domingo, 29 de agosto de 2021

El “OBRAR” sigue al “SER”. Mc 7, 1-23



Los fariseos y escribas venidos de Jerusalén -de seguro no para hacerse discípulo de Jesús- no pueden alegrarse viendo a la gente saciada por la multiplicación de panes sino que se entristecen y llaman la atención porque no han sido observadas las normas.

Con tal de quedar limpios o de aparecer como defensores de lo correcto... de lo que está bien... no les importa si los demás mueren o no de hambre.

Es como si el buen olor del pan que había impregnado el aire queda ahora envenenado por el mal olor del legalismo que mata la espontaneidad y que al ser mezquino desalienta... y tomando a Dios como pretexto consigue hacer de la vida algo muy pesado.

Y la manera de ser de Jesús ha sido la de crear un espacio de libertad donde todos puedan sentirse "seguros del valor de sus vidas"... un espacio donde el verdadero tesoro radica en la presencia de Dios que vuelve digna –valiosa- la vida de cada uno.

DIGNIDAD Y LIBERTAD dejan de estar atadas al cumplimiento de normas pero se expresan en modos de vivir más humanos y en un buen trato a los demás.
POrque aun en la búsqueda de libertad o en la lucha por la dignidad también nos podemos encontrar con toda clase de amenazas y exclusiones. 

Jesús busca pasar la atención del corazón de lo exterior a lo interior... allí donde acontecen las decisiones libres y conscientes.

Una religiosidad al estilo de los fariseos es la preocupación por aparecer exteriormente correctos... donde un cierto modelo social es tomado como voluntad de Dios.
Una religiosidad así es posible de controlar, de medir y al sentirla como una constante presión que viene de fuera, se cae en la hipocresía como un "recurso seguro" frente a la consciencia de la propia debilidad que hay que esconder para que no aparezca.

CUÁNTO MALTRATO a nosotros mismos por las presiones que sentimos... por las exigencias que nos imponemos o por las culpas que llevamos por no cumplir con todo, sin tener en cuenta nuestros límites.

Muchas han sido las normas y las formas que a lo largo del tiempo fueron diciendo cómo y de qué manera podemos experimentar a Dios.
Que error cuando se volvieron absolutas tras el concepto -"en nombre de Dios"- formas y maneras de un tiempo o tal vez porque alguien dijo que hay que hacer esto o aquello y entonces se está más cerca o se cumple mejor con Dios.

La mayoría de las leyes en el pueblo de Israel nacieron buscando la unidad del pueblo y para darles una fuerza mayor a muchas de éstas las establecieron como leyes venidas de Dios.
Por eso Jesús crítica la interpretación que hace iguales el mandamiento de Dios y las tradiciones de los hombres... llegando a excluir por el cumplimiento de éstas lo más esencial de Dios: AMAR – que es lo que hace más humana la vida.

Y frente a la tendencia que hay de separar donde algunos son mejores que otros Jesús rechaza la distinción judía entre lo puro y lo impuro.
No hay profano y sagrado. 
La pureza no es consecuencia de prácticas.

No se nos purifica de la vida cotidiana para encontrar a Dios... al contrario los de corazón limpio encuentran a Dios en todo… aún en el barro.
PORQUE NO HAY LUGAR DONDE DIOS NO ESTÉ.

Pero es verdad también que necesitamos estar atentos a la rectitud de intención del corazón porque aun en la búsqueda del bien -de la justicia y de la igualdad- podemos estar motivados por otros intereses que nada tienen que ver con la búsqueda de que todos tengamos una mejor vida... y esas búsquedas pueden estar movidas por intereses egoístas que buscan manipular a las personas. Tal vez esta sea la única impureza: buscar el propio interés a costa de los demás.

"DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLABA LA BOCA"
dice un biógrafo hablando de san Francisco.

