domingo, 30 de mayo de 2021

"Vida de TRES y un ENCUENTRO". Mt 28, 16-20


Hemos celebrado en estos domingos aquello que tal vez, por tantas voces y por historias personales, olvidamos y nos enredamos… que estamos  "SOSTENIDOS Y HABITADOS" por un Dios que gratuitamente así lo decidió.
Y que nuestro camino de seguimiento a Jesús es un estar volviendo a quienes somos en verdad... es un camino de humanización.
Y a ese lugar nos conduce el Espíritu…
MÁS HACIA DENTRO.
MÁS HACIA LO QUE SOMOS.
MÁS ÍNTEGROS.
MÁS HUMANOS.
MÁS JESÚS.

Y aunque hacia allá vamos… y es grato saberlo… eso mismo no nos salva (podríamos decirlo así) de tener que decidir,  abrirle al Espíritu los espacios que necesitan aire en nuestra vida –los que huelen mal- (y esto a veces con cierto dolor)… y también bancarnos, de alguna manera, que los ritmos no los marcamos nosotros... por eso estará de más cualquier enojo frente a la falla o a la equivocación sufrida.

Despojados de los lugares en dónde muchas veces buscamos saciar el hambre de afecto y de seguridad, llegamos a saber quiénes somos en verdad y en quién en verdad nos confiamos. 
De ahí que también somos despojados de esa sensación de creer que tenemos a Dios porque decimos algunas palabras enseñadas sobre Dios a lo largo de la historia del cristianismo - palabras tomadas hace tiempo de la filosofía-.
PALABRAS que hoy no nos dicen mucho.

¿Quién entiende hoy muchas de las palabras que usamos para hablar de la Trinidad?
¿Qué le dicen a nuestra vida esas palabras?

Es Jesús y su "experiencia vivida" quién nos hace percibir que el Dios con quién él se relaciona -de quién es Rostro- es un Dios de encuentros, de aperturas... "humilde por excelencia".
Que su Dios es profundamente un Dios de relaciones, dónde la presencia del Otro, aunque distinto no es vivido como amenaza. Que puede ser Uno y al mismo tiempo Ser en otros.

"VIDA DE TRES Y UN ENCUENTRO"
Y ESTO PARA NOSOTROS CREA UN "ESTILO DE VIDA"... unas formas de vivir muy concretas.
Si somos “imagen y semejanza” del Dios de los encuentros, entonces podemos decir que nuestro ser más profundo se identifica con el "encuentro y la apertura".
Más aún podríamos decir que allí se nos juega la vida… en cómo nos encontramos, en cómo nos relacionamos… en cómo amamos.

“El que no ama permanece en la muerte” dice san Pablo. Así que acercarnos a lo que en verdad somos es haber pasado de la muerte a la vida.

Habiendo sido hechos como "encuentro, apertura y relación", todo en nosotros será comunicación, lenguaje que necesitaremos aprender a leer... todo en nosotros expresará lo que llevamos dentro... la vida será una constante oportunidad para ejercitar la contemplación y la escucha y el silencio -el espacio de oración- será el lugar de aprendizaje para que lo sea también cada instante.

Por eso será una tarea de toda la vida aprender a comprender el lenguaje del otro... haciendo como Dios que se acerca sin anular y sin invadir... 
Callando nuestros comentarios y  los supuestos sobre el otro para abrirnos al silencio que acoge sin proyectar.

Seamos conscientes entonces, cada vez más, que para encontrarnos es esencial "andar desarmados"... percibamos los miedos dentro nuestro que nos llevan a cuidarnos y a vigilarnos excesivamente... percibamos las resistencias que ponemos para corrernos de nuestras "medias verdades"... 

Dejarnos llevar por lo que somos en verdad 
simplifica la vida pero supone correr riesgos.

