domingo, 30 de agosto de 2020

CaMino de JeruSalén - CaMino de ViDa. Mt 16, 21-27

"Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar 
a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, 
y sufrir mucho de parte de los ancianos..."

Aunque las palabras y los gestos de Jesús iban generando muchas preguntas y también conflictos; el texto remarca un momento donde se hace más explícito el camino que hay por delante si se continúa así.
Es como si comenzara un tiempo distinto en la vida de Jesús y en la de sus discípulos  marcado por una enseñanza nueva que se opondrá  a lo aprendido y a las esperanzas que tienen en Jesús.

CÓMO LES COSTARÁ VER 
DESDE UNA PERSPECTIVA NUEVA 
A QUIÉN TIENEN ENFRENTE.

Justamente el mayor obstáculo con el que se encuentra Pedro -y también los demás discípulos- será el creer que conocen a Dios... que saben lo que significa "ser mesías"... sin darse cuenta que detrás de la decisión de seguir a Jesús se ocultaban también sus propias expectativas y sus ambiciones, junto a falsas imágenes que nada tienen que ver con Dios.
NO será posible aceptar a Jesús y su mensaje sin un cambio en la manera de ver a Dios y por ende, de comprender la vida.

Jesús aclara que su itinerario desde aquí en adelante pasará por el rechazo de la gente más importante... por aquellos que justamente "saben de Dios"... rechazo hasta el desprecio de la vida.
Y aunque el "debía ir..." o en otros evangelios "es necesario que el Hijo del hombre..." marcan el anuncio de la pasión que, nos ha llevado a interpretar muchas cosas hasta el punto de reducirlo a un querer de Dios; esto no es más que la simple valoración humana de los hechos que da cuenta, que la vida de Jesús corría riesgo.

Aun así el paso del Mesías por el rechazo y el sufrimiento aportan luz y esperanza a nuestras vidas que buscan el bien en medio de la oposición con otros criterios... o simplemente en medio de la vida como ella es.

Y aquel que hasta hace un instante había sido alabado, porque había dicho palabras venidas de Dios, es el primero en reaccionar de manera negativa -una reacción lógica-, ante el anuncio de un "Mesías rechazado".
Pedro que hasta ahora había podido leer en Jesús los signos mesiánicos no puede darse cuenta que él también necesita cambiar su manera de ver a Dios para poder ver a Jesús.

Pedro advierte el dolor... percibe confusión y oscuridad... las esperanzas que tiene se apagan... y los proyectos sujetos a ellas están amenazados.
Pedro no capta la luz que viene de la entrega gratuita.

Y Pedro cree hablar en nombre de Dios...
"...lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá."

Pedro tiene la pretensión de corregir a Jesús... porque no se conoce.
Y Jesús tratando a Pedro con dureza desenmascara esa tentación tan humana que busca reservarse... cuidarse... sacar provecho de todo.
"Criterios de vida"  que parecen defender algo... pero que en verdad le temen a la entrega... a la desmesura... a lo gratuito... a los gestos exagerados... al riesgo de amar.

Pedro -como los discípulos - tendrá que hacer camino de pequeñez... de amor que acepta el riesgo a ser rechazado y no recurre jamás a la fuerza para imponerse.

Pedro tendrá que ver morir sus imágenes falsas de Dios que pretenden protegerlo de la muerte... salvarlo del sufrimiento... darle toda clase de seguridades.

Pedro aprenderá un modo de seguir a Jesús donde el servicio -expresión del amor- es capaz de atravesar toda muerte... todo sufrimiento y todo rechazo.
Pedro conocerá a Jesús cuando diga que no lo conoce... allí aprenderá que significa seguirlo... "ser amado"... porque de lo que se cree se desprende un modo de mirarse... un modo de vivir... un modo de buscar... un modo de amar que será siempre "estar aprendiendo".

"Pensamientos de Dios...
pensamientos de los hombres..."
Tal vez debemos caer en la cuenta que caminar detrás de Jesús es un camino que nos llevará toda la vida...  porque dentro nuestro podemos percibir que lo cómodo... lo fácil... lo prudente... el hasta acá... el para qué... se han convertido muchas veces en los criterios desde los cuales vivimos.

Hay cruz dentro nuestro cuando percibimos que esos criterios mueren dentro descubriendo nuevas posibilidades de entrega y servicio que estaban oscurecidas.

Necesitamos entonces  hacer desaparecer de nuestras agendas los cálculos que reclaman prudencia y comodidad.

Necesitamos seguir abandonando esas falsas ideas de Dios que están detrás de muchas oraciones que buscan que se nos salve de algo.

Cómo nos cuesta comprender que Jesús emprende este camino de amar como Dios ama -de no reservarse nada- en medio de la vida como la vida es... en medio de las contradicciones que tiene, sin pasar por alto ninguna situación humana como lo son el dolor y el sufrimiento. 
En toda situación siguió eligiendo desde lo más verdadero que llevaba dentro. 

Seamos conscientes de las ambiciones egoístas que habitan nuestro corazón. Soltemos tantas razones "lógicas" y excusas "razonables", que no hacen más que dejarnos siempre en ese lugar de comodidad, y pongamos nuestra vida al servicio de quienes hoy más lo están necesitando.

Y NOS ENCONTRAREMOS TENIENDO MÁS VIDA...
COMO LE PASÓ A JESÚS.


Caminar detrás de Jesús es encontrarse con la vida... con aquellos modos que nos conecta con lo más verdadero que llevamos dentro.

Ir detrás de Jesús es hacer de la vida cotidiana una Jerusalén donde se entrega -se ama-encontrando allí lo que hace más plena la vida.

Ir detrás de Jesús será dejarse estirar el corazón y experimentar que los límites de nuestra capacidad de amar se ensanchan. 




domingo, 23 de agosto de 2020

JESÚS. humanidad AMIGA de toda humanidad. Mt 16, 13-20

"Y USTEDES, 
¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?"

Estamos ante una de las preguntas que atravesó el corazón de las primeras comunidades.
Pregunta que así como los alcanzó a los discípulos en el camino y fuera del territorio hebreo, así también nos alcanza cuando la vida se encarga de "hacernos dar cuenta de que estamos de camino" y cuando irrumpe una situación que nos saca y nos aleja de lo seguro y conocido.

¿Quién eres Jesús de Nazaret, en esta situación que sigue golpeando nuestras vidas y nuestras familias?
¿Dónde estás en medio de lo que nos pasa?
¿Qué es, lo de Dios, en todo esto?

Qué difícil no responder confundiendo a Dios con nuestras propias expectativas o con esa catequesis aprendida hace mucho tiempo.
Que difícil cambiar la manera de mirar... soltar formas de pensar que traemos de años.
Que difícil permanecer en la escucha y dejar que la vida nos enseñe.

Lo que estamos viviendo hace meses es algo inédito... pero para muchos esto no es más que una pausa a lo que venían haciendo y solo esperan el regreso a más de lo mismo... sin darse cuenta que el aislamiento y la incertidumbre junto al miedo nos puso a todos en contacto con la experiencia del límite... del que somos con otros.

¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Dónde está Dios en la situación de un padre que no pudo despedir a su hija? ¿Dónde está Dios en los tantos abuelos y abuelas que no pueden ser sostenidos en su debilidad o en aquellos que se fueron sin que nadie los despidiera?

¿Dónde está Dios en la tristeza de tantos jóvenes que han visto frustrado su año?
¿Dónde está Dios en la situación económica donde muchos siguen pensando en sólo ellos, hasta el punto de hacer ostentación de lo que tienen?

Algo ya cambió, nos demos cuenta o no... queramos o no... miremos tan solo todas nuestras decisiones donde todas están condicionadas por una situación que no manejamos. Es como que nos obligan a ir con cuidado y a no ser tan impulsivos.
Creíamos que podíamos con todo… creíamos que podíamos dejar de lado a los demás.
Hay un cansancio que arrastramos… y nos hemos vuelto muy susceptibles a la falta de empatía o la preocupación inútil por lo que no tiene sentido.

