lunes, 20 de mayo de 2024

Tiempo de TESTIGOS. Jn 20, 19-23

Con PENTECOSTÉS la Pascua de Jesús es ahora nuestra pascua... es nuestro tiempo... el tiempo de la COMUNIDAD... el tiempo de los testigos.

SALIENDO del miedo y del encierro aquella primera comunidad fue experimentando la misma libertad y la misma apertura que ellos mismos habían experimentado en su encuentro con Jesús.
DIOS ESTABA EN ELLOS.
El mismo Espíritu -la misma Vida- que animó la vida de Jesús los animaba a ellos.

No habían estado nunca solos. 
Había un hogar dónde regresar... 
dónde estaban a salvo de sus propios juicios y presiones.

Presentían que Alguien animaba la vida y que de todos los modos posibles los invitaba a la apertura, al encuentro, al perdón, a la gratuidad, al servicio, etc.
Y no era un don más de Dios... sino que era la misma Vida de Dios fluyendo en ellos; sin la cuál no hay verdadera VIDA.

Creamos o no, todo en nosotros está llamado a ser, cada vez más, expresión de esa Vida que nos habita.
"DON" es su nombre.
"APERTURA" es su camino.
"ENTREGA" es su misión.

Hacernos conscientes de que Dios nos habita por el simple hecho de existir -sin ninguna condición previa- nos hace caminar hacia esa verdadera libertad que hace de nuestras vidas un DON para los demás.

POr eso la primera tarea del Espíritu en nosotros es hacernos personas integras... y libres de cualquier cosa que quiera someternos o quiera decirnos quienes somos: Miedos - mandatos culturales - el deber ser - el buscar caerles bien a todos - nuestros propios complejos... etc.


EL ESPÍRITU ILUMINA TODO CUANTO NOS DESINTEGRA, nos descentra o nos esclaviza, cómo pueden ser esas relaciones que se basan en amar al otro más que a uno mismo; o cómo pueden ser las adicciones para calmar vacíos o ausencia; o ese constante desinterés por la vida necesitada para permanecer en la comodidad dejándonos cada vez más aislados y cerrados.

EL ESPÍRITU ILUMINA LO QUE NOS VUELVE CERRADOS e indiferentes entre nosotros.
Dejarse llevar por el Espíritu es relacionarnos con los demás como lo hizo Jesús: no buscando someter a nadie, posibilitando que los demás puedan caminar, no bloqueando con juicios o condenas la vida de los demás.
Nos hace capaces de descubrir las posibilidades ocultas que tiene la vida del otro.
Reconocerse sostenidos nos hace hombres y mujeres agradecidos.
SOLO EL INGRATO ES TIRANO.
Por eso quién se deja empujar por el Espíritu, por el agradecimiento del don que ha recibido, es capaz de dejar la queja frente a las molestias cotidianas y se anima a vivirlas como espacios que lo pueden ayudar a crecer en humanidad... en compasión... en flexibilidad.

"DIOS EN NOSOTROS" siempre será APERTURA  a lo diverso, a lo distinto.

Para el Espíritu la diferencia no es una amenaza y la exclusión nunca será una alternativa.
Esto lo captó la comunidad y así lo expresó en Pentecostés, dónde todos llegan a entenderse, a abrirse a la escucha y al diálogo con la Palabra.
Como lo habían visto en Jesús: LOS MUROS Y LAS BARRERAS DE SEPARACIÓN HABÍAN SIDO DESTRUIDAS.

Frente a nuestra pretensión de querer un orden único; frente a nuestros miedos que pretenden la uniformidad o el cumplimiento estricto de las normas; el Espíritu busca todos los modos... los diferentes lenguajes para hacerse entender... para unir en lo diverso.
Crea en nosotros una dinámica nueva que nos hace capaces de escuchar lo que va naciendo en la vida de los demás.

El Espíritu es lo que hace que nuestra COMUNIDAD sea comunidad de Jesús.
Se expresa entonces en la escucha que nos tengamos unos a otros... donde la imposición o el que todos piensen de la misma manera no tiene ningún lugar.
Es VIDA FRATERNA que se muestra en la compasión que es capaz de romper con prejuicios o ideas para posibilitar la vida... para dar tiempo.

El Espíritu de Jesús en nosotros hace que podamos entregarnos al bien de los demás aun en medio de la incomprensión o del rechazo.

PORQUE CÓMO EL AMOR NO SE IMPONE NI NEGOCIA CON NADA.
ES DON.
Y ES APERTURA.

lunes, 13 de mayo de 2024

Vamos REGRESANDO A CASA. Mc 16, 15-20

A lo largo de estos cuarenta días del tiempo pascual, número de días que evoca algunas de las experiencias más significativas de la historia del Pueblo de Dios, hemos compartido junto a los discípulos la buena noticia de que Jesús está VIVO -de que toda realidad esconde la posibilidad de una vida nueva-. Hemos sido testigos de cómo las lágrimas por la muerte de Jesús y la frustración que sobrevino se transformó después, en incredulidad frente al anuncio de la resurrección.

Y como frente a las expectativas rotas lo mejor será para los discípulos no moverse (encerrarse) o escaparse -hoy podríamos decir no innova; no dejar que la situación transforme las creencias, los hábitos y las costumbres de vida; llenarse de cosas; en última: resistirse a crecer- y permanecer en la comodidad que de alguna manera da la tristeza y la incredulidad.

Cuántos "no creo en Dios" no son más que expresión de falta de pasión por la vida - de no querer preguntarse por qué se vive...
O una defensa muy precaria para permanecer inmóviles en lo seguro y en lo cómodo.
Olvidándonos que la vida será siempre búsqueda constante; camino abierto; encuentro por venir, aun en medio de la oscuridad y de la contrariedad.

Pero podemos preferir vivir sin ser conscientes de las opciones que tomamos, del porque lo hacemos, aunque eso traiga aburrimiento y desencanto, en la inconsciencia todo vale, no hay responsabilidad ni verdad en juego.

LA BUENA NOTICIA DE JESÚS sanará a los discípulos de su incredulidad haciéndolos misioneros, enviándoles a los demás para abrir el corazón y los ojos a la verdad que salva: que Dios está con nosotros en la vida.

Los hace testigos de una buena noticia que no les pertenece y confiados en Alguien que a pesar del abandono y de la incredulidad ha confiado en ellos.
Son enviados a los demás no por haber demostrado ser los mejores ni los más preparados.
Son enviados habiendo sido miedosos, traidores; y perdonados.
Son enviados habiendo sido liberados, habiéndoles descubierto la posibilidad que llevan dentro de poder elegir por fuera de toda forma posesiva.

Será preciso entonces hacernos conscientes de la inmovilidad que hay en nuestro corazón.
De aquellas cosas que tal vez atan nuestros pies o de aquellas otras que nos han vuelto indiferentes.

¿Por qué estamos inmóviles? ¿Qué nos paraliza?
¿Qué miedos seguimos arrastrando?
¿Quién nos ha decepcionado tanto que creemos que así como estamos es mejor?
¿Por qué resolvemos las dudas de una única manera: sentarnos a que las cosas pasen?

POR NO PERDONAR, NO AVANZAMOS.
POR NO ABRIRNOS, NO VEMOS.
POR NO ESCUCHAR, NO SERVIMOS.

La fiesta de la Ascensión, si nos permitimos quitarle todo el ropaje como está contado, puede enseñarnos que el camino de Jesús que comenzó en la encarnación - que paso por la vida haciendo el bien - que permaneció en el amor aun en medio de la cruz -camino atravesado por la contradicción y por la libertad de permanecer en el perdón, la entrega y el servicio- ese camino conduce a "MÁS VIDA"; nos regresa a Dios, dónde siempre estamos.
NOS HACE UNO CON LA VIDA QUE LLEVAMOS DENTRO.

Pero tenemos que descubrir también que caminar haciendo experiencia de Dios en nosotros, como lo hizo Jesús, lleva necesariamente a dejar de ser el centro; a ir soltando todas aquellas cosas o roles con los que nos hemos identificado llegando a sentir vacío y abandono si nos las quitan o dejan de estar. 
No somos ni nos define esa relación, esa profesión, ese rol, ese título, ese reconocimiento, esa experiencia ni esa historia… a lo que le hemos dado la seguridad de nuestra vida y que por momentos se han convertido en la razón del porqué hacemos las cosas. 

