domingo, 25 de abril de 2021

AcerCarnOs paRa daR ViDa. Jn 10, 11-18

"YO SOY EL BUEN PASTOR.
El buen Pastor da su vida por las ovejas."


"DAR VIDA". 
El evangelio no podría haber sido más explícito para decirnos cuál ha sido la actitud interior de toda la vida de Jesús... el sentido de su vida.

Vivir en favor de los demás hace que los demás estén cada vez más en el centro de los propios intereses. 

Significa una tensión constante a que los demás puedan encontrarse siempre con una alternativa para descubrir el valor de sus propias vidas.
Supone de alguna manera cargar sobre sí las preocupaciones de los otros; haciendo de sus fallas y errores una posibilidad para crecer.

VIVIR EN FAVOR DE LOS DEMÁS 
es expresión de una profunda familiaridad 
y de una tierna cercanía.

Pero también la palabra nos invita a descubrir que se entra cada vez más en contacto con esa VIDA NUEVA del buen Pastor, siempre y cuando, crezca en nosotros la misma actitud interior hacia los demás.

LA PROPIA VIDA HABLARÁ DE LO QUE HA EXPERIMENTADO.
Y sin que nos demos cuenta trataremos a los demás como en lo más profundo del corazón sentimos que somos tratados nosotros.

Por eso en JESÚS queremos reconocer un rostro, una mirada que salva, una voz que libera, un Tú que despierta lo mejor de nosotros mismos.
En JESÚS queremos abandonar los miedos y confiados caminar hacía los lugares donde él camino porque de seguro tendremos más vida.

Pero muy lejana a la actitud del buen Pastor Jesús es la del "asalariado"... que buscando el propio interés se desalienta cuando el sostener la apuesta de "vivir en clave de servicio", suponga correr riesgos, perder seguridades o cuando tenga que renunciar a ciertas comodidades... llegando hasta abandonar aquello que comenzó tal vez con entusiasmo.

Somos asalariados de la vida cuando vamos perdiendo la capacidad de DAR GRACIAS, creyendo que lo que tenemos lo merecemos; y de esa forma vamos dejando de disfrutar de nuestras entregas que son nuestra vida.
Somos asalariados de la vida de los demás cuando -conociéndolos o no- nos hemos puesto a clasificarlos.
Somos asalariados de la vida cuando nos hemos acercado a los demás buscando el beneficio personal dejándonos llevar por las apariencias y por lo que ellas nos dan a nosotros.
Somos asalariados de la vida cuando nos hemos aprovechado de los demás para sentirnos aceptados por otros...

Y muy lejana también a la actitud del buen Pastor es la del "lobo"... que oprime y violenta... y les quita la vida.
Somos lobos de la propia vida cuando no somos capaces de valorarla... cuando le permitimos a los demás usarnos.
Somos lobos de la vida de los demás cuando manipulamos la vida de los demás con los afectos.
Somos lobos de la vida de los demás cuando solo tenemos mirada para las faltas y la intolerancia se vuelve trato habitual.
Somos lobos de la vida cuando rotulamos a las personas... cuando no les permitimos aprender de los errores...
Somos lobos cuando nos ponemos duros y rígidos generando divisiones o partidismos... no pudiendo aceptar las diferencias ni que unidad no significa uniformidad.

Acercarnos para dar vida - o vivir en clave del "dar vida"- supondrá entonces soltar lo que hay en nosotros de "asalariados y lobos" y convertirnos a los sentimientos de Jesús.
Es aprender de esa escucha que reconoce en primer lugar que en la vida de todos hay luchas.

Vivir en clave de "dar vida" es permanecer en la tensión que supone el diálogo con el otro que no puede ser utilizado ni sometido a nuestras propias ideas.

Vivir en clave de "dar vida" es aceptar el desgaste cotidiano que supone buscar el bien siempre.
Es aceptar que el "ego" pierda protagonismo y no sea gratificado en todo.
Es aceptar los silencios... aprendiendo a callar.
Es esperar en la vida y lo que tiene de proceso.
Es aceptar que en lo cotidiano haya molestias, conflictos, equivocaciones y errores... aprendiendo a gestionar nuestras emociones y sentimientos poniéndonos en contacto con lo que es más valioso.


