Nos encontramos con el evangelio de los comienzos; con un texto simple y claro que busca ponernos en contacto con la experiencia de Jesús sin muchas explicaciones o discursos; y en esa experiencia descubrir, una vez más, al Dios que siempre busca "bendecir" y "liberar".
Ponerse entonces, de parte del Dios de Jesús, será estar de parte de toda liberación humana:
Liberación de los propios esquemas defensivos con los cuales vivimos, dónde los miedos nos llevan a escapar de la soledad, del encuentro verdadero con los demás, o a buscar gratificaciones inmediatas frente a la angustia o al vacío personal.
Liberación de cuánto oprime y somete la vida de los demás, donde la apropiación y la envidia hacen estragos en unas relaciones que deberían expresar aceptación y servicio.
Estar de parte de Jesús será entonces, abrazar la verdad personal soltando tantas identificaciones interiores que no hacen más que sujetarnos a creencias y mandatos a los cuales, muchas veces, les sacrificamos la propia vida, con sus anhelos más profundos.
Será soltar esos "mecanismos" con los que nos defendemos cuando percibimos que es "demasiado a lo que se nos invita"... y nos llenamos de justificaciones para no dejar tantas compensaciones que atan la entrega y el servicio a nuestras búsquedas egoístas; o dejamos de optar por Jesús porque su camino exige esfuerzo, tiempo y disponibilidad a re-comenzar cada día.
En esa realidad compleja, tan cotidiana, la Palabra proclama que Dios actúa... "el tiempo se ha cumplido"... nos ubica frente a la fuerza del "aquí y ahora"... a la experiencia del "HOY" que parece limitarnos, que desarma la omnipotencia con la que pretendemos vivir, que deja sin efecto las racionalizamos con las que buscamos controlar todo... y que invita a hacer de la paciencia y de la humildad, compañeras de camino.
En el "HOY" de nuestra historia personal y social, que muchas veces aparece lejano... insignificante... descalificado para muchos... sin sentido para otros... Dios, como en aquella Galilea, se hace presente descubriendo el "tesoro escondido" que oculta lo cotidiano, lo insignificante de la vida.
Eso podríamos decir que es Jesús... el HOY DE DIOS PRESENTE EN LO COTIDIANO que muchas veces no queremos y rechazamos... buscando con nosotros la manera de poner en movimiento la vida.
Y después del anuncio a descubrir que el "tiempo es hoy", Jesús llama a seguirlo y lo hace primero con una MIRADA que es propuesta de amistad... y con una PALABRA que se hace camino de vida, respuesta existencial de quien la recibe.
LA PALABRA CREA DISCÍPULOS.
Se deberán fiar de esa palabra que no da muchas explicaciones... y cualquier cálculo o pregunta frente a la tarea puede esconder miedo a comprometerse... o búsqueda de algún tipo de seguridad...
Y sin decirnos qué sintieron los discípulos, se nos presenta la respuesta de ellos, cargada de renuncia, separación y alejamiento... porque quien se encontró con Jesús, no necesitará convertir a nadie más y a nada más en el centro.
Aceptando un proyecto de vida -no una idea o una norma- se van detrás de Jesús; y será en la medida en que caminen en sus huellas -viviendo sus modos, abandonando toda "relación de consumo" con las cosas y las personas- que lo conocerán... y descubrirán que esa manera de vivir los hace crecer en humanidad.
"YO LOS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES" y esta será la primera tarea que con mucha humildad y paciencia habrá que aceptar... la de DEJARSE HACER.
DISCÍPULO ES ALGUIEN QUE SE ESTÁ HACIENDO SIEMPRE.
Dejarse hacer es dejar que la mirada de cómo percibimos la vida y lo que es más esencial cambie.
Dejarse hacer es abrir las manos y soltar esa manera de entender la conversión como la de "dejar un pecado que afea nuestra imagen"... aceptando que la conversión es una manera nueva de mirar la vida.
Dejarse hacer es abrazar la limitación como algo que nos constituye y no un error o un mal a atacar.
Dejarse hacer es aceptar que aprendemos a partir de nuestros errores... que sin ellos no habría posibilidad de crecer como personas.
Dejarse hacer es dejar que nos desapropien de nuestras ilusiones egoístas y de las gratificaciones inmediatas porque hemos encontrado una "perla de mucho valor".
Dejarse hacer es dejar que nos saquen de la comodidad que nos encierra y nos pongan en movimiento hacia los demás descubriendo que la vida cotidiana, con sus luces y sombras, es el "tiempo favorable".
Dejarse hacer es dejar que la mirada cambie y liberados de la queja descubramos que toda la vida es Galilea... que toda la vida es un espacio donde Dios quiere ser encontrado... buscado... abrazado... recibido... servido... anhelado...
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