domingo, 23 de octubre de 2022

La BondAd nos Da viDa. Lc 18, 9-14

Jesús a "algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás" les presenta esta parábola: dentro de un templo dos hombres – dos posturas ante sí mismos –  ante Dios y ante los demás.

AMBOS MEDIDOS -podríamos decirlo así- POR LA CONFIANZA ABSOLUTA EN LA INCONDICIONALIDAD DE DIOS.

¿En qué confiaban?
¿En que descansaban?
¿De qué se fiaban?

Tal vez en lo que hacían de bien… pero cualquier cosa en que se confiaran fuera de Dios sería una declaración de incredulidad… y ya habrían recibido la recompensa de eso a lo que habían declarado su lealtad.

Sólo el haber sido objeto de una BONDAD INCONDICIONAL
nos hace percibir que no tenemos derecho a juzgar a nadie.

Pero cuántas veces nos hemos encontrado repitiendo dentro de nosotros: “no soy como aquel”  o “no hago lo que él hace”.
Cuántas veces nos hemos encontrado señalando… condenando… excluyendo… acusando… o porque son de izquierda o porque son de derecha…
Cuántas veces nos hemos sentido con derecho a juzgar a todos y a todo; como si fuéramos nosotros los que poseemos la única verdad.

SI NADA ES SAGRADO
LA SERIEDAD DE NUESTRA VIDA ESTÁ EN RIESGO.
Y LA VIDA DEL OTRO COMO LA PROPIA ES LUGAR SAGRADO.

Haber sido alcanzado por la Bondad es haber recibido el permiso de sacarnos la máscara…  en nosotros también hay lucha con aquellas cosas que condenamos en los demás…
NosotrOs... como todos... estamos de camino… y somos incompletos.

Podemos dejar de engañarnos... Puedo dejar de engañar…
Podemos dejar de disimular ser perfectos… podemos bajarnos del pedestal a donde nos hemos subido y desde donde miramos y juzgamos creyéndonos ser la medida para los demás.

Como el publicano, estamos invitados a reconocer que hemos sido alcanzados por la Bondad... y que somos lo que somos ante ella y no más.




Encontrarnos con nuestras propias luchas nos hace percibir que no tenemos derecho a juzgar a nadie… más aún… nos ayuda a comprender más a los demás…  y nos abre a la posibilidad de aprender de ellos.
Abrirnos a la Bondad de Dios nos hace HUMILDES Y POBRES.

Y solo LA HUMILDAD engendra BONDAD.
Y la BONDAD se hace "mirada nueva", capaz de reconocer bondad en todos aún en las negruras de los demás.

La Bondad de Dios es tiempo para seguir caminando siempre.
Es tiempo para crecer.
Es tiempo para arrepentirnos.
Es tiempo para recomenzar.

LA BONDAD DE DIOS ES OPORTUNIDAD SIEMPRE NUEVA.

SIN BONDAD NO HAY VIDA.

CUANDO NOS DEJAMOS LLEVAR POR LA BONDAD QUE NOS ALCANZÓ "hemos pasado de la muerte a la vida".




No hay comentarios.:

Publicar un comentario