Caminar haciendo de nuestra vida cotidiana un ascenso a Dios es dejar que aparezca lo mejor de nosotros mismos.
Es soltar lo que no es verdadero en nosotros porque "nada ni nadie podrá agregarnos algo más a lo que somos y hemos recibido cómo don".
Es descubrir que lo mejor de nosotros está en lo profundo y no se identifica con nada, pero se expresa en el servicio, en la apertura, en el perdón, en la aceptación, en la disponibilidad y en la entrega cotidiana.

Es descubrir que la vida está hecha para compartirla. 
Que la vida es camino. ES DON AGRADECIDO.
Su felicidad está en la apertura y en la entrega.


Que la vida es estar siempre saliendo.
Siempre aprendiendo.
"AGRADECIDOS y DISPONIBLES vamos volviendo".

lunes, 6 de mayo de 2024

Y sabremos que el AMOR ES POSIBLE. 15, 9- 17

 

"Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes..."

¿Será posible, después de tantas historias que llevamos dentro, un amor gratuito y verdadero?
¿No existe acaso en todo encuentro -por más íntimo que sea- una cuota de desentendimiento y decepción?
¿No experimentamos un poquito de miedo cuando nos entregamos de alguna manera a los demás - o cuándo confiamos?

Todos hemos experimentado la necesidad de un "lugar en el mundo" dónde poder bajar la guardia, ser nosotros mismos y poder expresar sin miedos lo que llevamos dentro -las broncas, los odios, los celos, las envidias, los deseos, etc-, sintiéndonos seguros y sin presiones sabiendo que no seremos ni juzgados ni exigidos ni presionados a cambiar algo para sentirnos buenos.

Pero nuestro corazón tiene registros dónde hemos experimentado esa forma de relación dónde lo posesivo se hacía presente bajo las formas del chantaje y la manipulación, dónde la propia debilidad era usada para manejarnos según unos caprichos egoístas.

Cómo no andar protegidos en medio de estas experiencias, cómo no vigilarnos entre nosotros mirando qué movimientos hacemos, cómo no estar alertas para reaccionar ante cualquier agresión atacando el punto débil del otro... cómo no actuar nosotros también desde el poder y el miedo... y cómo no pensar que el amor entonces no es otra forma más de sometimiento...

"No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos..."

También en nuestra experiencia humana hemos experimentado la aceptación en medio de un momento de enojo, el abrazo en medio de una profunda desesperación, la escucha atenta a nuestra envidia o a nuestros celos, dónde habiendo expresado nuestra división interna recibimos un "no tengas miedo, yo estoy".
Es de valientes abrirle el corazón a alguien mostrando la luz y también las sombras que lo habitan, porque este es justamente el camino que abre a un nuevo horizonte, a un nuevo estilo de vida; dónde el círculo cerrado del miedo y del poder se rompe.

El amor no se basa en la voluntad de escuchar, de comprender los problemas ajenos o de aguantar, sino que tiene como base el encuentro en la mutua debilidad.
El compartir la debilidad -lo que desgarra el corazón- hace brotar el amor y queda superado todo tipo de violencia.
Si le permitimos al trigo que crezca junto con la cizaña no le tendremos miedo a cada conflicto o discusión; porque es ahí donde el amor genera una sonrisa y donde el humor puede suavizar en vez de caer en la ironía o en el "ya lo sabía, nunca cambiarás".
Encontrarnos desde la debilidad nos hace descubrir que Amar es expresar Verdad, Ternura y un total Desarme de sí mismo.

El AMOR es ante todo VERAZ. 
Amor como aceptación de nuestra frágil condición humana, dónde ningún ser humano tiene poder sobre otro. 
El Amor es expresión entonces del encuentro en la verdad de cada uno creando así el espacio dónde poder ser en libertad. 
Y se convierte en guía de la fidelidad en los vínculos despojándonos de todo fingimiento, de todo cuánto no sea auténtico.

El AMOR es la TERNURA. En el amor las manos no agarran, sujetan o retienen sino que levantan, acarician, dan fuerza, incitan a crecer. En el amor la boca no muerde, devora o destruye sino que se convierte en palabra que sana, en beso que alienta a no tener miedo. En el amor los ojos no pretenden atrapar ni generar vergüenza sino que se convierten en mirada que recubre la vida y el cuerpo del otro en una profunda calidez humana.

El AMOR requiere un total DESARME. Un vínculo de "amor en la verdad" es un encuentro sin armas. 
Recuerdos, sospechas, dudas y comentarios guardados en nuestro interior pueden convertirse en armas que escondemos por cualquier cosa. 
Y aunque este desarme lleva tiempo, el don de esa mutua apertura y libertad es el PERDÓN. Y la vulnerabilidad compartida se transforma en el núcleo de fortaleza de todo vínculo y lo que parecía que producía vergüenza crea libertad, autonomía y mutua donación. 
El poder mata. La debilidad crea.
El amor se expresa aquí como un acto de perdón en el que toda situación -por más terrible que sea- no es irreversible; y en dónde toda persona -por más herida que esté- es transformada... se vuelve creadora.

"Amémonos unos a otros, 
ya que el amor es de Dios, 
y todo el que ama ha nacido de Dios 
y conoce a Dios." 1Jn 4, 7-9

Entonces, ¿es posible amar?
Tal vez lo primero es aceptar la ambigüedad del corazón que va del deseo de posesión al deseo de perdón. Nos sale ser ambiciosos y competitivos y al mismo tiempo queremos perdonar. Nos sentimos seguros y fuertes pero a veces queremos expresar que no podemos o que necesitamos de los demás. Queremos herir y a veces curar. 
Y tenemos razones para sentir miedo.
El amor significa apertura, vulnerabilidad, disponibilidad y desarme.
Esto es algo muy arriesgado porque puede haber quien no responda con amor sino que nos tome por nuestra parte frágil y la utilice... y nos rechace con un gesto de desprecio. Y esto no es sólo una posibilidad sino que es una cruda realidad de muchos.

Aun así es posible trascender - ir más allá- de esas estructuras y abrir nuestro caparazón aunque sea un poco, en algún lugar, de algún modo, alguna vez.

Porque en Jesús se nos ha revelado que el AMOR ES UNA POSIBILIDAD.
Tal vez está sea la mejor definición de la buena noticia de Jesús - de lo que nos vino a revelar: ES POSIBLE AMAR.
Amándonos nos hace pisar terreno firme para que la disponibilidad no nos genere ansiedad... y la entrega sea un hogar dónde sentirnos bienvenidos... y la debilidad no sea amenaza sino sea una riqueza y un don porque estamos rodeados por una fuerza creadora.

El Amor es una posibilidad que nace en medio de las personas cuando son capaces de encontrarse en la debilidad.
Y aquí el amor ya no es en la búsqueda de aferrarse al otro por miedo a lo que pueda suceder o para sentirse de alguna manera, sino que es encuentro en la libertad que es capacidad de crear algo nuevo.
Y este amor no tiene necesidad de demostraciones de ningún tipo.

En la medida en que experimentamos la vida de seguimiento a Jesús como una vida que impone restricciones a nuestra libertad de expresión, hemos confundido su esencia.
Lo esencial de la buena noticia de Jesús es justamente sobre la posibilidad que tenemos, de trascender la forma posesiva de nuestra existencia humana.

JESÚS mostrando totalmente su vulnerabilidad rompió con todas las cadenas del egoísmo posesivo que lleva a la muerte y encontró VIDA permaneciendo en el amor en medio de la absoluta entrega.
Y de esa forma nos desafía a romper el círculo que nos aprisiona.

Jesús nos desafía a mirar a los demás sin miedo y a entrar con Él en la mesa de los vínculos donde se comparte la debilidad, sabiendo que eso no supondrá nuestra destrucción sino una nueva creación, nueva energía, nueva vida... 
y sabremos que el AMOR ES POSIBLE.

sábado, 4 de mayo de 2024

Ni lobos ni asalariados. Jn 10, 11-18

 
"YO SOY EL BUEN PASTOR.
El buen Pastor da su vida por las ovejas."

"DAR VIDA". 
El evangelio no podría haber sido más explícito para decirnos cuál ha sido la actitud interior de toda la vida de Jesús, el sentido de su vida.

Vivir en clave de "dar vida" supone descentrarse de sí, desposeerse, lo que va más allá de dar tiempos o cosas a los demás.
Significa una tensión constante a que los demás puedan encontrarse siempre con una alternativa para descubrir el valor de sus propias vidas.
Significa ejercitar la "misericordia" que transforma las fallas y los errores en posibilidades para crecer (siendo conscientes de que la primera reacción es ya una interpretación).

