JESUS se forme en nosotros. Gal. 4,19.

Para recibir un Don solo es necesario disponerse a recibirlo.
En este día que el corazón se abrace a un deseo: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!”

Leemos en el profeta Isaías (Is 63,16-17.19b; 64, 2b-4b)
 “Otea desde el cielo, mira desde tu morada santa y gloriosa:
¿dónde está tu celo y tu valor,
tu entrañable ternura y compasión?
No la reprimas,
que Tú eres nuestro padre:
Abrahán no sabe de nosotros, Israel no nos conoce;
Tú, Señor, eres nuestro padre,
tu Nombre es siempre “El que nos rescata”.
Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos
y endureces nuestro corazón para que no te temamos?
Vuélvete, por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste, y los montes se derritieron con tu Presencia.
Jamás oído oyó ni ojo vio
un Dios, fuera de ti,
que hiciera tanto por el que espera en él”

“El deseo es lo que salva”


“Lo que salva es la mirada…
El esfuerzo por el que el alma se salva se asemeja al esfuerzo por el que se mira, por el que se escucha, por el que una novia dice sí.
Es un acto de atención y consentimiento….

Los seres humanos no podemos dar un solo paso hacia el cielo.
La dirección vertical nos está prohibida. Pero si miramos largamente al cielo, Dios desciende y nos toma fácilmente…
No hay que buscarle, basta con cambiar la orientación de la mirada; a Él es a quien corresponde buscarnos”
(A la espera de Dios, Trotta, pp. 70-71; 118- 119; 131).


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