domingo, 13 de diciembre de 2020

AleGría, un CamiNo a travÉs del dEsierTo. Jn 1, 6-8, 19-28

"ALÉGRENSE... Estén siempre ALEGRES."  1Tes 5,16
Al acercarse la Noche Buena somos invitados a experimentar en nosotros una ALEGRÍA que no se identifica con la satisfacción de todas nuestras necesidades o tal vez con la ausencia de conflictos... o con la ausencia de situaciones difíciles como las que estamos atravesando.
ALÉGRENSE!!!
Para hacer experiencia de lo que se nos está invitando habrá que ponerse en camino hacia Belén (podríamos decir)... hacia los lugares propios y de los demás donde la fragilidad se encuentra.
Allí,  como frente a la pequeñez del Niño de Belén, frente a la pobreza y humildad del lugar, nuestras vidas serán despojadas de las ansias de poder... del querer aparentar... como así también de ese deseo posesivo que enferma todas las relaciones humanas... y tal vez podremos aprender a mirar de otra manera, descubriendo que es lo esencial en la vida y que nos acerca la experiencia de la alegría verdadera.
ALÉGRENSE!!!
Hacer experiencia de esa alegría que permanece, a la que somos invitados, no puede entonces resultar de los parches con que intentamos conservarla; como son el comprar cada vez más cosas o dejarnos llevar por la sola búsqueda de placer.
Esa alegría no podrá nacer sólo de nosotros ni dependerá de nuestros esfuerzos. 
NO PUEDE DEPENDER DEL AFUERA.

Tal vez será un  constante camino en donde hemos de ejercitarnos en la paciencia -de quienes confían en que los procesos de transformación son lentos-  y en la renuncia -de quienes aferrados a una promesa -"Dios en nosotros"- confían que lo que más ansían llegará no por los caminos que tal vez hubiesen querido.

Hacer experiencia de esta ALEGRÍA que permanece independientemente del afuera, será caminar hacia donde sabemos que somos sostenidos... será un camino hacía dentro... hacia donde están nuestras verdades; desde la cuales entonces, podremos responder a lo que nos pase sin que esto nos desanime ni nos vuelva tremendamente pesimistas y rígidos.

Pero el gran conflicto es que seguimos identificando lo que somos - o  nos seguimos valorando y aceptando - según una medida rígida y estrecha que viene de fuera... o que viene tal vez de nuestras propias heridas... o de nuestro ego que busca incansablemente sentirse en el centro.

JESÚS ES 
NUESTRA ALEGRÍA!!!

¿A qué sabe la alegría de quienes entregaron toda su fe a caminar en sus huellas...?


¿Quiénes podrían explicarnos lo que se vive cuando se está en contacto con el propio corazón?

Cuando el corazón está satisfecho... ni una VOZ en medio del desierto puede asombrar.
Es como si el evangelio nos mostrará -en este contexto de Alegría- como fueron los inicios del acostumbrarse de Dios a nosotros... y nosotros a Dios.

La duda y la indiferencia... la búsqueda de pruebas... la reacción frente a la inseguridad que despierta la presencia del otro... el que otros vayan y pregunten... actitudes y gestos que aparecen en el evangelio de hoy, son parte también de nuestros propios caminos y opciones frente a la vida... frente a la fe.

Como a los hombres del evangelio -no como los fariseos y escribas- nosotros también necesitamos seguir buscando alternativas a las cosas que vivimos hoy.
Y eso significará dejarnos interpelar... y no pasar por las situaciones de la vida como si fueran meras atracciones como lo hicieron tal vez aquellos hombres que fueron a ver a Juan.

Será necesario, como Juan, entrar en contacto con nuestra verdad que no necesita de nada para decir quién es... y es libre para despojarse hasta de la necesidad de que las cosas cambien con él.

Juan, revestido de los  "no soy" - es decir, haciéndose cargo de la propia verdad y debilidad- anuncia la llegada del "más fuerte"... de Aquel que bautizará "en el Espíritu Santo".

Necesitamos como Juan encontrar alegría al despojarnos de tantos protagonismos con los que andamos en la vida...
Juan anuncia que Otro -el que viene detrás de él- es el verdadero protagonista de esta historia haciendo presente a Dios en la manera de estar... en el modo de amar.

Y el desierto -los vacíos, los despojos y silencios provocados por la vida- serán el camino que el anuncio encontrará, para llegar al corazón... para hacernos el gran regalo de una alegría que no se identifica con esto o con aquello... pero que viene de la mano de nuestra verdad.

Más de una vez nos encontraremos con la necesidad de reencontrarnos con el sentido que le queremos dar la vida... sobre todo cuando se nos presenten la dificultad o la duda o el miedo... y es justamente allí, cuando nuestras fuerzas no alcancen, cuando podremos percibir que Alguien más está en nuestra vida regalándonos esa verdadera experiencia de alegría.


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