viernes, 8 de octubre de 2021

¡FRANCISCO, qué fuerza tiene tu vida!. Octubre 2021

"Este es aquel que en su tiempo se reparó el templo,
en sus días se afianzó el santuario.
En su tiempo cavaron la cisterna
y un pozo de agua abundante."
Sab. 50, 1-2

Encontrarnos con la figura de Francisco es acercarnos, no sólo al evangelio vivido de manera clara y sencilla, sino también es acercarnos a los deseos de cambio y de transformación que se respiraba en el ambiente de aquella época.

Francisco fue testigo, como también lo somos nosotros: de las desigualdades generadas por una mala práctica del poder; del sometimiento de unos sobre otros en muchos de los aspectos de la vida, de la exclusión y del total abandono de la vida como consecuencia de un modo de entenderla cómo algo que es sólo para unos pocos "llenos de privilegios".

En ese contexto, la llamada de Francisco a vivir la fraternidad con todos y con toda la creación, es una palabra profundamente profética que denuncia toda relación de sometimiento pero que al mismo tiempo revela una esperanza muy grande en la capacidad que tienen las personas para abrirse a lo nuevo... o mejor dicho a lo que siempre estuvo ahí.

¿Cuáles son los clamores de hoy que nos llegan desde la vida?
¿Qué escuchamos en el sentir de la gente?
¿Escuchamos o estamos demasiado preocupados por lo que llamamos "mío"?

Acaso la pandemia no desnudo nuestro corazón y el corazón de una sociedad que se sentía demasiado satisfecha; aún cuando tantos seguían gritando a sus puertas.
Acaso no nos sentimos conmovidos al escuchar las estadísticas de tantas familias que quedaron fuera del sistema educativo; o frente a tantas otras donde se hizo evidente la precariedad del trabajo; o frente a lo injusto de los sistemas de salud en nuestro país; o frente a la miseria con la que viven muchos de nuestros adultos mayores; o frente a la ostentación de privilegios con la que a veces se viven ciertos roles en la sociedad; o frente a la desigualdad en los salarios de tantos que siguen dando sus vidas en favor de otros.

No nos conmueve la agresividad que encontramos en tantas familias... o la desesperanza o la apatía de nuestros jóvenes... que hemos hecho con el miedo que sentimos en nuestros niños...


Las intuiciones de Francisco de Asís fueron siendo amasadas con las grandes desventuras y esperanzas de su gente... su opción de vida evangélica fue una respuesta fraterna y solidaria a esa historia.

¿Qué historias de hoy necesitan de nosotros una respuesta evangélicamente fraterna y solidaria?
Respuestas fraternas y solidarias cargadas de la propia vida que transita también la ambigüedad... y no respuestas sólo desde la palabra que muchas veces esta cargada de ideologías y de reclamos hacía otros.

En Francisco de Asís hubo una situación -un tiempo de enfermedad- no buscado ni querido, que le abrió a la escucha de sí mismo y a la experiencia de ese Dios que es capaz de transformar lo "amargo en dulzura"...  y es esa misma experiencia la que le hará descubrir el reverso de esa sociedad de la que él era uno de sus privilegiados. Esa sociedad que se enorgullecía de la libertad y el respeto por todos tenía también sus excluidos, sus desheredados: los leprosos, los de la calle y un montón de gente sometida a trabajos inhumanos.
Francisco se siente conmovido por esta situación, se anima a salir, a romper con las barreras que lo separan, se anima a acercarse y hacer de ellos sus amigos.
Lo que sucedía en la sociedad, de alguna manera también sucedía al interior de la iglesia de su tiempo; por eso frente a una iglesia instalada y llena de privilegios, Francisco, sin buscarlo y sin criticar a nadie, vuelve a hacer del evangelio una buena noticia para esa gente... y lo hizo simplemente haciéndose cercano... dejándose encontrar.

Optar por Jesús, hacer de su vida un espacio de encuentro, no sólo valía la pena porque lo reencontraba con ese deseo de que la vida tuviese sentido, sino que además era la respuesta más efectiva y más contundente a una sociedad cargada de tanta desigualdad e injusticia.
Ese modo de vivir es lo que quiso compartir con otros.

¿Qué mejor testimonio a una sociedad así dividida, que la vida compartida de unas personas que sin conocerse, viven un modo de relación dónde la reconciliación es lugar de encuentro; la autoridad es servicio; el trabajo es comunión con los pobres de la tierra y la oración es relación con Aquel que todo lo sostiene?

"Convertir toda hostilidad
en un tensión fraterna,
en el interior de una unidad de creación"
P. Ricoeur

Francisco al hacerse caminante de un pueblo que también sufría se encuentra con que antes que él, alguien ya venía caminando en medio de los últimos... en medio de los que estaban sufriendo.
Dios mismo se había hecho rostro humano.
Dios mismo era  pobre, era leproso, era hermano, era hermana, era trabajador, era niño, era anciano, era enfermo... era creación. 

Su mirada se había transformado, no sin vivir la soledad, la angustia, el sentimiento de fracaso, el sufrimiento y el rechazo.

El canto de un Dios que se hizo humanidad en medio de su pueblo había abrazado toda su vida...

¿NOS ANIMAREMOS  A RESPONDER, de manera solidaria y fraterna, a los clamores que nos conmueven?
¿QUÉ TESTIMONIO QUEREMOS DAR cómo comunidad, a un mundo que sigue buscando razones para dividir y excluir?



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