se acercaban a Jesús para escucharlo.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos... Jesús les dijo entonces está parábola..."
Cuánta dificultad para encontrarse con una "buena noticia" cuando durante mucho tiempo se ha vivido desde ciertas verdades que ubicaban a algunas personas por encima de otras hasta tal punto de justificar la exclusión "en nombre de Dios".
Mientras unos se acercan para escuchar... otros "hablan de atrás" ... tal vez para que no entren en cuestionamiento sus propias ideas y de esa forma permanecer en lo que se hace... Murmuran sobre el comportamiento de Jesús que recibía a todos - pecadores y publicaciones-... convirtiéndose así en persona dudosa.
JESÚS no dará nunca a nadie por perdido... y desde allí vivirá.
Y tomando la palabra los invitará a contemplar una imagen donde lo ambiguo y lo mezclado del corazón humano se traduce en las actitudes de los hijos que sólo el Padre sabe abrazar... esperar... salir al encuentro.
ABRAZAR.
ESPERAR.
SALIR AL ENCUENTRO.
Es como si Jesús volviese a decir que es HIJO porque hace lo que ha visto hacer a Aquel que es su PADRE... y que justamente nosotros seremos hijos si hacemos lo mismo.
Es como si nos preguntará a quien reconocemos como padre... porque eso mostraremos en la vida.
PORQUE NADIE QUE ES HIJO DESCONOCE LOS RASGOS DE SU PADRE.
Para dejarnos encontrar entonces por esta Palabra y que nos transforme... necesitamos abandonar esas interpretaciones que solo apuntan a denunciarnos los rasgos de los hijos en nosotros cuando la Palabra de Jesús es una invitación a ir más allá... a descubrir que nuestra vocación -aquella que revela quienes somos y a la que estamos llamados- es llegar a ser como el PADRE...
PADRE que frente a la dureza y a la rigidez con la que buscamos "tener vida"... "ser felices"...
PORQUE NADIE QUE ES HIJO DESCONOCE LOS RASGOS DE SU PADRE.
Para dejarnos encontrar entonces por esta Palabra y que nos transforme... necesitamos abandonar esas interpretaciones que solo apuntan a denunciarnos los rasgos de los hijos en nosotros cuando la Palabra de Jesús es una invitación a ir más allá... a descubrir que nuestra vocación -aquella que revela quienes somos y a la que estamos llamados- es llegar a ser como el PADRE...
PADRE que frente a la dureza y a la rigidez con la que buscamos "tener vida"... "ser felices"...
PADRE que frente a las barreras y defensas con las que buscamos diferenciarnos para "sentirnos bien"...
ES ABRAZO DE LO AMBIGUO -DE LO MEZCLADO- DE NUESTRO CORAZÓN.
"DIOS EN NOSOTROS". Sólo desde ese espacio que somos habitados podemos tener una mirada capaz de abrazar nuestras continuas huidas -buscando libertad y autonomía- lejos de aquello que por momentos percibimos como mandato y norma... propias del hijo menor.
Podemos entonces abrazar nuestros vacíos que se presentan en tantas situaciones de debilidad y permitir que se transformen para nosotros en posibilidad de encuentro con aquello que hay en nosotros de más verdadero... con esos anhelos de amor, de aceptación, de intimidad... de libertad y de vida... que lo atraviesan todo.
Abrazar sin juzgar por donde hemos buscado satisfacer esos anhelos... donde sentimos que nos quitaron todo... que nos dejaron más hambrientos... más insatisfechos.
Abrazar la inseguridad sentida cuando nos hemos percibido perdidos y abandonados... con la necesidad entrañable de retornar... de volver allí donde sabemos que hay vida verdadera.
ABRAZARNOS, APRENDIENDO A ESPERARNOS.
ABRAZARNOS, PORQUE NUNCA DEJARON DE HACERLO.
"EL PADRE EN NOSOTROS"... es el espacio desde donde es posible "salir a dialogar" con esa manera de vivir que mide y controla... "resentida y amargada por no sentirse amada"... buscando conseguir lo que ya se tiene... buscando asegurar lo que no se puede perder por nada - el AMOR.
"Salir a dialogar" con el "hijo mayor" que esta dentro nuestro.
Dialogo que entiende... que da razones... que espera el propio tiempo... que no juzga... QUE HACE VER QUE NADA FALTA PORQUE TODO SE TIENE... QUE ABRE LA MIRADA... QUE INVITA A LA FIESTA... PORQUE RECHAZAR AL HERMANO ES RECHAZARLO A ÉL.
Estamos invitados a dejarnos llevar por los rasgos y los sentimientos de quién nos habita... que no da lugar al resentimiento y abraza... que no le teme a la lejanía y espera... que no se deja intimidar por la dureza o la rigidez de nuestras posturas y abre el diálogo... que no necesita complacer para sentir que hace bien e invita a la fiesta de lo gratuito.
