-Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí..."
NO LO VIERON NI QUIEREN AHORA ESCUCHARLO.
De los labios de un ciego al "borde del camino" -en la marginación, invisibilizado y sin poder moverse- se escucha como un pre-anuncio aquellos otros gritos que también querrán hacer callar: "Hosanna al Hijo de David!!! Bendito el que viene en el nombre del Señor... Hosanna!!!" (cfr. Lc 19, 37-40)
Pero Jesús no lo manda callar como lo venía haciendo cuando hablaban de él.
Y ante la resistencia silenciosa de Bartimeo de no hacer más caso a su exclusión; de querer buscar por fuera de esa situación que lo hace sentir lejos de todo y de todos... los que deberían escuchar y ayudar siguen creyendo que aquello que lo margina es más fuerte que Aquel a quién creen y siguen... "Muchos lo reprendían para que se callara..."
NO LO VIERON NI QUIEREN AHORA ESCUCHARLO.
No quieren escuchar porque la debilidad incomoda... algo habría que hacer si se escucha y algo tendrían que perder (tiempo, dinero, etc) porque escuchar y ver rompe el círculo de la tranquilidad.
Sin darse cuenta que a la exclusión que ya somete le sumarán el hacer callar; y esto además de "acallar una herida" provoca más resentimiento y más violencia.
Nada más "peligroso" que una herida callada.
Pero aquella situación que lo hacía tan dependiente de que alguien lo viera no había conseguido alejarlo de todo... no había logrado cerrar del todo al corazón haciéndolo incapaz de percibir un saludo amable o un gesto compasivo.
Tanta es la necesidad de ser tratado bien que un mínimo gesto desencadena una confianza ilimitada:
Tanta es la necesidad de ser tratado bien que un mínimo gesto desencadena una confianza ilimitada:
"-Ánimo, levántate, que te llama.
LA CONFIANZA RECIBIDA EN LA OSCURIDAD LO HACE CAMINAR SIN VER MÁS CLARO.
Lo hace soltar las defensas con las cuales protegía su herida... podía soltar el cartel que lo hacía sentir sin hogar... soltar el enojo por sentirse invisible... y podía también dejar de escuchar ese grupo que parecía estar más cerca de Jesús y que ahora eran un obstáculo para el encuentro.
Comencemos nosotros por dejar ir la indiferencia frente a las personas que nos importan o dejar ir la pereza con la que vivimos para poder ver y escuchar
Podemos también, como Bartimeo, liberarnos de las cosas que consumimos para escaparnos... o de esos modos de amar donde el cuerpo se siente maltratado y no escuchado.
LA CONFIANZA QUE NOS HABITA...
AUN EN LA OSCURIDAD.
Nos hace soltar las máscaras con las cuales nos ocultamos... por miedo a ser heridos... y los rótulos que ponemos a las personas para sentirnos mejores.
Nos hace soltar las barreras de lo que consideramos "normal o no" con las cuales nos defendemos.
Nos hace soltar esa manía de andar por la vida descartando personas porque ya no producen porque son mayores o porque tienen alguna discapacidad.
Nos hace soltar aquellas emociones que se instalan en nuestro corazón y en nuestra mente, que nos hacen sentir "sin hogar" y abandonados de los demás.
"Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”..."
Y BARTIMEO COMENZÓ A VER...
Y comenzó a ver... a comprender que el cambio viene por la acogida -por el aceptación y el perdón- incondicional.
Y comenzó a ver... a descubrir que toda persona es portadora de una bondad preciosa.
Y comenzó a ver... a aceptar que no hay fuertes y débiles... o pobres y ricos.
Y comenzó a ver... a encontrarse compartiendo una misma humanidad.
Y COMENZÓ A VER QUE EN EL DAR VIDA A LOS DEMÁS ESTÁ EL HABER VISTO.
"Enseguida comenzó a ver y lo siguió por el camino..." a Jerusalén.
Y comenzó a ver... a aceptar que no hay fuertes y débiles... o pobres y ricos.
Y comenzó a ver... a encontrarse compartiendo una misma humanidad.
Y COMENZÓ A VER QUE EN EL DAR VIDA A LOS DEMÁS ESTÁ EL HABER VISTO.
"Enseguida comenzó a ver y lo siguió por el camino..." a Jerusalén.
Si NOSOTROS no lo seguimos en ese camino de confianza hacía todo lo humano - en ese camino de facilitar la vida a los demás- ES PORQUE NO ESTAMOS VIENDO... "estamos ciegos".
Y como el ciego necesitaremos entonces gritarle a Jesús: Señor, ¿QUÉ QUIERES QUE YO VEA?
porque muchas cosas tal vez -criterios, prejuicios, repulsiones, etc- están nublando nuestra mirada, limitando nuestra capacidad de escucha y por ende nuestra capacidad de dar vida (situación de la que los discípulos no eran conscientes, pero sí el ciego).
por debajo de toda herida
en toda ambición desmedida.
En lo profundo de todo dolor,
en toda indiferencia.
Por debajo de toda falta de perdón,
en toda soledad.
Jesús que pueda ver
que pueda comprender
que pueda reconocer
que pueda descubrir
que pueda aceptar,
Que sólo la aceptación incondicional transforma.
Que sólo la acogida sin condiciones abre a la confianza.
Que sólo el perdón salva.
Que sólo el servicio libera.
Que sólo el Amor une.
Emociona humaniza y libera este hermosa reflexión hermano!
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