domingo, 30 de enero de 2022

Cuándo nuestra HUMANIDAD se empobrece. Lc 4, 21-30

¿Porque hacemos lo que hacemos? ¿Qué esperamos conseguir realmente?
¿Qué es aquello que más defendemos? ¿Cuáles son nuestros mayores miedos? ¿De dónde surgen nuestros enojos?
¿De qué se alimenta nuestra oración?
¿Qué creemos que Dios tiene que hacer por nosotros?

Éstos podrían ser algunos de los interrogantes que el evangelio de este domingo nos presenta pedagógicamente después de habernos narrado la experiencia de que todos estamos habitados por la Libertad y por la Caridad de Dios.
Experiencia que surge como don del encuentro con Jesús donde todos estamos llamados a sentirnos convocados... buscados y sobre todo amados.

CON JESÚS LOS ESQUEMAS DE EXCLUSIÓN SE HAN ROTO.
SOMOS AMADOS.
Y NO HAY REGLAS PARA ESO O ALGO QUE PODAMOS HACER PARA CONSEGUIRLO.
ES DON.

Cuánto de lo mejor de nosotros mismos permanece dormido por no creerlo.
Y por seguir creyendo que algo tenemos que hacer, cuánto malhumor nos provoca al darnos cuenta de las fallas -o de las caídas como las llamamos- que no nos hacen vernos bien... y por ende... creer que se pone en riesgo el amor que creímos ganar.

Existe en nosotros una tendencia a medirlo todo por lo que nos beneficia que hace que nos perdamos de lo realmente importante... al menos más Jesús.

Jesús había hecho unos cuantos milagros -curando enfermos, multiplicando panes, etc- todos signos de la llegada del Reino de Dios -de ese Dios que está en toda vida y en contra de toda forma de sometimiento.
Pero muchos se quedaron en los gestos y no en lo que ellos significaban... se quedaron en las necesidades resueltas... hasta tal punto que quisieron hacerlo rey.
-¡Listo!...todo resuelto... -habrían sido sus palabras-
Reduciendo así lo que se les ofrecía a la necesidad o a la carencia sentida.

El pueblo de Israel esperaba justamente un mesías liberador y político que arrancaría todo dominio romano de sus tierras... que volviese a actuar aquellas maravillas que contaban sus padres y repetían los profetas cuando Dios salía con ellos al campo de batalla o como cuando los llevaba en brazos como un padre a su hijo... (cfr Oseas 11, 1-4.8-9)
Pero no es así el actuar de Jesús ni tampoco sus palabras van en ese sentido... recibe a todos... da palabras de consuelo a todos... provocando así una dinámica de aceptación que libera y sana a judíos y a extranjeros.

LA BUENA NOTICIA ES PARA TODOS.
De ahí la sorpresa en los que lo escuchan... "¿quién es este... no es el hijo del carpintero?".
¿Quién es para decir como son ahora las cosas?.
¿Quién es para cambiarlas?.
Y Jesús los interpela citando el actuar de otros dos profetas: Elías y Eliseo que socorrieron, por mandato de Dios, las necesidades de dos extranjeros.

¿QUIENES SERÍAN HOY LA VIUDA DE SAREPTA O EL CIEGO NAAMAN?
¿Quiénes son los que hoy escuchan esa palabra que libera rescatando personas?
¿Quiénes son los que hoy se experimentan sanados de su ceguera que los llevaba a auto-despreciarse?


En cambio los que se creen sanos y justos no pueden percibir... ni aceptar... porque esto significaría reconocerse pobre... enfermo... pecador.
NECESITADOS DE UN SALVADOR.

Esto provoca ira...
Cuando los esquemas que protegen los privilegios que algunos creen haber conseguido por lo bueno que han hecho se caen - se rompen -... no sólo quedan desorientados, sin seguridades... sino también provoca mucha violencia y necesidad de defenderse.

Pero justamente cuando ciertos esquemas se caen y quedamos desestabilizados también es una oportunidad para que lo mejor de nosotros surja...
Pero esta no fue la opción que nos narra el evangelio... "¿No es este el Hijo del carpintero?"... y quisieron después despeñarlo.

Subestimar al otro es muchas veces la mejor defensa para seguir en lo mismo.
Algo no muy lejos de nosotros cuando hace tiempo somos oyentes de la palabra... porque la conocemos demasiado o porque ya sabemos quién es aquel que la explica.
Cuánto comentario que hacemos por lo bajo para no querer escuchar o cuántas acciones en favor de los más pobres son puestas bajo sospecha como si no fuera evangelio... solo para no tener que caminar por allí.