CUÁNTA MÁS VIDA ENTREGUEMOS.
CON MÁS VIDA CARGADA DE SENTIDO NOS ENCONTRAREMOS.












domingo, 18 de abril de 2021

¿TieNen aLgo paRa cOmeR?. Lc 24, 35-48

LA COMUNIDAD 
QUE VIVE A JESÚS
ES LA GRAN APARICIÓN DE JESÚS RESUCITADO,
nos anuncian los evangelios de pascua sin dejar de notar que en ese proceso de "ser Jesús para los demás" el camino está atravesado por dudas y miedos... como en aquellas primeras comunidades.
NO PARECE SER COSA  FÁCIL CREER EN EL RESUCITADO.
Porque si de esto somos testigos muchas cosas en la propia vida se transformarían a al menos serían atravesadas con más confianza.

Nos seguimos encontrando con que la primera comunidad es un grupo de gente donde hay de todo... donde la experiencia tenida o el testimonio de otros se va inmediatamente cuando algo los vuelve a conectar con aquello que desato tanto miedo y tanta duda... es como si recordasen el pasado y lo estuviesen viviendo de nuevo.
O cuando las cosas siguen pasando de una manera o bajo unos aspectos que siguen siendo inaceptables.

Tal vez la duda y la incredulidad que nos presentan los textos de la pascua surgen de aquella relación herida por la frustración que vino de aquel viernes santo... y que necesita tiempo -proceso- donde de seguro ciertas palabras o gestos vuelven el corazón a ese momento... donde también sintieron que sus deseos no fueron escuchados... o donde sintieron que a la vida le arrancaban algo.
¿Cómo volver a confiar en medio del miedo que sigue ahí y esclaviza la vida?
O ¿Quién es este que pide soltar la seguridad que de una manera engañosa dan los miedos y las dudas –creyendo que protegidos no nos volverán a herir-?

Porque mientras se permanezca en la duda y en el miedo parece que estamos justificados a no hacer nada.
POrque mientras no hagamos del miedo y la duda un camino de búsqueda y de reconciliación personal, estos se convierten en espacios que encierran y alejan... dándole a la vida una engañosa protección.

Mientras están contando lo sucedido en el camino, Jesús se les hace presente deseándoles la paz pero, tan atados están aquellos discípulos a ciertas imágenes -el pasado son sólo imágenes- o a ciertas vivencias -de lo que significa creer- que no pueden verlo sino como un fantasma.

Si entre nosotros seguimos creyendo que el Dios de Jesús es el dios de los buenos y de los puros... de los correctos... lo seguimos confundiendo con un fantasma y difícilmente haremos experiencia del Resucitado.
Si seguimos viviendo una fe del miedo al juicio y a la condena... o tan atada al comercio de que a Dios hay que darle más para que nos dé más... un fantasma entonces habrá ante nosotros y la experiencia del Resucitado no nos alcanzará.
Si seguimos separando la vida cotidiana, con todos sus aspectos, de la opción fundamental por la persona de Jesús… se nos seguirá presentando un fantasma.

Y Jesús les muestra sus manos y sus pies: sus marcas.
"SOY YO EN PERSONA"
Aun así no pueden creer por la alegría que tienen.
Y les pide de comer.

Las intenciones del evangelista son claras: por un lado afirmar que el encuentro con el Resucitado fue el encuentro con una persona viva... no fue ni con un invento de la imaginación ni con una idea... pero que no fue percibida como antes, de ahí  la alegría y la incredulidad que viven.
Y al mismo tiempo quiere también afirmar la continuidad del Crucificado en el testimonio del Resucitado que ahora vive la comunidad.

Y LES PIDE DE COMER, haciendo referencia a todo cuanto sucedía en las comidas en donde él estaba; de ahí que podríamos decir que Jesús tiene hambre de esas relaciones nuevas -de esos modos de relación y de encuentro- que surgieron alrededor de esas mesas; porque es allí donde hacemos experiencia de que está vivo.

Por eso frente al miedo que cierra y levanta barreras... que separa y busca justificaciones para mantener la separación.
O frente a la duda que muchas veces paraliza... que bloquea la creatividad y saca ganas de vivir.

LA PALABRA nos muestra un camino - aun con los miedos y las dudas - nos invitan a escuchar y atender a quienes vienen a nosotros con las mismas marcas pidiendo pan -pidiendo "modos nuevos de relación"-... con la certeza de que si los recibimos nos encontraremos con la paz que también traen.

Ese camino -esa alternativa- está marcado por una única convicción: que en las marcas de los demás está Jesús y que ayer como hoy nos pide: "¿TIENEN ALGO PARA COMER?"

Por eso,
nos encontraremos con el RESUCITADO si somos una comunidad que recibe al Jesús que viene a nosotros bajo el rostro de los demás... de todos los demás.

Nos encontraremos con el RESUCITADO si nos animamos a seguir abriendo puertas... si nos atrevemos a comprender más... a juzgar menos... a dialogar más.

Nos encontraremos con Jesús VIVO si somos capaces de vivir la misericordia entre nosotros... si somos testigos del perdón.

Nos encontraremos con el RESUCITADO si somos una comunidad que está más preocupada por escuchar el hambre de otros que por alimentarse de más de lo mismo.

Nos encontraremos con el RESUCITADO si somos testigos de la verdad... y anunciamos con la vida que toda vida vale... y no nos callamos ante la injusticia que somete y vuelve indigna la vida de las personas ni andamos usando a las personas para sentirnos menos solos.

LA COMUNIDAD
QUE VIVE A JESÚS
ES LA GRAN APARICIÓN
DE JESÚS RESUCITADO.


Pero tal vez nos hemos acostumbrado - hasta es más cómodo- seguir esperando una manifestación de Dios que nos convenza...  que nos resuelva la debilidad que llevamos... que sea tan para mí que no necesite ir hacia los demás... o seguimos encerrados en la vivencia de un pasado que ya pasó... que nos seguimos resistiendo a creer que el RESUCITADO está en una comunidad que vive lo que el Crucificado vivió.

QUE DIFÍCIL CREER QUE ÉL ESTÁ VIVO.
EN EL MODO DE TRATAR A LOS DEMÁS LO EXPERIMENTARÍAMOS...
pero esto no lo terminamos de creer...

qUE se abra nuestra consciencia
de estar habitados Señor.
Hace en nosotros 
lo que nuestra voluntad no puede.   
Amén.






domingo, 11 de abril de 2021

"Y JESÚS resucitará en medio nuestro." Jn 20, 19-31

Habían escuchado el testimonio de la Magdalena. Pedro como Juan habían visto el sepulcro vacío y habían creído. No obstante la comunidad permanece encerrada y con temor... tal vez pensando de ellos que el dolor los había confundido y los hacía imaginar cualquier cosa.

Que difícil se hace ESPERAR en medio de la contradicción y la oscuridad sin que la angustia lo domine todo, sin buscar culpables, sin que la ansiedad marque las decisiones y sin buscar escaparse de esa angustia hacia un activismo que lo único que hace es volvernos más intolerantes.

Necesitaremos re-aprender muchas veces lo que significa ESPERAR aun cuando no comprendamos "de inmediato" lo que ocurre.
ESPERAR y no querer cambiar las cosas según nuestra voluntad.

Y de manera muy sencilla se hace presente Jesús trayendo paz a esa comunidad "de puertas cerradas" y como señal de identidad les muestra las manos y el costado... 

TODO ESTÁ ALLÍ. NO HAY NECESIDAD DE PALABRAS.
TODO EL CUERPO DE JESÚS ES UNA NARRACIÓN DEL AMOR QUE HA PERMANECIDO.
DIOS HA SIDO FIEL. DIOS ES FIEL.
MOSTRANDO ASÍ QUE NO HAY NINGÚN SUFRIMIENTO NI NINGUNA LÁGRIMA QUE NO LLEVE DENTRO VIDA.

Y Jesús se hace presente de una manera sencilla - no hay nada espectacular-, solo unos gestos que son capaces de abrir y transformar aquella situación de encierro y duda en la que están.
Tal vez esta sea la luz desde dónde mirar nuestra propia resurrección... nuestras propias transformaciones.
Como aquella comunidad cristiana también nosotros somos un pueblo herido, por momento angustiado, y con mucho miedo a sufrir que reacciona muchas veces rechazando, que buscando defenderse levanta barreras... etc... pero si sé acepta lo de Dios que está como un semilla muy pequeña en cada uno, se transforma en una comunidad que es capaz de descubrir en los límites y sufrimientos un potencial de sanación para los demás... todo se convierte en una "puerta de esperanza".

