cfr. Hech. 10, 34-38
"AUNQUE EMPEZÓ EN GALILEA...", aquella primera comunidad cristiana mantiene en su memoria que en torno a la predicación y al bautismo de Juan comenzó la vida pública de Jesús.
Jesús -dice el evangelio- acude a Juan como uno de tantos... y desciende al Jordán... a esas aguas que tantos recuerdos guarda de su pueblo.
Al descender Jesús no teme ser identificado con la misma necesidad de los otros... más aún baja a las aguas HACIÉNDOSE SOLIDARIO con esos tantos otros que se experimentaban abatidos y esclavos de tantas fuerzas que no dominaban...
"A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él..." 2 Cor 5,21
Y justamente allí... en medio de las aguas que evocaban la esclavitud y la liberación... habiendo descendido... dejándose bautizar... se abren los cielos que habían estado largo tiempo cerrados y se escucha una Voz:
"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección."
"CON LOS CIELOS ABIERTOS" no habrá nada que pueda ser obstáculo que evite el encuentro y el diálogo con Dios.
Y en otro sentido el relato de alguna manera nos describe -en un momento concreto- aquello que tal vez fue un camino en la consciencia y en el corazón de Jesús...
Camino que en el encuentro con Juan tuvo tal vez un momento decisivo...
Momento donde Jesús experimenta la certeza de que el Reino se hará presente en su propio destino personal...
Allí Jesús se experimenta HIJO... se sabe AMADO...
se experimenta ENCONTRADO.
El Espíritu que había estado allí en el comienzo de su vida como hombre... esta ahora señalando "Quién es Él"...
JESÚS HACE EXPERIENCIA DE SU IDENTIDAD...
Y dicha experiencia lo ubicará en su MISIÓN: EN ÉL NOS ENCONTRAREMOS SIENDO HIJOS... SIENDO AMADOS... SIENDO ENCONTRADOS... POR DIOS.
De allí aquel pedido a Juan: "...ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo..." que no es otra cosa que hacer coincidir los propios modos de mirar y de actuar a los de Dios.
En Jesús nosotros también hemos bajado al Jordán... Por eso DEJEMOS-NOS BAUTIZAR POR EL ESPÍRITU DE JESÚS.
Dejarse bautizar es aceptar que Dios nos diga quienes somos... y nos ponga en camino hacia los demás...
Dejarse bautizar es descender a las propias aguas donde experimentamos el tironeo y la culpa...
Dejarse bautizar es sentirse a salvo de los propios juicios porque hemos sido recibidos y amados en Jesús...
Dejarse bautizar por el Espíritu de Jesús es hacerse solidario con tantos otros que viven sumergidos en lo que daña la vida...
Dejarse bautizar es romper con las normas que nos hacen jueces...
Dejarse bautizar es dejarse llevar por el deseo de dar vida... de posibilitar que el otro viva...
Dejarse bautizar por el Espíritu de Jesús es romper con los "siempre se hizo así"...
Dejarse bautizar es soltar la falsa seguridad que da el encierro...
Dejarse bautizar es facilitar el encuentro...
Dejarse bautizar por el Espíritu de Jesús es inspirar Vida en medio de los demás...
ES PASAR POR LA VIDA HACIENDO EL BIEN... PORQUE DIOS ESTA CON NOSOTROS.
Pero tal vez nos sigue escandalizando ser parte de la historia de un Dios que se hizo "uno de tantos" identificándose con aquellos que nadie querría ser identificado.
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