprensión - en medio del conflicto que desencadenará la muerte- abrió un camino alternativo: seguir siendo el entregado... el que está al servicio de la vida... de toda vida... aun de aquella que lo rechaza.
El "ego ofendido y resentido" que agarrado a mil razones permanece cerrado y se aísla, no tiene la última palabra sobre nosotros.
Es posible dejarse llevar por el Amor que nos habita que es experto en abrir caminos, creando alternativas.


BASTA CON MIRAR HACIA ADENTRO.
MÁS ABAJO.
MÁS HACIA LO PROFUNDO.

HACIA AQUEL QUE HA SIDO LEVANTADO DENTRO NUESTRO...
Y ES MÁS FUERTE QUE NOSOTROS...
Y NOS ATRAE.

permanecer en las tinieblas... también es una elección... por más que busquemos justificaciones en nuestros estados de ánimo.

domingo, 7 de marzo de 2021

Celebremos la GRATUIDAD siendo AUTÉNTICOS. Jn 2, 13-25

Con la visita de Jesús al templo nuevamente nuestra vida debe exponerse a ser iluminada...  Sus gestos y palabras nos advierten de la presencia de lo no auténtico en nuestro camino de fe como  así también al interior de muchos ámbitos de la vida.
Jesús se encuentra en el templo -lugar del encuentro con Dios- expresión de la vida, con muchas cosas pero no con lo que tendría que ser.

El gesto de Jesús, "hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo", es una de las acciones más significativas que han quedado en la memoria de todos, aún de aquellos que no van a una iglesia.

Por la ubicación que tenían las cosas en el templo en el tiempo de Jesús podemos decir que este hecho se realizó en el patio llamado "de los paganos", donde especialmente en las fiestas era un auténtico mercado donde se encontraba con todo lo que servía para los sacrificios y ofrendas.
Todo lo que estaba allí tenía sentido desde la utilidad del templo.
Todo tenía una justificación religiosa.
Todo era legal. Todo estaba autorizado.

Por la gran cantidad de gente podemos pensar que el gesto de Jesús no fue tan espectacular como podemos creer sino que fue más bien un gesto simbólico... donde los daños fueron limitados... tal vez unas cuántas jaulas por el piso y una mesa de monedas...  pero que generó miedo e inmediatamente cerrazón.

AUNQUE ES UN GESTO PEQUEÑO; ES UN GESTO QUE INVITA A MIRAR MÁS ALLÁ DE LO QUE ESTÁ JUSTIFICADO...
ES UN GESTO QUE INVITA A MIRAR LEJOS... A LO QUE REALMENTE IMPORTA Y ES ESENCIAL...

Y ESTO ES PELIGROSO...
Porque se puede estar exteriormente cumpliendo con muchas cosas sin estar adheridos a lo esencial; absolutizando así todas las mediaciones.
Jesús junto al gesto denuncia lo equivocado de utilizar a Dios -y por ende la vida de los demás- para asegurar la propia vida.

EL TEMPLO ES LUGAR DEL DIOS QUE ES GRATUIDAD.
Y si esto es así, lo es también toda vida humana.
TODA VIDA HUMANA ES GRATUITA.
No hay propietarios, ni muros que puedan contener lo de Dios en nosotros.
No hay necesidad entonces de mercados.

"Devuelvan al templo... a la vida... a la relación con Dios su verdadero sentido...", nos diría Jesús.

¿Quién no ha buscado negociar con Dios para sentirse seguro de algo?
¿Quién no ha venido buscando sentirse bien queriendo olvidarse de los demás?
¿Acaso no seguimos creyendo que podemos reconocer a Dios sin reconocer a los demás -a todos los demás- como "piedras vivas de su templo"?

NUESTRAS CELEBRACIONES EXPRESAN UNA RELACIÓN.
Relación con Aquel que nos habita y nos hace comunidad... y que nadie puede comprar porque es don.
POR ESO,
SI NO CRECEMOS EN GRATUIDAD ENTRE NOSOTROS, ENTONCES ESTAMOS CELEBRANDO UN MERCADO.

¿Qué buscamos entonces cumpliendo con todo?
¿Acaso buscamos diferenciarnos... o sentirnos seguros de algo?
¿O mejores que los demás tal vez?

La pena es creer que vivir una "religiosidad a la carta" -sin los otros-así se está justificado... eso nos hará vivir en verdad.
Que con los permisos en regla y sin escuchar a los demás encontraremos esa felicidad -plenitud- que anhelamos profundamente. 


"Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: 
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»"

Es increíble cómo desacreditamos situaciones o personas porque estas amenazan nuestra tranquilidad... o nos invitan a salir de la comodidad en la que estamos... o nos desafían a caminar de una manera distinta dejando esa autoreferencialidad que se disfraza de libertad y autonomía.

Nosotros, como aquellos judíos que buscan explicaciones sin atender al verdadero reclamo, deseamos a veces que nadie nos cuestione lo que hacemos o porque lo hacemos. O demandamos y criticamos a los demás sin mirarnos a nosotros mismos:
-Gritamos: "sean justos". Y nosotros, ¿somos justos?
-Gritamos: "no mientan". Y nosotros, ¿vivimos en verdad?
-Gritamos: "no roben". Y nosotros, ¿Cómo tratamos la dignidad del otro cuando nos enteramos de su fragilidad... acaso con el chisme y la crítica no robamos también?

Frente a ese deseo de una vida tranquila y segura... de una vida religiosa que nos asegure que todo va a estar bien... Jesús con sus palabras que evocan la vida nueva que brota de su resurrección invita a seguir optando por él... a derribar aquellas seguridades -formas de vivir y de entenderla- que creen tener a Dios y excluyen a los demás.

LA VISITA DE JESÚS ILUMINA (purifica).
DESPEGARNOS DE LO QUE NO ES AUTÉNTICO SIEMPRE SERÁ ALGO DOLOROSO.

JESÚS SERÁ SIEMPRE UNA ALTERNATIVA A LO SEGURO, A LO CERRADO Y A LO DADO POR PERDIDO.

NO PODREMOS NUNCA DOMESTICARLO,
COMO EL AMOR.