Tal vez tengamos que volver a descubrir en donde se apoya nuestro seguimiento a Jesús... ¿en qué cumplimientos hemos puesto nuestra seguridad?
Tal vez necesitamos descubrir en cuantos ritos y en cuantas explicaciones hemos escondido lo más esencial del mensaje de Jesús (es posible que no robamos ni matamos, pero tal vez destruimos con la lengua).
Tal vez tengamos que liberarnos de estar tan atentos a lo que ven los demás y confiar más en la BONDAD y en el BIEN que llevamos dentro dejándonos llevar por la creatividad para hacer más humana la vida. El estar atentos a lo que ven los demás nos roba espontaneidad y creatividad.

DE QUIENES SOMOS EN VERDAD debería surgir NUESTRA VERDADERA LIBERTAD.
DEL CONTACTO CON NUESTRA IDENTIDAD MÁS PROFUNDA debería surgir EL HACER MÁS HUMANA LA VIDA DE LOS DEMÁS.


Que nuestra vida exprese lo que somos.
Que andemos en contacto con nuestra verdad más profunda.
Que podamos soltar las formas que oprimen.
Y que creyendo en la bondad que llevamos dentro 
surja como una fuente,
la creatividad y el respeto por toda la creación.
Amén.

domingo, 22 de agosto de 2021

Señor, ¿a Quién irEmos?... Jn 6, 60-69

A cada paso Jesús ha ido llevando a la gente que lo había buscado después de la multiplicación de los panes, a encontrarse con lo que significa tener VIDA y VIDA EN VERDAD, Vida con sentido que valga la pena vivirla.

Y lejos de hacer más suave el mensaje Jesús tensa el corazón hasta tal punto de que las personas que lo escuchan se ven exigidas a tomar una decisión. 

"SEGUIRL0 O DEJARLO".
Al no conformar a todos, el entusiasmo por la persona de Jesús en estos momentos es sólo un recuerdo.

Esta situación de decisión en medio de lo dificultoso se hará presente en el camino de seguimiento, de igual manera que en la vida aparecen situaciones bajo los rasgos de la claridad y también de la oscuridad. ¿Qué hacemos cuando esto aparece en nuestra vida?, sabiendo que no hay verdadero crecimiento sin crisis... y que muchas veces las crisis nos muestran que no siempre sabemos lo que queremos.

Es la experiencia que tenemos cuando algo nuevo aparece frente a nosotros -más allá de si es bueno o malo, es nuevo-; y nos sentimos perdidos y ninguna de las respuestas anteriores parece darnos la seguridad de acertar con lo que debemos hacer.
Como no conocemos hacia donde somos llevados tenemos miedo...
Pero sólo es necesario volver a ponerse de camino, tal vez no hacía los mismos lugares de siempre.

Jesús había dado un signo -el pan-, había satisfecho el deseo inmediato de la gente pero también le había dado un significado totalmente distinto.
TODO ERA UN SIGNO DE OTRA COSA.
Contra todo lo razonable para quienes lo escuchan Jesús invita a vivir la vida desde una lógica de "siempre más" -desde una atención constante a sí mismo- que no puede ser reducida a la satisfacción de las propias necesidades porque nada ni nadie podrá alcanzarnos aquella plenitud de la cual somos unas "vasijas".

Jesús quiere llevar a la gente a descubrir que dentro hay otro tipo de hambre, otro tipo de deseo: ENCONTRARLE SENTIDO A LA VIDA más allá de lo que podemos conseguir o medir o controlar.
Y él se ofrece como camino.
Se presenta como alternativa que nada tiene que ver con lo esperable o con lo que para nosotros sería de "sentido común".

"EL ESPÍRITU ES VIDA.
LA CARNE DE NADA SIRVE."


Es como si preguntará al servicio de quién estamos... o cuáles son las ilusiones que seguimos alimentando.
O mirando nuestras preocupaciones ¿Qué es aquello que en verdad nos quita el sueño?.
O hacia dónde van nuestras quejas... o nuestros reclamos.
De qué estamos haciendo depender nuestra vida. ¿Cuál es nuestro norte?

"Espíritu" y "carne" .
Como si fueran dos maneras de afrontar la vida.
Podemos vivir creyendo que la vida es sólo saciar el hambre que proviene de nuestras necesidades que nos hacen sentir que siempre nos falta algo.
Hambre que nos hace identificar nuestra vida con las cosas que tenemos o con las satisfacciones que logramos. 
Hambre que nos hace esclavos y nos sujeta a los reclamos que vienen de fuera.
Hambre que no tiene fondo.

O podemos dejar que nuestra "carne" este animada por el Espíritu haciendo de nuestra vida un espacio de Reino, es decir, un espacio de escucha, de disponibilidad, de aceptación a lo que está, de perdón a la vida como se presenta.
Apostando por los modos de Jesús sin depender de lo que conseguimos, renunciando a toda ambición. 
Arriesgando lo que somos haciéndonos pan para los demás.

Semejante invitación fue intolerable...

"Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse?.
Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA..."

Pedro al igual que el resto de los doce se queda... tal vez sin saber muy bien por qué... tal vez lo sentirían como una injusticia abandonarlo.

"Simón Pedro le respondió:
¿A quién vamos a ir?"
Si tú tienes palabras que generan alivio y al mismo tiempo desafían.
Si tú tienes palabras que dicen la verdad de mi vida.
Si tú tienes palabras que llenan -satisfacen una búsqueda- pero que al mismo tiempo amplían horizontes.
Si tú tienes palabras difíciles de entender y aún más de vivir.
Si tú tienes palabras que no dejan nada en su lugar -descolocan- pero al mismo tiempo sacian.


SI TÚ TIENES PALABRAS CON SABOR A ETERNO.
Con sabor a original, sin dobleces, sin otras intenciones, claras, únicas.
Palabras que hacen surgir un hambre imposible de saciar.
Palabras que descubren lo mejor de nosotros,
¿A DÓNDE IR?

Estar contigo es como respirar Misterio, diría Pedro
Alejarme es como andar a la deriva... es perderme en tantas otras cosas que reclaman mi centro... sería abandonarme.
SERÍA PERDER EL SENTIDO DE LA VIDA. Sería darle la razón a la historia de lo injusto, de la incomprensión y del resentimiento.

TE SIGO...
pero también debo decir que no sé muy bien porque.

TE SIGO
cuándo a tantos no les interesa preguntarse algo
cuándo el silencio del dolor y la muerte desarma toda razón
cuándo la iglesia desilusiona tanto
cuándo la debilidad nos aprieta y desanima
cuándo la familia no es hogar 
cuándo la voluntad no acompaña
cuándo la eucaristía ya no convoca
cuándo el trabajar con otros cansa
cuándo somos víctimas del juicio y la marginación
cuándo el perdón se hace difícil
cuándo la oración es un "desierto poblado de aullidos"
cuándo el silencio es insoportable

Cuándo se agrietan los motivos por los que un día te elegimos.
Agrietados seguiremos caminando...
¿POR QUÉ?
PORQUE TU EVANGELIO JESÚS 
ES AHORA NUESTRA TIERRA.

Y recordemos...
Sólo en el desierto se cuecen las verdaderas convicciones.
En la ausencia de certezas y apoyos aparece lo más genuino que llevamos dentro.



lunes, 16 de agosto de 2021

En la MesA comPartiDa. Jn 6, 51-58

"Los judíos discutían entre sí, diciendo:
¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?..."


Acercarse a Jesús para aquellos hombres era como acercarse a un precipicio... tan seguros de sí mismos y de su relación con Dios que la invitación de Jesús les resultaba extraña y descabellada.

No sólo es condición para seguirle "el comer su cuerpo y beber su sangre" sino que además es la condición para tener VIDA... para que "él habite en nosotros y nosotros en él".

Escuchadas literalmente resulta un lenguaje duro y demasiado complicado para llevarlo a cabo.
No pueden descubrir que lo que está en juego es un proyecto de humanidad... un modo de vivir que se expresa en cómo se comparte el pan alrededor de una mesa donde todos son iguales... donde no hay diferencias y todos tienen lugar.

