"Vengan a ver al hombre que me dijo todo lo que hice..."
No parece una buena propaganda...
¿Quién tiene el coraje suficiente para escuchar de una, todo lo que ha hecho?
¿Quién resiste tanta verdad al mismo tiempo?
Acaso, ¿no es mejor olvidar para no seguir con el mismo sufrimiento?
Y lo encontró sentado junto al pozo de agua...
Allí dónde buscamos una y otra vez apagar nuestra sed de amor y aceptación; junto al pozo de los vacíos y el de la desolación que deja el rechazo... allí nos espera... con ese espacio del corazón quiere que nos encontremos... y viene a nosotros en la necesidad de otros que cómo un espejo desnuda la nuestra... se hace necesitado de nuestra agua...
Todo comienza con un diálogo... con algo que descoloca... que invita a levantar la mirada... a salir de los propios pensamientos y juicios... a separarse de aquello que hay que cuidar tanto.
Y tantos rechazos y decepciones no fueron en vano... la desconfianza y el sufrimiento hicieron muy bien su trabajo... ante las primeras invitaciones para volver a confiar, las defensas y murallas funcionaron muy bien...
Cuánto más quiere encontrarse con lo valioso que está dentro, después de tanto desprecio, más difícil se hace el creer y confiar... y por ser lo que sé es, "mujer y samaritana", no puede ganarle... racionalmente no ganará... no puede ser verdad...
Hizo falta mucho tiempo para levantar semejantes resistencias para que con unas cuantas palabras quieran atravesarlas.
Y no es fácil aceptar esa pregunta que puede llegar a cuestionar o desestabilizar ese modo de vivir que la ha hecho una sobreviviente... lo aprendido se vuelve absoluto y la herida no sanada nos vuelve sordos... defendemos detalles y hacemos guerras de ideas.
Sólo cuando es tocado ese espacio maltrecho del corazón... sólo cuando la pregunta es sobre lo que se busco para sentirse valiosa... sólo cuando es capaz de ponerse en contacto con esa sed tan intensa de amor y aceptación que la llevó a estar adónde ella está ahora, vacía y sin que nada le sea suyo, ni su cuerpo... solo entonces se quiebran los pliegues del corazón.
Hay que pasar el momento... sentirse quebrantada... sin nada para ocultar la necesidad tapada con tantos "maridos"...
Se deja mirar ... pero esa todavía no es su mayor verdad.
Y es justamente allí... en el lugar de las mayores heridas y el de las luchas más intensas, dónde el corazón cansado deja de pelear y se abre...
Y entonces es posible entrar... el corazón se transforma en un lugar de encuentro...
Dios estaba allí -esta era su mayor verdad... "Él es la Fuente"-... y es allí, dentro y en lo profundo, dónde quiere ser adorado -quiere mirarnos y decirnos que su "amor basta"-... en "espíritu y en verdad".
Y desde allí quiere ser el que se dé, a través nuestro, a los demás.
Y todo se vuelve libertad... los pies corren solos al encuentro de los demás... ya no hay nada que defender... de nada hay que cuidarse... ni el cántaro ya necesita.
Ella se ha vuelto -su cuerpo, sus afectos, sus sentidos-
"MUJER CÁNTARO"...
la Fuente fluye en ella hacia los demás.
Vengan a ver a quien me ha dicho todo lo que hice...
ya nada importa más que aquello que está y brota desde dentro.
Apéndice:
"La mujer, dejando allí su cántaro,
corrió a la ciudad y dijo a la gente: Vengan a ver..."
DEJÓ ALLÍ EL CÁNTARO
de las manos siempre vacías porque nada fue suficiente.
DEJÓ ALLÍ...
el cántaro del cuerpo encorvado por la culpa y la vergüenza
el cántaro del corazón agujereado y roto por las decepciones tenidas
el cántaro de los deseos prohibidos y negados
DEJÓ ALLÍ...
el cántaro de la mirada sometida a las miradas de los demás
el cántaro de las presiones por no haber podido responder a las expectativas de la gente
el cántaro de la complacencia que sujetaron sus pies por mucho tiempo
DEJÓ ALLÍ...
el cántaro del sufrimiento por no sentirse amada ni valorada
el cántaro de la vida entregada sin sentido
el cántaro del anhelo profundo buscado saciar torpemente
el cántaro del aislamiento que encierra en la soledad y en el desaliento
el cántaro de la satisfacción inmediata que aleja de lo profundo
DEJÓ ALLÍ...
el cántaro de las palabras no dichas por miedo al qué dirán
el cántaro de los rótulos que mantienen amorzada la novedad
Dejó allí el cántaro "vacío" que sólo servía para retener y controlar
y se dejó llevar por ese otro que solo sabe de servicio y entrega.
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