lunes, 30 de noviembre de 2020

ALÉGRATE, MARÍA!. Alégrate, Dios está con vos. Lc 1,26-38



Todos conocemos la respuesta a la pregunta que el Padre Dios espero del ángel.



La Mujer que "le había caído en gracia" había respondido con total disponibilidad.



Pero es necesario para llegar a comprender el sentido de este texto ir más allá del relato... tal vez será necesario dejar esa comprensión tan literal que nos hace alejarnos de aquella VERDAD que por ser tan inabarcable tiene que ser contada de una manera mítica... Si así lo hacemos podemos comenzar por preguntarnos:

- ¿CÓMO ESTAMOS NOSOTROS BUSCANDO A DIOS?
- ¿SOMOS CONSCIENTES DE QUE EN NOSOTROS HAY UN DON DADO GRATUITAMENTE?
- ¿QUE HACEMOS NOSOTROS FRENTE A ESE DON RECIBIDO?

Tal vez nos podemos llegar a sorprender descubriendo en nosotros... todavía... ciertas oraciones o acciones buenas... motivadas por la búsqueda de devolverle algo a Dios... o de comprar su voluntad en favor de alguna necesidad... o haciendo sacrificios para que nos quite lo humano del padecer o del dolor de haber entregado...  que lejos nos ubican estas motivaciones de recibir gratuitamente lo que gratuitamente se nos da.

Como nos cuesta entender que nuestro Dios se hace presente como Vida nueva justamente allí donde nadie elegiría... como aquella vez que eligió Nazaret -pueblo que nadie conocía - y no los palacios o los templos donde sería más rápido reconocido... o como aquella vez que eligió a una simple Mujer -fiel y pobre- como tantos otros, para hacerla toda ella "Morada del Altísimo".

Como nos cuesta aceptar que DIOS ES ENCARNACIÓN...  Que Dios está en nuestra humanidad como ella está y no como nosotros quisiéramos que este. 
Decir que Dios es encarnación es decir que Dios está en nuestra historia -como nuestra historia es - para "salvarla" -para transformarla- desde dentro...

¿Y qué significa esto?
Significa que podemos re-descubrir quiénes somos en verdad, a partir de nuestros vacíos que nos dejan tan desprotegidos a todo.
Que hemos sido hechos para la apertura y la entrega aun cuando nos amenazan los miedos.

Significa que podemos elegir VIVIR DESDE un DON RECIBIDO y que esto significa hacer experiencia de salvación - de plenitud - de vida verdadera... aunque esto no nos salga de una manera pura totalmente.

Por eso, deseemos poder hacer nuestras las posibilidades que llevamos dentro.
Que nos abramos al material del que estamos hechos... que el dolor y la muerte pueden no ser amenazas.

Una vez más descubramos que no depende de nosotros el que Dios esté en nuestra vida... de si somos buenos o malos.

ES DON GRATUITO. 
NO PODRÁ NUNCA NACER DE NOSOTROS... 
NI SER MERECIDO, MENOS COMPRADO... ES DON.

RECIBE... ALÉGRATE!

Lo gratuitamente dado no dejará de serlo por miles de gestos que podemos llegar a ser para sentir que lo hemos merecido... ni tampoco dejará de serlo porque lo rechacemos al no sentir que nos salva de lo feo que estamos viviendo.

Descubramos entonces, que lo seguimos esperando en lo espectacular... en el milagro de que algo desaparezca de nosotros... o en la búsqueda de una paz que tiene más que ver con el cementerio que con aquella que se dio en medio de la oscuridad...

CUANTO MÁS ABRAZAMOS NUESTRA HUMANIDAD,
MÁS COMPRENDEREMOS LA ENCARNACIÓN.

"Dios está contigo..." le dijo el Ángel a María. Como esta dicho en nuestra vida. 
Todo su ser... lo que es... su fuerza y su pasión por la vida está en nosotros. No viene desde afuera... sino que está dentro... en lo profundo... pero permanecerá siempre como "a la puerta de nuestra vida" esperando la apertura... nuestro "así sea".
¿Para qué?

Para seguir poniendo sus pequeños pies en nuestra debilidad y de esa forma descubrirnos lo que llevamos dentro, es decir: la posibilidad de crear... de amar... de esperar... de soñar... como Él lo hace.
Para descubrirnos que todo en nosotros es un lugar de encuentro.



MARÍA,
Señora del Silencio y de la Espera...
deseamos velar contigo
hasta que nazca el Señor
en la pobreza más radical,
en el abandono más áspero,
en el dolor más extremo,
en la vida más desolada...
Y que nos alcance en medio de la noche
el canto de los ángeles que anuncian
que Dios sigue amando...
y que nuestros pies se contagien
yendo al encuentro de los demás
generando paz, buscando justicia,
portando alegría.

MARÍA, Señora de la Nochebuena,
Madre de la Luz. Amén.

Que el Señor nos encuentre camino a Belén.






domingo, 29 de noviembre de 2020

VENTANAS QUE SE ABREN. Mc 13, 33-37

Comenzamos el tiempo del ADVIENTO renovando el deseo de seguir aprendiendo a "pasar por el corazón de Jesús" nuestra propia vida dejando que siga iluminando esos espacios donde parece que nos seguimos escondiendo...
Todos tenemos lugares que siguen necesitando apertura y luz.

Este tiempo es una invitación a descubrir que toda nuestra vida es un continuo adviento... que lo que ya somos y estamos invitados a ser ya está dentro nuestro..
y que al no creerlo totalmente nos seguimos buscando fuera... nos seguimos valorando por lo que nos sale bien o por lo que tenemos.

Pero, ¿qué nos pasa entonces con el "mientras tanto" de ese lento proceso que llamamos vida?
¿Qué nos pasa cuando la incertidumbre y el miedo nos alcanzan?
¿Qué nos pasa cuando percibimos "oscuridad" alrededor nuestro?

Debemos reconocer la fuerza que tiene en nosotros estos sentimientos que nos llevan muchas veces a confiarle la vida a cosas, a roles o a ideas buscando tal vez que en algo nos faciliten el camino haciéndonos sentir un poco menos inseguros.
Cuánto nos desaniman estos sentimientos creyendo que tal vez no estamos a la altura de las situaciones que los provocan o porque tal vez nos sentimos culpables por habernos equivocado.

Necesitamos aprender de aquellos que están en el evangelio "ASOMADOS A LA PUERTA"... en medio de la noche... 
Que con la experiencia de la propia historia como fuente de esperanza permanecen mirando hacia el cielo... suplicando... orando que no es otra cosa que aceptar el carácter de misterio que tiene la vida, dónde alcanzamos a percibir que la realidad es mucho más que lo percibimos, o entendemos o controlamos.

Estar "asomados a la puerta" es descubrir que lo que nos salva en medio de lo incierto... lo que salva la esperanza es la mirada... de ahí la invitación del talmud: "no recen en una habitación sin ventanas".

TODA SITUACIÓN HUMANA, PARA EL QUE ESPERA, SE TRANSFORMA EN UNA VENTANA QUE SE ABRE... AUNQUE HAYA QUE ATRAVESAR LA NOCHE.

Por eso, estar "asomados a la puerta" es mirar hacia fuera de nuestro yo... hacía fuera del círculo de la autosuficiencia que tantas situaciones lo han hecho trizas.
Estar "asomados a la puerta" es mirar hacia fuera de nuestros propios dolores y preocupaciones; o fuera de nuestra comodidad o de nuestras costumbres... descubriendo que esas situaciones no son el centro de nuestras vidas.
Estar "asomados a la puerta" es permanecer fieles a lo más verdadero que hay en nosotros siendo fieles al presente.

Estar "asomados a la puerta" es mirar  hacia fuera en medio de la noche... es abrirnos a los cuestionamientos de lo que consideramos evidente... claro... cierto.
Estar "asomados a la puerta" es arriesgarse a confiar en una palabra dada sin muchas certezas... cambiando ansiedad por confianza.
Estar "asomados a la puerta" es adaptarse al proceso lento de la germinación o de gestación... sin intentar manipularlos ni precipitarlos, confiados en el impulso de crecimiento que está fuera del propio alcance.
Estar "asomados a la puerta" en medio de la noche... es aceptar la ambigüedad de la vida... que no todo es trigo ni todo cizaña.

El silencio que percibimos de Dios en nuestras vidas... en medio de muchas de las situaciones que vivimos puede paralizarnos.
Los modos de relación a los que estamos llamados pueden desconcertarnos... donde dice que se encuentra puede bloquearnos.

Es justamente allí donde necesitamos que otros nos ayuden a sostenernos en la opción... que nos digan que "vale la pena"... que tiene sentido ir detrás de él... relacionarse con los demás como él lo hace... abrirnos al silencio aunque no entendamos... permanecer fieles aún en medio de la incertidumbre.

En lo que experimentamos como noche en nuestra vida, no se decide quedarse o irse... no se toman otras opciones sino aquellas que hacen permanecer en la fidelidad.

