sábado, 9 de octubre de 2021

"LigerOs para cAminar detrás de Jesús". Mc 10, 17-30

"Una cosa te falta: anda, 
vende lo que tienes, 
dale el dinero a los pobres, 
así tendrás un tesoro en el cielo 
y luego sígueme..."

De cuantas cosas dependía aquel joven que la respuesta de Jesús no le resulto ni convincente ni segura  para "hacerse disponible, ligero e ir detrás de él... 
Aunque en ningún momento se le ocurrió pensar que 
ya nada volvería a hacer igual en su vida.

Es verdad que tenemos la tremenda capacidad de callar aquel momento donde nos experimentamos libres y aceptados sin ningún tipo de mérito ni de exigencia posterior.
Pero cuándo se ha conocido la INCONDICIONALIDAD que difícil volver a la constante preocupación de guardar y cuidar… donde los demás se vuelven amenazas… donde las cosas se vuelven rutinarias y la insatisfacción pide más y diferente.

El joven que sabe de ganar y perder espera de Jesús alguna otra regla -alguna otra práctica- que pudiese él cumplir y de esa forma "heredar" -ganar- lo que él entendía  por "vida eterna"… ya que la vida de todos los días la tenía bien asegurada… condición que era considerada por cualquier judío como una bendición de Dios.

Y habiendo Jesús aceptado la pregunta lo lleva a mirarse en Aquel que es la fuente de toda bondad y desde ahí lo invita a entrar en la dinámica del seguimiento que tiene como única condición la LIBERTAD DE TODA SEGURIDAD, aun de aquella que surge de una falsa imagen de Dios con la que se puede negociar el más allá.

JESÚS LO INVITA A PERDER, A NO SEGUIR SUMANDO.
LO INVITA A DESPOJARSE, A DEJAR DE LLENARSE DE OTRAS OBRAS BUENAS.
JESÚS LO INVITA A DEJAR Y A DAR AQUELLO POR LO CUAL SE LEVANTAN BARRERAS, SE EXCLUYE, SE SOMETE Y SE MALTRATA.

De esa forma rompería con esa cadena infinita de dependencias que lo único que logra es hacernos más codiciosos y violentos llevándonos a percibir a los demás como extraños y como una amenaza a la seguridad conseguida.

Pero aquel joven sabe mucho de esfuerzos y de méritos… es bueno… y justamente todo eso se le convierte en un obstáculo para entrar en la dinámica a la cual Jesús lo invita.

Tal vez todos nosotros, como aquel joven, estaríamos dispuestos a seguir a Jesús si se nos impusiera un peso más... pero que difícil cuando lo que se nos pide es otra cosa: una orientación distinta donde la preocupación no esté en el tener o en el cumplir para obtener algún tipo de seguridad aquí o en el más allá.

La invitación de Jesús es descubrir aquello donde la propia humanidad se juega la vida.
Donde el valor personal no está agarrado a lo que se logra o a lo que se tiene.
Qué difícil es romper con esas búsquedas de poder y de tener que todos llevamos dentro.

JESÚS NOS INVITA A ENCONTRARLO EN EL CAMINO.
Donde los demás aparecen sin ser amenaza ni obstáculo.
Donde la propia desnudez se hace libertad y compasión para otros.

El joven no llegó a captar "ni la mirada de cariño"… ni el tono… ni la invitación de Jesús…  “demasiadas cosas tenía” que seguramente ya lo hacían sentir alguien…  y mejor que los demás porque "bendición" lo eran también...

¿Qué necesidad había entonces buscar por otro camino donde la seguridad no formaba parte?

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