¿Hacia dónde nos conduce todo esto? ¿Queremos en verdad que sea una oportunidad para aprender a ser más humanos?
¿Queremos dejar realmente que nuestras estructuras mentales de cómo deben ser las cosas cambien?

Tal vez la experiencia que vamos transitando, nos puede acercar a lo que sintieron los discípulos con Jesús.
Ellos hubiesen querido que lo prometido por Dios se acercara a ellos bajo los rasgos que ellos manejaban desde siempre... respondiendo a las expectativas que habían aprendido.

Pero Dios les salió al paso en este hombre Jesús con unos modos y unos gestos que lejos estaban de todo aquello que ellos habían aprendido.
Un Dios venido de Galilea... calzado con sandalias... amigo de publicanos y pecadores... durmiendo en el camino sin lugar dónde reclinar la cabeza.

Los discípulos no pudieron comprender de una la novedad que allí se les presentaba…
La novedad incomoda; y por ende se la rechaza de una… o se la intenta encasillar en lo que ya se sabe cómo una manera de manejarla.

Sin darnos cuenta que lo mejor sería callar y aceptar no saber... y abrir las manos para recibir... descubriendo así que en nosotros sólo está el deseo de... y no el realizarlo.

"EN EL CAMINO"... en el lugar donde los pies dejan paso al corazón, Jesús comienza por preguntar sobre lo que la gente dice de él... no tanto porque le preocupara lo que la gente pensaba de él sino porque tal vez se daba cuenta de que sus discípulos no iban entendiendo nada.

Ellos por su parte, sienten que pueden manejar aquella pregunta... trasmitir información es algo que cualquiera puede hacer... pero de repente esa pregunta es a la propia vida:

 "Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?"
No es posible contestar con definiciones de catecismo o con frases hechas.
Somos como obligados a inventar una respuesta que necesariamente debe surgir de la experiencia.
Es el momento donde sentimos que la palabra que damos nos compromete... solo sabemos de Dios lo que vivimos... recuerdan.
Una respuesta. Y la vida, con él, se convierte inmediatamente en una cosa seria. 

"Pedro respondió: TÚ ERES EL MESÍAS"
Es como si hubiese dejado de lado todo lo que sabía y escucho... es como si la aceptación sentida y vivida junto a Jesús le hubiese dado la claridad para poder ver en aquel hombre de galilea -que hacía lo mismo que él hacía- al Dios que tantas veces había escuchado que acompañaba y salvaba a su pueblo.

Pero esta no era la meta a la que tenía que llegar. Tal vez Pedro pensó que habría aprobado los exámenes y que el camino terminaba con descubrir esto. Pero este era un punto de partida.
Había que comenzar ahora un camino donde el rostro de Jesús se le iba a ocultar cada vez más... 
Y tal vez por eso los hace callar, la comprensión de su persona como Mesías no será del todo verdadera hasta después de la pascua.

De seguro tiempo después, comprendieron que lo realmente importante no había sido saber esto o aquello de Jesús... ni siquiera el haberlo visto... sino que lo realmente importante había sido el aprender a mirar la vida desde una perspectiva nueva... donde sus gestos y palabras podían tener el mismo sentido que el de Jesús, el de abrir o cerrar la vida de las personas... haciendo que todo lo humano fuese siempre un espacio de posibilidad.

De ahí las palabras dirigidas a la comunidad en la persona de Pedro, como expresión de unidad.
Palabras que invitan a dejarse llevar por esa fuerza que tiene la capacidad de abrir y cerrar... posibilitando vida donde hay muerte... confianza en la apertura frente a toda cerrazón... brindando ternura frente a toda dureza... haciendo del perdón un camino de libertad... brindando humanidad.
Hacer lo contrario es no ser comunidad. No ser Iglesia de Jesús. Es no ser Jesús. No ser más humano.

¿Dónde está Dios entonces hoy?
En la cercanía que se regala... en la preocupación que se brinda... en el ánimo que se comparte... en el servicio que se da... en la escucha que recibes... en la cariño que sostiene… en la resistida esperanza.

¿Quién eres Jesús?
Tal vez nos sorprenda la respuesta:
Soy tu humanidad en camino.
Soy tu humanidad cuando se hace "samaritana".
Soy tu humanidad herida y pobre.
Soy tu humanidad atenta a todos.
Soy tu humanidad que ama y se deja amar.
Soy tu humanidad violentada y empobrecida.
Soy tu humanidad gritando justicia. 
Soy tu humanidad cuando comparte lo que tiene.
Cuando se pone del lado del más débil.

Soy tu humanidad que desea... que busca... 
que sufre... que ama... que sirve.
Soy tu humanidad amiga de toda humanidad.




domingo, 16 de agosto de 2020

el PAN de los HIJOS. Mt 15, 21-28

Qué mejor momento para "cambiar de aires" cuando se percibe en un diálogo que la mayor preocupación es la observancia exterior de leyes y normas... puede cansar mucho a una persona cuando solo se razona desde lo que "es correcto según la ley".

"Jesús partió de allí..." y habiendo estado hablando sobre lo puro y lo impuro... se retira  justamente a una tierra pagana... a un territorio marcado por la impureza... "al país de Tiro y Sidón."

Y será en territorio pagano que tendrá la posibilidad de oír, de labios de una mujer, una palabra nueva... una palabra cargada de libertad... una palabra que lo invitaba -como si fuera de su Padre- a ir más allá... más afuera... para que nadie quede excluido.

Y aunque el motivo para irse a esa región fuese solo el de apartarse, Jesús se vuelve a dejar encontrar por una mujer que se hace cuerpo y voz del mal de su hija.

¿Que no hacen las madres por sus hijos?
Serían capaces hasta de "mover montañas" si con eso se resolvieran los problemas de sus hijos.

Y lo hacen con sus cuerpos...
¿Quién de nosotros no ha visto el dolor de los hijos en el cuerpo de sus madres?

Y aunque en un principio -por el hecho de irse hacía esa región- parece que había superado la mentalidad de su pueblo... Jesús aparece en la primera respuesta al grito de la mujer como bloqueado todavía por el racismo religioso típico de los hebreos:
- "Yo he sido enviado solamente 
a las ovejas perdidas del pueblo de Israel"...

Es la mujer -el mal de la hija hecho confianza- ... que pone incómodos a los discípulos hasta el punto de que la quieren silenciar... la que romperá las barreras que separan y excluyen.

¿A quiénes hemos silenciado en nuestras vidas, en nuestras comunidades?
¿Quiénes nos gritan -desde sus necesidades- que los dejemos entrar?

Y sin desanimarse - aun habiendo sido tratada con dureza - aquella mujer insiste y no teme aceptar el lugar en donde Jesús la ubica...
- "No está bien tomar el pan de los hijos 
para tirárselo a los cachorros..."
Sin sentirse ofendida le da la razón a Jesús... el ejemplo de los perros le viene muy bien... desde allí logra llevar la atención de Jesús a "los cacharros"... porque ella no buscará el pan de los hijos sino el pan que cae de su mesa: 
- "¡Y sin embargo Señor, los cachorros comen las migas 
que caen de la mesa de sus dueños!"
Con un razonamiento muy creativo logra que aquella mesa sea una mesa para todos... donde unos y otros pueden ser atendidos al mismo tiempo... los hijos y los cachorros.

Y Jesús reacciona de manera sorprendente... logra cambiar su postura... se deja enseñar... escucha en las palabras de la mujer la "buena nueva" que él anuncia... donde el débil... el más pobre... el que no cuenta... al que nadie defiende... es invitado a sentarse a la mesa... a comer el pan... a reconocerse hijo.

Jesús se deja vencer por las palabras de aquella mujer.