DE CUÁNTO NOS PROTEGEMOS QUE POR ESO NO ESCUCHAMOS.
Y NO CAMINAMOS.
Y NUESTRA HUMANIDAD SE EMPOBRECE Y SE VACÍA.

Jesús es camino hacia el encuentro con lo más verdadero que hay en nosotros y esto nos lo ha mostrado siendo uno más -es el testimonio de los vecinos que nada vieron de extraordinario... "es el hijo del carpintero" - y justamente por eso no pudieron creerle.

Jesús se supo amado sin condiciones y no podía no dejarse llevar por la fuerza de ese amor... por eso recibía al pobre... al enfermo... al pecador... al último... a todos... tratándolos como lo que eran... también amados de Dios.

"El que dice: amo a Dios, y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Es es el mandamiento que hemos recibido de él:  el que ama a Dios debe amar a su hermano."
1Jn 4, 20-21

Sólo un amor sin condiciones es capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos.
La no exclusión surge justamente de un corazón reconciliado - de un corazón que sin merito alguno se sabe amado; porque sin esto se creerá con derechos a excluir a algunos a partir de su propia "vida intachable" con la cual cree haber "comprado" el amor.

"Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo. 
Si alguien ofreciera toda su fortuna a cambio del amor, 
tan sólo conseguiría desprecio..." Cant. 8,7

SÓLO UN AMOR SIN CONDICIONES ES CAPAZ DE TRANSFORMAR NUESTRA VIDA Y ES POSIBILIDAD PARA COMPRENDER QUE SI NO AMAMOS NO VIVIMOS.
Porque "si no tengo amor, no soy nada"  (1Cor 13,2)


JESÚS TODO LO DISCULPA.
JESÚS TODO LO CREE.
JESÚS TODO LO ESPERA.
JESÚS TODO LO SOPORTA.

Pero muchos no lo quisieron entender porque eso amenazaba el sistema de privilegios que los protegía.



lunes, 24 de enero de 2022

"DoNde hay Libertad y CAridad, Dios allí está" Lc 1,1-4. 4,14-21

"Muchos han tratado de relatar ordenadamente 
los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,  tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra..."     
Lc 1, 1-4

Qué fuerza tuvieron aquellos "acontecimientos" que por mucho tiempo se los conservo sin contar para eso con un relato escrito...  solo fueron "transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra."
Qué fuerza tuvieron aquellas cosas "que se cumplieron entre nosotros" - JESÚS - que solo el contacto con ellas a través de la escucha de un relato transformaba a las personas...

"Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que anunciamos. Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos..."   (1Jn 1,1-2)

QUE PODAMOS SEÑOR RECUPERAR LA FUERZA 
QUE TIENE LA EXPERIENCIA QUE EL RELATO NOS ACERCA.
QUE EL OÍDO SE ABRA 
Y QUE EL CONTACTO CON ELLA 
PONGA EN MOVIMIENTO LO MEJOR DE NOSOTROS.
AMÉN.

Jesús habiéndose experimentado HIJO...  "volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu..." - regresa a su aldea - a una tierra que está al margen - que no cuenta - donde el prejuicio que pesaba sobre ella era grande y la marginación se hacía sentir.


Jesús "entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados y se puso de pie para hacer la lectura..."
y citando al profeta Isaías, evitando la última parte de ese capítulo que habla de venganzas y ajustes, la interpreta haciéndola suya:

"HOY SE CUMPLE ESTA ESCRITURA QUE ACABAN DE ESCUCHAR..."

Tal era la experiencia vivida por la comunidad... en el encuentro con Jesús se experimentaron liberados... experimentaron que para Dios, como pobres, eran tenidos en cuenta... y esto era gesto concreto en el nuevo modo de relacionarse entre ellos...
Se había cumplido para ellos el "Año de Gracia del Señor"...

Quedaba clausurada toda condena... toda esclavitud quedaba abolida aún aquella que provenía de la ley... Dios no marginaba ni sometía a nadie... Nadie ante sus ojos era maldito...
En la manera de relacionarse con Jesús iban haciendo experiencia... "tocando..." de que DIOS ERA LIBERTAD...
Él los había llamado "Hijos de un mismo Padre"... se había sentado a la mesa y compartido el pan con gente despreciable... y siendo él mismo un marginado les había anunciado que todos le habían caído bien a Dios... que podían volver a confiar en ellos mismos porque Dios también lo hacía...

Tal es la experiencia a la cual estamos llamados a entrar en contacto: DONDE HAY LIBERTAD, DIOS ALLÍ ESTÁ.

En Jesús nosotros también hemos sido "Ungidos"... y está unción que nos constituye no es sólo para los que lo saben... o lo reconocen... o lo viven... es don para todos.
"Todos... hemos sido bautizados en un mismo Espíritu..."   (1Cor 12, 13)
"Ver y tocar" esta realidad nos hace libres y nos da una identidad que es común a los demás... de ahí que el "no desprecio" y "la preocupación por el más débil" corrobora cuánto nos hemos responsabilizado del "don recibido"...
"Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente..." (1Cor 12, 22-23)

DONDE HAY LIBERTAD Y CARIDAD, DIOS ALLÍ ESTÁ. 

Necesitamos que nos alcance esta Buena Noticia...
Necesitamos que nos alcance esta Libertad y esta Caridad...

Hemos demonizado mucho nuestra debilidad... nos seguimos culpando de padecerla... Y así como nos sentimos tironeados por estas ideas enfermizas... así también las imponemos a los demás...
Cuánta razón le hemos dado a estas verdades fabricadas por una errada catequesis...
Necesitamos ponernos en contacto con la experiencia de libertad y de Amor que nos trae Jesús.

LO QUE OPRIME DESHUMANIZA...
LO QUE LIBERA HUMANIZA...
Y Dios no puede estar del lado de lo que nos deshumaniza... ni puede permitirlo o quererlo...

En Jesús podemos experimentar que le ha quitado lo que tenía de absoluto... y lo ha transformado en camino que nos posibilita -como otras experiencias humanas- ponernos en contacto con aquello que hay de más verdadero en nosotros.
Cuándo todo parece fallar... solo un lugar permanece intacto y sólo el contacto con ese lugar nos posibilita volver a levantarnos... y responder lo más humanamente posible a la situación...

Pero como en aquella primera comunidad donde la caridad se expresaba en unas relaciones nuevas que"cuándo un miembro sufre, todos sufren con él..." (1Cor 13, 26)
haciendo notar que Alguien más vivía en medio de ellos... NUESTRA LIBERTAD -COMO NUESTRA FELICIDAD- ESTÁ TAMBIÉN ATADA A LA DE LOS DEMÁS.

La libertad -como la felicidad- no nos alcanzará plenamente mientras haya quienes experimenten la no libertad y la injusticia... (cfr. Discurso Papa Francisco a Davos)

Debemos  entonces, "padecer" consciente-mente esa parte de "injusticia estructural" que nos atraviesa a todos porque la sufren algunos.
Y al mismo tiempo reconocer que algunas de nuestras acciones aumentan la injusticia y la desigualdad provocando más esclavitud y más infelicidad.

Cuándo alejamos a quien piensa o hace o decide algo distinto...
Cuándo entramos opinando en la vida del otro creyéndonos dueños de la verdad...
Cuándo en nombre de Dios o de su voluntad presionamos decisiones o excluimos personas...
Cuándo somos indiferentes a los más pobres, a los más débiles... y justificamos su situación a partir de juicios y des-calificaciones...
Cuándo la razón de nuestra vida es "tener más" y nuestra mayor preocupación es "pasarla bien" y "que nadie nos moleste"...
Cuándo nos sentimos mejores que los demás por nuestro título o por nuestra condición económica... etc...etc..
PROVOCAMOS MAYOR INJUSTICIA Y DESIGUALDAD...


Pidamos -en verdad- experimentar y dejarnos llevar por lo que la Palabra nos acerca y el Espíritu en nosotros lo atestigua: que la libertad y la caridad de Dios nos habitan...
y soltar ese espiritualismo que sólo piensa en una salvación que se ajusta a nuestra débil autoestima o a esa necesidad de sentirnos sin culpas ni manchas...



domingo, 16 de enero de 2022

En Jesús, lo nuEvo de Dios. Jn 2, 1-12

"Tres días después..." de las palabras de Juan el Bautista que habían señalado a Jesús como el "Cordero de Dios" y  que de alguna manera iniciaron el camino de seguimiento de dos de sus discípulos y el llamado de Jesús a otros... son invitados a una fiesta junto con María.


"Tres días después".
Estamos en el tiempo del seguimiento... en el tiempo de la comunidad.

