Como vamos a hablar de "hermanos", cuando prescindimos de la vida comunitaria, o de "corrección fraterna" cuando esto supone una relación de mutuo afecto y de ayuda recíproca para crecer.
¿Por qué nos hemos alejado de la vida comunitaria?
¿Acaso no creemos las palabras de Jesús de cuando dos o más están reunidos en mi nombre él está?
Tal vez seguimos esperando encontrar en las comunidades personas sin ningún tipo de limitación... que no nos generen tensión... o tal vez quisiéramos no sentir el conflicto que muchas veces, se produce al interior de las comunidades, por la simple razón de ser diferentes.
Tal vez habiendo hecho tanto hincapié en el bienestar personal, quedamos atrapados en la comodidad y en la seguridad, hasta tal punto que la indiferencia frente a lo que le pasa a los demás se nos hizo algo natural.
El evangelio nos muestra que Dios cuenta con nuestra debilidad... que ir detrás de Jesús es ir con otros... que él construye comunidad no con personas perfectas y sin ningún tipo de límites... al contrario... la debilidad del otro -bajo la mirada de Jesús- son una posibilidad para seguir aprendiendo... para seguir creciendo en apertura, en diálogo y en compasión.
El evangelio de Jesús rompe con esa espiritualidad que puede, prescindir del otro en su relación con Dios, anunciándonos que en el "encuentro con el otro" nos encontramos con Dios.
EN EL MODO DE TRATAR A LOS DEMÁS - Y SOBRE TODO SU DEBILIDAD-
DECIMOS EN QUIEN ESTAMOS CREYENDO.
¿Qué actitudes entonces, tenemos nosotros, frente a la debilidad de los demás?
En comunidad aprendemos a relacionarnos como Dios se relaciona.
Allí se aprende el sentido de la GRATUIDAD que rompe con que los demás deban servir para algo para ser queridos... descubriéndonos que todo es DON.
Allí se aprende a buscar -como lo hace Dios- todas las posibilidades para salir al encuentro de aquel que, comportándose de manera inadecuada, se hiere y también hiere a los demás.
Con una "creativa tozudez" se comprende que dejar de lado a quien de esa manera actúa es haber fallado como comunidad... se comprende la necesidad de aprender -una vez más- de la MISERICORDIA DE DIOS QUE NO TIENE LÍMITES NI TIEMPOS.
Eliminar o apartar a los que consideramos que están equivocados expresa incapacidad de nuestra parte.
Solo la MISERICORDIA DE DIOS es capaz de abrazar el "mientras tanto" cuando las resistencias a la escucha y al cambio es lo que aparece con más evidencia.
Y sin darlo por perdido ... superando todo sentimiento de superioridad (a nadie le gusta ser corregido y menos humillado)... y sin la pretensión de tener la verdad... se podrá salir al encuentro del hermano que estando en grave situación necesita de una palabra que ilumine y no condene.
Y éste, desatado del sentirse condenado, podrá abrirse a escuchar otro punto de vista... y tal vez comprender que al alejarse de los demás por el daño realizado se está alejando de quien realmente es y de aquello entonces que puede darle verdadera libertad... y se aleja de una posibilidad para crecer.
Así como nacemos y necesitamos de aquellas primeras manos para vivir...
de la misma manera, a lo largo de la vida, necesitamos de los demás para crecer.
Y Dios identificándose con nosotros... "lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos lo hicieron conmigo..." (cfr Mt 25,40) transformó las relaciones humanas en el lugar privilegiado de su presencia y en el criterio más cierto del seguimiento de su Hijo... "en esto reconocerán que son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros..." (cfr. Jn 13, 35)
"Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido sino como el día en que ese niño fue “pensado” por su madre.
Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.
Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.
Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.
A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.
Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea.
Entonces, le cantan su canción.
La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad.
Cuando uno reconoce su propia canción,
no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.
Y así continua durante toda su vida.
Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.
Y finalmente, cuando esta persona va a morir,
todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él."
Tolba Phanem
Solo la MISERICORDIA DE DIOS es capaz de abrazar el "mientras tanto" cuando las resistencias a la escucha y al cambio es lo que aparece con más evidencia.
Y sin darlo por perdido ... superando todo sentimiento de superioridad (a nadie le gusta ser corregido y menos humillado)... y sin la pretensión de tener la verdad... se podrá salir al encuentro del hermano que estando en grave situación necesita de una palabra que ilumine y no condene.
Y éste, desatado del sentirse condenado, podrá abrirse a escuchar otro punto de vista... y tal vez comprender que al alejarse de los demás por el daño realizado se está alejando de quien realmente es y de aquello entonces que puede darle verdadera libertad... y se aleja de una posibilidad para crecer.
Así como nacemos y necesitamos de aquellas primeras manos para vivir...
de la misma manera, a lo largo de la vida, necesitamos de los demás para crecer.
Y Dios identificándose con nosotros... "lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos lo hicieron conmigo..." (cfr Mt 25,40) transformó las relaciones humanas en el lugar privilegiado de su presencia y en el criterio más cierto del seguimiento de su Hijo... "en esto reconocerán que son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros..." (cfr. Jn 13, 35)
"Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido sino como el día en que ese niño fue “pensado” por su madre.
Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.
Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.
Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.
A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.
Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea.
Entonces, le cantan su canción.
La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad.
Cuando uno reconoce su propia canción,
no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.
Y así continua durante toda su vida.
Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.
Y finalmente, cuando esta persona va a morir,
todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él."
Tolba Phanem
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