CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

“MUJER…tu fe es grande”
¿No es justo tomar y aplicar a María estas mismas palabras que dirigió Jesús a la mujer cananea? 
(cfr Mateo 15,28)
Con una expresión casi idéntica recibe Isabel a la madre del Señor en su casa:
“¡Feliz, dichosa tú que has creído!”.


Es grande la fe de María, y va creciendo en la escucha atenta y fervorosa de los profetas. Hija de Israel, cuya intensa mirada interior intuye la venida a esta tierra de leche y miel…
Es admirable la fe de la madre de Dios, que arriesgó su fama y su nombre, y hasta su propia vida, puesto que podría haber sido apedreada por aceptar la proposición de Dios. 

María no se pone a calcular cuando se trata de obedecer a Dios y su esposo José se asombra de su disponibilidad. María hace su profesión de fe el mismo día de la Encarnación.

La Virgen cree. 
Y junto con creer, ama. 
Ama a Dios, ama a Jesús, ama al Espíritu, ama a todos sus hijos en este mundo. 
Ama con todo su corazón, con toda su mente y con todo su ser.

María cree y seguirá creyendo. Nunca ha dudado de que se cumplirían las promesas del Señor. 
María “Escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica”. Y por eso fue dichosa, fue feliz.

“Soy dichosa y bienaventurada. Lo llevé en mi vientre. Lo amamanté en mis pechos. Pero más dichosa soy porque escuché su Palabra, habitó en mi seno, la di a luz y la practiqué…


CUARTO DOMINGO: CUATRO VELAS

“¿Por qué tardas? ¿Por qué dudas?
Cree, acepta y recibe…”- nos dice el Señor.
Que nuestra humanidad se revista de Valor,
y nuestra timidez de confianza.
Que nuestra fe sea arriesgada y que no olvidemos la prudencia.
Que abramos el corazón a la fe para que sea grande nuestra confianza.
Al encender esta cuarta vela queremos apresurarnos
y seguir alertas porque sentimos 
que el Señor está a la puerta 
y llama… 

Esa es la voz del Señor que viene,
corramos a recibir con nuestras luces encendidas
a Aquel que los cielos y la tierra aclaman…
Corre, Iglesia Madre… Corre, Iglesia Virgen…
¡El Señor está contigo!

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