Así comienza el "libro de los Signos" como es llamada esta primera parte del evangelio de Juan. Como siete fueron los días de la creación, siete serán los signos a través de los cuales nos ira mostrando cómo está en nosotros su Espíritu y dónde reconocerlo.

Por eso todos los "signos" invitan a mirar lo que Dios ha obrado en Jesús "reconciliando consigo todas las cosas" (cfr. Col 1,20.22)... volviéndonos a ser conscientes de esas posibilidades que llevamos dentro; y mostrarnos también el camino para entrar en contacto con esa libertad y con esa vida nueva que nos regaló.

De allí que los "signos" anticipan e interpretan de diversas maneras el signo por excelencia dado en la Pascua dónde se pone en evidencia de que es posible vivir de otra manera... intentar amar de otra manera... porque está en nosotros como Don.

Este primer "signo" sucede en un contexto de celebración de un Banquete de Bodas. Imagen que en el Antiguo Testamento evoca la Alianza de Dios con su pueblo... su manera de relacionarse... Imagen de los tiempos nuevos que vendrán con el Mesías... y que en el Nuevo Testamento utilizará Jesús para hablar del Reino.

Y en unas Bodas donde la fiesta podía durar hasta una semana la falta de vino es un gran inconveniente... es signo de la falta de lo que es esencial... de aquello que da la alegría... que da vida. Qué no puede faltar.

María, una invitada más, es la única que se da cuenta de la carencia. Es la que percibe que algo no anda bien... y que la preocupación exagerada no resuelve nada ni ayuda a saber que es lo realmente importante... al contrario, mucho de eso es para seguir tapando las frustraciones tenidas al haber querido darse a si mismo algo que calme "la falta" sentida como vacío...
Ella es la que percibe que "la falta de lo que da verdadera alegría" no puede tener otra respuesta que en Jesús.

"NO TIENEN VINO", le hace saber a Jesús.
No tienen aquello que da sentido -que da sustento- a la vida con sus alegrías y tristezas...
No tienen aquello que le da "color y sabor" a la vida... que fundamenta la esperanza.

No tienen aquello que hasta ahora creían conseguir con el cumplimiento de la ley.
Cuántas cosas no son posibles seguir creyendo de la misma manera... diríamos nosotros.
Cuántas cosas seguimos haciendo "religiosamente" sin ver que eso realmente transforme nuestras vidas.
CUÁNTAS EXPERIENCIAS HABLAN EN NOSOTROS DE QUE TENEMOS VACÍAS NUESTRAS TINAJAS.
..
Y A VINO NUEVO, TINAJAS NUEVAS.
Lo nuevo no puede darse bajo las mismas formas o estructuras con las que veníamos queriendo contener algo... no puede ser continuidad de lo viejo.

Las seis tinajas de piedra vacías son signo de tantas formas de pensar y de vivir que ya nada nos dicen a nuestras vidas... ya son incapaces de darnos aquello para lo que fueron pensadas o intuidas.

Tal vez tendríamos que encontrarnos con  nuestra incapacidad de darnos aquello que nos falta para sentir que vivimos... que caminamos.


Tal vez tendríamos que descubrir la imposibilidad de darnos a nosotros mismos esa paz que permanece aún en medio de la dificultad...también porque ha renunciado a tener todo bajo control.
Tal vez tendríamos que reconocer nuestras tinajas vacías; soltar aquellos lugares que prometieron llenarlas...y agradecer que alguien lo haya percibido y con su trato -la comunidad- nos invita a hacer lo que Jesús nos diga...
Nos diga que habrá que volver a escuchar a aquel que invita a salir del dramatismo... que invita a contar con otros... a volver a ponernos en movimiento.

ESCUCHAR... HACER LO QUE SE NOS INVITA. Soltar reproches y culpas; soltar formas de las que nos habíamos olvidado para qué estaban... o qué sentido tenían.

Abrirnos a la confianza que el "VINO NUEVO"...  lo que toca nuestro verdadero anhelo... lo que da vida verdadera - alegría sincera - plenitud - paz... no viene por la exigencia o las renuncias que nos impongamos... ni por las pruebas superadas que decimos que nos hacen... ni por la satisfacción de nuestras necesidades de seguridad y comodidad...etc... sino que está en nosotros como DON que necesitamos descubrir y experimentar.

En lo que dice Jesús, en lo que hace, en lo que vive, en lo que sufre... en como vive... en cómo ama... en su deseo de servir y dar vida...
SE DA LO NUEVO DE DIOS que está en nosotros como "tesoro escondido"...

