Un CAMINO de cuatro semanas.

Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor,
Tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles
y se aplanen todas las montañas y colinas;
que las quebradas se conviertan en llanuras
y los terrenos escarpados en planicies!”    
Isaías 40, 3-4

CAMINO DE COMUNIÓN
El camino no se puede recorrer en solitario. Vamos como Pueblo de Dios, unos con otros, unos dependiente de los otros. El desierto de la historia, de la construcción del Reino de Dios, está colmado de caminos polvorientos y difíciles. Pesado y duro es caminar en solitario, construir el Reino solo.
El amor de Dios circula con la misma sangre a través de todos sus miembros, uniéndonos en la misma vida. El amor de Dios nos llega a través de los demás, aunque nos parezcan débiles y limitados. Lo que hacemos al prójimo lo hacemos a Jesús. Yo soy el mismo cuando oro y cuando paso indiferente ante la mano tendida del hermano. Las actitudes profundas de mi oración las repito luego en la vida.

CAMINO DE SOLIDARIDAD
 El camino de Dios es distinto. Dios sale al margen de nuestros caminos y deja, como buen samaritano, que la necesidad del asalto en el camino obligue a trazar un nuevo itinerario.
 El camino de Dios pasa por el margen. Los caminos de Dios nos resultan incomprensibles (Romanos 11,33), y distantes de los nuestros como el cielo de la tierra (Isaías 55,9); como el centro rico y poderoso de nuestras ciudades dista de los márgenes donde trata de sobrevivir el Pueblo de Dios.
 Jesús identificó con claridad a estos marginados. Ya sabemos por donde pasan los caminos de Dios.

CAMINO DE LUZ
 Jesús es la luz que ilumina a todo hombre. De su luz reflejamos nosotros nuestra luz. Todos los momentos de nuestra vida deben pasar por la prueba de la luz. Lo que esté oscuro, lo que no refleje luz, no es de Dios. Mientras nos ilumina la luz debemos caminar, adelantando el camino para cuando aparezcan las sombras, las dudas, las tristezas…camino para cuando aparezcan las sombras, las dudas, las tristezas…
“Somos criaturas de la luz, de ella provenimos. No temamos a las apariencias de la oscuridad,  ni ante el disfraz del mal, ni ante el salto vacío de la muerte: Son las piedras en las que hemos elegido amasar el agudo filo de nuestro espíritu. “Pase lo que pase, sean como sean las apariencias, la única realidad es el amor.” (Richard Bach)

CAMINO DE LA IGLESIA
 La Constitución “Lumen Pentium”, en su capítulo l, cuando habla sobre el misterio de la Iglesia dice que Cristo es la luz de los pueblos. Y es misión de la Iglesia ser luz de los pueblos. Por eso llega el Señor…
• Cuando la IGLESIA anuncia el Evangelio a toda criatura;
• Cuando la IGLESIA celebra y canta la salvación;
• Cuando la IGLESIA vive la caridad, cuando toca nuestra puerta como hermano necesitado;
• Cuando vive la comunión fraterna.

ANUNCIAR
Adviento es invitación a que todo el Pueblo de Dios asuma su tarea profética (LG 12). Desde la Palabra hay que leer los signos de los tiempos; así surgen los nuevos profetas que saben descubrir la presencia de Dios donde todo parece ser silencio y ausencia. El profeta es crítico porque percibe la lentitud  de la marcha hacia ese horizonte siempre inacabado que es el Reino de Dios. Hay profecía donde hay anuncio de ESPERANZA. Nuestra Iglesia, siempre en camino, requiere el camino del profeta.

CELEBRAR
La Iglesia realiza su servicio celebrando la obra de la salvación. La celebración del misterio de la presencia del misterio de Cristo en la Iglesia. Al ciclo de los cuatro domingos de ADVIENTO, estamos llamados a recuperar el domingo como día de fiesta, de la esperanza, en conexión al acontecimiento fundante de la resurrección. Nuestra Iglesia, Pueblo de Dios en marcha, requiere el carisma de lo lúdico, del canto, de la celebración de la cercanía del Reino que está dentro de nosotros.

SERVIR
La Iglesia tiene el carisma de servir a los necesitados de este mundo. Está llamada a intuir las heridas de los hombres y sanarlas; la iglesia es una interpretación alegórica de la parábola del Buen Samaritano, aquella posada que socorre y acoge al herido del camino, lugar para encontrarse, lugar de intimidad, lugar-símbolo del encuentro con Dios. Nuestra Iglesia, Pueblo de Dios en marcha, requiere también el carisma de lo curativo, medicinal, para ser en verdad Iglesia de los pobres (LG 8), Iglesia de la misericordia.

COMULGAR
ADVIENTO anticipa el banquete del Reino al que han sido invitados todos los hombres de buena voluntad. La Iglesia ha de ser permanente motivo de esperanza. Si queremos reconstruir la esperanza debemos aprender de los moradores de los tercer y cuarto mundo, auténticos destinatarios de la promesa de Dios; ellos nos enseñan a formular con toda Prepararse para el ADVIENTO del Señor es conversión a las esperanzas del Reino, llamada a revestirse de la misma esperanza  que tuvo Jesús; nosotros podemos esperar y esperamos: “El es nuestra esperanza” (1 Tim. 1,1)

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