domingo, 6 de junio de 2021

"CoMo a hijoS se nOs da DioS..." Mc 14, 12-16.22-26

"Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo..."

De alguna manera estas palabras de Jesús reflejan que el sentarse alrededor de aquella mesa no fue algo improvisado sino algo esperado... algo decidido y preparado... algo "deseado" según el evangelio de Juan.

Alrededor de aquella mesa Jesús, con sus gestos y palabras, clarifica el sentido de toda su vida que no ha sido otra cosa que "ser para los demás".

Alrededor de aquella mesa, Jesús vuelve a decir que la pasión de su vida fue hacerse uno con Dios en la entrega y en el servicio a toda vida, sobre todo a la que se experimenta perdida o abandonada o dejada de lado.

Pero para nosotros esto nos sigue resultando algo demasiado simple y con lo aprendido a lo largo de los años a través de la catequesis hemos vuelto el tema de la eucaristía en algo complejo... sumamente adornado con comentarios y pensamientos que tienen mucho de fantasía y de magia.

QUE DIOS SEA FELIZ DÁNDOSE NOS SIGUE RESULTANDO INCOMPRENSIBLE.
Y quedándonos en lo exterior del signo seguimos vaciando de sentido la eucaristía terminando por adorar un ídolo.

Celebrar la Eucaristía... celebrar a Dios que es feliz haciendo lo que es... además de mostrarnos quién es -que bastaría con eso-; podríamos decir que tiene también como finalidad que nosotros podamos descubrir que somos Don y que seremos más felices... 
más plenos... si nos hacemos conscientes de eso y lo hacemos vida.

Es hacernos conscientes que el ser DON precede... es anterior a toda voluntad de posesión -de captura-, de egoísmo que puede haber en nuestro corazón.
           "Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor..." (Ef. 1, 3-4)
Es hacernos conscientes entonces que absolutamente nada puede hacernos perder esa posibilidad de "ser Don para los demás"; aunque estemos tan centrado en nosotros mismos o estemos encerrados por algunos pensamientos.

COMAMOS LO QUE YA SOMOS.
Y TRANSFORMÉMONOS EN LO QUE COMEMOS.

Pero nosotros seguimos buscando milagros como si la eucaristía fuese fruto de la magia o de un poder "extraordinario" dado por Dios a algunos hombres... y no descubrimos que el mayor milagro... el milagro... es que nuestra vida sea servicio y entrega para los demás - sea EUCARISTÍA-.
Pero nosotros seguimos sosteniendo que solo los dignos pueden recibir a Jesús Eucaristía como si fuese un premio para los buenos y los puros... consiguiendo que muchos se alejen sintiéndose rechazados... olvidándonos que el encuentro podría llegar a despertar lo de don que hay dentro dándole a la vida un poco más de luz... un poco más de sentido.

"Tomen, esto es mi Cuerpo...
Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza que se derrama por muchos..." 


Son palabras que expresan, según la antropología judía, la actitud de "la persona toda" que ha decidido, en cuanto sujeto de relaciones, estar para los demás... para que los otros vivan.

Nada más lejano a esta actitud es la de celebrar la "mesa de Jesús" sintiéndonos mejores que los demás o más buenos, o sentirnos privilegiados, y menos aún condenando o excluyendo a alguien.

ES RECIBIR LO QUE YA SOMOS.
Porque en esa Palabra y Entrega hemos sido creados, allí está toda nuestra verdad... allí todo se reconcilia.
Y ES ACEPTAR VIVIR EN ESA CLAVE: "SER PARA LOS DEMÁS"

¡Vale la pena!
Te hace uno con Dios.

Entonces "hacer esto en memoria mía" que escuchamos en cada Eucaristía se convierte en una llamada constante al seguimiento... a la atención a lo cotidiano.
Es una llamada a la libertad que nace de quienes somos.
Para dejarnos llevar por el Espíritu de Jesús que convierte la propia vida -sus gestos y sus palabras- en don para los demás.
Comulgar sin este compromiso - sin esta actitud vital - es una farsa.

Celebrar a Jesús -COMULGAR CON SU PERSONA
es animarnos a ayunar de la palabra para aprender a escuchar 
es ayunar de tantos pensamientos para vivir en el presente
es ayunar de andar tan satisfechos para agradecer la diversidad porque dónde hay exclusión no puede haber eucaristía

Celebrar a Jesús -COMULGAR CON SUS SENTIMIENTOS-  
es ser conscientes cada vez más de esa pulsión que busca apropiarse de todo y de esa forma vaciarse de uno para dejar espacio a otros
es desarmarse de la voluntad de tener razón para ser testigos de comunión
es permitir que nuestro ego disminuya abriéndonos a compartir la mesa de la vida...




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