Y como si estuviese terminando la creación, Jesús "sopló sobre ellos" haciendo de la pascua un PENTECOSTÉS... dónde la comunidad recibiendo la palabra de envío es invitada a abrirse... a salir de ella: -"Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes"...
Son invitados entonces a ir hacia los demás -hacia todos los demás- y para ello tendrán que dejar de estar a la defensiva soltando el miedo a los demás -porque no se puede servir bien a quienes se teme-... y la pascua se vuelve MISIÓN.

Y la PASCUA se vuelve también DON DEL PERDÓN... un don que crea a la comunidad y le da su forma... "hemos sido creados en el perdón porque hemos sido creados en Dios"... de tal manera que será "Comunidad discípula del Resucitado" si hace presente y expresa siempre PERDÓN.

Tomás, llamado "el Mellizo", uno de los primeros compañeros de Jesús, uno que participaba de aquella comunidad desde los inicios... no estaba en el grupo que habían recibido el anuncio de la Magdalena ni la visita de Jesús.
Y ante el testimonio de los demás, Tomás parece no fiarse, no tanto tal vez porque necesita verlo sino porque tal vez Tomás tiene ya dentro suyo una imagen de Jesús y eso le basta... una imagen tal vez muy espiritual - como si todo se tratase de una experiencia muy íntima- que tiene como consecuencia por supuesto el no compromiso con los demás... el no compromiso con la comunidad... porque esa experiencia no se identifica ni con los demás ni con la historia.

Y  después de unos días... "estando las puertas cerradas"... parece que fueron muchas las veces que así los encontró... parece que las cosas no fueron inmediatas... fueron preciso tal vez varios encuentros.
Cuánta más dolorosa ha sido la frustración 
más dolorosa será la apertura. 
Y después de saludarlos con la paz, Jesús le pide a Tomás que toque las llagas... que ponga sus dedos en las manos abiertas y que meta su mano en el costado abierto...  y en esas llagas que puede tocar... reconocer las propias llagas -las que mantiene seguras porque están ocultas, las que avergüenzan y bloquean la vida, dejándolo en la soledad y en la incomprensión más profunda. 
Y en esas llagas que puede tocar reconocer las llagas de los demás que también puede tocar... las de los hombres y mujeres de toda la historia humana... las llagas de los rechazados, de los invisibilizados del mundo, de los ocultados en los asilos, de los heridos por la soledad, de los enfermos… llagas que reclaman compasión y acompañamiento... llagas que reclaman cercanía y liberación.

Creer en el Resucitado no es tener una experiencia interior de una idea fantástica... sino que CREER EN EL RESUCITADO SIGNIFICA VER A DIOS EN LAS LLAGAS DE LOS HERMANOS para acompañarlos y hacerles la vida más vivible vendando sus heridas con la cercanía y la solidaridad.

En Jesús, Dios se identificó totalmente con la vida humana así como es - así como está-... y se hizo solidario en la soledad y en la impotencia... y "amando en lo extremo de la vida" mostró lo que está escondido como un tesoro en cada situación.

El Resucitado entonces está presente en las llagas de los hombres y de las mujeres "de las manos rotas y abiertas" por la pobreza, por la enfermedad, por el desempleo, por la violencia... etc... etc.

El Señor de la Pascua vive en las "heridas abiertas del costado" de tantos que se encuentran solos, o se encuentran descartados, excluidos o padecen el dolor insoportable de la pérdida de un ser querido.

Seamos como José de Arimatea en el Calvario,
o como las Mujeres yendo al sepulcro.
Con Jesús, SUBAMOS A LAS CRUCES y bajemos de allí a todos aquellos que encontremos.
BAJEMOS A LOS SEPULCROS dónde hay tantos que ya no esperan y con Jesús convirtamos esos espacios en puertas de esperanza.
 
Y RESUCITARÁ LA VIDA
RESUCITARÁ JESÚS
EN ELLOS... EN NOSOTROS...
EN MEDIO NUESTRO.
UNA VEZ MÁS... 
SIEMPRE.

Solos no encontraremos el camino.

domingo, 4 de abril de 2021

El AMOR ha vencido. Mc 16, 1-8

La memoria del cuerpo de Jesús empuja a las mujeres a actuar comprando los perfumes para ungir el cuerpo de Jesús, y dirigirse de madrugada al sepulcro. La ausencia despierta en ellas el deseo y la búsqueda.

LAS MANOS 
Y LOS PIES HABLAN.

Para hacer experiencia del Resucitado tendremos que ir detrás de las huellas de las mujeres.

Las vemos llegar al sepulcro y se encuentran con la piedra quitada y la tumba vacía… y reciben el anuncio: El Crucificado no está aquí. ¡Ha Resucitado!
Ante el anuncio las mujeres pierden de repente toda capacidad de acción; se quedan paralizadas… y huyen y no hablan.

El puedo vivir sin ese peso que ha marcado mis opciones.
El puedo vivir sin la queja que nubla todo nuevo comienzo.
El puedo vivir sin echarle la culpa a los demás de mis estados de ánimo.
El “hay una alternativa”, es algo que realmente puede paralizar.
El que nuestra vida tenga posibilidades de vivir aún con esa situación es algo que realmente desconcierta.

LA VIDA SE ABRIÓ CAMINO. 
Habrá que buscarlo en otro lugar.
El sepulcro vacío es el anuncio de un nuevo comienzo.
No hay necesidad de embalsamar a nadie ni encerrar a nadie detrás de una piedra.

Entonces,
No está en lo cerrado del siempre se hizo así... o nosotros valemos más que los demás.
No está en los cálculos -dónde nuestras búsquedas personales están en el centro- que determinan hasta dónde hacer caridad o servir.
No está en esas cosas que parecen haber domesticado la creatividad.
No está en el control que cierra toda búsqueda.
    ¡AQUÍ NO ESTÁ!
Hay que ir a Galilea. Hay que ponerse en camino.
Hay que volver al lugar dónde todo comenzó. 
Hay que ir hacia dónde se desarrolla la vida.
En la vida…
¡ALLÍ LO VERÁN!
JESÚS RESUCITADO es el anuncio de que AMAR como Dios ama, vale la pena. 
JESÚS RESUCITADO es Dios dando la razón a los vencidos de la historia, a los humillados, a los débiles.

JESÚS RESUCITADO es el gesto con que el Padre da la razón al Hijo condenado y rechazado por los poderosos. Q
ue dice que las palabras y las opciones de Jesús conducen a la vida.
JESÚS RESUCITADO explica cuál es el sentido de nuestra esperanza.
Con Jesús RESUCITAN los perdidos, los derrotados, las víctimas de la opresión, los explotados, los ancianos descartados, los niños golpeados y abandonados, los sufrientes del covid que abrazaron la muerte en la soledad y el miedo.
En un mundo donde parece que el “no te metas” gana la calle.
Dónde la duda y la comodidad son fuertes.
Con el Resucitado RESUCITAN los que luchan contra la injusticia; los que están de parte de los más pobres; los que son voz de los que no tienen voz.

JESÚS RESUCITADO rompe el círculo del odio que engendra la venganza.
Y con él RESUCITAN los que trabajan por una convivencia más fraterna… los que creen en la debilidad inquebrantable del amor… los que rechazan la violencia y eligen vivir desde el perdón.

En JESÚS RESUCITADO resucitan los tercos “incurables” de esperanza… que son capaces de no dar nada por perdido en las historias humanas.

Resucitan los “locos” que se niegan a participar en los juegos sucios del poder y del engaño.
Resucitan los pequeños que no buscan defenderse detrás de las barreras del chisme y de las intrigas y abrazan la simplicidad de la vida con un corazón abierto.
Resucitan los "franciscos de asís" de este tiempo que no ponen condiciones para construir con los demás -con todos los demás- una historia más fraterna y solidaria.

Sorprendidas… de seguro sabemos que las mujeres se fueron a Galilea.
A la vida cotidiana… 
con la posibilidad de ir resucitando en cada momento.