También nosotros, aún después de tanto tiempo seguimos sin entender a Jesús... que llega a ser plenamente pan cuando se abre totalmente.
Seguimos sin aceptar a un Dios que su ser más profundo es ser Don; y que hace de la mesa compartida un lugar de familiaridad, de inclusión y de perdón.

Tal vez nosotros seguimos buscando en nosotros razones por las que Dios se hace presente en nuestras vidas y de esa forma buscamos que siga satisfaciendo nuestros pequeños deseos de sentirnos buenos o calmando nuestros miedos frente a un futuro cielo que depende de cumplir con todo.

Como aquellos hombres nos seguimos quedando en lo literal de las palabras de Jesús sin tener en cuenta la pretensión de Jesús que es totalizar nuestra vida en torno a un proyecto de humanidad dónde pueden ser restauradas todas las relaciones humanas.

"COMER SU CARNE, BEBER SU SANGRE...",
no es otra cosa que hacerse uno con Jesús en la entrega y en la compasión... en el amor y en la misericordia... en el deseo de incluir a todos... algo que comienza asumiendo y aceptando lo que somos... algo que sólo el Espíritu puede hacer.

Tal vez convenga también preguntarnos: ¿Qué hemos hecho nosotros de la Eucaristía?
Cuánta preocupación seguimos teniendo por lo que podemos o no hacer en misa... por los que pueden o no acercarse a comulgar... etc... olvidándonos que esta mesa es expresión de la decisión de Jesús de estar a los pies de toda humanidad... al alcance de toda vida... descubriéndonos que somos uno... lo débil y lo fuerte es de todos.
Es posible que necesitemos hacernos conscientes de que tal vez  nos cuesta seguir creyendo en el sueño de una humanidad más hermana, más justa y más solidaria, que decide caminar junta... y por eso es mejor conservar esta mesa como si fuese un rito más del cual podemos desprendernos como tantos otros ritos que han pasado de moda.

"Quién come mi carne,
y bebe mi sangre tiene VIDA..." 
es expresión de la actitud existencial de una persona que ha decidido vivir en clave de Reino, es decir, en clave de fraternidad, de inclusión y de perdón con los demás... y esto supondrá un cierto desgarro, algún tipo de pérdida o de muerte.

Hacer Eucaristía es la comunidad que reunida alrededor de una mesa vuelve a recibir lo que es -aceptación agradecida de la propia vida-  y que sólo se experimentará si se transforma en gesto y en palabra de vida para los demás.

Hacer Eucaristía es Jesús que nos vuelve a gritar que lo mejor que nos puede pasar es vivir para los demás... que es allí justamente -cuando decidimos renunciar a esa pulsión de apropiación - cuándo la vida nos revela todas las posibilidades que lleva dentro.
Hacer Eucaristía es dejarse partir... es experimentar el paso de la tierra dónde se busca retener para sí a la tierra de la donación... es hacer pascua.

Comulgar entonces no es un acto de devoción sino que es un acto de seguimiento hacía dónde nos encontró Jesús... hacía abajo... hacía la pequeñez... dónde nadie queda afuera.
Comulgar es decirnos a nosotros mismos -"así quiero vivir"- partiendo mi vida - muriendo a lo que pienso, a lo que siento, a lo que hago- para que surjan los modos y las palabras de Jesús.


Comulgar es soltar las viejas imágenes de Dios cuando en alguna situación o en alguna persona nos cuesta ver a Dios porque DIOS ES AMAR.
Comulgar es descubrir que la vida no nos pertenece -es renunciar a toda apropiación- y que sólo dándonos nos hacemos "todo en todos".

"por la mirada podemos saber
con que alimentan su ser"






domingo, 15 de agosto de 2021

SALGAMOS, a prisa, al encuentro de la vida que clama. Lc 1, 39-56

Celebramos este domingo la fiesta de la Asunción de María. Y es probable que a cada uno de nosotros le vengan recuerdos sobre alguna estampa dónde María aparece rodeada de ángeles, dormida en una sábana con flores, siendo llevada al cielo. 
Pero así como muchas otras cosas dentro de nuestra experiencia cristiana, vamos percibiendo también que muchas fiestas como ciertos dogmas, necesitan una significación diferente porque así como están -o cómo se formulan- poco o nada le dicen a nuestra vida.

Tal vez en las palabras de Agustín "nos creaste para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti" podríamos encontrar un poco de luz para reinterpretar lo que celebramos hoy.

Podríamos decir que la fiesta de la Asunción de María nos habla de lo que está en el origen... en el camino... y en la meta de toda la creación; y que para presentirlo tendremos que detenernos... y hacernos conscientes de esa Presencia que todo lo sostiene, más allá de las apariencias de las cosas o de las situaciones de la vida... habrá que aprender entonces a mirar, "porque lo esencial es invisible a los ojos".

Celebrar esta fiesta es celebrar al Dios que invita a salir "de prisa" e ir al encuentro de toda realidad para que allí hagamos experiencia de la Vida que todo lo transforma.

"En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel..."

La habían dejado sola y sin un plan, y en medio de la incertidumbre, María se pone en camino: así comienza toda experiencia cristiana.

El encuentro será entre dos mujeres necesitadas.
Dos mujeres con los ojos abiertos, atentas a la vida.
Dos mujeres gestando vida nueva, palpando con sus manos la vida.
Mujeres felices y confiadas en una palabra que no surgió de ellas.
Ambas anunciadas que la vida está en movimiento y clama dentro, en lo profundo, en ellas y en toda realidad.
Dos mujeres tocadas por la experiencia de Dios, comprometidas en su libertad.
Dos mujeres en dos etapas diferentes de la vida... aun de la experiencia de fe.

¿Dónde sentimos que clama la vida para nosotros?
¿Acaso no escuchamos los anuncios que nos vienen de tanta vulnerabilidad alrededor nuestro?

"lo que hicieron con el más pequeño 
de mis hermanos a mí me lo hicieron"
¿Quiénes son estos pequeños que llevan el rostro y el clamor de Jesús?
Clama la vida que se siente excluida y marginada.
Clama la vida entre los adultos mayores abandonados en su soledad.
Clama la vida en medio de quienes buscan su identidad fuera de lo considerado como "normal".
Clama la vida entre los niños y niñas que son víctimas de todo tipo de desigualdad y violencia.
Clama la vida en medio de los jóvenes que desean encontrar el sentido de la vida más allá de todo mandato familiar o cultural.
Clama la vida entre las mujeres víctimas de la trata.
Clama la vida en medio de las familias que sufren todo tipo de carencias.
Clama la vida de tantos hombres y mujeres que buscan comunidades cristianas más abiertas, más solidarias, más fraternas.

¿DÓNDE ESTÁ CLAMANDO LA VIDA? porque es justamente hacía allí dónde estamos invitamos a caminar para encontrar.
Porque no hemos nacido para estar quietos o para buscar sentirnos siempre cómodos e instalados.

Hemos sido creados para salir al encuentro.
Y para que en el encuentro "salte de alegría" lo más verdadero de nuestra humanidad tendremos que saber abrazar con la mirada y el servicio la vida, así como se presenta, así como esta...

Abrazar la carencia y la debilidad como así también el don y la capacidad.
¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo de abrazo, de ternura, de hogar!

Abrazar es brindar humanidad en medio del límite y de la fragilidad que parece condenar a las personas a la desesperación.
Abrazar es contagiar coraje y confianza en los procesos que vamos recorriendo cada uno.
Abrazar es escuchar sin juzgar; mostrar cercanía.
Abrazar es dialogar y perdonar el error.
Abrazar es rezar juntos percibiendo una Presencia.
Abrazar es brindar fraternidad a un mundo que sigue corriendo detrás de las apariencias.