"VINO NUEVO" que lo gustamos cuando nos atrevemos a hacer experiencia de nuestros propios vacíos... y con nuestra derrotada autosuficiencia nos arriesgamos a hacer lo que él nos dice... a caminar y a mirar hacia donde él lo hace.

Y somos transformados cada vez más en "odres nuevos"... no sólo cuando nos permitimos entrar en contacto con nuestras carencias y lo escuchamos... o cuándo conscientes del Don dejamos caer ciertas estructuras y formas...,
SINO TAMBIÉN Y SOBRE TODO CUANDO POSIBILITAMOS QUE LOS DEMÁS TAMBIÉN LO HAGAN.






domingo, 2 de enero de 2022

Un proyecto de humanidad nueva... Libres. Jn 1, 1-18


El año que hemos comenzando nos vuelve a enfrentar a lo que creíamos de cierta manera superado. Nos volvemos a encontrar con la incomodidad de tener que aislarnos, de tener que cuidarnos al encontrarnos y saludarnos; se intensifican los miedos en algunas personas y en otras el desinterés, el cansancio, la hartura.


Nuevamente la situación externa nos exige detenernos… volver a pensarnos… volver a situarnos frente a la vida de los demás… y tal vez hacernos conscientes de lo que sostiene la vida… de lo que le da sentido… de esa vivencia interna que mueve a vivir de una determinada manera todas las cosas.


En este sentido el evangelio de Juan que volvemos a escuchar por segunda vez en este tiempo de navidad, nos puede acercar algunas pistas que nos ayuden a transitar lo que vivimos. Un evangelio que surge justamente de la experiencia de una comunidad cristiana que ha ido encontrando en Jesús lo que Dios había pensado como proyecto de humanidad… y por ende dónde encontrar a Dios.


Y más allá de las dificultades con las que se fueron encontrando, aquella comunidad fue haciéndose consciente de que, lo que los judíos encontraban en la ley –que para ellos iluminaba y salvaba la vida- , ellos lo fueron encontrando en Jesús.


"En la Palabra estaba la Vida y la vida era la luz de los hombres”. Jesús era para ellos quien les daba vida porque los hacía descubrir la que el Padre le había dado a él.

Esa Vida circula en nosotros como "aire nuevo"... y esta verdad está al comienzo del camino de nuestra vida… vivamos lo que vivamos entonces, nada podemos perder… todo puede ser posibilidad para encontrarnos con esos fondos que solo hablan de vida.

 

"Y la Palabra se hizo carne..."

“Carne” es toda humanidad sometida a la debilidad y al mismo tiempo posibilidad de apertura al Espíritu. Entre los hebreos el ser humano es un todo. Al decir entonces que se hizo carne quiere decir que Dios asumió toda la humanidad… asumió todo lo humano, aun lo más bajo.

No nos peleemos con nuestros fondos más oscuros o con aquellas cosas que no podemos controlar… que la presencia de Dios en nosotros sea una realidad que nos lleve a reconciliarnos con lo que se da en la vida… y a perdonarnos también.

En este tiempo, la reconciliación con lo que se da y el perdón a uno mismo, serán tal vez las mayores expresiones de apertura al Espíritu.


"Vino a su casa, y los suyos no la recibieron..." Como a mucha gente de su tiempo, también a sus discípulos les fue difícil descubrir en Jesús la presencia de Dios. Un Dios hecho camino de humanidad... sin cosas fantásticas... sin sorpresas. Perdonando siempre... poniendo el corazón en la miseria humana... no condenando a nadie, al contrario, rompiendo sentencias. Así también hoy a mucha gente le cuesta ver la presencia de Dios en nosotros… ¿será porque hablamos mucho de Jesús pero nada más?

"Pero a cuantos le recibieron les da el poder para ser hijos de Dios..." Más que un poder a recibir, es el descubrimiento de una realidad que está en cada uno de nosotros.

Lo realmente importante para aquella comunidad no es la relación biológica entre padre e hijo, sino aquella que surge de una relación dónde el hijo hace lo que ve hacer a su padre… ahí radica el verdadero nacimiento para Juan.


En este tiempo de Navidad –en medio de la incomodidad del momento- volvamos a ese proyecto de Dios que en Jesús lo podemos ver plasmado.


Demos gracias al momento de amanecer.
Velemos por las personas que están solas y aisladas.

Guardemos la tolerancia en nuestros vínculos.

No hablemos de más.

Pidamos perdón.

Recemos. Conectémonos con lo esencial de la vida.

Respiremos… que la reconciliación sea vida.