Vamos a detenernos en los hombres y mujeres que formaban parte de ese pueblo nómada de Israel; por su historia habían pasado tantos hablándoles de promesas, del Mesías, del Salvador, del hijo de una virgen, del Emmanuel, que hasta se llegaron a mostrar porfiados y descreídos de su Dios.
Tantos profetas habían caminado sus tierras hablándoles en nombre de Dios y tantos otros los habían maltratado y humillado, que la desconfianza y la infidelidad les significaba una pesada carga.
Con todo Dios había decidido llegar hasta sus toldos y acampar entre ellos para dejarles su Hijo único, el predilecto, el que habita con Él y por quien hizo todas las cosas. Era la forma suprema de mostrarles su Amor incondicional por cada uno de sus hijos.
Este pueblo de Dios en su larga historia siempre tuvo la tentación de dejar de lado la certeza de Dios optando por poner su confianza en las fuerzas humanas. Les costará también, como a nosotros, aceptar que el poder del Altísimo se manifiesta en lo oculto, en lo pequeño, en lo débil, en lo que parece que no cuenta y pasa desapercibido…
-acercamos imágenes del pesebre y encendemos una velita-
Pidamos a nuestro Padre Dios –así como el pequeño Israel fue perseverante y se hizo fuerte en medio de la dominación y la crisis- también nosotros como Pueblo de Dios sepamos distinguir y comprender los signos de los tiempos a la luz de la Palabra del Señor en estos tiempos delicados de nuestra historia.
QUE SEPAMOS DESPERTAR LA ESPERANZA DE NUESTRO PUEBLO
Cuando el miedo y la inseguridad nos paraliza…
Cuando la incertidumbre del futuro nos confunde…
Cuando muchos viven el destierro en su propia nación…
Cuando las estructuras políticas, económicas y sociales otorgan privilegios, incrementan la corrupción y establecen prioridades que favorecen a los poderosos…
Cuando nos sentimos impotentes y amenazados…
Cuando no se escuchan las voces de los más débiles…
Cuando los pueblos sufren la postergación y el desamparo…
Rezamos juntos
SEÑOR,
¿HAS MIRADO A TU PUEBLO?
YA NO PARECE OBRA DE TUS MANOS.
¡CUÁNTAS VECES NO ES CASA COMÚN DE LA HUMANIDAD!
¡CUANTAS VECES NO ES MESA COMPARTIDA DEL PAN DE LA CERCANÍA Y LA PAZ!
SEÑOR,
¿HAS MIRADO A TUS HIJOS?
¿HAS MIRADO A LOS POBRES DE TU PUEBLO?
SUS MANOS TENDIDAS,
SUS GRITOS AHOGADOS,
SU HAMBRE Y SU SED.
A VECES CAMINAMOS SIN DESTINO COMÚN,
SOMETIDOS A LA VOLUNTAD DE LOS AMBICIOSOS,
AL CAPRICHO DE INTERESES EGOÍSTAS
NECESITAMOS A TU HIJO JESÚS EN MEDIO NUESTRO.
SEÑOR,
REVÉLANOS TU PRESENCIA EN NUESTRA FRAGILIDAD.
NECESITAMOS A TU HIJO JESÚS: NECESITAMOS SU PERDÓN,
SU PALABRA. SU MISERICORDIA, SU LIBERACIÓN.
SU ESPERANZA, SU TERNURA,
SUS MODOS DE RELACIÓN, SU REINO.
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Oración final
Te pedimos Padre, que tengamos siempre presente el caminar el pueblo de Israel, de cuya historia también nosotros somos parte, y que en este tiempo de preparación y de espera nos dispongamos a rezar y meditar sus experiencias de fe para aprender de sus vidas el valor de la fidelidad y de la lucha; para aprender de su voluntad y de su constancia.
Así sea
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