Aquellas mujeres fueron capaces de mirar por debajo de las apariencias cuál era el fondo de la realidad que estaban viviendo... quién daba sentido a quién... y fueron capaces de mirarse desde allí y se encontraron.
No tuvieron miedo de detenerse -de vivir el instante- atravesando así la piel de la realidad y percibir que dentro, de ellas como de toda realidad, iba ocupando más espacio esa dimensión de la vida que llena todo de sentido.

"...¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído..."

A ejemplo de estas mujeres, tal vez como comunidad de fe necesitaremos favorecer el encuentro... para eso tendremos que animarnos; en primer lugar a abrir los brazos, recibiendo a todos, atentos a que nadie se sienta rechazado, dejando la condena, buscando que cada uno encuentre su lugar.
Tendremos que animarnos a seguir decidiendo que el camino pasa por salir al encuentro, cargando sólo con misericordia.
Tendremos que ser una comunidad cristiana más humilde, abierta a la escucha y más preocupada por comunicar una buena noticia que por buscar ocupar lugares.
Necesitaremos seguir creciendo en la atención al sufrimiento de los demás... siendo para ellos esperanza capaz de descubrir  vida y bondad dónde aparentemente sólo hay muerte y desesperación.

"Y María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava..."

Habiéndose sentido mirada y abrazada en la Misericordia, en su pequeñez y pobreza, María se hace toda ella "una mirada al mundo".
Mira la historia humana -sus rostros y sus situaciones que se chocan- con la mirada en la que ella misma se ha sentido mirada.
Y sus ojos descubren, por debajo de las apariencias, cuál es el fondo de la realidad... y las mira tal como Dios las mira.

Que el canto de María resuene cada vez más fuerte en nuestros oídos de tal manera que corrija nuestra capacidad de percibir la realidad... y de esa manera escuchar los innumerables gestos sencillos de servicio, de perdón, de humanidad que la van transformando a la luz del Don que lleva dentro.

A esa identificación con Dios llegó María... 

domingo, 8 de agosto de 2021

QUIÉN SE TIENE... se puede dar a los demás. Jn 6, 41-52

"Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: Yo soy el pan bajado del cielo. Y decían: ¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José?..."
Seguirlo y dejar que nuestras búsquedas se pongan en diálogo con la persona de Jesús provocará muchas veces en nosotros duda y resistencia.
Que difícil nos resulta ir más allá de las valoraciones que surgen en nosotros cuándo no se cumplen las expectativas que buscamos o cuando los modos son tan diferentes a los esperados.
Somos capaces de renunciar a la libertad que se nos ofrece con tal de no pasar hambre... con tal de no renunciar a nuestras pocas y pobres seguridades. Esta experiencia del pueblo en el desierto es lo que provoca la murmuración contra Moisés... de la misma manera pasa con Jesús.

¿Cómo creer que viene de lo alto si podemos establecer su existencia en nuestra historia humana?
"¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? 
Nosotros conocemos a su padre y a su madre..."

Desde el conocimiento que tienen les resulta excesiva la invitación a creer en su palabra y que trastoque la perspectiva desde dónde vivir o que buscar.
Percibamos también en nosotros está dificultad de creerle a su vida haciéndonos conscientes de tantas búsquedas de autoafirmación que ignoran la presencia de un otro. 
Como así también podemos percibirla en nuestros modos de relación posesivos, egoístas y cerrados que nada tienen que ver con los modos de Jesús. 

CONOCEMOS DE DIOS LO QUE VIVIMOS.
Porque a Dios que es Amor sólo se lo conoce amando.
Y en esa experiencia de Dios se nos regala conocer a Jesús.

Por eso confiarle nuestra vida a Jesús es aceptar de parte de Dios que él nos encuentre allí dónde estamos... con nuestros hambres que nos ciegan y nos embrutecen... y nos ayude a vivirlos desde un sentido más grande... dónde experimentemos ese paso de la muerte a la vida por el simple hecho de amar.

