“En cierta ocasión escuché a un viejo, razonable, bueno, perfecto y santo hermano decir: Si oyes la llamada del Espíritu, escúchala y trata de ser santo con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Pero, si por humana debilidad, no consigues ser santo, procura entonces ser perfecto con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, a pesar de todo, no consigues ser perfecto, por culpa de la vanidad de tu vida, intenta entonces ser bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, con todo, no consigues ser bueno, debido a las insidias del Maligno, trata entonces de ser razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, al final, no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa del peso de tus pecados, procura entonces llevar esta carga delante de Dios y entrega tu vida a la divina Misericordia.
Si haces esto sin amargura, con toda humildad y con jovialidad de espíritu, movido por la ternura de Dios, que ama a los ingratos y a los malos, entonces comenzarás a sentir lo que es ser razonable, aprenderás en qué consiste ser bueno, lentamente aspirarás a ser perfecto y, por fin, suspirarás por santo.
Si haces todo esto día a día, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, entonces, hermano, te aseguro que estarás en el camino de Francisco de Asís y no te hallarás lejos del Reino de Dios.”
Si, a pesar de todo, no consigues ser perfecto, por culpa de la vanidad de tu vida, intenta entonces ser bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, con todo, no consigues ser bueno, debido a las insidias del Maligno, trata entonces de ser razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, al final, no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa del peso de tus pecados, procura entonces llevar esta carga delante de Dios y entrega tu vida a la divina Misericordia.
Si haces esto sin amargura, con toda humildad y con jovialidad de espíritu, movido por la ternura de Dios, que ama a los ingratos y a los malos, entonces comenzarás a sentir lo que es ser razonable, aprenderás en qué consiste ser bueno, lentamente aspirarás a ser perfecto y, por fin, suspirarás por santo.
Si haces todo esto día a día, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, entonces, hermano, te aseguro que estarás en el camino de Francisco de Asís y no te hallarás lejos del Reino de Dios.”
Dentro de cada uno de nosotros vive un santo y un demonio.
La Santidad coexiste con la fragilidad.
Por detrás del Santo se oculta un hombre que ha conocido lo oscuro que también hay en el corazón humano, aquellas cosas que lo desgarran: instintos de muerte conviviendo con instintos de vida; impulsos de comunión y donación y pulsiones de egoísmo, de rechazo y de mezquindad; deseos de Dios (de lo bueno, de lo bello, de lo verdadero) junto al vértigo del pecado, de la desesperación, hasta la negación de Dios.
Nada de todo esto está ausente en la vida de un santo. Es ingenuidad y no conocerse a sí mismo, creer que la vida de un santo ha sido siempre fácil, risueña…
Al igual que Jacob con Dios, el santo ha luchado y ha salido marcado del combate. (Gn 23).
Francisco fue un santo que de modo especial incluyó lo negativo como forma de llegar a una armonía con todos.
Creo que se acerca más a nuestra experiencia cotidiana. La vida, como la conocemos lleva implícito un porcentaje de sufrimiento, de incomprensión y de absurdo. Todos atravesamos determinadas crisis… todos hemos tenido traumas también en la vida. Tenemos que resolver varias dificultades a lo largo de nuestro caminar. ¿Cómo domesticar estas cuestiones? Es más que elaborar unas teorías. Significa hacer camino que debe ser andado día a día sin falsas ilusiones.
¿Cuáles son algunos caminos para ponernos en relación con estas fuerzas?
¿Podemos nombrar algunos rasgos de esta integración de lo negativo?
Lo más curioso es que la conciencia de lo negativo no va acompañada en él, como suele suceder, por un sentimiento de tristeza y de amargura, sino de una profunda alegría… Es cierto que Francisco llora en los bosques, pero ¿cuál es la verdadera razón de esto?..., la tierna Misericordia de Dios no correspondida.
Decía “debe ser amado con amor inefable Aquel que primero tanto nos amó a nosotros”.
y dulcísima de tu amor absorba de tal modo mi alma,
liberándola de todo apego terrenal,
que muera por amor de tu amor,
ya que Tú por amor de mi amor
te has dignado morir.
Anónimo (s. XII) Absorbeat
La consecuencia concreta que Francisco extrae de la experiencia del Dios Padre de Jesús, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, es que nuestra debilidad (nuestro pecado también) pueden ser también camino de encuentro si es asumida con humildad y simplicidad ( ).
Y no es que haya que buscar el pecado por sí mismo; pero sí, “concebirlo” (“mirarlo”) de otra manera: nuestro pecado -cómo nuestra fragilidad- no puede impedir que Dios continúe amando y ofreciendo su perdón.
Su Presencia siempre es más que nuestro pecado.
Y por ser Dios tan misericordioso con los hombres y por haber sido Jesús crucificado a causa de esta misericordia -por querer sostenerla hasta el final-, por eso quería Francisco que las relaciones entre los hermanos se caractericen por una misericordia sin límites.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario