domingo, 21 de junio de 2020

Un camino hacia nosotros mismos... Mt 10, 26-37

"¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros..."

¿De dónde entonces esos miedos que nos paralizan?
¿En dónde se asienta esa confianza a la que nos invita Jesús en su Palabra?
¿Qué es aquello que ninguna situación ni ninguna persona puede quitarnos?

La CONFIANZA -de la que nos habla Jesús- es un DON – como el AMOR que él nos tiene-.  No es algo entonces que podamos conseguir con nuestros esfuerzos o con nuestros logros... es un CAMINO que podemos transitar.
Es un camino que tiene entonces como fundamento la certeza de que el AMOR DE DIOS no se correrá jamás ni nos abandonará aunque nosotros lo hagamos.
La CONFIANZA a la que Jesús nos invita surge de que DIOS ESTÁ... y que para saber esto no es necesario que todo esté bien o que todo esté tranquilo.

Necesitamos confiarnos a una PALABRA que no surge de nosotros pero que nos dice dónde está nuestra mayor verdad siendo esta la fuente de nuestra verdadera libertad.

Todos, con sus más o con sus menos… transitamos hoy muchos miedos: miedo a contagiarnos; miedo a que algo le pase a nuestros seres queridos; ese miedo que surge del estar encerrados y no saber qué va a pasar; el miedo a lo que pasará con nuestro año escolar; a perder el trabajo o habiéndolo perdido, miedo a lo que vendrá.


Y justamente es en medio de todos estos miedos que nos invitan a caminar hacia la Confianza… que no se apoya en un optimismo de que “todo saldrá bien”… sino que se apoya en la certeza de que porque Dios está… todo puede estar. 
 Pero también necesitamos descubrir que más allá de lo nos pasa existe en todos nosotros un miedo que traemos desde el mismo hecho de existir y que se muestra en todas las demás cosas que hacemos, que pensamos, que sentimos… sobre todo cuando nos resulta desagradable o inadecuado….  es esa sensación de no sentirnos “bienvenidos en la vida”. Cuántas veces, por las cosas feas y desagradables que pasamos, pensamos que mejor hubiese sido no haber vivido.

Es realmente una lucha a quién le queremos creer más… si a las voces que provienen de todas esas situaciones o a esa Voz que le ha dado a la vida la bienvenida diciéndonos que “todo lo del Padre es nuestro”… que su hogar es el nuestro.

Necesitamos descubrir que el temor o el miedo que paraliza surge de un engaño –de una ilusión- que nos cuesta mucho despertar.

Por eso el "no tengan miedo" de Jesús es el revés de la pregunta por nuestra identidad... por aquello en donde hemos puesto el valor de nuestra vida... o por aquello que creemos le da seguridad… es la pregunta sobre la Voz a la que hemos decidido confiarle la vida.

Por eso caminar hacia la CONFIANZA es un camino hacía dentro... hacía lo profundo de nuestras vidas...  donde las voces que escuchamos habitualmente dejan de tironear-nos... Donde las exigencias que provienen de las necesidades humanas de afecto, atención y consuelo dejan DE presionar.

Caminar hacía la CONFIANZA es regresar a ese lugar firme que nace del Sí dado por Dios a la propia vida (aunque no lo sintamos) liberándonos–como podamos, como nos salga, según el propio ritmo- de esa sensación de sentir que la vida corre peligro porque la propia imagen corre peligro. 

Volver a la tierra firme – elegir ese SÍ dado por Dios a la propia vida – es liberarse de esa manera de pensar que identifica lo que en verdad somos con lo que pensamos... o sentimos... o hacemos... o con lo que nos pasa.

Necesitamos dejar de correr… y descubrir que nuestro “verdadero hogar” es allí dónde estamos verdaderamente a salvo. 
Y este no está afuera ni a la par de ninguna situación por más favorable que sea.

Creer que somos la imagen que damos... haber puesto la seguridad en el prestigio conseguido o en el rol que ejercemos...  sentirnos valiosos o reconocidos por eso… 
o creer que nos quieren menos o nos cuidan menos por el sufrimiento que llevamos o por el dolor que padecemos.. nos hace andar con muchos miedos.

MIEDOS... TEMORES...
A perder lo conseguido... a no ser tenidos en cuenta... a que otros ocupen nuestro espacio... a ser olvidados... a desaparecer... etc.
MIEDOS... TEMORES... que van más allá de ese miedo frente a la amenaza real y concreta.

MIEDOS... que quitan libertad.
Que limitan nuestra capacidad de entrega.
Que frenan nuestra creatividad.

Tu verdadera Identidad es ser HIJO – ser HIJA.
Necesitamos aceptarla.
Y se la sostenemos en el tiempo… y nos hemos instalado allí, podemos vivir recibiendo lo que sea como una “inmensa oportunidad” para fortalecer esa IDENTIDAD que está más allá de las valoraciones que podamos recibir o de las culpas por lo no hecho o por lo no conseguido.

CONFiemos... confiemos en nosotros... si así lo hacemos estamos confiando en Dios.
Y esto no puede ser arrebatado por nada ni por nadie.
ES DON.

Entonces nada más alejado que usar a Dios para generar miedo o para conseguir adhesiones que no cuestionen ni busquen más allá de las formas establecidas.
DIOS CONFÍA EN NOSOTROS...
SU CONFIANZA ES UN REGALO.


Confiar en nosotros porque somos buenos o hacemos las cosas bien es por ende dejar de confiar en Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario