domingo, 28 de junio de 2020

DIOS, UN GRAN PROBLEMA. Mt 10, 37-42

Acercarnos a la Palabra es percibir que el Dios de Jesús es un gran problema para nuestra humanidad... humanidad que habitualmente busca tranquilidad y que nada la incomode... o al menos sentirse conforme consigo misma.

La llamada que nos viene del evangelio nos sensibiliza aún más con respecto a nuestra fragilidad... a nuestras constantes metidas de pata... por ende, no es para nada una garantía de tranquilidad.

Podemos sentir en nosotros que la propuesta de vida que nos viene de Jesús nos atrae pero al mismo tiempo nos genera muchas resistencias.
Vamos descubriendo con el tiempo que ir detrás de él no es un camino lineal - sino que es un camino hecho de idas y venidas... de divisiones internas... de lentas adhesiones.

Que fácil que resulta seguir a un Dios que viene a resolvernos los problemas... o nos tranquiliza la conciencia con el perdón... o nos protege de la soledad...
Pero qué complicado resulta seguir a un Dios que busca que nos identifiquemos con sus modos de amar... con sus maneras de perdonar... con su pasión por el servicio... invitándonos desde dentro... habitando en nosotros... contando con aquello que nosotros muchas veces queremos negar: nuestra fragilidad.

Somos invitados a QUERER Y AMAR LO QUE DIOS QUIERE Y AMA descubriendo en primer lugar que con estas posibilidades está hecho nuestro corazón.


Pero nosotros seguimos identificando esto con algunas formas que solo nos tranquilizan... quedándonos así con lo menos verdadero.

Cómo nos gustaría pararnos algún día frente a Dios y decirle que ciertas cosas no estaban presentes en el programa cuando decidimos creerle... o que algunas cosas no las sabíamos al momento de elegirlo.

Ir detrás del Dios cristiano supone atravesar una crisis donde la opción por Jesús se vuelve pregunta personal sobre aquello en donde hemos fundamentado la vida... que es lo que priorizamos en nuestra vida… de donde sacamos nuestra verdadera fuerza...  que es lo que alimenta nuestra esperanza.

ÁMEN más allá de los límites familiares... pero nosotros seguimos sosteniendo que lo más es la familia.
EL REINO DE DIOS ES LO MÁS… LOS MODOS DE AMAR DE JESÚS SON LO MÁS.

Cuántas relaciones de familia siguen siendo asfixiantes para sus integrantes.
Cuánto amor de familia sigue siendo posesivo, buscando una exclusividad enfermiza… cuánto chantaje sigue habiendo en el afecto de nuestras familias buscando –eso dicen- el bien de los demás.
Cuánto amor de familia no es escuela de buen trato a todos.
Cuánto amor de familia somete – aísla – y no enseña que el valor de la vida está en el servicio y en la misericordia a todos – sobre todo a aquellos que más sufren.

¿Cuánto amor de familia enseña que la debilidad es oportunidad – que los más débiles son Jesús? 
El amor de familia debería ser la escuela que enseñe que nuestra humanidad crece en la medida en que el corazón se ensancha cada vez más para que entren otros -los más lejanos, los más pobres, los que nadie tiene en cuenta, los que son mal vistos- y de esa forma los vínculos más cercanos serán más verdaderos.


AMAR MÁS ALLÁ DE NUESTROS VÍNCULOS FAMILIARES es haber comprendido que el sentido de la vida –en cristiano- pasa por GASTAR LA VIDA EN FAVOR DE LOS DEMÁS.

Y que cuánto más gratuito es eso más ha crecido en nosotros la consciencia de que todo ha sido don en nuestras vidas.
Solo el que cree que tiene derechos… el “desagradecido”… se apropia y somete y es cruel con los demás.

Es mucho!!! es demasiado riesgo... grita nuestro corazón “miedoso” que prefiere contentarse con menos... que prefiere que todo esté tranquilo y cómodo... que no quiere diferenciarse del resto aunque se crea único.
Es mucho lo que se nos pide... no es posible!... grita el corazón que se encuentra muchas veces no sabiendo que creer o que es lo quiere realmente.

El EVANGELIO de JESÚS es una gran invitación a la libertad y a la responsabilidad personal.

Vivir en clave de libertad y responsabilidad es sabernos creadores de nuestra propia vida.
Es hacernos cargo de lo que nos pasa - aún de los sufrimientos - sin echarle la culpa a nadie por eso... es salir del lugar de la víctima.

Vivir en clave de libertad y responsabilidad es saber que es fatigoso elegir desde lo más verdadero que somos... y que muchas veces la soledad nos acompañará.
Es hacer el esfuerzo por preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos... o desde donde estamos viviendo y eligiendo... es romper con la comodidad que calla toda inquietud... es renunciar a vivir solo respondiendo a los propios impulsos.

Vivir en clave de libertad y responsabilidad es haber descubierto que todo en nosotros es proceso... supone tiempo... y que nada nos sale de una vez.


Y que no podemos “mejorarnos” solos, por eso tendremos que salir muchas veces de ese “aislamiento”  donde los otros se han convertido en molestia y no es posibilidad para seguir creciendo.

Es renunciar a vivir el día a día como siempre... sin pensar.
Vivir en clave de libertad y responsabilidad es dejarse llevar por la gratuidad que se expresa en los pequeños gestos (no siempre bien valorados)... es aprender que significa vivir en clave de desmesura – en clave de escucha, de servicio y de solidaridad… porque

                          “el que los reciba a ustedes me recibe a mí, 
                          y el que me recibe recibe al que me ha enviado…”





domingo, 21 de junio de 2020

Un camino hacia nosotros mismos... Mt 10, 26-37

"¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros..."

¿De dónde entonces esos miedos que nos paralizan?
¿En dónde se asienta esa confianza a la que nos invita Jesús en su Palabra?
¿Qué es aquello que ninguna situación ni ninguna persona puede quitarnos?

La CONFIANZA -de la que nos habla Jesús- es un DON – como el AMOR que él nos tiene-.  No es algo entonces que podamos conseguir con nuestros esfuerzos o con nuestros logros... es un CAMINO que podemos transitar.
Es un camino que tiene entonces como fundamento la certeza de que el AMOR DE DIOS no se correrá jamás ni nos abandonará aunque nosotros lo hagamos.
La CONFIANZA a la que Jesús nos invita surge de que DIOS ESTÁ... y que para saber esto no es necesario que todo esté bien o que todo esté tranquilo.

Necesitamos confiarnos a una PALABRA que no surge de nosotros pero que nos dice dónde está nuestra mayor verdad siendo esta la fuente de nuestra verdadera libertad.

Todos, con sus más o con sus menos… transitamos hoy muchos miedos: miedo a contagiarnos; miedo a que algo le pase a nuestros seres queridos; ese miedo que surge del estar encerrados y no saber qué va a pasar; el miedo a lo que pasará con nuestro año escolar; a perder el trabajo o habiéndolo perdido, miedo a lo que vendrá.


Y justamente es en medio de todos estos miedos que nos invitan a caminar hacia la Confianza… que no se apoya en un optimismo de que “todo saldrá bien”… sino que se apoya en la certeza de que porque Dios está… todo puede estar. 
 Pero también necesitamos descubrir que más allá de lo nos pasa existe en todos nosotros un miedo que traemos desde el mismo hecho de existir y que se muestra en todas las demás cosas que hacemos, que pensamos, que sentimos… sobre todo cuando nos resulta desagradable o inadecuado….  es esa sensación de no sentirnos “bienvenidos en la vida”. Cuántas veces, por las cosas feas y desagradables que pasamos, pensamos que mejor hubiese sido no haber vivido.

Es realmente una lucha a quién le queremos creer más… si a las voces que provienen de todas esas situaciones o a esa Voz que le ha dado a la vida la bienvenida diciéndonos que “todo lo del Padre es nuestro”… que su hogar es el nuestro.

Necesitamos descubrir que el temor o el miedo que paraliza surge de un engaño –de una ilusión- que nos cuesta mucho despertar.

Por eso el "no tengan miedo" de Jesús es el revés de la pregunta por nuestra identidad... por aquello en donde hemos puesto el valor de nuestra vida... o por aquello que creemos le da seguridad… es la pregunta sobre la Voz a la que hemos decidido confiarle la vida.

Por eso caminar hacia la CONFIANZA es un camino hacía dentro... hacía lo profundo de nuestras vidas...  donde las voces que escuchamos habitualmente dejan de tironear-nos... Donde las exigencias que provienen de las necesidades humanas de afecto, atención y consuelo dejan DE presionar.

Caminar hacía la CONFIANZA es regresar a ese lugar firme que nace del Sí dado por Dios a la propia vida (aunque no lo sintamos) liberándonos–como podamos, como nos salga, según el propio ritmo- de esa sensación de sentir que la vida corre peligro porque la propia imagen corre peligro. 

Volver a la tierra firme – elegir ese SÍ dado por Dios a la propia vida – es liberarse de esa manera de pensar que identifica lo que en verdad somos con lo que pensamos... o sentimos... o hacemos... o con lo que nos pasa.

Necesitamos dejar de correr… y descubrir que nuestro “verdadero hogar” es allí dónde estamos verdaderamente a salvo. 
Y este no está afuera ni a la par de ninguna situación por más favorable que sea.

Creer que somos la imagen que damos... haber puesto la seguridad en el prestigio conseguido o en el rol que ejercemos...  sentirnos valiosos o reconocidos por eso… 
o creer que nos quieren menos o nos cuidan menos por el sufrimiento que llevamos o por el dolor que padecemos.. nos hace andar con muchos miedos.

MIEDOS... TEMORES...
A perder lo conseguido... a no ser tenidos en cuenta... a que otros ocupen nuestro espacio... a ser olvidados... a desaparecer... etc.
MIEDOS... TEMORES... que van más allá de ese miedo frente a la amenaza real y concreta.

MIEDOS... que quitan libertad.
Que limitan nuestra capacidad de entrega.
Que frenan nuestra creatividad.

Tu verdadera Identidad es ser HIJO – ser HIJA.
Necesitamos aceptarla.
Y se la sostenemos en el tiempo… y nos hemos instalado allí, podemos vivir recibiendo lo que sea como una “inmensa oportunidad” para fortalecer esa IDENTIDAD que está más allá de las valoraciones que podamos recibir o de las culpas por lo no hecho o por lo no conseguido.

CONFiemos... confiemos en nosotros... si así lo hacemos estamos confiando en Dios.
Y esto no puede ser arrebatado por nada ni por nadie.
ES DON.

Entonces nada más alejado que usar a Dios para generar miedo o para conseguir adhesiones que no cuestionen ni busquen más allá de las formas establecidas.
DIOS CONFÍA EN NOSOTROS...
SU CONFIANZA ES UN REGALO.


Confiar en nosotros porque somos buenos o hacemos las cosas bien es por ende dejar de confiar en Dios.

domingo, 14 de junio de 2020

Fraterna y Subversiva Eucaristía. Jn 6, 51-58

"Los judíos discutían entre sí, diciendo:
¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?..."

También nosotros, aún después de tanto tiempo seguimos sin entender a Jesús.
Aquel gesto nacido en la "Última Cena" y que de alguna manera habla de lo que había sido su vida y de lo que fue después sigue siendo para nosotros incomprensible.

Seguimos sin aceptar a un Dios que es feliz dándose.
Que es don para nosotros.
Seguimos buscando razones en nosotros para esto.

Acercarse a Jesús fue para aquellos hombres como acercarse a un abismo... tan seguros de sí mismos y de su relación con Dios que les resultaba escandalosa la invitación de Jesús.
"Comer su carne... beber su sangre" no era otra cosa que hacerse uno con Dios en la entrega y en la compasión... en el amor y en la misericordia... algo que sólo el espíritu podía hacer.

Como a esos hombres nosotros también seguimos necesitando superar algunas maneras de entender lo que celebramos en la Eucaristía... necesitamos dejar algunas formas de hablar de este sacramento que no dicen realmente lo que aquí se expresa.
Seguimos hablando de "milagro" fruto de un poder dado a algunos hombres.
Seguimos sosteniendo que sólo los "dignos" pueden acercarse como si fuese un premio para los "buenos y puros".
Cuántos son los que se alejan cuando más lo necesitan.
O cuantos viven en el absurdo de ir a misa y no comulgar... o en el engaño de ir a misa solo para cumplir.


