lunes, 7 de diciembre de 2020

ComiEnzo de la BuenA NotiCia de JESÚS. Mc 1, 1-8

Como si hubiese encontrado algo de mucho valor... y lejos de querer darnos una doctrina o un conjunto de normas... Marcos nos anuncia una ALEGRE NOTICIA.
Una historia que afecta a la vida... y por ende a la fe.
Una historia... un rostro... un nombre.
JESÚS.

De Jesús es la "buena noticia" y al mismo tiempo, él mismo es la "buena noticia".
JESÚS ES BUENA NOTICIA.

Si JESÚS ES BUENA NOTICIA significa que es siempre novedad; de ahí que su vida, su palabra será siempre principio... comienzo de camino... posibilidad de recomenzar siempre.

CON JESÚS SE TENDRÁ SIEMPRE LA SENSACIÓN 
DE ESTAR COMENZANDO. SIEMPRE.

Pero, ¿será Jesús buena noticia para nuestras vidas?
¿Será Jesús una alternativa para nuestras vidas?
¿Será Jesús una relación que va tocando todos los aspectos de nuestra vida?
¿O sigue siendo una costumbre... o un conjunto de normas a cumplir... o algo que hemos recibido como herencia familiar?

Y es una "buena noticia" que no viene bajo los rasgos del poder que busca dominar, imponer y amenazar, sino bajo los rasgos de la debilidad, de la derrota y de la pobreza... 
Se presentará siempre como una "alternativa de vida" bajo los rasgos de una vida gastada en favor de los demás... de un amor "sin límites", dispuesto a no correrse jamás.
TODO ESTO ES BUENA NOTICIA.
Y tal vez ésta sea la novedad.
 

Y entre lo antiguo y lo nuevo aparece "Juan, el Bautista" como punto de contacto convirtiéndose en TESTIGO de lo viejo y de lo nuevo.

Hacía tiempo que la palabra de Dios no resonaba en medio de su pueblo.
De allí el anuncio en el DESIERTO como imagen de la ausencia y del vacío creados por la indiferencia y por la dispersión en tantas cosas que nos distraen de lo esencial..
Ausencia y vacío que aparecen detrás de esa obsesión -muchas veces desconocida- por mantener un personaje; estando lejos de nosotros mismos.
Ausencia y vacío generado por nosotros mismos cuando solo nos mueve la satisfacción de nuestras necesidades; haciendo que nuestras heridas se profundicen. 
Ausencia y vacío generado en tantos otros por la injusticia y la indiferencia con la que vivimos.

Ausencia y vacío que se convierten por la presencia de Juan en una posibilidad de escucha... de que algo nuevo puede nacer.
Es como si Dios le hubiese cambiado el laburo a todas las situaciones que limitan y oscurecen la vida.

Lo que nos hace ponernos en contacto con el desierto nos invita a "cambiar la manera de pensar" (conversión)... a dejar de creernos en el centro de todos y de todas las cosas...
La ausencia y el vacío se convierten entonces en una oportunidad para reorientar la vida hacía Aquel que solo puede darle un verdadero sentido.

JUAN EN EL DESIERTO CREA UNA ESPERA.
ALGO NUEVO ESTÁ POR NACER.
Pero nuestra ansiedad e impaciencia son tan fuertes a veces… que no nos bancamos la espera… y buscamos calmar el vacío que nos produjo el límite repitiendo hábitos que no hacen más que dejarnos más vacíos y más solos. 

Necesitamos recuperar el sentido del silencio y del desierto como lugar de encuentro... como espacio de comunión.
Necesitamos recuperar el coraje de la soledad como escuela para relacionarnos en verdad con los demás.

QUIÉN NO SABE ESTAR SOLO CONSIGO MISMO
NO SABRÁ ESTAR BIEN CON LOS DEMÁS...
SIN MÁSCARAS, SIN ROLES, SIN DEMANDAS, SIN BÚSQUEDAS EGOÍSTAS.

En el silencio las palabras se limpian de las costumbres... recobran su significado original.

En el silencio nos conocemos a nosotros mismos...

En el silencio nos despojamos de buscar siempre la atención... en el anuncio de Juan la atención la debe tener "el que viene detrás de mí".

POdemos recibir la invitación del profeta Isaías a "preparar los caminos"... sabiéndose frágiles y sostenidos.
Podemos "allanar senderos"... dejando la presunción -el creernos perfectos y fuertes- que oscurece la vida y el modo de relacionarnos con los demás.
POdemos abrazar la miseria como posibilidad para que la "fuerza de Dios" se transparente.

Pero cómo aquella gente que salían de las ciudades para ir al encuentro de Juan... también nosotros necesitaremos abandonar la ciudad de las situaciones cómodas... la ciudad de las costumbres y de los hábitos que nos hacen vivir en automático.

Necesitaremos salir de la ciudad de las estructuras que tranquilizan y vivir la experiencia de la intemperie... de lo no seguro...
PARA HACER DE NUESTRA VIDA
UN ESPACIO DE ESPERA.
UN ESPACIO DE ESCUCHA.
UN ESPACIO DE ENCUENTRO.

eN el silencio del desierto, Dios nos espera.
En la fragilidad de nuestra carne, Dios nos elige.
Se hace camino para nosotros...
Siempre comenzando.


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