Habían escuchado el testimonio de la Magdalena. Pedro como Juan habían visto el sepulcro vacío y habían creído. No obstante la comunidad permanece encerrada y con temor... tal vez pensando de ellos que el dolor los había confundido y los hacía imaginar cualquier cosa.
Que difícil se hace ESPERAR en medio de la contradicción y la oscuridad sin que la angustia lo domine todo, sin buscar culpables, sin que la ansiedad marque las decisiones y sin buscar escaparse de esa angustia hacia un activismo que lo único que hace es volvernos más intolerantes.
Necesitaremos re-aprender muchas veces lo que significa ESPERAR aun cuando no comprendamos "de inmediato" lo que ocurre.
ESPERAR y no querer cambiar las cosas según nuestra voluntad.
Y de manera muy sencilla se hace presente Jesús trayendo paz a esa comunidad "de puertas cerradas" y como señal de identidad les muestra las manos y el costado...
TODO ESTÁ ALLÍ. NO HAY NECESIDAD DE PALABRAS.
TODO EL CUERPO DE JESÚS ES UNA NARRACIÓN DEL AMOR QUE HA PERMANECIDO.
DIOS HA SIDO FIEL. DIOS ES FIEL.
MOSTRANDO ASÍ QUE NO HAY NINGÚN SUFRIMIENTO NI NINGUNA LÁGRIMA QUE NO LLEVE DENTRO VIDA.
Y Jesús se hace presente de una manera sencilla - no hay nada espectacular-, solo unos gestos que son capaces de abrir y transformar aquella situación de encierro y duda en la que están.
Tal vez esta sea la luz desde dónde mirar nuestra propia resurrección... nuestras propias transformaciones.
Como aquella comunidad cristiana también nosotros somos un pueblo herido, por momento angustiado, y con mucho miedo a sufrir que reacciona muchas veces rechazando, que buscando defenderse levanta barreras... etc... pero si sé acepta lo de Dios que está como un semilla muy pequeña en cada uno, se transforma en una comunidad que es capaz de descubrir en los límites y sufrimientos un potencial de sanación para los demás... todo se convierte en una "puerta de esperanza".
Y como si estuviese terminando la creación, Jesús "sopló sobre ellos" haciendo de la pascua un PENTECOSTÉS... dónde la comunidad recibiendo la palabra de envío es invitada a abrirse... a salir de ella: -"Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes"...
Son invitados entonces a ir hacia los demás -hacia todos los demás- y para ello tendrán que dejar de estar a la defensiva soltando el miedo a los demás -porque no se puede servir bien a quienes se teme-... y la pascua se vuelve MISIÓN.
Y la PASCUA se vuelve también DON DEL PERDÓN... un don que crea a la comunidad y le da su forma... "hemos sido creados en el perdón porque hemos sido creados en Dios"... de tal manera que será "Comunidad discípula del Resucitado" si hace presente y expresa siempre PERDÓN.
Tomás, llamado "el Mellizo", uno de los primeros compañeros de Jesús, uno que participaba de aquella comunidad desde los inicios... no estaba en el grupo que habían recibido el anuncio de la Magdalena ni la visita de Jesús.
Y ante el testimonio de los demás, Tomás parece no fiarse, no tanto tal vez porque necesita verlo sino porque tal vez Tomás tiene ya dentro suyo una imagen de Jesús y eso le basta... una imagen tal vez muy espiritual - como si todo se tratase de una experiencia muy íntima- que tiene como consecuencia por supuesto el no compromiso con los demás... el no compromiso con la comunidad... porque esa experiencia no se identifica ni con los demás ni con la historia.
Y después de unos días... "estando las puertas cerradas"... parece que fueron muchas las veces que así los encontró... parece que las cosas no fueron inmediatas... fueron preciso tal vez varios encuentros.
Cuánta más dolorosa ha sido la frustración
más dolorosa será la apertura.
Y después de saludarlos con la paz, Jesús le pide a Tomás que toque las llagas... que ponga sus dedos en las manos abiertas y que meta su mano en el costado abierto... y en esas llagas que puede tocar... reconocer las propias llagas -las que mantiene seguras porque están ocultas, las que avergüenzan y bloquean la vida, dejándolo en la soledad y en la incomprensión más profunda.
Y en esas llagas que puede tocar reconocer las llagas de los demás que también puede tocar... las de los hombres y mujeres de toda la historia humana... las llagas de los rechazados, de los invisibilizados del mundo, de los ocultados en los asilos, de los heridos por la soledad, de los enfermos… llagas que reclaman compasión y acompañamiento... llagas que reclaman cercanía y liberación.
Creer en el Resucitado no es tener una experiencia interior de una idea fantástica... sino que CREER EN EL RESUCITADO SIGNIFICA VER A DIOS EN LAS LLAGAS DE LOS HERMANOS para acompañarlos y hacerles la vida más vivible vendando sus heridas con la cercanía y la solidaridad.
En Jesús, Dios se identificó totalmente con la vida humana así como es - así como está-... y se hizo solidario en la soledad y en la impotencia... y "amando en lo extremo de la vida" mostró lo que está escondido como un tesoro en cada situación.
El Resucitado entonces está presente en las llagas de los hombres y de las mujeres "de las manos rotas y abiertas" por la pobreza, por la enfermedad, por el desempleo, por la violencia... etc... etc.
El Señor de la Pascua vive en las "heridas abiertas del costado" de tantos que se encuentran solos, o se encuentran descartados, excluidos o padecen el dolor insoportable de la pérdida de un ser querido.
Seamos como José de Arimatea en el Calvario,
o como las Mujeres yendo al sepulcro.
Con Jesús, SUBAMOS A LAS CRUCES y bajemos de allí a todos aquellos que encontremos.
BAJEMOS A LOS SEPULCROS dónde hay tantos que ya no esperan y con Jesús convirtamos esos espacios en puertas de esperanza.
Y RESUCITARÁ LA VIDA
RESUCITARÁ JESÚS
EN ELLOS... EN NOSOTROS...
EN MEDIO NUESTRO.
UNA VEZ MÁS...
SIEMPRE.
Solos no encontraremos el camino.
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