"DAR VIDA".
El evangelio no podría haber sido más explícito para decirnos cuál ha sido la actitud interior de toda la vida de Jesús, el sentido de su vida.
Pero también la palabra nos invita a descubrir que se entra cada vez más en contacto con esa VIDA NUEVA del buen Pastor, siempre y cuando, crezca en nosotros la misma actitud interior hacia los demás.
LA PROPIA VIDA HABLARÁ DE LO QUE HA EXPERIMENTADO.
Y sin que nos demos cuenta trataremos a los demás cómo en lo más profundo del corazón sentimos que somos tratados.
Por eso en JESÚS queremos reconocer un ROSTRO, una MIRADA que salva, una VOZ que libera, un TÚ que desbloquea lo que ya está entre nosotros, para que lo podamos recibir.
En JESÚS queremos abandonar los miedos y confiar en caminar hacía los lugares que él camino y la Vida Nueva tendrá más espacio en nosotros.
Pero muy lejana a la actitud del buen Pastor Jesús es la del "asalariado"... que buscando el propio interés se desalienta cuando el sostener la apuesta de "vivir en clave de servicio", suponga correr riesgos, perder seguridades o cuando tenga que renunciar a ciertas comodidades,llegando hasta abandonar aquello que comenzó tal vez con entusiasmo.
Somos asalariados de la vida cuando vamos perdiendo la capacidad de DAR GRACIAS, y creyendo en nuestros méritos vamos dejando de disfrutar de nuestras entregas que son nuestra vida.
Somos asalariados de la vida de los demás cuando -conociéndolos o no- nos hemos puesto a clasificarlos.
Somos asalariados de la vida cuando nos hemos acercado a los demás buscando algún beneficio personal dejándonos llevar por las apariencias.
Somos asalariados de la vida cuando hemos hecho "leña del árbol caído" para sentirnos aceptados por otros.
Y muy lejana también a la actitud del buen Pastor es la del "lobo", que oprime y violenta y les quita la vida.
Somos lobos de la propia vida cuando no somos capaces de valorarla -de respetarla, de seguir creyendo aún en medio de las caídas- y no ponemos límites sanos cuando percibimos manipulación.
Somos lobos de la vida de los demás cuando buscamos manejar sus vidas condicionando el afecto.
Somos lobos de la vida de los demás cuándo solo tenemos mirada para las faltas y la intolerancia se vuelve trato habitual.
Somos lobos de la vida cuando rotulamos a las personas y no les permitimos aprender de los errores.
Somos lobos cuando nos ponemos duros y rígidos generando divisiones o partidismos, no pudiendo aceptar las diferencias ni que unidad no significa uniformidad; no dejando de esa manera que los demás sean.
Acercarnos para dar vida - o vivir en clave del "dar vida"- supondrá entonces estar conscientes de que en la escucha y en la mirada que tenemos de los demás se nos juegan nuestros miedos, nuestras heridas, etc; que muchas se transforman en los "asalariados y lobos", modos con los que nos relacionamos con la vida de los demás.
Vivir en clave de "dar vida" es permanecer en la tensión que supone el diálogo con el otro que no puede ser utilizado en favor de nuestras carencias ni sometido a nuestras ideas.
Vivir en clave de "dar vida" es aceptar el desgaste cotidiano que supone buscar el bien siempre.
En una cultura que confunde alegría por placer, es aceptar que el "ego" pierda protagonismo y no sea gratificado en todo... ("Lo único que sé es cuándo tengo bastante")
Es aceptar los silencios, aprendiendo a callar cuándo el juicio es lo único que surge.
Vivir en clave de "dar vida" supone descentrarse de sí, desposeerse, lo que va más allá de dar tiempos o cosas a los demás.
Significa una tensión constante a que los demás puedan encontrarse siempre con una alternativa para descubrir el valor de sus propias vidas.
Significa ejercitar la "misericordia" que transforma las fallas y los errores en posibilidades para crecer (siendo conscientes de que la primera reacción es ya una interpretación).
Significa ejercitar la "misericordia" que transforma las fallas y los errores en posibilidades para crecer (siendo conscientes de que la primera reacción es ya una interpretación).
