lunes, 19 de febrero de 2024

El desierto nos regresa al Amor. Mc 1, 12-15


 "En seguida el Espíritu lo empujó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. 
Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia»..."

De alguna manera nuestra vida está también marcada por aquellos cuarenta días de Jesús en el desierto... lugar que le recuerda al pueblo de Israel  ese duro camino hacia la libertad, cargado de luchas y de protestas hacia Dios, porque este no se presentaba ni resolvía las cosas como ellos hubiesen querido.

"El ESPÍRITU lo impulsa..."
Jesús se deja empujar por esa "Fuerza de Dios" al desierto - a la intemperie - donde debe afrontar el mundo de lo lejano de Dios... aquello que es obstáculo para Dios.

Y aunque esta lucha aparece al comienzo de la vida pública de Jesús podemos saber que la tentación -o el vivir desde otros parámetros- durará toda la vida porque siempre habrá alguien que sugerirá otro camino... ser Mesías de otra manera.

El Espíritu lo empuja allí donde la libertad corre sus riesgos... Jesús no es dispensado de tener que atravesar las dificultades, al contrario, lo mete dentro de ellas.
El desierto es para Jesús como un bautismo en la humanidad... en la ambigüedad del corazón humano... allí experimentará el riesgo de la libertad... el de las opciones que suponen lucha y que muchas veces el corazón -o los sentimientos- no acompañan.
El Espíritu que lo hace Hijo junto al río Jordán... en el desierto lo hace hermano de cuantos luchan en la vida.

Nosotros también somos llevados a la soledad del desierto... allí somos regresados a nuestro verdadero hogar. Y es allí también dónde las máscaras que ocultan nuestros rostros se caen descubriéndonos quiénes somos en verdad...

POR ESO,
Dejarse "empujar por el Espíritu" nunca será hacer nido... será siempre estar de camino, aunque muchas veces no sepamos qué pasos dar.
No es "aire acondicionado" sino "soplo" que empuja hacia los demás, aun cuando haya conflictos.

Dejarse "empujar por el Espíritu" es dejar de utilizar a los demás para "sentirnos buenos" o para aumentar el prestigio social. 
No es "piedad confortable" donde parece que se maneja a Dios sino que es atreverse a correr el riesgo de confiar en medio de lo incómodo de la vida.

Dejarse "empujar por el Espíritu" es permitir que nos enseñen el oficio de ser hermanos en medio de todos los hermanos y no sólo de aquellos que nos caen bien.
No es "rigidez ni algo inmutable" que brinda seguridad sino que es ir detrás de una aventura que nos empuja a corrernos del centro... a ponernos al servicio aun cuando no seamos tenidos en cuenta.

En la soledad del desierto somos enseñados a ser humanos con toda simplicidad.


¿Cuál es nuestro desierto donde percibimos que sólo de Dios dependemos?

Nuestro Dios es el Dios de los desiertos.

El Desierto es una situación de inseguridad vital donde sólo se ofrece una única solución: UNA MIRADA Y UNA ESPERA CONFIADA EN EL DIOS DE LA VIDA.

Y como Israel -al notar que el desierto se alarga-  podemos también huir del desierto... podemos querer volver a aquellas cosas que nos hacían sentir seguros y satisfechos... olvidando también que esas mismas cosas eran las que nos hacían sentir esclavos.

Queremos vivir de otra manera... lo buscamos... hemos tenido experiencia..., pero cuándo volvemos a sentir las mismas carencias o molestias... cuándo volvemos a sentir que el "zapato nos aprieta en el mismo lugar"... en nosotros o en los demás... nos desanimamos y nuestra relación con Dios se derrumba como si él no hubiese cumplido con alguna palabra... y pierde sentido el seguir... el caminar...

Y después de eso Jesús anuncia que "el tiempo se ha cumplido"... lo esperado de un Dios solidario con los más pobres se ha hecho presente.
Y lo hace en Galilea... fuera del centro religioso del mundo... lo hace en lo cotidiano de su vida.

Y frente a ese anuncio que es acontecimiento porque está sucediendo... Dios en Jesús se está dando al más pobre, al enfermo, al que busca sentido; frente a esa alegre noticia una única respuesta: "Conviértanse y crean..."

CONVIÉRTANSE, "dejen-sen" modelar por lo sucedido.
Conviértanse en consuelo para la tristeza.
En apertura para la cerrazón y la desesperanza.
En compañía para la soledad.

CONVIÉRTANSE en mirada que rescata cuándo todo parece perdido.
En escucha para el sufrimiento.
En vida nueva para la pérdida de sentido.

CONVIÉRTANSE en paciencia para los procesos.
En humildad para lo que no pueden controlar ni manejar.
En entrega para el poder mal usado.

CONVIÉRTANSE en aceptación para la resistencia.
En límite para lo que hiere la vida.
En disponibilidad para el otro.



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