Ambos andan con los pies desnudos; pero uno más consciente que el otro -y más cerca- de quién es en verdad.
Creyéndose con derechos, el TIRANO no deja de exigir, convirtiendo en enemigos a quiénes le muestran un límite.
Insatisfecho se ha vuelto una víctima de sí y de los malestares propios de la vida.
Incapaz de amar fuera de su propio ego, busca manipular los vínculos con el silencio y la indiferencia.
Su ausencia de memoria lo ha vuelto incapaz de compasión y de perdón.
El AGRADECIDO, aun con dolor muchas veces y sin entender, permanece atento y abierto. Y con una profunda actitud de disponibilidad se hace cargo de cuánto la vida le presenta.
Siendo consciente de cuánto ha recibido, ni el límite lo cierra ni el abandono lo ciega.
Abierto al perdón puede vivir sin juicios ni condenas... y desde una profunda escucha valora toda vida y todos los caminos.
Y la cercanía y el servicio se han vuelto cómo el corazón con el qué trata a los demás.
Que el tirano muera cada día un poco más dentro nuestro...
y que el AGRADECIDO sea.
