domingo, 27 de septiembre de 2020

"JESÚS es COMUNIDAD". Mt 25, 31-46

Que lejos puede llegar estar el estilo de vida y lo que anunció Jesús de la fiesta que hoy celebramos... 
y qué difícil  se nos puede hacer hoy encontrar una "buena noticia" en el evangelio que compartimos.

Nada más lejano a los deseos de Jesús que los títulos de rey que evocan poder y grandeza y por otro lado seguridad para aquellos que lo siguen.

Y nada más lejano al evangelio de hoy el considerarlo como prueba de ese título.

Todo en Jesús ha sido una constante invitación a mirar hacía los lugares que nadie mira... Desde Belén a lo que hoy compartimos como pan en la mesa de la eucaristía Jesús nos invitó a ser los primeros y los más grandes pero en el servicio... en la entrega... en la capacidad de perder al perdonar sin muchas veces entender...etc...

Pero como esto rompe con nuestras ilusiones de grandeza o de seguridad, hemos adornado la vida de Jesús de tal manera que al acercarnos a ella, nada se transforma en nuestra vida... por eso podemos llegar a celebrar esta fiesta dándole a Jesús todos los honores que un día él mismo rechazó en el desierto. 

Entonces... tal vez... el evangelio de hoy más que un anuncio de Jesús como Rey y Juez Universal es la respuesta a aquella pregunta que resonó al principio de la historia... ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

"Entonces los justos replicarán:
- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les contestará:
- Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo..."

JESÚS es proclamado por el evangelio como HERMANO de otros...  identificado con los más pequeños... con los que parecen no contar... con aquellos que hemos dado por perdidos y que es mejor no ver.
JESÚS ES EL OTRO.
JESÚS ES COMUNIDAD.

uNa comunidad muy particular... hecha de hombres y mujeres que han sido alcanzados por la carencia... una situación que no conoce de límites ni de barreras.
Una comunidad que crea esperanza compartiendo lo que se tiene... descubriendo que el pan es para ser compartido... que el gesto y la palabra es posibilidad de atención y de servicio a los demás.

EN LOS OTROS, JESÚS.
No hay otro camino.
Para encontrarse con Dios hay que salir al encuentro de los "hermanos más pequeños".

Y los gestos y las palabras que se tienen con los "hermanos más pequeños", no se hacen por una cuestión de caridad o de solidaridad... sino por justicia... dar al otro lo que el otro necesita te hace justo... es hacer justicia.
El no hacerlo... el no dar a quien no tiene... el no visitar a quien lo necesita... es quedarse esclavo... es cerrarse sobre sí mismo y dejar de ser... es no descubrir de qué estamos hechos.


Pero para esto hay que salir.
No es posible permanecer en la comodidad de nuestros espacios... el hambre y la cárcel están fuera... en medio de la calle... allí donde la vida está amenazada.

Necesitamos animarnos a soltar el temor que nos ha enfermado y, con los cuidados necesarios, volver a encontrarnos... 
En la "indiferencia" como en el "desprecio a los demás" no encontraremos a Dios.

Para encontrarnos...
Necesitamos percibir el hambre y la sed de sentido que muchos hombres y mujeres padecen... y acompañar sus caminos... sus oscuridades... alimentando los pequeños pasos... aunque estén cargados de idas y venidas.
Para encontrarnos con sus hermanos más pequeños,
Necesitamos acercarnos a quienes se sienten desnudados de su dignidad por la falta de lo indispensable para vivir... o desnudados de su "buen nombre" por la crítica y el juicio.
Para encontrarnos con Jesús,

Necesitamos escuchar las luchas de aquellos que se sienten presos de sus propios juicios... o de sus propias maquinaciones... brindando apoyo y seguridad.
Para encontrarnos con sus hermanos más pequeños...
Necesitamos ponernos al servicio de la esperanza en medio de la enfermedad y el dolor que no pide permiso ni deja a nadie en el mismo lugar.

PARA ENCONTRARNOS CON JESÚS...
PARA SABERLO HERMANO...



El SI, es la vida misma. Mt 21, 28- 32

No es posible acercarse a Jesús y permanecer indiferentes por mucho tiempo.
En el camino de ir detrás de él no será posible permanecer en la comodidad sin que sus palabras y gestos nos provoquen iluminando los porqué o el desde donde estamos viviendo.
Ir detrás de Jesús será siempre un encuentro con nuestra verdad, con nuestro límite... y cómo molesta cuando la acción o la palabra del otro denuncia nuestra comodidad.

Y no será posible domesticar una buena noticia que siempre nos dejará en la actitud de estar camino.
Y si nada inquieta del evangelio es porque tal vez la cerrazón nos ha ganado... como a aquellos hombres que ni el cambio de vida de los considerados "indignos" los mueve a creer. 

NUevamente la palabra se dirige a esa comunidad que ha decidido vivir desde unos vínculos que reflejen el modo de Jesús.
Jesús ya no habla de "obreros" sino de "hijoS" ubicando  la relación con Dios desde otra mirada... una relación muy conocida en el pensamiento judío donde solo se es hijo en la medida en que se hace las cosas que ve hacer al padre.

Nuestro seguimiento será entonces, 
expresar en la vida lo que uno es... hijo/a.

Pero en ese camino será necesario plantearse ciertas inquietudes respecto a las motivaciones con las cuales se vive... con las cuales se actúa... porque el riesgo a creer que no hay nada que seguir aprendiendo está presente.

La consciencia de estar aprendiendo -"de estar de camino"- nos salva de nosotros mismos.
De creernos perfectos y por ende con derechos -de tener privilegios-; y hasta sin necesidad de pedir perdón.

En el "camino de expresar lo que ya somos" Jesús nos ubica frente al contraste entre lo que se dice y lo que se hace... y la dificultad con la que nos encontramos para discernir qué es aquello que realmente expresa lo que somos.

¿Quiénes son lo que dicen NO y después van?
¿Quiénes son los que dicen SI y después no van?

¿No serán acaso momentos de nuestra vida?.
¿No serán reacciones frente al riesgo que sentimos correr al decidir ir detrás de Jesús?
¿No serán acaso expresiones de las resistencias que todos llevamos dentro, a cambiar, a dejarnos llevar por esos modos nuevos?

Creo que todos podemos notar esa dificultad de integrar lo que sentimos como impuesto y que viene de fuera y lo que parece que es más nuestro.
Creo que todos podemos notar esa rebeldía cuando el evangelio toca aquellas cosas en donde nosotros tenemos puesta nuestra seguridad: llamase tiempo, dinero, estima de sí, valor de la propia persona.

¿QUE SIGNIFICA ENTREGAR LA PROPIA LIBERTAD, entonces?

Creo que también podemos notar en nosotros esa otra actitud más sumisa... que buscando sentirse bueno o por miedo tal vez al conflicto o al qué dirán... arriesga su autenticidad utilizando una máscara de obediencia.
Cuántos mandatos familiares - aún culturales y religiosos - han favorecido a crear una fachada donde por fuera se es buena persona pero el corazón está lejos. Como amarga la vida esta manera de vivir... cuánta rigidez y cuanta ironía surgirá de acá.
Cuántas reglas y normas pueden dejar nuestro camino de seguimiento de Jesús -que se expresa en lo cotidiano de la vida- en la apariencia, lo que también da muchos beneficios.

qUE nuestros actos expresen verdad... que este sea nuestro deseo.

Y que el "NO" que muchas experimentamos no nos asuste ni nos lleve a tratarnos mal porque Dios no solo lo comprende... sino que además lo perdona y lo vuelve posibilidad.
El NO de ayer -a servir, a perdonar, a vivir de una manera distinta, a soltar algunas cosas que dañan-  no nos ata definitivamente; creamos en el poder que tiene el simple SÍ de hoy, capaz de hacer desaparecer los no anteriores.

Solo conocemos de Dios lo que vivimos.
Que nos anime el sabernos de camino.

Que no nos desaliente el descubrir que nuestras palabras no siempre son acompañadas por nuestra vida... o el percibir que muchas de nuestras acciones no responden a actitudes fundamentales. 

Tal vez esta verdad que nos acompaña no sólo es posibilidad de seguir caminando sino que también puede ser la posibilidad que se nos da para reconocer a aquellos que hoy tal vez nos llevan la delantera... y que a lo mejor nosotros hemos dado por perdidos.




domingo, 20 de septiembre de 2020

Cuándo la BONDAD es fuente de la FELICIDAD. Mt 20, 1-16

Así como descoloca la actitud del "propietario" de la viña al final del relato; Jesús invita a descubrir que así, es el modo como el "Reino de DIos" irrumpe en la vida cotidiana, invitando a un cambio de corazón, descolocándolo, rompiendo con esas maneras -cerradas y egoístas- de ver la vida y de vivirla que solo buscan protegerse creyendo que así encontrarán felicidad.