Haciendo esto nos encontraremos con aquellos hombres y mujeres que permanecieron en sus decisiones aun cuando no tenían todo claro... aun cuando la incertidumbre iba creciendo a cada paso...


Y porque se animaron a permanecer "asomados a la puerta" fueron capaces de encontrarlo fuera de los ámbitos que eran definidos como más sagrados.

TODA SITUACIÓN HUMANA, PARA EL CAMINANTE, SE TRANSFORMA EN UNA VENTANA QUE SE ABRE... AUNQUE HAYA QUE ATRAVESAR LA NOCHE.



Bienaventurado Francisco de Asís. Octubre 2020

Celebrar a Francisco de Asís es celebrar lo que Dios hace y quiere hacer en cada uno de nosotros, si nos dejamos llevar. 

Es celebrar como y hasta donde los “modos de Jesús” son capaces de reconciliar, de sanar y de transformar la vida de una persona. 

Pero también es volver a caer en la cuenta de que dentro de cada uno de nosotros vive un santo y un demonio. Como en Francisco.

Detrás del Santo se oculta una persona que ha conocido lo oscuro que también hay en el corazón humano, aquellas cosas que nos desgarran: instintos de muerte conviviendo con instintos de vida; impulsos de comunión y donación y pulsiones de egoísmo, de rechazo y de mezquindad; deseos de Dios (de bondad, de verdad, de justicia, de servicio…) junto a todo eso que nos vuelve cómodos, indiferentes, lejanos a los demás… hasta la negación de lo trascendente en nosotros.

Nada de todo esto está ausente en la vida de Francisco. Sería ingenuo y también desconocimiento de sí mismo, creer que la vida de un santo ha sido siempre fácil, risueña.

Si es santo, justamente es porque ha sentido todo esto, pero tal vez no con-sintió con estas fuerzas oscuras; pero no las reprimió (las sintió) y optó haciendo que el proyecto de Jesús trazará un camino para todas ellas. 

Francisco se dejó poseer por la fuerza del deseo que lleva a totalizar la vida, las energías, los afectos.  Todos llevamos dentro esta fuerza… fuerza que por su propia naturaleza constituye la energía básica de la vida y que se expanden en todas las direcciones.  

Es fuerza que se presta a la construcción como a la destrucción (puede ser ángel o demonio); es fuerza que busca saciar algo que no tiene (carencia-satisfacción), por esa razón podrá ser fuerza que se expresa como entrega, como amor que se abre… o se expresará de manera posesiva, rechazando y usando.

Una vida sin este deseo, sin está fuerza vital será una vida llevada por la apatía –contraria a la pasión- y por la indiferencia –contraria al amor-.

Pero tendremos, como Francisco hacer camino de reconciliación de estos dos polos que no podrán nunca ser destruidos dentro nuestro.

¿Cuáles fueron los caminos por los cuales Francisco se puso en relación con estas fuerzas? ¿Cuál fue el comportamiento que le permitió crecer en la libertad?

Podríamos decir que ante nosotros, como ante Francisco, se presentan dos opciones, dos caminos: el del perfecto (figura de la flecha que orienta y apunta) o la de aquel que abraza sin rechazar (figura del círculo, que engloba e integra).

El primero intenta no escuchar lo que puede llegar a sentir como contrario a lo que ansía vivir. Trata de “demonio” lo que siente como “malo”. Existe el riesgo de reprimir lo que no entra en los moldes de lo que llama “perfección”. Y esto no significa que las fuerzas negadas desaparezcan o dejen de existir. Cree controlarlas pero están presentes pero negadas. Y tironean la vida haciéndola insoportable y volviéndola rígida y dura, como sin corazón (sin ternura).

El segundo, sin saberlo tal vez, fue el camino de Francisco. Es capaz de abrazar todo cuanto se experimenta a partir de una intuición que se percibe como esencial. No reprime nada… no le teme a sus pasiones… se anima a dialogar con ellas. 

Y al no condenar ni tratarlas con violencia, lo negativo pierde fuerza y se va de a poco comportando como una fiera domesticada. Y se rompe con el deseo de controlar… dando paso a gestos de una profunda ternura.

La razón y el control nos acartonan… y tras el pretexto de “querer hacer las cosas bien” se deshumanizan las relaciones con los demás. .es capaz entonces de romper con lo razonable… con el deseo de control… 

Francisco fue capaz de sentir y vivir un amor tierno porque antes se encontró con lo oscuro del propio corazón; porque si se niega una, se pierde la otra. 

