lunes, 18 de enero de 2021

RecorDarAn cuaNdo tengAn exPerienCia. Jn 1, 35- 42

Sin importarle que la gente deje de seguirlo y haciendo que sus propios discípulos sigan a Jesús... Juan después de dejar el desierto siendo “una Voz” se convierte ahora en un dedo que señala: “Este es el cordero de Dios…”

Con el Bautista aquella comunidad de cristianos al llamar a Jesús como “Cordero de Dios” está volviendo la mirada a la experiencia de liberación del primer Israel pero al mismo tiempo señala la novedad.
Jesús viene como "CORDERO" pero no por su aspecto "sacrificial" -que tanto nos gusta resaltar a nosotros para que de alguna manera nos sintamos obligados a cambiar o para aumentar nuestro sentimiento de culpa o de falta de agradecimiento... sino como aquel que viene a nosotros de manera mansa... humilde... expuesto al rechazo y a la incomprensión... viene entregado.

Y así de ese modo es liberado el "pecado del mundo".

Pero cuánto hemos reducido esta expresión "que quita el pecado del mundo" a la liberación de nuestro pecado personal porque este nos lleva al reconocimiento de la fragilidad que no se despega de nosotros.
En el evangelio de Juan "el pecado del mundo" está identificado con todo aquello que daña a los demás...  con todo aquello que impide crecer y que oprime la vida de las personas. Por eso encontraremos denuncias contra aquellos que ponen trabas a la vida de las personas y contra aquellas estructuras que someten, esclavizan y oprimen.

JESÚS quitó de su propia vida todo cuanto podía apartarlo de su propia verdad.
Haciendo esto en su vida... se liberó de cuanto podía dañar a los demás.
PORQUE NADIE PUEDE LIBERAR A OTROS SI ANTES NO ES LIBRE.
Descubramos entonces que muchas de las opresiones a las que sometemos a los demás no son más que opresiones que sentimos en nosotros.
Y otras tantas que nos permitimos soportar no son más que faltas de amor verdadero a nosotros mismos.

"Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
Él se dio vuelta y viendo que lo seguían, les preguntó:
¿Qué quieren?
Ellos le respondieron: Rabbí -que significa Maestro- ¿dónde vives?.
"VENGAN Y LO VERÁN"..."

No será posible ir detrás de Jesús si no se está dispuesto a entrar en una pedagogía nueva... donde las preguntas descubran aquellos fondos del corazón donde están las búsquedas más profundas.

¿Qué quieren?... ¿Qué buscan?.
¿Qué desean?... ¿Qué esperan?.


Necesitaremos una y otra vez animarnos a clarificar las motivaciones que nos llevan a seguirle.

Necesitaremos caer en la cuenta de que muchas veces nuestras decisiones descansan en la búsqueda de que ciertas expectativas -algunas infantiles- se cumplan.
Necesitaremos aceptar con mucha humildad que no siempre nuestro "ir detrás de Jesús" es buscando sus modos para construir una sociedad más solidaria, más justa y más hermana.

Y la respuesta de los discípulos no se hace esperar... quieren saber cómo es su estilo de vida... que es aquello por lo cual vale la pena vivir... "¿Dónde vives?"

"Vengan y lo verán"


La presencia de Jesús provoca, invita a desplazarse, a cambiar de lugar y de postura.
Es una invitación a seguir buscando.
Es una invitación a hacer experiencia.

Y ¿Qué fue aquello que vieron que los llevó a decir que se habían encontrado con Aquel que habían estado esperando no sólo ellos... sino todo su pueblo?
¿Cuál fue la experiencia que tuvieron con Jesús que los llevó a unir todas aquellas profecías con aquel pobre predicador nazareno?

Tal vez se encontraron siendo ellos mismos... se encontraron siendo interpretados.
Tal vez alrededor de una mesa vieron como las diferencias desaparecían... o junto a los enfermos vieron como la aceptación curaba y liberaba... o en unas palabras cercanas y familiares experimentaron que Dios estaba buscándolos... porque los amaba.
Tal vez se sintieron entendidos... encontrados y por primera vez experimentaron lo que significaba la libertad.

Y el encuentro se hace anuncio.
Se hace camino para otros.
Jesús se encuentra con PEdro haciendo de este momento un espejo para nuestro propio camino de seguimiento.
Como Pedro, también nosotros, nos tendremos que fiar cada día más de su mirada que de la nuestra... sobre todo cuando sintamos que nuestras expectativas no se cumplen o cuando nos sintamos lejos no sabiendo a quien estamos siguiendo.

Será de toda la vida confiar más en su mirada que abre y que descubre posibilidades allí donde nosotros sólo vemos debilidad y obstáculo.
Nos tendremos que fiar cada vez más de esa mirada que no da nada por perdido en nosotros... que lo transforma todo en oportunidad.

Fiados en la mirada de Jesús que descubre lo mejor de nosotros...
sigamos buscando el mejor lugar o lo que mejor exprese quienes somos en verdad...
allí está nuestra vocación.


Y sabremos generar preguntas
con nuestro estilo de vivir...
Y sin miedos invitaremos a los demás a venir y ver...
a venir y a experimentar al Dios que nos hace hermanos de todos.





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