-"Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Que se cumpla tu deseo..."
Aquella Mujer se siente tenida en cuenta... se sabe valorada en su palabra... se sabe escuchada.
Es reconocida en su lucha... y en su confianza.
Es sanada en su propia marginación y dolor.

Se sabe liberada.
Y se hace portadora de libertad para su hija.
¡Cuántas situaciones de los hijos se sanarían
si las madres se encontrarán con ellas mismas!.

Seamos nosotros también enseñados por aquella Mujer...
Porque son muchos los que necesitan "ser escuchados"... contar con otros para alcanzar un poco de libertad... o un poco de dignidad en sus vidas.
Porque son muchos los que necesitan sentirse no condenados ni juzgados para encontrarse con ellos mismos y volver la mirada a Dios.
Son muchos los que permanecen lejos de nuestras comunidades por sentir la intolerancia con la que hablamos y juzgamos las situaciones de los demás.

Pero nosotros, muchas veces, seguimos siendo intolerantes; sintiéndonos superiores a los demás... buenos con los lejanos pero indiferentes con los vecinos.
Nos encontramos abiertos a recibir a los que vienen pero después buscamos imponerles nuestros modos y nuestros gustos o enojándonos porque cuestionan nuestras formas.

Cuántas veces nos hemos encontrado con gente que ya no cree en nuestras comunidades ni se la pasa por la cabeza acercarse a alguna de ellas. Que difícil suscitar el deseo de venir a compartir la vida de Dios con nosotros cuando es más saludable estar lejos.

Que nos anime Jesús a romper formas de pensamientos -estructuras mentales- para "dar vida"...
Porque son muchas las carencias - los comportamientos inadecuados - que vienen a nosotros como gritos que pueden molestar como a los discípulos  pero que reclaman nuestra atención y ponen en peligro nuestra comodidad.
POrque son muchos los que reclaman ser tratados como hijos... sentirse en casa... compartir la mesa del pan -el material y aquel que no se ve- que es un Don para todos.


eN nuestro camino... al que encontremos perdido... luchando... excluido... abandonado... huérfano...
anunciemos-le con la escucha y el buen trato que en la mesa de Jesús también hay pan para ellos.






domingo, 9 de agosto de 2020

DÓNDE MIS PIES pueden fallar. Mt 14, 22-33

Después de haber convertido al desierto, por la compasión, en un lugar de sanación; después de haberlo transformado en un lugar de alimento para todos, habiendo abierto las manos de todos para dar lo que cada uno tenía, Jesús vuelve a buscar la soledad en lo alto de un monte.
Vuelve a buscar el encuentro... porque sólo lo más importante nos roba el tiempo.
Así la gente... así Dios.


Mientras tanto los discípulos  son obligados a "pasar a la otra orilla"... Imagen que nos habla de cambio desde dónde se miran las cosas – cambio de perspectiva que muchas veces surge cuando nos hacemos cargo de algo… cuando nos ponemos en contacto con lo que llevamos dentro y dejamos de echarle la culpa a la vida.

Y en el esfuerzo por navegar se desata la tormenta... el mar -como la vida- no los deja avanzar como quisieran... frente al anhelo de que todo sea rápido y salga bien se presentan dificultades.

Allí en el mar se encuentran con el miedo y la oscuridad.
Y surgen las dudas... se experimenta el miedo y también el enojo.
Enojo porque no está todo bien... todo tranquilo...... porque lo que se busca está amenazado por situaciones que no son posibles de advertir… y en muchos casos surge la culpa sin darnos cuenta que no podemos controlarlo todo.
¿Quién de nosotros puede adivinar cuándo aparecerán las dificultades o cuando terminarán?

Y surge la decepción.
Se creía que "ir detrás de él" incluía un camino sin obstáculos ni dificultades... se pensaba -tal vez- que su presencia aseguraba la vida en todos sus proyectos... y más cuando se tenía la serenidad de estar cumpliendo o haciendo todo lo que supuesta-mente él mandaba.