VIVIR EN FAVOR DE LOS DEMÁS
es expresión de una profunda familiaridad
y de una tierna cercanía.
Pero también la palabra nos invita a descubrir que se entra cada vez más en contacto con esa VIDA NUEVA del buen Pastor, siempre y cuando, crezca en nosotros la misma actitud interior hacia los demás.
LA PROPIA VIDA HABLARÁ DE LO QUE HA EXPERIMENTADO.
Y sin que nos demos cuenta trataremos a los demás cómo en lo más profundo del corazón sentimos que somos tratados.
Por eso en JESÚS queremos reconocer un ROSTRO, una MIRADA que salva, una VOZ que libera, un TÚ que desbloquea lo que ya está entre nosotros, para que lo podamos recibir.
En JESÚS queremos abandonar los miedos y confiar en caminar hacía los lugares que él camino y la Vida Nueva tendrá más espacio en nosotros.
Pero muy lejana a la actitud del buen Pastor Jesús es la del "asalariado"... que buscando el propio interés se desalienta cuando el sostener la apuesta de "vivir en clave de servicio", suponga correr riesgos, perder seguridades o cuando tenga que renunciar a ciertas comodidades,llegando hasta abandonar aquello que comenzó tal vez con entusiasmo.
Somos asalariados de la vida cuando vamos perdiendo la capacidad de DAR GRACIAS, y creyendo en nuestros méritos vamos dejando de disfrutar de nuestras entregas que son nuestra vida.
Somos asalariados de la vida de los demás cuando -conociéndolos o no- nos hemos puesto a clasificarlos.
Somos asalariados de la vida cuando nos hemos acercado a los demás buscando algún beneficio personal dejándonos llevar por las apariencias.
Somos asalariados de la vida cuando hemos hecho "leña del árbol caído" para sentirnos aceptados por otros.
Y muy lejana también a la actitud del buen Pastor es la del "lobo", que oprime y violenta y les quita la vida.
Somos lobos de la propia vida cuando no somos capaces de valorarla -de respetarla, de seguir creyendo aún en medio de las caídas- y no ponemos límites sanos cuando percibimos manipulación.
Somos lobos de la vida de los demás cuando buscamos manejar sus vidas condicionando el afecto.
Somos lobos de la vida de los demás cuándo solo tenemos mirada para las faltas y la intolerancia se vuelve trato habitual.
Somos lobos de la vida cuando rotulamos a las personas y no les permitimos aprender de los errores.
Somos lobos cuando nos ponemos duros y rígidos generando divisiones o partidismos, no pudiendo aceptar las diferencias ni que unidad no significa uniformidad; no dejando de esa manera que los demás sean.
Acercarnos para dar vida - o vivir en clave del "dar vida"- supondrá entonces estar conscientes de que en la escucha y en la mirada que tenemos de los demás se nos juegan nuestros miedos, nuestras heridas, etc; que muchas se transforman en los "asalariados y lobos", modos con los que nos relacionamos con la vida de los demás.
Vivir en clave de "dar vida" es permanecer en la tensión que supone el diálogo con el otro que no puede ser utilizado en favor de nuestras carencias ni sometido a nuestras ideas.
Vivir en clave de "dar vida" es aceptar el desgaste cotidiano que supone buscar el bien siempre.
En una cultura que confunde alegría por placer, es aceptar que el "ego" pierda protagonismo y no sea gratificado en todo... ("Lo único que sé es cuándo tengo bastante")
Es aceptar los silencios, aprendiendo a callar cuándo el juicio es lo único que surge.
Es esperar en la vida y lo que tiene de proceso.
Es aceptar que en lo cotidiano haya molestias, conflictos, renuncias, equivocaciones y errores... aprendiendo a gestionar nuestras emociones y sentimientos poniéndonos en contacto con "quiénes somos" y a "qué somos llamados".
Es aceptar que en lo cotidiano haya molestias, conflictos, renuncias, equivocaciones y errores... aprendiendo a gestionar nuestras emociones y sentimientos poniéndonos en contacto con "quiénes somos" y a "qué somos llamados".
DAR VIDA
es aceptar más. Juzgar menos.
Es bendecir más. Tener menos.
Es servir más.
Es sabernos "cuencos" que dan lo que reciben...
Allí el sentido de la vida.
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