Anunciar y vivir el "Reino de DIos" es nuestra misión como comunidad que sigue a Jesús... anunciar y vivir que "LO MÁS IMPORTANTE ES LO QUE DIOS VA HACIENDO EN NOSOTROS"... con o sin nuestra colaboración... y no lo que nosotros creemos conseguir con nuestros esfuerzos o con nuestras buenas obras.

El "Reino de Dios" no consiste en un lugar... o en normas a cumplir... ni se identifica con una organización... sino que es Dios actuando en nosotros... en todos nosotros.
Nuestra reacción ante eso es lo que determina si pertenecemos o no... si vivimos o no en clave de Reino... porque dejarlo a Dios andar por nuestra vida trastocando valores y formas de vivir es estar continuamente aprendiendo... es saberse siempre en camino... es andar más desapegado de cuanta cosa nos prometió un poco de vida y felicidad.
Y esto resulta muy riesgoso.

Por eso para acercarse a lo que Jesús llama "Reino de Dios"  -que es lo esencial del texto- será necesario no leerlo desde las últimas palabras que escuchamos -"los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos"- sino más bien desde aquella pregunta de Pedro sobre la recompensa que recibirán los que decidieron irse detrás de Jesús dejándolo todo (cfr. Mt 19,27) porque justamente la parábola viene a romper ese modo tan egoísta de buscar seguridad desde lo que se hace... cuando lo que está en juego es el DON -lo que debería bastar-.

Jesús comienza describiendo la acción de Dios trayendo un hecho de la vida cotidiana donde lo primero que sorprende es la continua salida por parte del propietario a buscar trabajadores - aún al final de la jornada - como si lo más importante fuese el que todos tengan trabajo y no tanto el rendimiento.
Y lo segundo que llama la atención es el orden que le pide seguir al mayordomo para pagar el salario... comenzar por los últimos y terminar por los primeros... descolocando a los primeros que inmediatamente murmuran contra el propietario exigiendo una explicación.

¿Qué podrá entonces justificar semejante injusticia?
SOLO LA BONDAD...


El "propietario" actuando desde la bondad - de manera gratuita - y en el momento que quiere - descubre esa otra forma de mirar -"ese ojo malo"- la envidia - que no puede captar esa BONDAD... porque todo lo mide desde lo que puede o no conseguir para sí.

La bondad expresada en el modo de mirar y de actuar del "propietario" rompe con esos privilegios que se creen ganar por el simple hecho de haber estado más tiempo en un lugar o en un rol o por haber llegado primero.

Rompe con la idea de que siendo más buenos -o portándose mejor- se acumularán más méritos frente a Dios y que Dios los tendrá en cuenta...
Y rompe también con esa idea de que el texto de hoy tiene que ver con el arrepentimiento al final de la muerte.

Ante el modo de actuar de Dios -representado en las acciones que descolocan y rompen un modo de vivir-... ante su manera de hacerse presente en nuestras vidas - en toda vida- caen esas pretensiones tan egoístas de creernos dueños de algo o seguros frente a los demás.

¿QUÉ PASARÍA SI DIOS ACTUARA
DESDE NUESTRO RENDIMIENTO
Y NO DESDE SU BONDAD?


...con un Dios así no es posible ser
"perro del hortelano"...

SOLO DESDE SU BONDAD
NUESTRA ESPERANZA PUEDE RENOVARSE CADA DÍA.


Por eso si Dios anda por nuestra vida... nuestra vida no puede no perdonar... no compartir... no amar... si no lo hace es porque seguramente algún espacio del corazón sigue muy identificado con alguna forma de felicidad egoísta.

NO NOS SALE DE UNA abandonar esos modos con los cuales hemos identificado lo que buscamos como felicidad o bienestar… se han convertido en apegos que nos mantienen tranquilos y seguros. Cuánta decepción y por ende cuánto enojo, cuando esto no se da de la manera que “siempre hemos esperado”. 

No nos amarguemos... pero seamos conscientes -cada vez más- de que existe una alternativa que viene a nosotros en lo cotidiano... des-colocándonos... desencantando-nos de todo aquello que habíamos estado considerando como felicidad.

Y porqué de intentos y fallas es nuestro camino... “pecado” - de idolatría- será rechazar la idea de estar siempre aprendiendo quedándonos sujetos a aquellas cosas que, dándonos una cierta seguridad y protección, nos prometieron vida y felicidad... y que no han sido más que parásitos que nos mantuvieron contentos pero dormidos.












domingo, 13 de septiembre de 2020

El PERDÓN que nos reconcilia con nuestra condición de CAMINANTES. Mt 18, 21-35


"HACER que el otro se ponga en contacto con su identidad cuando hiere",
tiene como fundamento el PERDÓN en el que hemos sido creados y somos sostenidos en la vida.

La existencia del PERDÓN evidencia que en nuestra vida, hay una lucha cotidiana donde muchas veces sentimos la derrota; es ser conscientes entonces de que nuestra condición de fragilidad, nunca nos abandonará.
Siendo esto así, no será posible caminar con otros -detrás de Jesús- sin contar con el perdón.

La presencia de la experiencia del PERDÓN en nosotros es el testimonio más contundente de que el Amor de Dios, es libertad que no ata ni condena ni somete a las personas.

Por eso Jesús invita a Pedro a romper con ese círculo de resentimientos y venganzas, que brota de la ofensa, para encontrarse con el perdón que no tiene límites y que es capaz de crear algo nuevo. Para eso, lo ubica frente al espejo de una parábola, donde la DESPROPORCIÓN entre lo que recibe y lo que da, se asemeja a la relación con Dios y a la relación entre nosotros.

Mostrándonos de esa manera que el lugar dónde estamos, dónde vivimos..., lo que posibilita el camino y lo que da esperanza es el AM
OR INCONDICIONAL DE DIOS QUE SE HACE PERDÓN, desproporcionadamente mayor a cualquier expresión de perdón que nuestros hermanos o nosotros mismos podemos necesitar.

Y aunque el evangelio pudiese hacernos creer que de nosotros dependerá que Dios nos perdone... sabemos que Dios no actúa  a partir de nuestras acciones... Dios no responde mirando nuestras buenas o malas acciones... Dios perdona siempre.
DIOS  ES  PERDÓN Y HACE  LO QUE ES... mostrándonos no sólo que así nos ama sino que además "nada nos podrá apartar de él".

Solo un perdón así desarma el "cuantas veces" de Pedro... y nada justificará el no perdón.
Frustrando de esa manera ese instinto tan razonable de venganza haciendo bajar nuestras armas -nuestras defensas-... y rompiendo con esos rencores que además de encerrarnos y agobiar el corazón, nos vuelven depresivos e indiferentes.

Solo un perdón así recuerda - no olvida - llevando sus llagas abiertas desde donde brotará siempre compasión -vida-  hacía quienes también han sido heridos.

El Perdón de Dios que nos habita, rompe con los deseos de poder que buscan hacerle sentir al otro el enojo para producir un cambio. 
Crea un modo nuevo de mirar al otro.

Y ser perdonados es ser liberados del peso de la culpa que incomoda e impide caminar... es un paso en el camino de reconciliación con nuestra finitud, con nuestra condición humana incompleta, fallada, rota y habitada y rica de posibilidades.
Ser perdonados es como una puerta que se abre por donde volvemos a experimentar vida... esperanza de que tenemos tiempo... de que podemos volver a intentarlo... de que estamos de camino.
Todos necesitamos ser perdonados y todos necesitamos perdonar.

Se lo gusta cuando se lo comparte... como el pan.
Celebremos el perdón entonces.
No es una obligación o un deber... perdonar es una fantástica oportunidad.
Celebremos el perdón en nuestras familias... con nuestros amigos. 
Si no perdonamos... no digamos que amamos.

De la misma manera seamos capaces de recuperar el sentido del sacramento del perdón como espacio donde ponemos en palabras lo "indecible" de la vida dejando que entren en la dinámica de reconciliación comenzada por Jesús...
Permitamos que alguien -en nombre de Dios - nos escuche en nuestras propias heridas... y en su NOmbre nos libere asegurándonos que Dios nunca se apartó ni se apartará jamás de nosotros.
Y esto lo necesitaremos escuchar muchas veces más.

Hemos sido creados en el Amor... como así también en el Perdón...
Porque Dios es Perdón cómo es Amor.