No es posible salir de la celebración como hemos llegado.
Cuando nuestras taras que generan miedos y levantan barreras se han encontrado con la "aLIanza de Jesús con todos".
Cuando nuestras desconfianzas se encontraron con su "Amor sin límites".
Cuando nuestros resentimientos se encontraron con su "Misericordia inquebrantable".

"Quién come mi carne,
y bebe mi sangre tiene VIDA..."  es expresión de la actitud existencial de una persona que ha decidido estar totalmente expuesta... entregada... ser alimento para que otros vivan.

Por eso la Eucaristía es sacramento del Amor... de un modo nuevo de estar con los otros... de relacionarse con ellos.
NO es para sentirnos bien... seguros de que somos buenos.
NO es para pedir cosas... y medirlo a Dios si cumple o no con nosotros.
NO es cosa que hace el cura.


La Eucaristía es la comunidad reunida en torno a una mesa recibiendo lo que es... y lo que está llamada a ser: UN DON PARA LOS DEMÁS.

La Eucaristía es la mesa de la vida donde todos somos Iguales, necesitados de Dios... HERMANOS... uNO con los otros... donde nos vuelven a gritar que vale la pena vivir para los demás... que esto tiene sentido... que da felicidad.

La COMUNIDAD CELEBRANDO hace presente a "Jesús hecho DOn" anunciando que SER CRISTIANO ES SER PARA LOS DEMÁS.

Entonces "hacer esto en memoria mía" se convierte en una llamada constante al seguimiento... a la atención a lo cotidiano... un llamada a la propia libertad que nace de quienes somos... para dejarse llevar por el Espíritu de Jesús que convierte la propia vida -los gestos y las palabras- en don para los demás.

Comulgar sin este compromiso - sin esta actitud vital - es una farsa.
Es una farsa... somos falsos... si celebramos a Jesús sintiéndonos mejores que los demás... o creyéndonos más cerca de Dios y superiores a los demás...  o desprecian-dolos con nuestra mirada o con nuestro comentario... o dando a alguien por perdido porque hizo tal o cual cosa... o no compartiendo lo que tenemos.
Si esto hacemos... no entendimos nada.

"...lo que hicieron con el más pequeño
de mis hermanos a mí me lo hicieron."
Dijo Jesús.

Celebrar la Eucaristía sin comulgar con los sentimientos de Jesús reduce la Eucaristía a un lindo rito que no transforma la vida... ni nuestros modos de relación... y esto nada tiene que ver con Jesús.


Celebrar la Eucaristía es comprometernos a ser levadura de unidad y de paz... de amor y de buen trato... de misericordia... de esperanza y compasión.

Celebrar la Eucaristía es celebrar un Sacramento -no un milagro- haciendo presente en la vida lo que significa: LA VIDA DE DIOS ENTREGADA.

¿Qué hacemos presente en nuestras vidas?
¿Qué modos de relación hacemos presente?
¿En nuestras maneras de hablar y de mirar a los demás que hacemos presente?
¿En nuestros criterios a la hora de decidir?


DIOS SE HA HECHO DON PARA NOSOTROS
PARA QUE NOSOTROS LO SEAMOS TAMBIÉN.

domingo, 7 de junio de 2020

EspeJos del Dios faMIliA. Jn 3, 16-18

"TÚ ERES TRINO Y UNO. 
DIOS DE DIOSES.
TÚ ERES EL BIEN,
SUMO BIEN, 
TODO BIEN"

Celebramos hoy la Verdad de Dios que es el origen y la meta de nuestro Camino como peregrinos.
Allí en el interior DE Dios fuimos pensados y creados... y sólo allí nuestro corazón encontrará descanso y libertad.

Por eso celebrar a Dios "Uno y Trino" no es recordar un dogma que todavía nos resulta difícil entender sino que es dejar que una vez más esa VIDA que nos habita pase  por el corazón dejando que nos desinstalé... nos desapropie... nos siga poniendo en movimiento hacía lo que es más verdadero en nosotros y que nos hace crecer en humanidad.