Creer en el Dios de los encuentros es posibilitar la vida de los demás sin que nadie se dé cuenta... 
Es creer en la fuerza que tienen las palabras y los gestos sencillos en la propia vida y en la vida de los demás.
Es aceptar que necesitamos seguir aprendiendo lo que significa dialogar... que no es para conseguir algo o para dominar o controlar... ni tampoco es un monólogo donde solo nosotros hablamos, nos preguntamos y nos respondemos ignorando así la presencia de los demás.

CUÁNTAS COSAS NO DICHAS sigue habiendo en nosotros y en los demás.
Cuántos silencios impuestos dentro de nuestras propias familias o dentro de nuestras comunidades.
Cuánta agresión y cuánto miedo esto genera.
Cuántas dependencias innecesarias y cuantas adicciones esto produce.
El Dios de Jesús crea 
y se retira para dejarnos ser.

Creer en el Dios de los encuentros es sentarse a la mesa de la comida con la propia familia dejando de lado las noticias, el chat, el trabajo y las cosas de la casa... con las que huimos para no encontrarnos... 
Y de esa forma estar presente totalmente para los demás.
VIVIENDO ESE INSTANTE COMO UNA OPORTUNIDAD DE ENCUENTRO:
dejando por supuesto la prisa y las tácticas para conseguir otras cosas...
dejando la palabra autoritaria para expresar de otra manera el límite que cuida y desea construir al otro.
Dando ESPACIO para crecer y TIEMPO para comprender.

Somos ENCUENTRO.
Somos ESCUCHA. Somos SILENCIO.
Somos APERTURA. Somos DIÁLOGO.
Somos RELACIÓN.

En este tiempo de tanta intolerancia y violencia... en este tiempo de incertidumbre y miedo... dónde a veces no vemos claro cómo nos están cuidando y esto provoca inseguridad y desamparo... seamos instrumentos de encuentro al modo de Jesús:
Con nuestra debilidad sabiendo que él es nuestra fuerza.
Con nuestros errores sabiendo que él es nuestro perdón.
Con la vida frágil de los demás sabiendo que él es nuestra compasión.
Con la desesperanza sabiendo que él es quién nos anima.
Con la cerrazón sabiendo que él es nuestra apertura.
Con el dolor sabiendo que él es samaritano.
Con los vacíos sabiendo que él es camino.
Con la muerte sabiendo que él es nuestra vida.

Y recordemos que no será posible un "verdadero ir al encuentro del otro" -ponernos en contacto con lo más valioso del otro- si no podemos encontrarnos con nosotros mismos ni encontrar bondad en nosotros. 
ES DIFÍCIL… pero posible.

"No hay amor suficiente en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma"
 
I. Orce

domingo, 23 de mayo de 2021

"ESPÍRITU DE JESÚS... sana y restaura... levanta e inquieta..." Jn 20, 19-23

Con PENTECOSTÉS la Pascua de Jesús es ahora nuestra pascua... es nuestro tiempo... el tiempo de la COMUNIDAD.
Con Su Presencia es el mayor TESTIMONIO de la "Vida de Dios" en nosotros.
De que no somos huérfanos.
De que tenemos hogar… donde podemos experimentar estar a salvo de nuestros propios juicios y de las presiones que nos imponen.

SALIENDO del miedo y del encierro aquella primera comunidad fue experimentando la misma libertad y la misma apertura que ellos mismos habían experimentado en su encuentro con Jesús.
Presentían que Alguien animaba sus vidas y que de todos los modos posibles los invitaba a la apertura... al encuentro... a la gratuidad.
DIOS ESTABA EN ELLOS.

ESPÍRITU era llamada esa Presencia.
El Espíritu es Dios habitando en nuestras vidas por eso no podemos seguir identificándolo con un don más de Dios.
Sin el Espíritu en nosotros no hay VIDA.
Nada se puede sin su asistencia... aunque no creamos ni seamos conscientes.

El Espíritu es expresión del Corazón abierto de Jesús que grita:
"DON" es mi nombre.
"APERTURA" es mi camino.

