"Tres días después".
Estamos en el tiempo del seguimiento... en el tiempo de la comunidad.
Así comienza el "libro de los Signos", como es llamada esta primera parte del evangelio de Juan. Como siete fueron los días de la creación, siete serán los signos a través de los cuales nos ira mostrando cómo está en nosotros su Espíritu y dónde reconocerlo.
Por eso todos los "signos" invitan a mirar lo que Dios ha obrado en Jesús "reconciliando consigo todas las cosas" (cfr. Col 1,20.22)... volviéndonos a ser conscientes de esas posibilidades que llevamos dentro; y mostrarnos también el camino para entrar en contacto con esa libertad y con esa vida nueva que nos regaló.
De allí que los "signos" anticipan e interpretan de diversas maneras, el signo por excelencia dado en la Pascua, dónde se pone en evidencia de que es posible vivir de otra manera... intentar amar de otra manera... porque está en nosotros como Don.
Este primer "signo" sucede en un contexto de celebración de un Banquete de Bodas. Imagen que en el Antiguo Testamento evoca la Alianza de Dios con su pueblo... su manera de relacionarse... Imagen de los tiempos nuevos que vendrán con el Mesías... y que en el Nuevo Testamento utilizará Jesús para hablar del Reino.
Y en unas Bodas, donde la fiesta podía durar hasta una semana, la falta de vino es un gran inconveniente... es signo de la falta de lo que es esencial... de aquello que da la alegría... que da vida. Qué no puede faltar.
María, una invitada más, es la única que se da cuenta de la carencia. Es la que percibe que algo no anda bien... y que la preocupación exagerada no resuelve nada ni ayuda a saber que es lo realmente importante... al contrario, mucho de eso es para seguir tapando las frustraciones tenidas al haber querido darse a si mismo, algo que calme "la falta" sentida como vacío...
Ella es la que percibe que "la falta de lo que da verdadera alegría" no puede tener otra respuesta que en Jesús.
No tienen aquello que da sentido -que da sustento- a la vida con sus alegrías y tristezas...
No tienen aquello que le da "color y sabor" a la vida... que fundamenta la esperanza.
No tienen aquello que hasta ahora creían conseguir con el cumplimiento de la ley.
Cuántas cosas no son posibles seguir creyendo de la misma manera... diríamos nosotros.
Cuántas cosas seguimos haciendo "religiosamente" sin ver que eso realmente transforme nuestras vidas.
CUÁNTAS EXPERIENCIAS HABLAN EN NOSOTROS DE QUE TENEMOS VACÍAS NUESTRAS TINAJAS.
CUÁNTAS EXPERIENCIAS HABLAN EN NOSOTROS DE QUE TENEMOS VACÍAS NUESTRAS TINAJAS.
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Y A VINO NUEVO, TINAJAS NUEVAS.
Y A VINO NUEVO, TINAJAS NUEVAS.
Lo nuevo no puede darse bajo las mismas formas o estructuras con las que veníamos queriendo contener algo... no puede ser continuidad de lo viejo.
Las seis tinajas de piedra vacías son signo de tantas formas de pensar y de vivir que ya nada dicen a nuestras vidas... que son incapaces de darnos aquello para lo que fueron pensadas o intuidas.
Tal vez tendríamos que encontrarnos con nuestra incapacidad de darnos aquello que nos falta para sentir que vivimos... que caminamos.
Tal vez tendríamos que descubrir la imposibilidad de darnos a nosotros mismos esa paz que permanece aún en medio de la dificultad...también porque ha renunciado a tener todo bajo control.
Tal vez tendríamos que reconocer nuestras tinajas vacías; soltar aquellos lugares que prometieron llenarlas...y agradecer que alguien lo haya percibido y con su trato -la comunidad- nos invita a hacer lo que Jesús nos diga...
Nos diga que habrá que volver a escuchar a aquel que invita a salir del dramatismo... que invita a contar con otros... a volver a ponernos en movimiento.
ESCUCHAR... HACER LO QUE SE NOS INVITA. Soltar reproches y culpas; soltar formas de las que nos habíamos olvidado para qué estaban... o qué sentido tenían.
Abrirnos a la confianza que el "VINO NUEVO"... lo que toca nuestro verdadero anhelo... lo que da vida verdadera - alegría sincera - plenitud - paz... no viene por la exigencia o las renuncias que nos impongamos... ni por las pruebas superadas que decimos que nos hacen... ni por la satisfacción de nuestras necesidades de seguridad y comodidad...etc... sino que está en nosotros como DON que necesitamos descubrir y experimentar.
En lo que dice Jesús, en lo que hace, en lo que vive, en lo que sufre... en cómo vive... en cómo ama... en su deseo de servir y dar vida...
SE DA LO NUEVO DE DIOS que está en nosotros como "tesoro escondido"...
"VINO NUEVO" que lo gustamos cuando nos atrevemos a hacer experiencia de nuestros propios vacíos... y con nuestra derrotada autosuficiencia nos arriesgamos a hacer lo que él nos dice... a caminar y a mirar hacia donde él lo hace.
Y somos transformados cada vez más en "odres nuevos"... no sólo cuando nos permitimos entrar en contacto con nuestras carencias y lo escuchamos... o cuándo conscientes del Don dejamos caer ciertas estructuras y formas...,
SINO TAMBIÉN Y SOBRE TODO CUANDO POSIBILITAMOS QUE LOS DEMÁS TAMBIÉN LO HAGAN.
En lo que dice Jesús, en lo que hace, en lo que vive, en lo que sufre... en cómo vive... en cómo ama... en su deseo de servir y dar vida...
SE DA LO NUEVO DE DIOS que está en nosotros como "tesoro escondido"...
"VINO NUEVO" que lo gustamos cuando nos atrevemos a hacer experiencia de nuestros propios vacíos... y con nuestra derrotada autosuficiencia nos arriesgamos a hacer lo que él nos dice... a caminar y a mirar hacia donde él lo hace.
Y somos transformados cada vez más en "odres nuevos"... no sólo cuando nos permitimos entrar en contacto con nuestras carencias y lo escuchamos... o cuándo conscientes del Don dejamos caer ciertas estructuras y formas...,
SINO TAMBIÉN Y SOBRE TODO CUANDO POSIBILITAMOS QUE LOS DEMÁS TAMBIÉN LO HAGAN.
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