domingo, 29 de noviembre de 2020

VENTANAS QUE SE ABREN. Mc 13, 33-37

Comenzamos el tiempo del ADVIENTO renovando el deseo de seguir aprendiendo a "pasar por el corazón de Jesús" nuestra propia vida dejando que siga iluminando esos espacios donde parece que nos seguimos escondiendo...
Todos tenemos lugares que siguen necesitando apertura y luz.

Este tiempo es una invitación a descubrir que toda nuestra vida es un continuo adviento... que lo que ya somos y estamos invitados a ser ya está dentro nuestro..
y que al no creerlo totalmente nos seguimos buscando fuera... nos seguimos valorando por lo que nos sale bien o por lo que tenemos.

Pero, ¿qué nos pasa entonces con el "mientras tanto" de ese lento proceso que llamamos vida?
¿Qué nos pasa cuando la incertidumbre y el miedo nos alcanzan?
¿Qué nos pasa cuando percibimos "oscuridad" alrededor nuestro?

Debemos reconocer la fuerza que tiene en nosotros estos sentimientos que nos llevan muchas veces a confiarle la vida a cosas, a roles o a ideas buscando tal vez que en algo nos faciliten el camino haciéndonos sentir un poco menos inseguros.
Cuánto nos desaniman estos sentimientos creyendo que tal vez no estamos a la altura de las situaciones que los provocan o porque tal vez nos sentimos culpables por habernos equivocado.

Necesitamos aprender de aquellos que están en el evangelio "ASOMADOS A LA PUERTA"... en medio de la noche... 
Que con la experiencia de la propia historia como fuente de esperanza permanecen mirando hacia el cielo... suplicando... orando que no es otra cosa que aceptar el carácter de misterio que tiene la vida, dónde alcanzamos a percibir que la realidad es mucho más que lo percibimos, o entendemos o controlamos.

Estar "asomados a la puerta" es descubrir que lo que nos salva en medio de lo incierto... lo que salva la esperanza es la mirada... de ahí la invitación del talmud: "no recen en una habitación sin ventanas".

TODA SITUACIÓN HUMANA, PARA EL QUE ESPERA, SE TRANSFORMA EN UNA VENTANA QUE SE ABRE... AUNQUE HAYA QUE ATRAVESAR LA NOCHE.

Por eso, estar "asomados a la puerta" es mirar hacia fuera de nuestro yo... hacía fuera del círculo de la autosuficiencia que tantas situaciones lo han hecho trizas.
Estar "asomados a la puerta" es mirar hacia fuera de nuestros propios dolores y preocupaciones; o fuera de nuestra comodidad o de nuestras costumbres... descubriendo que esas situaciones no son el centro de nuestras vidas.
Estar "asomados a la puerta" es permanecer fieles a lo más verdadero que hay en nosotros siendo fieles al presente.

Estar "asomados a la puerta" es mirar  hacia fuera en medio de la noche... es abrirnos a los cuestionamientos de lo que consideramos evidente... claro... cierto.
Estar "asomados a la puerta" es arriesgarse a confiar en una palabra dada sin muchas certezas... cambiando ansiedad por confianza.
Estar "asomados a la puerta" es adaptarse al proceso lento de la germinación o de gestación... sin intentar manipularlos ni precipitarlos, confiados en el impulso de crecimiento que está fuera del propio alcance.
Estar "asomados a la puerta" en medio de la noche... es aceptar la ambigüedad de la vida... que no todo es trigo ni todo cizaña.

El silencio que percibimos de Dios en nuestras vidas... en medio de muchas de las situaciones que vivimos puede paralizarnos.
Los modos de relación a los que estamos llamados pueden desconcertarnos... donde dice que se encuentra puede bloquearnos.

Es justamente allí donde necesitamos que otros nos ayuden a sostenernos en la opción... que nos digan que "vale la pena"... que tiene sentido ir detrás de él... relacionarse con los demás como él lo hace... abrirnos al silencio aunque no entendamos... permanecer fieles aún en medio de la incertidumbre.

En lo que experimentamos como noche en nuestra vida, no se decide quedarse o irse... no se toman otras opciones sino aquellas que hacen permanecer en la fidelidad.

Haciendo esto nos encontraremos con aquellos hombres y mujeres que permanecieron en sus decisiones aun cuando no tenían todo claro... aun cuando la incertidumbre iba creciendo a cada paso...


Y porque se animaron a permanecer "asomados a la puerta" fueron capaces de encontrarlo fuera de los ámbitos que eran definidos como más sagrados.

TODA SITUACIÓN HUMANA, PARA EL CAMINANTE, SE TRANSFORMA EN UNA VENTANA QUE SE ABRE... AUNQUE HAYA QUE ATRAVESAR LA NOCHE.



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