domingo, 2 de marzo de 2025

De la aBundanCia del coraZón... Lc 6,39-45


Nos encontramos con un "evangelio" que intentó tal vez, agrupar en torno al "sermón de las Bienaventuranzas", una serie de dichos que habrían sido dados por Jesús en varias oportunidades.
Y aunque esto pueda ser así, cada uno de los dichos, a su manera, no dejan de ser una invitación a "estar atentos" a nuestros modos de mirar y de acercarnos al otro.


Creo que todos, teniendo en cuenta cada vez más, nuestras formas de percibir la realidad tan afectadas por nuestras propias historias, podemos estar de acuerdo en la necesidad de seguir cuidando los modos  -las maneras- de relacionarnos entre nosotros.

El evangelio, viene a ser entonces, una invitación a descubrir la dificultad que primero tenemos con nosotros mismos, a la hora de mirar nuestras propias cegueras, que imposibilitan de alguna manera el poder ver, con más verdad, la realidad del otro y lo que el otro puede llegar a necesitar.
Cómo decirle al otro lo que está haciendo mal, cuándo hay tanta dificultad para escucharnos a nosotros mismos;  para hacernos más responsables -sin culpas ni condenas- de las heridas que traemos.
Cómo saber lo que hay que hacer o no en tal situación, cuándo no somos conscientes de los prejuicios -o de las estructuras mentales, rígidas y estrechas- que llevamos dentro.

El evangelio nos alerta sobre esas sombras -"vigas"- que están en nosotros -que pueden no ser pecado, pero son límites, de los cuales nos tenemos que hacer responsables-; que nublan  nuestra capacidad de mirar a los demás, sin darnos cuenta que podemos estar rechazando en los demás lo que rechazamos en nosotros.

Habrá que descubrir que, en muchísimas ocasiones, somos como "ciegos" pretendiendo "guiar a otro ciego"... "cayendo ambos en un pozo", dónde la oscuridad del mutuo reproche, y la violencia, aparecen cómo las únicas alternativas.

SOMOS CIEGOS...
Somos ciegos cuando nos creemos todo lo que nos decimos de los demás.
Somos ciegos cuando no contamos con nuestras propias cegueras y andamos por la vida resolviendo los problemas de los demás.
Somos ciegos cuando hacemos de nuestras interpretaciones o lecturas de lo que viven los demás, verdades absolutas.
Somos ciegos cuando andamos a las patadas con algo de lo que hoy vivimos -¿o seguimos creyendo aquello de "corazón que no ve, corazón que no siente"?-

Si estamos ciegos con nosotros mismos, nos saldrá con mucha facilidad marcar lo dificultoso del otro, porque nuestra capacidad de percibir y mirar no será más que aquella que surja de las rendijas por donde... aún en medio de la ceguera... se percibe o entra un poco de luz.

Necesitamos hacernos conscientes de la necesidad que tenemos de aprender esa actitud interior, que es expresión de la Bondad que nos habita, y que podríamos llamarla como el "aprender a descalzarnos" frente a la realidad sea cual sea.

DESCALZARNOS...
Descalzarnos será permitirle a nuestra condición de caminantes que marque el modo -que sea el criterio- de mirar la vida de los demás.

Descalzarnos será abrazar nuestra identidad de pobres y limitados, soltando esa pretensión de aparecer perfectos y mejores que los demás.


Descalzarnos será mirar con ternura... o volver a mirar... abriéndonos a la pregunta que surge de aquello que no podemos comprender del otro... sabiendo que nunca podremos agotar en la respuesta que encontremos, el "misterio" que el otro es.
Descalzarnos será dejar hablar al corazón, que es capaz en medio de cualquier situación, encontrarse con la bondad que todo lo habita.

Descalzarnos será permitirle al "asombro" decirnos, una y otra vez, que todo o algo, no lo es del todo como nosotros lo vemos o pensamos.
Descalzarnos será caminar despacio, porque nuestras propias heridas nos acompañan, y reclaman paciencia y mucha humildad.

Descalzarnos será caminar hacia el encuentro con los demás, dejando la prepotencia que cierra, y dejando también, el creernos dueños de la verdad que solo genera rechazos y  barreras.

Que, de las raíces de nuestra verdad más profunda, surjan los gestos y las palabras, con las cuales intentamos vivir y con-vivir con los demás.
Y que no nos desanime, el darnos cuenta que esto, nos llevará toda la vida.

1 comentario:

  1. Dame la gracia Señor de ver mis propias cegueras. De corregir en el camino con bondad. Espíritu Santo habitame. Ayudarme a aceptar los procesos. A no desesperar. Ayudame a cuidar de mí alma para ayudar a otras. Ayudame Espíritu Santo a no desanimarme. Muchas gracias. Amen

    ResponderBorrar