VIVIR EN FAVOR DE LOS DEMÁS 
es expresión de una profunda familiaridad 
y de una tierna cercanía.

Pero también la palabra nos invita a descubrir que se entra cada vez más en contacto con esa VIDA NUEVA del buen Pastor, siempre y cuando, crezca en nosotros la misma actitud interior hacia los demás.

LA PROPIA VIDA HABLARÁ DE LO QUE HA EXPERIMENTADO.
Y sin que nos demos cuenta trataremos a los demás cómo en lo más profundo del corazón sentimos que somos tratados.

Por eso en JESÚS queremos reconocer un ROSTRO, una MIRADA que salva, una VOZ que libera, un TÚ que desbloquea lo que ya está entre nosotros, para que lo podamos recibir.
En JESÚS queremos abandonar los miedos y confiar en caminar hacía los lugares que él camino y la Vida Nueva tendrá más espacio en nosotros.

Pero muy lejana a la actitud del buen Pastor Jesús es la del "asalariado"... que buscando el propio interés se desalienta cuando el sostener la apuesta de "vivir en clave de servicio", suponga correr riesgos, perder seguridades o cuando tenga que renunciar a ciertas comodidades,llegando hasta abandonar aquello que comenzó tal vez con entusiasmo.

Somos asalariados de la vida cuando vamos perdiendo la capacidad de DAR GRACIAS, y creyendo en nuestros méritos vamos dejando de disfrutar de nuestras entregas que son nuestra vida.
Somos asalariados de la vida de los demás cuando -conociéndolos o no- nos hemos puesto a clasificarlos.
Somos asalariados de la vida cuando nos hemos acercado a los demás buscando algún beneficio personal dejándonos llevar por las apariencias.
Somos asalariados de la vida cuando hemos hecho "leña del árbol caído" para sentirnos aceptados por otros.

Y muy lejana también a la actitud del buen Pastor es la del "lobo",  que oprime y violenta y les quita la vida.
Somos lobos de la propia vida cuando no somos capaces de valorarla -de respetarla, de seguir creyendo aún en medio de las caídas- y no ponemos límites sanos cuando percibimos manipulación. 
Somos lobos de la vida de los demás cuando buscamos manejar sus vidas condicionando el afecto.
Somos lobos de la vida de los demás cuándo solo tenemos mirada para las faltas y la intolerancia se vuelve trato habitual.
Somos lobos de la vida cuando rotulamos a las personas y no les permitimos aprender de los errores.
Somos lobos cuando nos ponemos duros y rígidos generando divisiones o partidismos, no pudiendo aceptar las diferencias ni que unidad no significa uniformidad; no dejando de esa manera que los demás sean.

Acercarnos para dar vida - o vivir en clave del "dar vida"- supondrá entonces estar conscientes de que en la escucha y en la mirada que tenemos de los demás se nos juegan nuestros miedos, nuestras heridas, etc; que muchas se transforman en los "asalariados y lobos", modos con los que nos relacionamos con la vida de los demás.

Vivir en clave de "dar vida" es permanecer en la tensión que supone el diálogo con el otro que no puede ser utilizado en favor de nuestras carencias ni sometido a nuestras ideas.

Vivir en clave de "dar vida" es aceptar el desgaste cotidiano que supone buscar el bien siempre.
En una cultura que confunde alegría por placer, es aceptar que el "ego" pierda protagonismo y no sea gratificado en todo... ("Lo único que sé es cuándo tengo bastante")
Es aceptar los silencios, aprendiendo a callar cuándo el juicio es lo único que surge.
Es esperar en la vida y lo que tiene de proceso.
Es aceptar que en lo cotidiano haya molestias, conflictos, renuncias, equivocaciones y errores... aprendiendo a gestionar nuestras emociones y sentimientos poniéndonos en contacto con "quiénes somos" y a "qué somos llamados".


DAR VIDA
es aceptar más. Juzgar menos.
Es bendecir más. Tener menos.
Es servir más.
Es sabernos "cuencos" que dan lo que reciben... 
Allí el sentido de la vida.