La llamada que nos viene del evangelio nos sensibiliza aún más con respecto a nuestra fragilidad... a nuestras constantes metidas de pata... por ende, no es para nada una garantía de tranquilidad.
Podemos sentir en nosotros que la propuesta de vida que nos viene de Jesús nos atrae pero al mismo tiempo nos genera muchas resistencias.
Vamos descubriendo con el tiempo que ir detrás de él no es un camino lineal - sino que es un camino hecho de idas y venidas... de divisiones internas... de lentas adhesiones.
Pero qué complicado resulta seguir a un Dios que busca que nos identifiquemos con sus modos de amar... con sus maneras de perdonar... con su pasión por el servicio... invitándonos desde dentro... habitando en nosotros... contando con aquello que nosotros muchas veces queremos negar: nuestra fragilidad.
Somos invitados a QUERER Y AMAR LO QUE DIOS QUIERE Y AMA descubriendo en primer lugar que con estas posibilidades está hecho nuestro corazón.
Pero nosotros seguimos identificando esto con algunas formas que solo nos tranquilizan... quedándonos así con lo menos verdadero.
Cómo nos gustaría pararnos algún día frente a Dios y decirle que ciertas cosas no estaban presentes en el programa cuando decidimos creerle... o que algunas cosas no las sabíamos al momento de elegirlo.
Ir detrás del Dios cristiano supone atravesar una crisis donde la opción por Jesús se vuelve pregunta personal sobre aquello en donde hemos fundamentado la vida... que es lo que priorizamos en nuestra vida… de donde sacamos nuestra verdadera fuerza... que es lo que alimenta nuestra esperanza.
ÁMEN más allá de los límites familiares... pero nosotros seguimos sosteniendo que lo más es la familia.
EL REINO DE DIOS ES LO MÁS… LOS MODOS DE AMAR DE JESÚS SON LO MÁS.
Cuántas relaciones de familia siguen siendo asfixiantes para sus integrantes.
Cuánto amor de familia sigue siendo posesivo, buscando una exclusividad enfermiza… cuánto chantaje sigue habiendo en el afecto de nuestras familias buscando –eso dicen- el bien de los demás.
Cuánto amor de familia no es escuela de buen trato a todos.
Cuánto amor de familia somete – aísla – y no enseña que el valor de la vida está en el servicio y en la misericordia a todos – sobre todo a aquellos que más sufren.
¿Cuánto amor de familia enseña que la debilidad es oportunidad – que los más débiles son Jesús?
El amor de familia debería ser la escuela que enseñe que nuestra humanidad crece en la medida en que el corazón se ensancha cada vez más para que entren otros -los más lejanos, los más pobres, los que nadie tiene en cuenta, los que son mal vistos- y de esa forma los vínculos más cercanos serán más verdaderos.
AMAR MÁS ALLÁ DE NUESTROS VÍNCULOS FAMILIARES es haber comprendido que el sentido de la vida –en cristiano- pasa por GASTAR LA VIDA EN FAVOR DE LOS DEMÁS.
Y que cuánto más gratuito es eso más ha crecido en nosotros la consciencia de que todo ha sido don en nuestras vidas.
Solo el que cree que tiene derechos… el “desagradecido”… se apropia y somete y es cruel con los demás.
Es mucho!!! es demasiado riesgo... grita nuestro corazón “miedoso” que prefiere contentarse con menos... que prefiere que todo esté tranquilo y cómodo... que no quiere diferenciarse del resto aunque se crea único.
Es mucho lo que se nos pide... no es posible!... grita el corazón que se encuentra muchas veces no sabiendo que creer o que es lo quiere realmente.
El EVANGELIO de JESÚS es una gran invitación a la libertad y a la responsabilidad personal.
Vivir en clave de libertad y responsabilidad es sabernos creadores de nuestra propia vida.
Es hacernos cargo de lo que nos pasa - aún de los sufrimientos - sin echarle la culpa a nadie por eso... es salir del lugar de la víctima.
Vivir en clave de libertad y responsabilidad es saber que es fatigoso elegir desde lo más verdadero que somos... y que muchas veces la soledad nos acompañará.
Es hacer el esfuerzo por preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos... o desde donde estamos viviendo y eligiendo... es romper con la comodidad que calla toda inquietud... es renunciar a vivir solo respondiendo a los propios impulsos.
Vivir en clave de libertad y responsabilidad es haber descubierto que todo en nosotros es proceso... supone tiempo... y que nada nos sale de una vez.
Y que no podemos “mejorarnos” solos, por eso tendremos que salir muchas veces de ese “aislamiento” donde los otros se han convertido en molestia y no es posibilidad para seguir creciendo.
Es renunciar a vivir el día a día como siempre... sin pensar.
Vivir en clave de libertad y responsabilidad es dejarse llevar por la gratuidad que se expresa en los pequeños gestos (no siempre bien valorados)... es aprender que significa vivir en clave de desmesura – en clave de escucha, de servicio y de solidaridad… porque
“el que los reciba a ustedes me recibe a mí,
y el que me recibe recibe al que me ha enviado…”
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