Y supo por experiencia que este abrazo que integra es un camino con muchas idas y venidas, ascensos y caídas, renuncias y reconquistas. Supo que la presencia de esa oscuridad que divide es un duro golpe contra el “Yo” que busca afirmarse, que no quiere reconocer su parte negativa, sino que busca ocultarla e incluso negarla.

Cuando se considera “gusanito pecador” está justamente hablando de esas zonas donde habitan “los lobos” que precisan continuamente diálogo “sin juicio ni condenas”… diálogo con tiempo para integrarlos… 

Y allí se experimentó liberado…

¿Cómo domesticar las cuestiones que a nosotros nos afligen? Es más que elaborar unas teorías. Significa hacer camino que debe ser andado día a día sin esa falsa ilusión de que algún día desaparecerán. Y justamente porque no desaparecen, nos enojamos… nos desalentamos y abandonamos la búsqueda.

Lo más curioso, en Francisco, es que la conciencia de lo negativo no fue acompañada en él, como suele suceder, por un sentimiento de tristeza y de amargura, sino de una profunda alegría.

Alegría nacida de una profunda experiencia de la Misericordia de Dios. Misericordia que significa el amor compasivo y tierno de Dios, que es infinitamente más grande que todas nuestras debilidades (aún de nuestro pecado).


MISERICORDIA QUE SIGNIFICA QUE DIOS 

ES MÁS GRANDE QUE NUESTRO CORAZÓN.

La consecuencia es que todo en nosotros puede ser también camino de encuentro. Francisco tiene experiencia de que nada, jamás, podrá impedir que Dios lo siga amando. De ahí que las relaciones entre hermanos deberían expresar esa misma misericordia sin límites.

Aceptar lo sombrío –lo oscuro- de los hermanos es expresión de la aceptación de las propias sombras.

Francisco comprende que esto hace más humana la vida y al mismo tiempo rompe con todo fariseísmo y distanciamiento, que son como barreras que ponemos ante lo negativo.

Francisco dice sobre la “perfecta alegría” o la “perfecta libertad”:

FLORECILLAS, cap. VIII 

Cómo San Francisco enseñó al hermano León en qué consiste la alegría perfecta

Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Ángeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante , y le habló así: ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.

Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta. 

Caminando luego un poco más, San Francisco gritó con fuerza: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas, y todas las ciencias, y todas las Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta.

Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte: ¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de las aves y de los peces y de todos los animales, y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces, y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta.

Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta. Así fue continuando por espacio de dos millas. Por fin, el hermano León, lleno de asombro, le preguntó: Padre, te pido, de parte de Dios, que me digas en que está la alegría perfecta. Y San Francisco le respondió:

Si, cuando lleguemos a Santa María de los Ángeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: "¿Quiénes sois vosotros?" Y nosotros le decimos: "Somos dos de vuestros hermanos". Y él dice: "¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!" Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe ¡oh hermano León! que aquí hay alegría perfecta. 

Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: "¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!" Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. 

Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: "¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido". Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta.

Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de El, por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo. A él sea siempre loor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Queda claro que la perfecta alegría no tiene que ver con todo lo positivo que podamos tener o por más religiosos que seamos, sino en la negatividad asumida con amor.

La perfecta alegría o la perfecta libertad no consisten en ser un gran santo, ni un sanador portentoso, ni un sabio genial, ni un misionero capaz de convertir a todos los infieles, sino en aceptar lo que la vida tiene de conflicto, de ruptura, de contra tiempo, de crisis… 

Consiste en recibir eso que llega, dejando de renegar… creciendo con eso que viene a nosotros bajo muchos ropajes (rechazos, indiferencias, no ser reconocidos, dudas, críticas, murmuraciones, juicios, proyectos frustrados, etc) que pueden desalentarnos y hacer que abandonemos aun lo que creíamos o lo que estábamos haciendo por los demás.


La perfecta alegría o la libertad perfecta provienen de un amor tan intenso que no sólo es capaz de soportar, sino de amar y abrazar alegremente la propia negatividad. 

Quién vive desde aquí es verdaderamente libre, pues nada lo vive como amenaza… y por ende nada transforma su actitud en amargura. Se sabe libre porque se posee totalmente a sí mismo y se sabe en las manos de Alguien que es más grande que su propio corazón. 


domingo, 15 de noviembre de 2020

Tú erEs toDa nuesTra verDad. Mt 25, 14-30

Recordemos que estamos ante una PALABRA celebrada por una comunidad que creía estar a las puertas de la venida de Jesús y frente a esa realidad las decisiones cotidianas se transformaban en decisiones vitales... de ahí la urgencia a "hacerse cargo" de lo recibido.
Pero ¿qué es eso "dado... recibido" que es comparable a los talentos?

Nuevamente necesitamos dejar esas interpretaciones que reducen los talentos a la posesión de bienes como algo proporcional a lo bueno que uno hace como así también identificarlo con las cualidades que cada uno tiene haciendo a Dios alguien muy cruel que no solo hace diferencias sino que además da para exigir más. Seguimos necesitando superar esas maneras de hablar donde "dios reparte..." "dios determina..." "dios elige..." que tan mal nos hacen.

La palabra quiere conducirnos a través de la imagen de los talentos a percibir que nosotros poseemos "un tesoro escondido" que va más allá de todo cálculo... aún más allá de la propia posibilidad de conseguirlo.

Tendríamos entonces que comenzar por descubrir aquello que hay de más común en todos nosotros; y que nada justifica guardarlo ni esconderlo y que por sobre todas las cosas nos hace crecer en humanidad.

DIOS EN NOSOTROS... su presencia que renueva la vida en nosotros... es lo más verdadero... es el talento recibido... que se IDENTIFICA con aquello que moviliza y hace más humana la vida.
Lo experimentamos como "deseo de más" dentro nuestro... como búsqueda de que la vida tenga sentido... y justamente su presencia es lo que hace que la vida sea valiosa.

Y esto se convierte en una "manera de vivir" donde la creatividad, el servicio y la vida compartida se transforman en los criterios desde los cuales se vive y se sueña.

La vida adquiere movimiento y lo cotidiano, que asusta con su rutina, se transforma en un espacio donde se continúa aprendiendo a amar... a ser con otros. 
Para esta "forma de mirar y de vivir"... que está en todos como posibilidad... no hay situación que pueda impedirlo. 
NO HAY AÑOS PERDIDOS.

Pero es verdad que muchas veces el miedo al qué dirán o a perder cierta seguridad o apoyo nos ha llevado a cuidarnos... a evitar desafíos o búsquedas nuevas bajo pretexto de prudencia o para guardar la calma familiar.
Cuánta quietud... cuanto aburrimiento hay en nosotros, porque elegimos la tranquilidad y no esos caminos de mayor entrega y servicio que probablemente nos hubiese llevado a descubrir nuevas posibilidades en nosotros.

Cuántas situaciones de dolor y de pobreza de los demás, dejamos pasar por miedo a perder tiempo y comodidad.
Con cuánto miedo nos encontramos al momento de salir nosotros, o los demás, de situaciones que esclavizan... y que nos hacen permanecer en el estado de víctimas que tanto nos daña.
Cuanta creatividad se encuentra sujeta al miedo que desautoriza y trunca caminos, porque siente la "novedad" como amenaza a su propia valoración y al control del "siempre se hizo así".
Cuánto miedo a decir por lo que en verdad vale la pena jugarse, para no quedar marcados... cuánta falta de "espíritu profético" hay en entre nosotros.

El miedo produce barreras.
Nos hace creer que el cumplimiento de las normas nos salva.
El miedo paraliza la vida y no nos permite avanzar.

dOS actitudes frente a la vida...
Una lucha en el corazón...


Cuando nos dejamos llevar por la generosidad... por la creatividad... por la capacidad de amar... por el poder del perdón... por el amor a la vida... que todos llevamos dentro, encontramos lo que hay de más verdadero en nosotros.
Y nos descubre lo valioso y lo digno que somos.

"...y fui a enterrar tu talento...", le dijo quién había recibido un talento.
Guardarnos... escondernos... replegarnos... acaparar y querer controlar es privarnos de lo que nos hace más humanos y hemos recibido como don. 
La seguridad que da el no correr riesgos frente al "señor exigente"... que podemos identificarla con maneras de vivir que nos dejan siempre en la comodidad y en la indiferencia con los demás... no nos salva de la duda sobre nosotros mismos... porque nada de lo que hagamos podrá hacer valiosa la vida... y nos sentiremos tironeados a silenciar esa duda con acciones buenas que no hacen otra cosa que volvernos cada más más rígidos.

Lo primero expresa GRATITUD.
Lo segundo falta de CONFIANZA EN LA VIDA.

Ésta le pone límites a la vida...
Aquel solo sabe de la vida como camino...

El evangelio es una provocación a nuestra libertad para hacernos más conscientes de la necesidad de un PARA QUE en la vida... de un PARA QUÉ, que exprese lo que ya somos y llevamos dentro.

Que sea el PARA QUÉ de Jesús...
 donde no hay lugar para el miedo.