domingo, 5 de septiembre de 2021

ESCUCHARTE SEÑOR, para volver a decirnos. Mc 7, 31-37

¡ÁBRETE! 
NO TENGAS MIEDO
es el grito de Jesús a nuestras vidas.
es el grito en Jesús, que reclaman los que no tienen voz alrededor nuestro.

Es difícil escuchar este grito cuando tantas han sido las voces que han hecho callar lo defectuoso que hay en nosotros condenándolo como equivocado y malo... hasta llegar a interpretarlo como un "castigo de Dios".
Cuánta censura sigue habiendo en nuestra humanidad para decir lo que sentimos... lo que nos pasa... lo que nos asusta... lo que hay de oscuridad en nosotros.
Cómo expresar lo que se lleva dentro cuando de antemano hubo una historia de sometimiento y el silencio era el mejor refugio.
Cómo escucharse si solo se han recibido palabras de desaprobación que aumentaron las sensaciones de desamparo y de exclusión. 

Jesús comienza por llevarlo aparte...
Como dándose todo en ese tiempo... dedicándole toda la atención. 
Lo lleva aparte de cuanto lo han sometido al silencio y a la exclusión.

La curación -la transformación- no se produce cuando se tiene la impresión de entender hacia donde se camina.  Comienza cuando se entiende que de aquella mano se puede fiar... que podemos volver a decirnos... comienza cuándo podemos volver a experimentar que se ha restaurado el puente de la comunicación, con nosotros  mismos y con los demás.
Pero para eso será necesario dar un primer paso de confianza, que nos hace salir aun del lugar de sufrimiento que, aunque nos aislaba, nos daba una cierta identidad. 
¿Cuáles son las cosas -ideas, prejuicios, enojos, comentarios, resentimientos, indiferencias, etc- a las que seguimos aferrados -y sentimos que nos hacen sentir que vivimos -que algo tenemos- pero nos impiden fiarnos de aquella mano y nos mantienen incomunicados?

Qué difícil que es elegir fuera de lo conocido... tal vez por eso tropezamos varias veces con la misma piedra.
Qué difícil es volver a comunicarnos

¡ÁBRETE! 
NO TENGAS MIEDO, le dijo Jesús.
Ábrete a romper con las historias que te seguís contando para seguir estando en el mismo lugar.
Ábrete a ser consciente de que nada de lo vivido podrá jamás dañar lo sagrado que hay dentro.
Ábrete a soltar los rótulos con los que seguís amordazando la propia vida.
Ábrete a dejar el lugar de víctima y a serte responsable de mirar y de elegir por dónde caminar. Ya no son los otros.
Abre los ojos... y los oídos y escucha a los que también permanecen silenciados y excluidos.

¡Ábrete!
No tengas miedo.
Es la voz de Aquel que sabe que estamos hechos para el encuentro y la comunión... la cerrazón nos enferma... lo "no dicho" nos mantiene prisioneros y nos hace dependientes de cosas que nos dañan.
Es el grito de Jesús que sabe que nuestro corazón se cierra fácilmente buscando tal vez, un poco de seguridad...

Es la voz de Aquel que no renuncia su espacio de “ser el centro” dentro de nosotros…
Es el grito de Jesús frente a la oscuridad de nuestras propias palabras o sentimientos o relativas verdades que no hacen más que confundirnos y hacernos sufrir...

Es la voz de Aquel que nos grita que podemos perder el control… que no pasará nada… que en sus manos estamos… que nuestras vidas no dependen sólo de nosotros.
Es el grito de Jesús frente a los miedos que no hacen otra cosa que paralizar nuestra creatividad… aún nuestros deseos.
Es la voz de Aquel que nos permite experimentar el límite, la debilidad... Que le dice a la vida que es búsqueda y que no se deje paralizar por el miedo a equivocarse.

Es el grito de Jesús que sabe… que cree en las segundas oportunidades…
- ¡CREAN!, nos dice:
LA VIDA ES CAMINO. ES PROCESO.
CREAN EN EL TIEMPO.

Es la voz de Aquel que no se rinde ante nuestra primera reacción que muchas veces es no… y no deja de buscarnos… cree en nosotros… cree en lo que ha creado.

Es el grito de Jesús que nos invita a perder para ganar… a vaciarse para recibir... a soltar para que fluya.

Es la voz de Aquel que sabe de Amor en medio de toda obstinación y ceguera… de aquel que no hace depender la felicidad de lo que pasa.

ABRITE!!!
NO TENGAS MIEDO…
NO CREAS QUE YO NO PODRÉ
BANCAR TU VIDA CON UN POCO MÁS DE LUZ...


¡Qué escuche tu grito, Señor!
cuándo me rinda
cuándo me cierre
cuándo el no ver me paralice
cuándo la queja cubra todo
en la ansiedad
en el dolor
cuándo el rencor me encierre
cuándo mi ego me reclame
en mis lágrimas
en mis miedos
cuándo no quiera escuchar
cuándo el futuro sea incierto
en mi debilidad
en mi oscuridad
cuándo sienta que los sueños se rompen
cuándo me sienta vencido
en mi silencio
en mis dudas.
cuándo ya no rece
cuándo me gane la indiferencia

Cuándo no te pueda ver en mí o en mis hermanos...


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