jueves, 3 de octubre de 2024

Noveno día. “La fuerza del amor le había hecho hermano de las demás criaturas”

Pesebre – Cruz – Eucaristía - Seguimiento 

Lugares de encuentro entre Dios y nuestra humanidad
Lugares de comunión entre nuestra humanidad con los demás.
Lugares de seguimiento: modo de ir, de estar, y permanecer en medio de los demás. Lugares de la Misericordia.
Esto lo que contempla Francisco, y es lo que desea; allí es liberado y es enviado.

“La fuerza del amor le había 
hecho hermano de las demás criaturas”… 

La iniciativa de Dios que se mostraba de manera nueva, penetrando en Francisco, liberó todas sus posibilidades; no aniquiló su persona.
Todo lo que era precioso en Francisco (su sensibilidad, su hospitalidad –beso al leproso-, su sentido de la fiesta, su coraje, su decisión, etc) brilló de manera intacta bajo la mano de Dios -una penitencia tan dura, podría haber embotado la sensibilidad, lo podría haber vuelto rígido y extraño-.
Nada hizo desaparecer la conversión; al contrario, las facultades de la vida de Francisco,  vida adherida enteramente a una persona, Jesús; se desprendieron de lo que todavía había en ellas de demasiado estrecho y medido.

El abandono en Dios, despertó en Francisco, la confianza en sí mismo como objeto de la bondad de Dios y las infinitas posibilidades para expresar esto; le reveló la alegría de la desapropiación y de la libertad por el Reino; le abrió a la fecundidad de las relaciones con las personas y con la creación… lo transformó en el hombre del diálogo, de la comunión, del encuentro y de la paz. 

Francisco descubre a Cristo humilde y pobre, que camina entre los hombres, revelando así el amor del Padre. Y esto se torna la gran luz de su vida: le pone en el camino que conduce a una verdadera fraternidad.
Francisco crea Fraternidad. Y aquí reside la originalidad de Francisco. Ni siquiera la pobreza… 

La pobreza, vivida en seguimiento, está al servicio de la relación fraterna. Pobreza cómo condición para ver a Dios; cómo reconocimiento de la propia debilidad; cómo reconocimiento de que el tiempo le pertenece a Dios; cómo libertad para secundar la voluntad de Dios.

Francisco canta, reconoce la trascendencia de Dios; pero no se engaña acerca de Dios. La trascendencia que adora no es la de dominio sino la de comunión. Y aquí los reclamos de su tiempo encontraron evangelio.

Francisco rompió en su tiempo con todas las formas de dominio por fidelidad a la humildad de Dios, a la humanidad de Dios, contemplada en Cristo; y esta revelación corrió pareja con la creación de una fraternidad humana cada vez más auténtica.

Pesebre – Cruz  - Eucaristía - 
Seguimiento

Ante estos lugares en dónde se mostraba la Misericordia, Francisco se desprotegió, se dejó liberar, se dejó enviar.

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