PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


El Señor vino, viene y vendrá. Por eso el Adviento, que quiere ponernos en sintonía con estas venidas, es tiempo de esperanza, de una espera activa que tiene mucho que ver con la vigilancia y el “estar en vela” del evangelio. 

El Señor viene constantemente, todos los días y de muchas maneras hasta nosotros. Viene a sacarnos de la rutina, de la indiferencia y se nos presenta a través de acontecimientos y situaciones personales y sociales.

 El profeta Isaías señala dos consecuencias 
de la escucha a esa presencia que viene: 
la apertura a todos y el trabajar por la paz.

 “De las espadas forjarán arados, 
de las lanzas podaderas. 
No se alzará pueblo contra pueblo, 
no se adiestrarán para la guerra…”


PRIMER DOMINGO: UNA VELA

Encendemos Señor esta luz 
como aquel que enciende su lámpara
para salir, en la noche, 
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del adviento 
queremos levantarnos
para esperarte preparados, para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven. 
Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, 
porque Tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda, y la alegría más verdadera.
¡VEN SEÑOR JESÚS. VEN SEÑOR JESÚS!


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