No es posible encontrarnos con su Presencia en nosotros desde el rechazo a nosotros mismos... o desde el aislamiento para sentirnos libres... o desde los juicios para sentirnos seguros.
SOBRE ESTA PALABRA HEMOS SIDO CREADOS.
Sabernos abrazados - siempre y sin condiciones- desde dentro y en el fondo- es creerle a la palabra de que nada desdice que "SOMOS VALIOSOS"; palabra donde la propia confianza y la estima personal encuentran su verdadero espacio para crecer.
"SOMOS ACEPTADOS"
Experiencia que rompe con los complejos y culpas donde habitualmente nos encerramos cuando las acciones de los demás nos revelan aspectos no queridos por nosotros.
Experiencia que posibilita el abrazo que transforma -el diálogo que abre- de lo que hay de hijo menor e hijo mayor en nosotros.
Experiencia que nos arrastra a tratar a los demás de la misma manera.
Pero como esto ocurre en el tiempo... hay un "mientras tanto" que recorremos... donde constatamos la experiencia de la miseria y del vacío del que huye continuamente... o del que se encierra y juzga porque tiene miedo.
ALLÍ SOMOS INVITADOS A "RECONOCERNOS EN CAMINO" Y A "FIJAR LA MIRADA EN LO QUE HAY DE MÁS VERDADERO EN NOSOTROS".
"DIOS EN NOSOTROS". Sólo desde ese espacio que somos habitados podemos tener una mirada capaz de abrazar nuestras continuas huidas -buscando libertad y autonomía- lejos de aquello que por momentos percibimos como mandato y norma... propias del hijo menor.
Podemos entonces abrazar nuestros vacíos que se presentan en tantas situaciones de debilidad y permitir que se transformen para nosotros en posibilidad de encuentro con aquello que hay en nosotros de más verdadero... con esos anhelos de amor, de aceptación, de intimidad... de libertad y de vida... que lo atraviesan todo.
Abrazar sin juzgar por donde hemos buscado satisfacer esos anhelos... donde sentimos que nos quitaron todo... que nos dejaron más hambrientos... más insatisfechos.
Abrazar la inseguridad sentida cuando nos hemos percibido perdidos y abandonados... con la necesidad entrañable de retornar... de volver allí donde sabemos que hay vida verdadera.
ABRAZARNOS, APRENDIENDO A ESPERARNOS.
ABRAZARNOS, PORQUE NUNCA DEJARON DE HACERLO.
"EL PADRE EN NOSOTROS"... es el espacio desde donde es posible "salir a dialogar" con esa manera de vivir que mide y controla... "resentida y amargada por no sentirse amada"... buscando conseguir lo que ya se tiene... buscando asegurar lo que no se puede perder por nada - el AMOR.
"Salir a dialogar" con el "hijo mayor" que esta dentro nuestro.
Dialogo que entiende... que da razones... que espera el propio tiempo... que no juzga... QUE HACE VER QUE NADA FALTA PORQUE TODO SE TIENE... QUE ABRE LA MIRADA... QUE INVITA A LA FIESTA... PORQUE RECHAZAR AL HERMANO ES RECHAZARLO A ÉL.
Estamos invitados a dejarnos llevar por los rasgos y los sentimientos de quién nos habita... que no da lugar al resentimiento y abraza... que no le teme a la lejanía y espera... que no se deja intimidar por la dureza o la rigidez de nuestras posturas y abre el diálogo... que no necesita complacer para sentir que hace bien e invita a la fiesta de lo gratuito.
No es posible encontrarnos con su Presencia en nosotros desde el rechazo a nosotros mismos... o desde el aislamiento para sentirnos libres... o desde los juicios para sentirnos seguros.
"SEAN MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE ES MISERICORDIOSO"
SOBRE ESTA PALABRA HEMOS SIDO CREADOS.
Y NO HAY OTRA PALABRA QUE REVELE NUESTRO CAMINO Y NUESTRA VOCACIÓN.
Sabernos abrazados - siempre y sin condiciones- desde dentro y en el fondo- es creerle a la palabra de que nada desdice que "SOMOS VALIOSOS"; palabra donde la propia confianza y la estima personal encuentran su verdadero espacio para crecer."SOMOS ACEPTADOS"
Experiencia que rompe con los complejos y culpas donde habitualmente nos encerramos cuando las acciones de los demás nos revelan aspectos no queridos por nosotros.
Experiencia que posibilita el abrazo que transforma -el diálogo que abre- de lo que hay de hijo menor e hijo mayor en nosotros.
Experiencia que nos arrastra a tratar a los demás de la misma manera.
Pero como esto ocurre en el tiempo... hay un "mientras tanto" que recorremos... donde constatamos la experiencia de la miseria y del vacío del que huye continuamente... o del que se encierra y juzga porque tiene miedo.
ALLÍ SOMOS INVITADOS A "RECONOCERNOS EN CAMINO" Y A "FIJAR LA MIRADA EN LO QUE HAY DE MÁS VERDADERO EN NOSOTROS".