Celebramos la Buena Noticia de Jesús - la de un Dios que es RELACIÓN - amigo de la vida - compañero de camino - la de Dios que es Amor y que sólo se lo conoce amando.
La de un Dios que es salida a los demás y que se lo encuentra en el camino hacia los ellos.


Dios es "con otros"
Dios es Comunidad.
Dios es Entrega.
Dios es Relación.

Pero cuántos sentimientos y emociones brotan de estas palabras a partir de las vivencias de nuestras vidas. Necesitamos hacer un gran esfuerzo para liberarlas de todo eso que ha atado “nuestra manera de ser familia, de hacer comunidad”  a situaciones que por momentos distorsionan nuestro diálogo, nuestro compartir, aun nuestra entrega… será un camino –una lucha interior- el ir más allá de lo vivido y encontrarnos que hemos sido hecho a imagen de un Dios que es apertura, diálogo, perdón, servicio, entrega.

Pero tal vez hay una tarea aún mayor que tenemos que hacer para encontrarnos con el Dios de JESÚS y es la de superar las imágenes distorsionadas  que seguimos teniendo de Él.


A quién le rezamos?
Al DIOS de JESÚS  o a esa imagen creada - fabricada - por nuestras búsquedas infantiles de seguridad y contención o creada por esa necesidad tan básica de que alguien nos haga sentir buenos.

El Dios de Jesús no es el dios que exige sacrificios o nos manda dolor y sufrimiento para probar nuestra fe.
El Dios de Jesús no es el dios que nos concede  lo que le pedimos porqué nos portamos bien.
El Dios de Jesús no es el dios que manejó con mis oraciones y ritos... o con mis promesas y peregrinaciones.
El Dios de Jesús no es el dios que juzga e imparte castigos... obsesionado por lo sexual... que espera agarrarnos infragantes.
El Dios de Jesús no es el dios todopoderoso que no quita el mal del mundo porqué no quiere.
El Dios de Jesús no es el dios intimista - de la religiosidad sin el otro - sin lucha o sin conflicto por la búsqueda del bien de los demás.



Celebrar a Dios en nuestras vidas es celebrar la presencia de un Dios que es AMOR... INCONDICIONAL que nos aMa por lo que somos y no por lo que hacemos.

Dios es AMOR - GRATUITO
donde todo es DON - donde todo es regalo y nada se comercia.

Dios es AMOR - LIBRE y CONFIADO
que hace soltar de nuestras manos todo cuánto nos encierra y ata - o nos culpa y amarga.

Dios es AMOR - ENTREGADO y POBRE
que no fuerza ni presiona - que da sentido a nuestras entregas que muchas veces no ven fruto ni encuentran reconocimiento.

Dios es AMOR - PROYECTO DE REINO
donde el encuentro con el otro convierte nuestras heridas en don y los gestos de compasión y de justicia transforman la vida.

Dios es AMOR - INQUEBRANTABLE
que nada de lo que piense... o sienta... o haga lo podrá romper.


Celebrarlo en la vida es estar deseando que toda ella- cada día más - sea un espejo de esa Buena Noticia.



miércoles, 3 de junio de 2020

CoN el cOmpaÑero del noVio..." Jn 20, 19-23

Un compaÑEro nos han DADO para el CAmino...


Esta es la experiencia que tuvo aquella primera comunidad... Alguien animaba sus vidas. Que todo era DON.
Presentían una Presencia que los invitaba a la apertura... a dejar el encierro y el miedo.
ESPÍRITU era llamada esa Presencia.
El Espíritu es Dios dándose a nosotros.
Es Dios habitando en nuestras vidas.
Es el AMOR DE DIOS en NOSOTROS.
Y si esto es así el ESPÍRITU entonces es RELACIÓN.
NO es un privilegio.

Al ser relación es principio de Libertad.
Al ser Libertad es principio de Unidad - de armonía - de la propia persona.
Porque solo nos relacionamos desde quienes somos.

El sabernos habitados -sin ninguna condición previa- nos hace libres.
EL SABERNOS AMADOS NOS HACE LIBRES.

POr eso la primera tarea del Espíritu en nosotros es hacernos personas íntegras... y libres de cualquier cosa que quiera someternos.
Miedos - mandatos culturales - el deber ser - el buscar caerle bien a todos - nuestros propios complejos... libres de ese sistema al cual quieres responder porque te deja calmado pero te vacía... libre de esas relaciones posesivas... de las adicciones... de toda rigidez...


El Espíritu viene a iluminar todo cuanto nos desintegra... nos descentra y esclaviza.
PARA QUE SEAMOS.

No tiene dones que darme porque es "Dios mismo el que se da"...
"Tú estabas dentro y yo fuera"... decía san Agustín.
Es ante todo un DON QUE SE RECIBE... que se reconoce... del cual no somos ni dueños ni podemos exigirlo... es don gratuito.

De ahí que quién se deja empujar por el Espíritu no busca apropiarse de los demás... es capaz de correrse... de apartarse para dejar vivir... para posibilitar camino... no necesita controlarlo todo...
SOLO EL INGRATO ES TIRANO.

Es capaz  -quién se deja empujar por el Espíritu- por el agradecimiento del don que ha recibido, de dejar la queja dando lugar a la transformación... al cambio... que viene de la mano de cualquier situación humana.

El Espíritu es "FUERZA INTERIOR"... desde adentro... desde abajo...
No esclaviza ni presiona.
Está preocupado por la VIDA.

Es FUERZA que integra lo diverso... Une lo distinto.
En Pentecostés todos llegan a entenderse... a abrirse a la escucha y al diálogo con la Palabra... porque Jesús había destruido los muros de separación.

Quién se deja empujar por el Espíritu es capaz de romper con las estructuras para abrir el juego... para incluir a más... porque todos tienen una verdad que manifestar.
ES UN SALVADOR DE LA RELACIONES.

Frente a nuestra pretensión de querer un orden único... frente a nuestros miedos que pretenden la uniformidad o el cumplimiento estricto de las normas... el Espíritu busca todos los modos... los diferentes lenguajes para hacerse entender... para unir en lo diverso.

Crea en nosotros una dinámica nueva que nos hace capaces de escuchar lo que va naciendo en la vida de los demás.

El Espíritu UNE EN LA LEJANÍA.
RECUERDA EN EL OLVIDO.

Pentecostés es VIDA FRATERNA...
Sin la escucha y sin la compasión rengueamos.
Solo la disponibilidad para ayudar a los demás -para expresarle mi afecto- nos hace más sensibles ante Dios.

Pero,  ¿cómo descubrirlo en nosotros?...
¿Cuáles son las condiciones para que esto crezca en nosotros?

La primera y más fundamental es crecer en la consciencia de estar habitados por ese Dios a quién llamamos Padre y Madre… y nos ama y sostiene y acompaña…
DENTRO NUESTRO NO ESTAMOS SOLOS/AS... con nuestros “demonios”… con nuestras sombras ni tampoco con las luces.
“Somos un fueguito” simplemente por estar vivos… no midamos esto por la percepción de la carencia o de la debilidad que podemos sentir.
Abracemos el hoy de la vida… seamos consciente del aquí y ahora aun en medio de lo que no gusta. NO nos vayamos con el pensamiento para adelante ni para atrás.
SOMOS PRESENTE… COMO EL ESPÍRITU ES PRESENTE.

La segunda condición será seguir descubriendo que los demás no son objetos para cambiar... ni escalones para ascender...  Animándose -como el Espíritu- a ponerse al lado para acompañar sin escandalizarse por las decisiones del otro... sabiendo esperar... sabiendo dar tiempo... rompiendo con los miedos que apuran, estropean, reclaman y tiranizan... porque la Vida de Dios que habita también en los demás es más fuerte. 


Y por último se animará a creer en la capacidad de dar sin fingimiento, no buscando nada a cambio... siendo capaz de permanecer dando aún en medio de la incomprensión.
Porque el Amor es cosa débil... no será nunca un trueque.
No impone, ni maltrata ni obliga.

ES CAPAZ DE ACERCARSE PARA QUE SURJA LO MEJOR EN EL OTRO. Porque es lo que ha experimentado que ha hecho Dios en su vida.