Anunciar y vivir el "Reino de DIos" es nuestra misión como comunidad que sigue a Jesús... anunciar y vivir que "LO MÁS IMPORTANTE ES LO QUE DIOS VA HACIENDO EN NOSOTROS"... con o sin nuestra colaboración... y no lo que nosotros creemos conseguir con nuestros esfuerzos o con nuestras buenas obras.
El "Reino de Dios" no consiste en un lugar... o en normas a cumplir... ni se identifica con una organización... sino que es Dios actuando en nosotros... en todos nosotros.
Nuestra reacción ante eso es lo que determina si pertenecemos o no... si vivimos o no en clave de Reino... porque dejarlo a Dios andar por nuestra vida trastocando valores y formas de vivir es estar continuamente aprendiendo... es saberse siempre en camino... es andar más desapegado de cuanta cosa nos prometió un poco de vida y felicidad.
Y esto resulta muy riesgoso.
Por eso para acercarse a lo que Jesús llama "Reino de Dios" -que es lo esencial del texto- será necesario no leerlo desde las últimas palabras que escuchamos -"los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos"- sino más bien desde aquella pregunta de Pedro sobre la recompensa que recibirán los que decidieron irse detrás de Jesús dejándolo todo (cfr. Mt 19,27) porque justamente la parábola viene a romper ese modo tan egoísta de buscar seguridad desde lo que se hace... cuando lo que está en juego es el DON -lo que debería bastar-.
Jesús comienza describiendo la acción de Dios trayendo un hecho de la vida cotidiana donde lo primero que sorprende es la continua salida por parte del propietario a buscar trabajadores - aún al final de la jornada - como si lo más importante fuese el que todos tengan trabajo y no tanto el rendimiento.
Y lo segundo que llama la atención es el orden que le pide seguir al mayordomo para pagar el salario... comenzar por los últimos y terminar por los primeros... descolocando a los primeros que inmediatamente murmuran contra el propietario exigiendo una explicación.
¿Qué podrá entonces justificar semejante injusticia?
SOLO LA BONDAD...
El "propietario" actuando desde la bondad - de manera gratuita - y en el momento que quiere - descubre esa otra forma de mirar -"ese ojo malo"- la envidia - que no puede captar esa BONDAD... porque todo lo mide desde lo que puede o no conseguir para sí.
La bondad expresada en el modo de mirar y de actuar del "propietario" rompe con esos privilegios que se creen ganar por el simple hecho de haber estado más tiempo en un lugar o en un rol o por haber llegado primero.
Rompe con la idea de que siendo más buenos -o portándose mejor- se acumularán más méritos frente a Dios y que Dios los tendrá en cuenta...
Y rompe también con esa idea de que el texto de hoy tiene que ver con el arrepentimiento al final de la muerte.
Ante el modo de actuar de Dios -representado en las acciones que descolocan y rompen un modo de vivir-... ante su manera de hacerse presente en nuestras vidas - en toda vida- caen esas pretensiones tan egoístas de creernos dueños de algo o seguros frente a los demás.
¿QUÉ PASARÍA SI DIOS ACTUARA
DESDE NUESTRO RENDIMIENTO
Y NO DESDE SU BONDAD?
...con un Dios así no es posible ser
"perro del hortelano"...
SOLO DESDE SU BONDAD
NUESTRA ESPERANZA PUEDE RENOVARSE CADA DÍA.
Por eso si Dios anda por nuestra vida... nuestra vida no puede no perdonar... no compartir... no amar... si no lo hace es porque seguramente algún espacio del corazón sigue muy identificado con alguna forma de felicidad egoísta.
Y porqué de intentos y fallas es nuestro camino... “pecado” - de idolatría- será rechazar la idea de estar siempre aprendiendo quedándonos sujetos a aquellas cosas que, dándonos una cierta seguridad y protección, nos prometieron vida y felicidad... y que no han sido más que parásitos que nos mantuvieron contentos pero dormidos.
"perro del hortelano"...
SOLO DESDE SU BONDAD
NUESTRA ESPERANZA PUEDE RENOVARSE CADA DÍA.
Por eso si Dios anda por nuestra vida... nuestra vida no puede no perdonar... no compartir... no amar... si no lo hace es porque seguramente algún espacio del corazón sigue muy identificado con alguna forma de felicidad egoísta.
NO NOS SALE DE UNA abandonar esos modos con los cuales hemos identificado lo que buscamos como felicidad o bienestar… se han convertido en apegos que nos mantienen tranquilos y seguros. Cuánta decepción y por ende cuánto enojo, cuando esto no se da de la manera que “siempre hemos esperado”.
No nos amarguemos... pero seamos conscientes -cada vez más- de que existe una alternativa que viene a nosotros en lo cotidiano... des-colocándonos... desencantando-nos de todo aquello que habíamos estado considerando como felicidad.

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