Hacernos conscientes de que Dios sostiene nuestra existencia -sin ninguna condición previa- nos hace caminar hacia esa verdadera libertad que hace de nuestras vidas un DON para los demás.
POr eso la primera tarea del Espíritu en nosotros es hacernos personas integras... y libres de cualquier cosa que quiera someternos o quiera decirnos quienes somos: Miedos - mandatos culturales - el deber ser - el buscar caerle bien a todos - nuestros propios complejos... etc.


EL ESPÍRITU ILUMINA TODO CUANTO NOS DESINTEGRA...
nos descentra o nos esclaviza... como pueden ser esas relaciones que se basan en amar al otro más que a uno mismo... o como pueden ser las adicciones o la continua búsqueda de estar virtualmente conectados para no sentir el vacío ni la soledad.

EL ESPÍRITU ILUMINA LO QUE NOS VUELVE CERRADOS e indiferentes entre nosotros.
Dejarse llevar por el Espíritu es relacionarnos con los demás como lo hizo Jesús: no buscando someter a nadie... posibilitando que los demás puedan caminar... no bloqueando con juicios o condenas la vida de los demás.
Nos hace capaces de descubrir las posibilidades ocultas que tiene la vida del otro.

Reconocerse sostenidos nos hace hombres y mujeres agradecidos.
SOLO EL INGRATO ES TIRANO.
Por eso quién se deja empujar por el Espíritu, por el agradecimiento del don que ha recibido, es capaz de dejar la queja frente a las molestias cotidianas y se anima a vivirlas como espacios que lo pueden ayudar a crecer en humanidad... en compasión... en flexibilidad.

"DIOS EN NOSOTROS" siempre será APERTURA  a lo diverso... a lo distinto.
Para el Espíritu la diferencia no es una amenaza... y la exclusión nunca será una alternativa.

Esto lo capto la comunidad y así lo que expresó en Pentecostés, donde todos llegan a entenderse... a abrirse a la escucha y al diálogo con la Palabra.
Como lo habían visto en Jesús: LOS MUROS Y LAS BARRERAS DE SEPARACIÓN HABÍAN SIDO DESTRUIDAS.

Frente a nuestra pretensión de querer un orden único; frente a nuestros miedos que pretenden la uniformidad o el cumplimiento estricto de las normas; el Espíritu busca todos los modos... los diferentes lenguajes para hacerse entender... para unir en lo diverso.
Crea en nosotros una dinámica nueva que nos hace capaces de escuchar lo que va naciendo en la vida de los demás.

El Espíritu es lo que hace que nuestra COMUNIDAD sea comunidad de Jesús.
Se expresa entonces en la escucha que nos tengamos unos a otros... donde la imposición o el que todos piensen de la misma manera no tiene ningún lugar.
Es VIDA FRATERNA que se muestra en la compasión que es capaz de romper con prejuicios o ideas para posibilitar la vida... para dar tiempo.

El Espíritu de Jesús en nosotros hace que podamos entregarnos al bien de los demás aun en medio de la incomprensión o del rechazo.

PORQUE COMO EL AMOR NO SE IMPONE NI NEGOCIA CON NADA.
ES DON.
Y ES APERTURA.












domingo, 16 de mayo de 2021

MisioNeros con La viDa. Mc 16, 15-20

A lo largo de estos cuarenta días del tiempo pascual, número de días que evoca algunas de las experiencias más significativas de la historia del Pueblo de Dios, hemos compartido junto a los discípulos la buena noticia de que Jesús está VIVO.
Hemos sido testigos de cómo las lágrimas por la muerte de Jesús y la frustración que sobrevino después se transformó en incredulidad frente al anuncio de la resurrección.

Y como frente a las expectativas rotas lo mejor será para los discípulos no moverse (encerrarse) -hoy podríamos decir no innovar... no dejar que esta situación transforme la vida... en última: resistirse a crecer- y permanecer en la comodidad que de alguna manera da la tristeza y la incredulidad.

Cuántos "no creo en Dios" no son más que expresión de falta de pasión por la vida.
O una defensa muy precaria para permanecer inmóviles en lo seguro y en lo cómodo.
Olvidándonos que la vida será siempre búsqueda constante... camino abierto... encuentro por venir... aun en medio de la oscuridad y de la contrariedad.

Pero podemos preferir vivir sin ser conscientes de las opciones que tomamos... del porque lo hacemos... aunque eso traiga aburrimiento y desencanto... en la inconsciencia todo vale... no hay responsabilidad ni verdad en juego.

LA BUENA NOTICIA DE JESÚS sanará a los discípulos de su incredulidad haciéndolos misioneros... enviándolos a los demás para abrir el corazón y los ojos a la verdad que salva: que Dios está con nosotros en la vida.

Los hace testigos de una buena noticia que no les pertenece y confiados en Alguien que a pesar del abandono y de la incredulidad ha confiado en ellos.
Son enviados a los demás no por haber demostrado ser los mejores... ni los más preparados.
Son enviados habiendo sido miedosos, traidores... y perdonados.
Son enviados habiendo sido liberados... habiéndoles descubierto la posibilidad que llevan dentro de poder elegir por fuera de toda forma posesiva.

Será preciso entonces hacernos conscientes de la inmovilidad que hay en nuestro corazón.
De aquellas cosas que tal vez atan nuestros pies o de aquellas otras que nos han vuelto indiferentes.

¿Por qué estamos inmóviles?... ¿Qué nos paraliza?
¿Qué miedos seguimos arrastrando?
¿Quién nos ha decepcionado tanto que creemos que así como estamos es mejor?
¿Por qué resolvemos las dudas de una única manera: sentarnos a que las cosas pasen?
NO QUEREMOS PERDONAR.
POR ESO NO AVANZAMOS.

La fiesta de la Ascensión, si nos permitimos quitarle todo el ropaje como está contado, puede enseñarnos que el camino de Jesús que comenzó en la encarnación - que paso por la vida haciendo el bien - que permaneció en el amor aun en medio de la cruz... camino atravesado por la contradicción y por la libertad de permanecer en el perdón, la entrega y el servicio... ese camino nos hace experimentar a Dios... NOS HACE UNO CON LA VIDA QUE LLEVAMOS DENTRO.

Pero tenemos que descubrir también que caminar haciendo experiencia de Dios en nosotros, como lo hizo Jesús, lleva necesariamente a dejar de ser el centro... a ir soltando todas aquellas cosas o roles con los que nos hemos identificado llegando a sentir vacío y abandono si nos las quitan o dejan de estar. 
No somos ni nos define esa relación, esa profesión, ese rol, ese título, ese reconocimiento, esa experiencia… a lo que le hemos dado la seguridad de nuestra vida y que por momentos se han convertido en la razón del porqué hacemos las cosas. .

Caminar haciendo de nuestra vida cotidiana un ascenso a Dios 
es dejar que aparezca lo mejor de nosotros mismos.
Es soltar lo que no es verdadero en nosotros.
Es descubrir que lo mejor de nosotros está en lo profundo... y no se identifica con nada...pero se expresa en el servicio y en la entrega cotidiana.



Es descubrir que la vida está hecha para compartirla.

Que la vida es camino.
ES DON AGRADECIDO.
Su felicidad está en la entrega y el servicio.

Que la vida es estar siempre saliendo.
Es estar siempre aprendiendo.



domingo, 9 de mayo de 2021

¿Será posible el AMOR? Jn 15, 9- 17

 
"Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes..."

¿Será posible, después de tantas historias que llevamos dentro, un amor gratuito y verdadero?
¿No existe acaso en todo encuentro -por más íntimo que sea- una cuota de desentendimiento y decepción?
¿No experimentamos un poquito de miedo cuando nos entregamos de alguna manera a los demás - o cuándo confiamos?

Todos hemos experimentado la necesidad de un "lugar en el mundo" dónde poder bajar la guardia, ser nosotros mismos y poder expresar sin miedos lo que llevamos dentro -las broncas, los odios, los celos, las envidias, los deseos, etc-, sintiéndonos seguros y sin presiones sabiendo que no seremos ni juzgados ni exigidos ni presionados a cambiar algo para sentirnos buenos.

Pero nuestro corazón tiene registros dónde hemos experimentado esa forma de relación dónde lo posesivo se hacía presente bajo las formas del chantaje y la manipulación, dónde la propia debilidad era usada para manejarnos según unos caprichos egoístas.
"Nadie resiste al archivo"... dice un hermano... esto es terrible... es estar buscando en la historia de los demás esos puntos débiles, para protegerse en el momento en que los otros quieran hacernos sentir de que son valiosos o tal vez hacernos sentir su poder.
Todos sabemos cuánto puede avergonzar, aislar y desesperar a una persona hasta el abismo de querer desaparecer, cuando se hacen públicas ciertas "manchas" del pasado.

Nos hemos acostumbrado a muchas otras formas posesivas de vivir: cuántas veces nos enganchamos en "comentarios" dónde las personas se vuelven un objeto para otras - una cosa para usar-; o cuántas se vuelven un asunto de conversación y de crítica para otras; o cuántas veces nuestra debilidad o la de los demás es etiquetada según un manual de psicología.
O algo más "desapercibido" todavía... nuestras formas de educar dónde por años nos sentimos evaluados, probados, medidos, diagnosticados, clasificados... y comparados con el vecinito que aprendió más rápido las tablas de multiplicar... y esto a lo largo de la vida...  cómo nos cuesta pensarnos a nosotros mismos entonces, porque parece que estamos más preocupados por responder a los sueños de los otros... o a lo que los demás piensan de nosotros.

Cómo no andar protegidos en medio de estas experiencias, cómo no vigilarnos entre nosotros mirando que movimientos hacemos, cómo no estar alertas para reaccionar ante cualquier agresión atacando el punto débil del otro... cómo no actuar nosotros también desde el poder y el miedo... y cómo no pensar que el amor entonces no es otra forma más de sometimiento...

Necesitamos hacernos conscientes de que todas estas formas de existir tienen como razón de ser el hecho de pensar que los errores, las fallas y las ofensas permanecerán siempre... y si esto es así cualquier gesto de acercamiento o de ternura será siempre mal interpretado... lo que hará que amar sea algo imposible.

"No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos..."

Pero también en nuestra experiencia humana hemos experimentado la aceptación en medio de un momento de enojo, el abrazo en medio de una profunda desesperación, la escucha atenta a nuestra envidia o a nuestros celos, dónde habiendo expresado nuestra división interna recibimos un "no tengas miedo, yo estoy".
Es de valientes abrirle el corazón a alguien mostrando la luz y también las sombras que lo habitan... pero es justamente este el camino que abre a un nuevo horizonte... a un nuevo estilo de vida... dónde el círculo cerrado del miedo y del poder se rompe.

El amor no se basa en la voluntad de escuchar, de comprender los problemas ajenos o de aguantar... sino que tiene como base el encuentro en la mutua debilidad.
El compartir la debilidad -lo que desgarra el corazón- hace brotar el amor y queda superado todo tipo de violencia.
Si le permitimos al trigo que crezca junto con la cizaña no le tendremos miedo a cada conflicto o cada discusión; porque es ahí donde el amor genera una sonrisa y donde el humor puede suavizar en vez de caer en la ironía o en el "ya lo sabía, nunca cambiará".
Encontrarnos desde la debilidad nos hace descubrir que Amar es expresar Verdad, Ternura y un total Desarme de sí mismo.

El AMOR es ante todo VERAZ. 
Amor como aceptación de nuestra de nuestra frágil condición humana... dónde ningún ser humano tiene poder sobre otro. 
El Amor es expresión entonces del encuentro en la verdad de cada uno creando así el espacio dónde poder ser en libertad. 
Y se convierte en guía de la fidelidad en los vínculos despojándonos de todo fingimiento, de todo cuánto no sea auténtico.

El AMOR es la TERNURA. En el amor las manos no agarran, sujetan o retienen sino que levantan, acarician, dan fuerza, incitan a crecer. En el amor la boca no muerde, devora o destroza sino que se convierte en palabra que sana, en beso que alienta a no tener miedo. En el amor los ojos no pretenden atrapar ni generar vergüenza sino que se convierten en mirada que recubre la vida y el cuerpo del otro en una profunda calidez humana.

El AMOR requiere un total DESARME. Un vínculo de "amor en la verdad" es un encuentro sin armas. 
Recuerdos, sospechas, dudas y comentarios guardados en nuestro interior pueden convertirse en armas que escondemos por cualquier cosa. 
Y aunque este desarme lleve tiempo, el don de esa mutua apertura y libertad es el PERDÓN. Y la vulnerabilidad compartida se transforma en el núcleo de fortaleza de todo vínculo y lo que parecía que producía vergüenza crea libertad, autonomía y mutua donación. 
El poder mata. La debilidad crea.
El amor se expresa aquí como un acto de perdón en el que toda situación -por más terrible que sea- no es irreversible; y en dónde toda persona -por más herida que esté- es transformada... se vuelve creadora.

"Amémonos unos a otros, 
ya que el amor es de Dios, 
y todo el que ama ha nacido de Dios 
y conoce a Dios." 1Jn 4, 7-9

Entonces, ¿es posible amar?
Tal vez lo primero es aceptar la ambigüedad del corazón que va del deseo de posesión al deseo de perdón. Nos sale ser ambiciosos y competitivos y al mismo tiempo queremos perdonar. Nos sentimos seguros y fuertes pero a veces queremos expresar que no podemos o que necesitamos de los demás. Queremos herir y a veces curar. 

Y tenemos razones para sentir miedo.
El amor significa apertura, vulnerabilidad, disponibilidad y desarme.
Esto es algo muy arriesgado porque puede haber quien no responda con amor sino que nos tome por nuestra parte frágil y la utilice... y nos rechace con un gesto de desprecio. Y esto no es sólo una posibilidad sino que es una cruda realidad de muchos.

Aun así es posible trascender - ir más allá- de esas estructuras y abrir nuestro caparazón aunque sea un poco, en algún lugar, de algún modo, alguna vez.

Porque en Jesús se nos ha revelado de que el AMOR ES UNA POSIBILIDAD.
Tal vez está sea la mejor definición de la buena noticia de Jesús - de lo que nos vino a revelar: ES POSIBLE AMAR.
Amándonos nos hace pisar terreno firme para que la disponibilidad no nos genere ansiedad... y la entrega sea un hogar dónde sentirnos bienvenidos... y la debilidad no sea amenaza sino sea una riqueza y un don porque estamos rodeados por una fuerza creadora.

El Amor es una posibilidad que nace en medio de las personas cuando son capaces de encontrarse en la debilidad.
Y aquí el amor ya no es en la búsqueda de aferrarse al otro por miedo a lo que pueda suceder o para sentirse de alguna manera, sino que es encuentro en la libertad que es capacidad de crear algo nuevo.
Y este amor no tiene necesidad de demostraciones de ningún tipo.

En la medida en que experimentamos la vida de seguimiento a Jesús como una vida que impone restricciones a nuestra libertad de expresión, hemos confundido su esencia.
Lo esencial de la buena noticia de Jesús es justamente sobre la posibilidad que tenemos, de trascender la forma posesiva de nuestra existencia humana.

JESÚS mostrando totalmente su vulnerabilidad rompió con todas las cadenas del egoísmo posesivo que lleva a la muerte y encontró su vida permaneciendo en el amor en medio de la absoluta entrega.
Y de esa forma nos desafía a romper el círculo que nos aprisiona.

Jesús nos desafía a mirar a los demás sin miedo y a entrar con El en la mesa de los vínculos donde se comparte la debilidad, sabiendo que eso no supondrá nuestra destrucción sino una nueva creación, nueva energía, nueva vida... 
y sabremos que el AMOR ES POSIBLE.



domingo, 2 de mayo de 2021

Sin PERDÓN nos separamos. Jn 15, 1-8

Alrededor de la "Última Cena", lugar donde Jesús con palabras y gestos revela el corazón, nos encontramos con estas palabras que de alguna manera, muestran cómo se iba comprendiendo así misma aquella primera comunidad no organizada, que vivía la marginación en un ambiente indiferente y hostil.
No eran tiempos favorables para creer en Jesús, un marginado crucificado.
No había lugar para la búsqueda de otros intereses.
CREER ERA PONER LA VIDA EN RIESGO.

Desde este contexto podemos llegar a leer entre líneas el significado de las palabras de la "Vid y los sarmientos" como la presencia en la comunidad de un VÍNCULO fundamental que hace posible que todas las situaciones -aún la persecución y la muerte- tengan sentido.

Un VÍNCULO, podríamos decir nosotros, más fuerte que aquello que no queremos ver o no queremos recordar. Más fuerte que las situaciones de las que nos apartamos o de las que negamos porque duelen mucho.
Un VÍNCULO que transforma lo que rechazamos -si nos animamos a permanecer en él- en un espacio de encuentro cargado de vida y de esperanza... como la poda en la vid.

Todos conocemos lo necesario que es para la vid ser podada en dos momentos del año para que pueda dar buen fruto. Y no existe en eso una razón negativa ni la vid queda resentida sino por el contrario - a raíz de la poda la vid puede dar toda su fuerza en aquello que es más importante: dar buen fruto.

NO HAY VIDA VERDADERA FUERA DE LA VID.
Pero tal vez nosotros evitamos ciertas situaciones o personas que pueden -por la contradicción o por la espera- conectarnos con lo más verdadero que hay en nosotros.
Cuando lo superficial se resquebraja, lo esencial aparece.

PERO PODEMOS VOLVERNOS SECOS E INFECUNDOS.
Aunque hagamos muchas cosas.
DAR FRUTO NO SE IDENTIFICA CON HACER BUENAS OBRAS.

Y aunque nos gusta hacer cosas, andamos con mucho miedo.
Tal vez por las faltas de amor vividas o por las incomprensiones que vivimos nos hemos vuelto agresivos e indiferentes.
Tal vez por la inseguridad económica sentida hemos dejado de escuchar las voces que vienen de fuera y solo escuchamos nuestras propias necesidades.
Tal vez nos enseñaron que tenemos que ser los mejores, los más fuertes, los que ganan...

Saberse unido a la VID es saberse necesitado.
Es saberse Uno con los demás.
Es aceptar la propia pobreza.
Es abandonar el miedo al rechazo.
Es dejar de esconderse detrás de las apariencias.

ESTAR UNIDOS A LA VID ES SER NOSOTROS MISMOS.
Y DAR FRUTO ES CRECER EN EL AMOR QUE NOS HABITA.

Pero como si Dios no nos uniera a los demás, seguimos separando nuestra relación con Dios y la vida con los demás.
La desunión que hay en medio nuestro -expresado en el no interés de la vida del otro o en la crítica que desacredita- es el gran obstáculo para la Fe.
EN JESÚS, LA VID VERDADERA, EN SU CUERPO.
Todos tenemos un lugar.

Todos somos reconocidos por lo que somos.
Todos somos importantes y valiosos.

ENTONCES, 
SOLTEMOS LOS MIEDOS.
No hay necesidad de protegerse tanto.
Podemos dejar de estar encerrados con quienes son como nosotros.
Abandonemos nuestros deseos de poder.

Dejemos de pelear por quien ocupa el mejor lugar o sabe más que los demás.
ACEPTEMOS LAS DIFERENCIAS.

PERO esto no será posible sin el PERDÓN.
Sin perdón nos separamos.
El perdón nos hace respetar el lugar de los demás.

Y SOLO JESÚS NOS LIBERA DEL MIEDO Y DE LAS CULPAS
para vivir en libertad con los demás.