POr amar como Jesús, nuestra vida se despega de cuánto la limita -de las ilusiones que la cierran-; de cuánto es para los judíos de aquellos tiempos obstáculos para creer.

¿Cómo es posible que sea la carne... lo más bajo, lo limitado... el lugar donde podemos encontrar el verdadero camino?
Para aquellos hombres no es posible que el encuentro con Dios se realice en la carne de aquel que saben bien de dónde viene.

JESÚS ES ENCARNACIÓN.
Y no hay fuera de Jesús -de su carne- lugar donde el Espíritu se manifieste.
En su carne todo ha sido asumido... porque "lo que no se asume, no se redime" diría Ireneo de Lyon... y solo quién se asume se puede entregar.

Si esto es así, TODA NUESTRA HUMANIDAD es una posibilidad para el encuentro; aunque para alcanzar esta comprensión nueva haya que bajar hasta lo más oscuro que llevamos dentro... porque nada ha quedado fuera de la reconciliación comenzada en la carne de Jesús.
En nuestra propia carne -quebrada y dolida- nos podemos encontrar con esa posibilidad que nos da el Espíritu a aprender a reconocer y asumir el propio caminar... aceptando agradecido lo recibido como don, como capacidad... como también las limitaciones, los dolores, las heridas y las frustraciones con lo que tienen de traba y de posibilidad... 

Pero nosotros -como conocemos bien de que estamos hechos - seguimos rechazando nuestra humanidad porque nos encontramos con los sentimientos "malos" o con el sufrimiento que nos provoca culpa o vergüenza.
Cuanta demonización de nuestra humanidad llevamos dentro.

En Jesús el camino de encuentro con Dios se ha hecho carne.
HUMANIDAD. HISTORIA.
POR ESO TODA VIDA ES SAGRADA.
No podemos entonces manipular ni usar ninguna vida... tampoco podemos juzgarla ni condenarla porque todo es privación de posibilidad.

"Comer su carne... beber su sangre" es alimentarnos con sus modos de vivir... es encontrarnos con que Dios está comprometido con nuestra carne... es dejarnos llevar por sus maneras de tratar a los demás... es mirar a través de sus ojos y acercarnos a la vida como él lo hace.

JESÚS SE HA HECHO EUCARISTÍA.
PAN QUE SE PARTE Y SE REPARTE.
Mostrándonos así la razón de nuestra existencia:
SOMOS PARA DARNOS.
Nuestra vida se expande cuando nos dejamos abrir y repartir...  aun con sus arrugas y durezas como el pan... de otra manera la vida como el pan, guardado en un cajón, se reseca y es incomible. 

MUESTRÁNOS SEÑOR COMO SER PAN...
Un pan que se deja repartir habiendo aceptado sus durezas y arrugas.
Un pan que en tu inocencia se encontró con el anhelo profundo de vivir sin dañar a nadie ni a nada.

Un pan que hace sagrada la vida de todos y de todo.
Un pan que hace del perdón un camino de libertad de todo enojo y de todo resentimiento.

Un pan que no deja a nadie fuera.
Un pan que encuentra su alegría al ser consumido.

Un pan que alimenta y fortalece en el camino.
Un pan que cura la injusticia.
Un pan que crea libertad.

ESE PAN NO ES MÁS QUE NUESTRA CARNE,
NUESTRA VIDA,
NUESTRA HISTORIA,
QUE AL SER ANIMADA POR EL ESPÍRITU,
ENCUENTRA SIEMPRE NUEVAS POSIBILIDADES PARA ACEPTARSE Y DESPUÉS DARSE.



domingo, 1 de agosto de 2021

En Jesús, soMos viDa pAra el mUndO. Jn 6, 24-35

"Maestro, 
¿cuándo llegaste?..."

Con aquella gente que busca a Jesús nos hemos puesto de camino; hemos experimentado el entusiasmo por haber sido alimentados pero ahora comenzamos a sentir el desconcierto de lo que significa seguirlo.
No es claro por dónde anda o hacia dónde va y lo que busca de nosotros no es tan simple de aceptar.