Expresemos entonces a los demás -con nuestros gestos y palabras - que acercarse a Dios no es cuestión de méritos ni de ritos... ni de separaciones ni de requisitos... sino sólo de dejarse encontrar.
ENCONTRADOS podremos amar... y perdonar. 












domingo, 6 de septiembre de 2020

RecOrdándote tú pRopiA CaNciOn. Mt 18, 15-20

Creo que podemos encontrarnos con algunas dificultades, al escuchar las palabras de Jesús, que reflejan la vivencia de una comunidad, cuando somos parte de un tiempo donde parece que el "vivir con otros" ... el "construir con otros" ... no aparece como un espacio esencial de seguimiento de Jesús y de la vivencia del Reino.


Como vamos a hablar de "hermanos", cuando prescindimos de la vida comunitaria, o de "corrección fraterna" cuando esto supone una relación de mutuo afecto y de ayuda recíproca para crecer.

¿Por qué nos hemos alejado de la vida comunitaria?
¿Acaso no creemos las palabras de Jesús de cuando dos o más están reunidos en mi nombre él está?

Tal vez seguimos esperando encontrar en las comunidades personas sin ningún tipo de limitación... que no nos generen tensión... o tal vez quisiéramos no sentir el conflicto que muchas veces, se produce al interior de las comunidades, por la simple razón de ser diferentes.
Tal vez habiendo hecho tanto hincapié en el bienestar personal, quedamos atrapados en la comodidad y en la seguridad, hasta tal punto que la indiferencia frente a lo que le pasa a los demás se nos hizo algo natural.

El evangelio nos muestra que Dios cuenta con nuestra debilidad... que ir detrás de Jesús es ir con otros... que él construye comunidad no con personas perfectas y sin ningún tipo de límites... al contrario... la debilidad del otro -bajo la mirada de Jesús- son una posibilidad para seguir aprendiendo... para seguir creciendo en apertura, en diálogo y en compasión.

El evangelio de Jesús rompe con esa espiritualidad que puede, prescindir del otro en su relación con Dios, anunciándonos que en el "encuentro con el otro" nos encontramos con Dios.

EN EL MODO DE TRATAR A LOS DEMÁS - Y SOBRE TODO SU DEBILIDAD-
DECIMOS EN QUIEN ESTAMOS CREYENDO.

¿Qué actitudes entonces, tenemos nosotros, frente a la debilidad de los demás?

En comunidad aprendemos a relacionarnos como Dios se relaciona.
Allí se aprende el sentido de la GRATUIDAD que rompe con que los demás deban servir para algo para ser queridos... descubriéndonos que todo es DON.

Allí se aprende a buscar -como lo hace Dios- todas las posibilidades para salir al encuentro de aquel que, comportándose de manera inadecuada, se hiere y también hiere a los demás.
Con una  "creativa tozudez" se comprende que dejar de lado a quien de esa manera actúa es haber fallado como comunidad... se comprende la necesidad de aprender -una vez más- de la MISERICORDIA DE DIOS QUE NO TIENE LÍMITES NI TIEMPOS.
Eliminar o apartar a los que consideramos que están equivocados expresa incapacidad de nuestra parte.

Solo la MISERICORDIA DE DIOS es capaz de abrazar el "mientras tanto" cuando las resistencias a la escucha y al cambio es lo que aparece con más evidencia.

Y sin darlo por perdido ... superando todo sentimiento de superioridad (a nadie le gusta ser corregido y menos humillado)... y sin la pretensión de tener la verdad... se podrá salir al encuentro del hermano que estando en grave situación necesita de una palabra que ilumine y no condene.
Y éste, desatado del sentirse condenado, podrá abrirse a escuchar otro punto de vista... y tal vez comprender que al alejarse de los demás por el daño realizado se está alejando de quien realmente es y de aquello entonces que puede darle verdadera libertad... y se aleja de una posibilidad para crecer.

Así como nacemos y necesitamos de aquellas primeras manos para vivir...
de la misma manera, a lo largo de la vida, necesitamos de los demás para crecer.


Y Dios identificándose con nosotros... "lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos lo hicieron conmigo..." (cfr Mt 25,40) transformó las relaciones humanas en el lugar privilegiado de su presencia y en el criterio más cierto del seguimiento de su Hijo... "en esto reconocerán que son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros..." (cfr. Jn 13, 35) 



"Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido sino como el día en que ese niño fue “pensado” por su madre.

Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.

Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.
Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.
A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.


Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea. 
Entonces, le cantan su canción.
La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad. 

Cuando uno reconoce su propia canción, 
no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.

Y así continua durante toda su vida.
Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.

Y finalmente, cuando esta persona va a morir, 
todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él."
Tolba Phanem