domingo, 3 de diciembre de 2023

De TALENTOS, URGENCIAS y MIEDOS. Cfr. Mt 25,


Venimos al mundo atravesados por una PRESENCIA que clama dentro nuestro por una mayor apertura y disponibilidad a la vida ... a toda vida... y sobre todo a aquella más quebrantada. 


Hacernos conscientes de los talentos dados no es otra cosa que vivenciar el "aquí y el ahora" cómo la única posibilidad que está en nuestras manos, para vivir desde el Don gratuitamente regalado: "DIOS EN NOSOTROS"


Vivir desde ahí es URGENTE... por la simple razón de que nos perdemos pensando en lo qué ya pasó o en lo qué puede pasar... pensamientos que alimentan esos sentimientos de miedo y duda que nos encierran y controlan.

DESPERTEMOS,
al DON que nos habita.
A la VIDA escondida en lo profundo de la vida.
DESPERTEMOS 
a lo más SAGRADO de lo humano.
A lo qué siempre está. 
En dónde siempre estamos.

Y no por miedos ni castigos... sino simplemente porque la vida lleva dentro una PLENITUD que se nos escapará siempre por no habitarla "aquí y ahora".




sábado, 2 de diciembre de 2023

“Asomados a la puerta” – Mc 13, 33-37

Comenzamos el adviento, un tiempo atravesado por algunas palabras que en cada momento de nuestra vida necesitamos resignificarlas… no es lo mismo esperar a las 15 o a las 30 o a los 70 años… a medida que avanzamos en la vida la esperanza se va corriendo de lo que llamamos expectativa y se va uniendo a lo que llamamos "vivir agradecidos" … y así también podríamos decir con la vivencia de la felicidad, de la alegría y también del dolor y el sufrimiento.

Este tiempo nos invita a volver a descubrir que toda la vida humana es adviento… que lo que esperamos que venga ya está dentro de nosotros… pero cómo andamos distraídos y dormidos por falsas ilusiones y por tantas cosas que consumimos, lo seguimos esperando que venga de fuera o que se dé en el futuro.

¿Qué estamos esperando nosotros de Dios? Tal vez una vida sin dolores ni sufrimientos… una vida dónde no haya conflictos… una vida dónde tengamos más para consumir más … una vida más cómoda… y sin interferencias ni personas inoportunas.

Todo esto es lo que también esperaba aquella comunidad cristiana y Jesús los defraudó … no entendieron que lo que salva… lo que hace una vida plena… lo que la hace más humana - más de Dios - es hacer de la propia vida un don.

Nosotros también podemos caer en la tendencia a esperar de Dios una salvación buscando que nos aseguré lo qué ya tenemos… o lo qué queremos para después... dónde el centro seguimos siendo nosotros. 

Miremos la imagen de los que están "asomados a la puerta" en el evangelio… nada los ha dormido… no están haciendo cálculos de cómo asegurarse la vida… si sintieron miedo o cualquier otra cosa no han buscado cosas para distraerse... no los ha dormido el cansancio de la espera de que los cambios tarden ni tampoco se han desesperado por lo dificultoso de la vida… están en la puerta, despiertos y pacientes, no están ansiosos esperando que la noche pase rápido o que suceda algo extraordinario … sino que son capaces de mirar más allá de la noche.

Nada los distrae... nada los duerme.
Son capaces de domesticar la ansiedad y la impaciencia... hasta de hacerse amigo de los miedos.
Son luz en primer lugar para ellos mismos.

Son capaces de mirar por fuera de sus propias conveniencias… por fuera de sus malestares… por fuera de la comodidad… están despiertos… saben que la vida es mucho más que el tener o no tener…el ser reconocido o no… que la vida es mucho más que este conflicto o está persona o este dolor… 

Son capaces de mirar por fuera del propio ego que se resiente… que busca venganzas… que juzga… que se siente herido… que justifica su indiferencia… que encierra la vida con ilusiones de cosas qué podrían darse o en lamentaciones por lo que fue... y que sigue soñando con una salvación a la medida de sus cortas necesidades.

Son capaces de mirar por fuera de lo que sienten… "de lo que pintó" –cómo dicen los jóvenes- para permanecer en sus decisiones – en sus opciones- aun cuando sienten la incertidumbre de no tener todo claro. 

Por mirar por fuera… hombres y mujeres de todos los tiempos… fueron capaces de descubrir al Dios viniendo… al Dios naciendo…en lugares que tal vez en otro tiempo hubiese sido imposible decir “ahí está nuestro Dios”.


Por eso permitamos que la oscuridad… la noche… lo incierto… el vacío… lo conflictivo de la vida sean en este tiempo nuestras maestras… sean las que eduquen nuestra manera de mirar… nos enseñen a soltar los comentarios y los juicios absolutos con los qué vivimos… porque no todo es trigo ni todo es cizaña… 
Sean nuestras maestras para volver a abrirnos si la noche o lo incierto nos encerró… y volver a confiar. 
Y de esa manera nos lleven a descubrir la necesidad que tenemos de que la vida sea algo más qué el conseguir esto o aquello...  porque sin sed de verdad no hay verdadero anhelo. 

Y habituados a mirar por fuera de la noche... DESPIERTOS y PACIENTES... ILUMINADOS INTERIORMENTE... nos sorprenda el ser encontrados por Dios más allá de las formas acostumbradas.