Y surge la negación.
¿Será que a Dios le importa lo que nos pasa?...
Si no hace nada... si parece callado.
¿Será que realmente existe?

CUÁNTAS SITUACIONES PUEDEN LLEVARNOS A NO SABER QUIEN ES DIOS... DÓNDE ESTÁ DIOS.
Y QUIENES SOMOS NOSOTROS.

¿QUE SE HACE ENTONCES'
Se puede decidir no avanzar y quedarse con la seguridad que han dado las mismas cosas de siempre intentando calmar la angustia y el dolor; abandonando toda búsqueda y toda forma de servicio.
O se opta por seguir navegando "hacia la otra orilla" teniendo la firme convicción de estar aprendiendo...


Y cuando ya estaban cansados y desesperados... "a la madrugada" - como aquel primer día de la semana en los relatos de la pascua - ven venir sobre el agua a Jesús...
Y no es posible reconocerlo porque la situación que viven parece haber ocupado todo el espacio... no hay lugar para ninguna otra cosa... como si esto fuese todo... no hay lugar para ninguna otra manera de interpretar las cosas…como si la situación y la propia percepción fuesen la “verdad de las cosas”.
Y es justamente allí... cuando las seguridades que se tenían ya no salvan... que entramos en contacto con ese espacio tan sagrado que todos llevamos dentro -imagen de esto es Jesús acercándose a la barca-.

"Pero Jesús les dijo: Tranquilícense, soy yo; no teman.
Entonces Pedro le respondió: Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua.
VEN, le dijo Jesús..."

Como si las palabras de Jesús los hubiesen despertado... Pedro frente a la seguridad de las palabras de su Maestro quiere probarse también él.
Pedro -que sigue con una imagen falsa de Dios - de un dios que cambia la vida con un toque de magia- quiere ir por ese camino.
Pedro se olvida rápidamente que todo en nosotros es camino – es proceso- y que su Presencia en nosotros no asegura rapidez.

Pero como Jesús quiere seguir formando el corazón de sus discípulos lo invita a caminar...
"¡VEN!, le dijo Jesús..."

En esas aguas -imagen del propio corazón- Pedro hará experiencia de quién es él - y de las fuerzas que lo habitan y que no conoce- y por donde está invitado a caminar para encontrarse con Aquel que todo lo espera, que todo lo cree y que todo lo soporta.
En esas aguas que pueden llevarlo a la desesperanza - hasta hundirse en ellas porque no se ve nada y nada ocurre como se desea - Pedro hará experiencia del Dios que está también en el caos del propio corazón.

Pedro hace experiencia de que el Dios de Jesús no es el de los milagros rápidos sino Aquel que acompaña el lento proceso de transformación... para llevar lo que no es a lo que debería ser... del Dios que hace de la debilidad una posibilidad de camino y de encuentro con lo que hay de don.

Pedro se encuentra con Jesús allí donde siente que se hunde...

¡SEÑOR, SÁLVAME...!

Señor sálvame!, de creer que podemos manejar todo cuanto sentimos.
Señor sálvame!, de buscar cambios mágicos.
Señor sálvame!, del desprecio hacía la propia debilidad y fragilidad.
Señor sálvame!, de nuestras falsas ideas de Dios.
Señor sálvame!, de buscar seguridad en lo que sale bien.
Señor sálvame!, de nuestra propia mirada.

Que podamos creer más en lo que tú mirada nos descubre.
Que podamos creer más en lo que tú mirada abraza.
Que podamos creer más en lo que tú mirada transforma.




domingo, 2 de agosto de 2020

TOD@s hambrientos. TOD@S COMPASIVOS. Mt 14, 13-21

Habiéndose enterado de la muerte de JUAN, Jesús se aleja a un lugar desierto junto a sus discípulos... "para estar a solas" dice el evangelio... tal vez para dar lugar al corazón movilizado por la noticia.
Como si hubiese necesidad de volver a la fuente... como si hubiese necesidad de reencontrarse -una vez más- con aquello que da sentido a que la vida sea DON.

tAL vez por eso no hay enojo cuando la gente rompe con el descanso, al contrario, el corazón de Jesús nos introduce a la MISERICORDIA a través de gestos de sanación.
LA SOLEDAD SE VUELVE COMUNIÓN.
                     "Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y compadeciéndose de ella, curó a los enfermos..."