Al comienzo nos sentimos satisfechos... lo experimentamos cercano.
Alimento de nuestras búsquedas y necesidades más inmediatas.

Pero ahora "buscarlo" parece traernos mayores dificultades y contratiempos...
Sentimos que nos pide más... pero no estamos dispuestos.
A través del mar no es posible encontrar huellas claras.

Pero la experiencia tenida todavía resulta cercana y es suficiente para atreverse a "ir a la otra orilla".
Pero nuevamente Jesús busca clarificar las motivaciones que se esconden detrás de aquella búsqueda.
Descubre que el corazón se ha quedado en lo más exterior "en el pan que comieron" y no en la invitación que esconde dicho signo.

Jesús percibe que no lo buscan porque encontraron en él una posibilidad de vivir de otra manera sino porque han saciado una necesidad.

NO ES FÁCIL EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD.

Y sin poner en duda la necesidad del pan cotidiano para vivir, Jesús invita a descubrir que lo que realmente da verdadera vida es otro alimento.
Un alimento que tiene que ver en cómo se vive y al servicio de quién se vive.
Un alimento que tiene que ver con que otros tengan vida.
Y que la falta -como el desierto- es una posibilidad.

Pero los que lo escuchan no pueden ir más allá de la espiritualidad aprendida por eso intentarán reducir la invitación de Jesús a lo conocido, buscando una vez más asegurarse teniendo bajo control el hasta donde hay que hacer -hasta donde hay que tomarse en serio la propuesta de Jesús-: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?"

"BASTA QUE CREAN..."
será la respuesta de Jesús.

"Basta que crean", que lo que somos ante Dios eso somos y no más.
"Basta que crean", que el Don de Dios que nos habita es más grande que aquello que buscamos y percibimos.
"Basta que crean", que todo es posibilidad... que no hay situaciones buenas o malas... que todo es oportunidad de encuentro.
"Basta que crean", que la satisfacción de los deseos con los que nos identificamos no nos darán paz.
"Basta que crean", que la vida está hecha para ser recibida y compartida.
"Basta que crean", que el brindarse a los demás y ponerse al servicio nos acerca a la autenticidad de lo que significa ser humano.
"Basta que crean", que la falta de perdón y el enojo no son más que expresiones de un pasado que nos mantiene atados.
"Basta que crean"...

"BASTA QUE CONFÍEN", que la esperanza no significa que Dios hará lo que nosotros queramos.
"¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti?
¿Qué obra realizas"..."


Jesús responde haciendo que el corazón de la gente vuelva a la historia donde Dios fue providente en medio de la murmuración... y como el desierto -lugar del vacío y de la ansiedad- se volvió lugar de encuentro... siendo todo esto un signo de aquello que en su persona sería definitivo.
"...mi Padre les da el verdadero pan del cielo; 
porque el pan de Dios 
es el que desciende del cielo 
y da VIDA al mundo."


Jesús nos descubre entonces que lo inmediato que buscamos y que esperamos que se satisfaga, puede bloquear nuestro camino de seguimiento cuando nos sentimos decepcionados o los demás están en contra de nuestras opciones.
Quisiéramos que Jesús satisfaga nuestros anhelos para siempre... pero sin entregarle nuestra adhesión... sin querer vivir como él.

"YO SOY EL PAN DE VIDA".
YO SOY... es como si nos dijera que su modo de vivir es lo que realmente alimenta nuestra vida y la hace más feliz.
YO SOY... es como si nos dijera que fuera de él es difícil encontrar posibilidades para crecer en humanidad.

"YO SOY",
es como si nos dijera que tendremos PAN,
es decir VIDA,
si nos hacemos pan como él.

JESÚS.
SU PERSONA. SU MODO DE AMAR.
ES PAN DE DIOS.
ES VIDA PARA EL MUNDO.