Que lejos puede llegar estar el estilo de vida y lo que anunció Jesús de la fiesta que hoy celebramos...
y qué difícil se nos puede hacer hoy encontrar una "buena noticia" en el evangelio que compartimos.
Nada más lejano a los deseos de Jesús que los títulos de rey que evocan poder y grandeza y por otro lado seguridad para aquellos que lo siguen.
Y nada más lejano al evangelio de hoy el considerarlo como prueba de ese título.
Todo en Jesús ha sido una constante invitación a mirar hacía los lugares que nadie mira... Desde Belén a lo que hoy compartimos como pan en la mesa de la eucaristía Jesús nos invitó a ser los primeros y los más grandes pero en el servicio... en la entrega... en la capacidad de perder al perdonar sin muchas veces entender...etc...
Pero como esto rompe con nuestras ilusiones de grandeza o de seguridad, hemos adornado la vida de Jesús de tal manera que al acercarnos a ella, nada se transforma en nuestra vida... por eso podemos llegar a celebrar esta fiesta dándole a Jesús todos los honores que un día él mismo rechazó en el desierto.
Entonces... tal vez... el evangelio de hoy más que un anuncio de Jesús como Rey y Juez Universal es la respuesta a aquella pregunta que resonó al principio de la historia... ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?
"Entonces los justos replicarán:
- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les contestará:
- Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo..."
JESÚS es proclamado por el evangelio como HERMANO de otros... identificado con los más pequeños... con los que parecen no contar... con aquellos que hemos dado por perdidos y que es mejor no ver.
JESÚS ES EL OTRO.
JESÚS ES COMUNIDAD.
uNa comunidad muy particular... hecha de hombres y mujeres que han sido alcanzados por la carencia... una situación que no conoce de límites ni de barreras.
Una comunidad que crea esperanza compartiendo lo que se tiene... descubriendo que el pan es para ser compartido... que el gesto y la palabra es posibilidad de atención y de servicio a los demás.
EN LOS OTROS, JESÚS.
No hay otro camino.
Para encontrarse con Dios hay que salir al encuentro de los "hermanos más pequeños".
Para encontrarse con Dios hay que salir al encuentro de los "hermanos más pequeños".
Y los gestos y las palabras que se tienen con los "hermanos más pequeños", no se hacen por una cuestión de caridad o de solidaridad... sino por justicia... dar al otro lo que el otro necesita te hace justo... es hacer justicia.
El no hacerlo... el no dar a quien no tiene... el no visitar a quien lo necesita... es quedarse esclavo... es cerrarse sobre sí mismo y dejar de ser... es no descubrir de qué estamos hechos.
Pero para esto hay que salir.
No es posible permanecer en la comodidad de nuestros espacios... el hambre y la cárcel están fuera... en medio de la calle... allí donde la vida está amenazada.
Necesitamos animarnos a soltar el temor que nos ha enfermado y, con los cuidados necesarios, volver a encontrarnos...
En la "indiferencia" como en el "desprecio a los demás" no encontraremos a Dios.
Para encontrarnos...
Necesitamos percibir el hambre y la sed de sentido que muchos hombres y mujeres padecen... y acompañar sus caminos... sus oscuridades... alimentando los pequeños pasos... aunque estén cargados de idas y venidas.
Para encontrarnos con sus hermanos más pequeños,
Necesitamos acercarnos a quienes se sienten desnudados de su dignidad por la falta de lo indispensable para vivir... o desnudados de su "buen nombre" por la crítica y el juicio.
Para encontrarnos con Jesús,
Necesitamos escuchar las luchas de aquellos que se sienten presos de sus propios juicios... o de sus propias maquinaciones... brindando apoyo y seguridad.
Para encontrarnos con sus hermanos más pequeños...
Necesitamos ponernos al servicio de la esperanza en medio de la enfermedad y el dolor que no pide permiso ni deja a nadie en el mismo lugar.
PARA ENCONTRARNOS CON JESÚS...
PARA SABERLO HERMANO...