Donde nada se espera la COMPASIÓN pone en movimiento la vida.
La «compasión» es el verdadero lugar en el que se ambienta el milagro.

COMPASIÓN que no es lástima de parte de alguien que se siente más que los demás... sino expresión de ser uno con los demás... que crece cuando nos alcanza la debilidad.

Un "lugar desierto" se ha convertido, por la compasión, en un lugar de sanación y de alimento.
La compasión transforma los miedos.
POne en movimiento la creatividad.
Es fuente de FELICIDAD.


Pero los discípulos tan acostumbrados a los cálculos y a las previsiones piden a Jesús que despida a la gente... le dicen: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos..."

El tiempo de soledad con Jesús será ahora un lugar de misericordia y también un lugar donde seguir aprendiendo la "praxis de las manos"... es decir... la de las manos abiertas al DON... no para recibir ni para comprar.
Si el encuentro con Dios - si los espacios de intimidad con Él- no hacen crecer en nosotros la compasión... si no nos vuelven más humanos... son una ilusión.

Pero los discípulos frente a lo imposible -"dar de comer a tanta gente"- inmediatamente se resignan y le piden a Jesús que pase por alto el momento...
La percepción de que no hay nada que hacer los hace incapaces de ver aún lo poco que tienen... convirtiéndose eso en una mínima seguridad.


Y Jesús frente a la resignación invita a dar lo poco que se tiene.

El milagro comenzará así... siendo capaces de ofrecerle a Jesús lo que no bastaría ni siquiera para ellos... ¿que son "cinco panes y dos pescados" para tantos?.
El milagro no se compra... no nace de las previsiones que se hacen.
Cuántas previsiones se hacen solo para “acaparar más"... para "tener más".
Cuántos cálculos se hacen que no sirven para nada... o cuantos se hacen para destruir.

Jesús libera a los discípulos de los cálculos que siguen dejando a muchos afuera y sin pan... en sus manos unos pocos panes se convierten en abundancia que sacia a todos.

Cuánto cuesta entrar en la dinámica de que "LA ABUNDANCIA VIENE DEL DON".
DON que comienza cuando -como a Jesús y a sus discípulos- nos dejamos "robar el tiempo" ... cuando nos dejamos encontrar por  los demás donde ellos están y no dónde nosotros quisiéramos.


"TODOS comieron hasta saciarse... 
En aquellos hombres y mujeres -enfermos y hambrientos- el milagro comenzó cuando se fiaron de una palabra que los invitaba a confiar...
"...y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas."
Significa que el alimento que se ha dado no se agota... continúa siendo ofrecido.

En las manos de sus discípulos... lo de Jesús se sigue multiplicando.
Porque el verdadero milagro es dejarse involucrar por la situación del otro... es compadecerse de su dolor... es dejarse afectar por la precariedad del otro.

El MILAGRO ES HABER COMPRENDIDO QUE DESPUÉS DE HABER ESCUCHADO, LA VIDA CONTINÚA EN LAS MANOS.

En el DESIERTO una mesa ofrecida.
Una MESA donde todos tienen lugar y no está cerrada para nadie.

Una MESA donde todos volvieron a experimentarse con hambre de algo más que de pan.
Tal vez está será la tarea más difícil en quienes están muy satisfechos... o desencantados de todo... o aquellos que todavía creen que el tener lo da todo... hacer nacer ese DESEO de más dónde Dios dejaría de ser "algo más".

¿Se imaginan liberarnos del esquema de lo "que está bien" o "hasta donde” para vivir desde donde somos compasión y DON PARA LOS DEMÁS?