domingo, 7 de noviembre de 2021

SOMOS lo que DAMOS. Mc 12, 41-44

Como si las palabras ya fuesen suficientes Jesús hace exégesis -lectura e interpretación- de un gesto de una desconocida.
Y lo hace al final de un camino donde insistió en que lo importante y lo más valioso de una persona no está en el exterior ni en lo que aparenta sino que todo depende desde donde se vive... verdad que se encuentra dentro, en lo profundo, dado como DON.

Pero como al ciego del camino a muchos esto les resultaba todavía difícil de ver y más aun de creer.

Jesús está cerca del lugar que se utilizaba para dejar la ofrenda donde tal vez,  muchos dejaban que sus monedas, hicieran un gran ruido para alimentar de esa manera su estima personal.

Pero aquella mujer no quería hacer ningún ruido.
Podía dar sin hacer mucha publicidad del asunto... tal vez por vergüenza o tal vez porque tenía otra cosa ante sus ojos.
En las palabras de Jesús ella había dado “TODO CUANTO TENÍA PARA VIVIR”.

Qué difícil se nos hace captar el verdadero valor de los pequeños gestos cuando estamos tan acostumbrados a hacer cuentas calculando lo que damos según lo que esperamos recibir.

Frente a la totalidad entregada por aquella mujer, el corazón de Jesús vibro... fue un gesto que no le paso desapercibido… se sintió convocado, llamado... el Padre se le revelaba -se le mostraba- en el corazón de aquella anciana como lo había hecho tiempo atrás la viuda de Sarepta frente al profeta Elías.

HABÍA DADO TODO CUANTO TENÍA PARA VIVIR.
Todo lo que constituía su posibilidad de vivir.
Podía abrazar su propio límite -su finitud- sin necesidad de taparse con nada -ni con títulos, ni con cosas, ni con roles ni saberes-.

Podríamos preguntarle:
MUJER, ¿QUÉ TIENES ANTE TUS OJOS?
Nosotros podríamos pensar que tal vez por su situación económica y por su edad, ante sus ojos habría resignación… pesimismo… bronca tal vez mezclada con envidia… etc.
Pero de haber estado alguno de estos sentimientos la hubiesen obligado a reservar un poco tal vez de lo que tenía pensando que tenía todo el derecho de hacerlo.

¿QUÉ TIENES MUJER ANTE TUS OJOS?
O podríamos formular mejor la pregunta:
¿ANTE QUIÉN SABIAS QUE ESTABAS?

“El hombre es lo que es ante Dios y no más” decía san Francisco.
No era entonces un gesto con el cual Jesús quería dar a entender la importancia de la ayuda o de la limosna sino que volvía a insistir sobre que significa vivir… que es la vida para él… un DON que se está recibiendo siempre… que nosotros no somos más que sus depositarios… y que por ende no hay nada que ganar ni perder… que es posible entonces correr riesgos… y que vivir así se alimenta solo de disponibilidad y confianza.

DISPONIBILIDAD Y CONFIANZA,
Que nos hace libres... que nos hace soltar el miedo a perder que nos lleva a ser crueles con los demás.
Que expresa nuestra verdad más profunda, porque quién nos habita es apertura y donación siempre; y esto nos libera de todas esas dependencias y de todas esas formas posesivas de relacionarnos.
Y nos abre a compartir lo que somos y tenemos... a dejar que el ser de Dios fluya a través nuestro... en nosotros.

"El primer centavo no dice nada, 
el último lo expresa todo", dice San Ambrosio.

VIVIR será para nosotros tal vez un largo aprendizaje en saber ubicarnos frente a Aquel que “da de comer a los pájaros del cielo… y viste a los lirios del campo”.
“RECIBIÉNDONOS”, como pobres y necesitados… sumamente vulnerables y abiertos… despojados de tanta cosa con lo que queremos aparentar algo más de lo que somos... descubriendo que no somos lo que conseguimos sino lo que recibimos como don.
SOMOS LO QUE DAMOS.
A MÁS VERDAD, MÁS LIBERTAD.

Tal vez por eso el corazón de aquella mujer era puro...
Porque nada tenía... lo tenía todo... y a nada se aferraba.
Se sabía en Dios y eso le bastaba.

¿SERÁ ENTONCES QUE NOSOTROS NO PERCIBIMOS ESTO PORQUE ESTAMOS DEMASIADO AFERRADOS A MUCHAS COSAS?
¿Será tal vez porque tenemos demasiado miedo a perder lo que somos o lo que tenemos?
O ¿será tal vez que nos asusta la libertad?

Que escándalo Padre que te vuelves corazón de mujer 
para mostrarnos que el camino de la felicidad pasa por nada retener.
Que los pequeños gestos de cada día donde damos vida, tiempo, servicio, dinero… 
lleven al corazón a ponerse, en Jesús, sin nada frente a vos. Amén.


Y desde aquel día, aquella anciana quedó registrada 
en el libro de los pequeños, de los desconocidos 
que son grandes ante Dios.

1 comentario: