lunes, 2 de septiembre de 2024

OBRAR desde quiénes SOMOS. Mc 7, 1-23

Los fariseos y escribas venidos de Jerusalén -de seguro no para hacerse discípulo de Jesús- no pueden alegrarse viendo a la gente saciada por la multiplicación de panes, sino que se entristecen y llaman la atención porque no han sido observadas las normas.
Con tal de quedar limpios o de aparecer como defensores de lo que aparentemente es correcto, aceptable y está bien... no les importa si los demás mueren o no de hambre -se olvidan de la gente-.

Es como si el "buen olor del pan" que había impregnado el aire queda ahora envenenado por el mal olor  del "comentario mezquino" y por el "legalismo" que mata la espontaneidad y que al ser mezquino desalienta... y tomando a Dios -o cualquier otro valor- cómo pretexto consigue hacer de la vida algo muy pesado.

Y la manera de ser de Jesús ha sido la de crear un espacio de libertad dónde todos puedan "encontrar su lugar" y sentirse "seguros del valor de sus vidas"... un espacio dónde el verdadero tesoro radica en la presencia de Dios que vuelve digna –valiosa- la vida de cada uno; y esto nunca se pone en juego o en duda.

DIGNIDAD Y LIBERTAD dejan de estar atadas al cumplimiento de normas y ritos, pero se expresan en modos de vivir más humanos -aun aprendiendo de los errores- y en un buen trato a los demás.
Porque aun en la búsqueda de libertad o en la lucha por la dignidad también nos podemos encontrar con toda clase de amenazas y exclusiones. 

Jesús busca pasar la atención del corazón de lo exterior a lo interior... allí donde acontecen las decisiones libres y conscientes; dónde está lo verdadero.

Una religiosidad al estilo de los fariseos es la preocupación por aparecer exteriormente correctos, dónde un cierto modelo social, aceptable, es tomado como voluntad de Dios.
Una religiosidad así es posible de controlar y medir; y al sentirla cómo una constante presión que viene de fuera, se cae en la hipocresía como un "recurso seguro" frente a la consciencia de la propia debilidad que hay que esconder para que no aparezca... o en una "religiosidad a la carta" dónde se toma lo que conviene.

CUÁNTO MALTRATO a nosotros mismos por las presiones que sentimos; o por las exigencias que nos imponemos o por las culpas que llevamos por no cumplir con todo, sin tener en cuenta el límite o las heridas que traemos.
CUÁNTO DAÑO nos hacemos por no cuidarnos creyendo que la libertad es hacer lo que nos venga en ganas... lugar dónde los otros tampoco cuentan. 

Muchas han sido las normas y las formas que a lo largo del tiempo fueron diciendo cómo y de qué manera podíamos experimentar a Dios.
Que error cuando se volvieron absolutas tras el concepto -"en nombre de Dios"- formas y maneras de un tiempo o tal vez porque alguien dijo que hay que hacer esto o aquello y entonces se está más cerca o se cumple mejor con Dios o se es más bueno.

La mayoría de las leyes en el pueblo de Israel nacieron buscando la unidad del pueblo y para darles una fuerza mayor a muchas de éstas las establecieron como leyes venidas de Dios.
Por eso Jesús crítica la interpretación que hace iguales el mandamiento de Dios y las tradiciones de los hombres... llegando a excluir por el cumplimiento de éstas lo más esencial de Dios: AMAR – que es lo que hace más humana la vida.

Y frente a la tendencia que hay de separar donde algunos son mejores que otros Jesús rechaza la distinción judía entre lo puro y lo impuro.
No hay profano y sagrado. 
La pureza no es consecuencia de prácticas.

No se nos purifica de la vida cotidiana para encontrar a Dios... al contrario "los de corazón limpio encuentran a Dios en todo"… aún en el barro; sobre todo en el barro porque eso somos.
PORQUE NO HAY LUGAR DONDE DIOS NO ESTÉ.

Pero es verdad también que necesitamos estar atentos a la rectitud de intención del corazón porque aun en la búsqueda del bien -de la justicia y de la igualdad- podemos estar motivados por otros intereses que nada tienen que ver con la búsqueda de que todos tengamos una mejor vida... y esas búsquedas pueden estar movidas por intereses egoístas que buscan manipular a las personas. Tal vez esta sea la única impureza: buscar el propio interés a costa de los demás.

"DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLABA LA BOCA"
dice un biógrafo hablando de san Francisco.

Tal vez tengamos que volver a descubrir en dónde se apoya nuestro seguimiento a Jesús... ¿en el cumplimiento de qué cosas hemos puesto nuestra seguridad? ¿en dónde se apoya el sentirnos más buenos o mejores que los demás?
Tal vez necesitamos descubrir en cuántos ritos y en cuántas explicaciones hemos escondido lo más esencial del mensaje de Jesús (es posible que no robamos ni matamos, pero tal vez destruimos con la lengua).
Tal vez tengamos que liberarnos de estar tan atentos a la mirada de los demás y confiar más en la BONDAD y en el BIEN que llevamos dentro, dejándonos llevar por la creatividad para hacer más humana la vida. El estar atentos a la mirada de fuera roba espontaneidad y creatividad.

DE QUIÉNES SOMOS EN VERDAD debería surgir NUESTRA VERDADERA LIBERTAD.

DEL CONTACTO CON NUESTRA IDENTIDAD MÁS PROFUNDA debería surgir EL HACER MÁS HUMANA LA VIDA DE LOS DEMÁS.

"El Obrar sigue al Ser", dice Santo Tomás.
Y sin Amor, no hay verdad que libere.

Que nuestra vida exprese lo que somos.
Que andemos en contacto con nuestra verdad más profunda.
Que podamos soltar las formas que oprimen.
Y que creyendo en la bondad que llevamos dentro 
surja como una fuente,
la creatividad y el respeto por toda la creación.
Amén.

pd. Tal vez por eso nuestros compromisos son tan débiles... porque estamos más preocupados por lo que recibiremos de fuera -aprobación, reconocimiento, valoración, etc- que por expresar lo que viene de más adentro... lo que somos.

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