Para acercarnos a esta Palabra necesitamos despegarnos de esas lecturas cerradas y moralizantes que han hecho hincapié en que dios está detrás de una puerta para agarrarnos desprevenidos y no confesados.
Pensar así ha hecho crecer en nosotros la sospecha y la duda sobre nuestra dignidad y estima porque "hagamos lo que hagamos al final seremos juzgados y de seguro saldremos perdiendo".
Pero el evangelio de hoy es la Palabra celebrada por una comunidad que tuvo que re-ubicarse frente al momento que vivía cuando todas sus expectativas estaban puestas en la inminente llegada de Jesús.
¿Qué había pasado que Jesús no volvió a ellos inmediatamente?...
¿Acaso habían entendido mal?...
¿COMO ENTONCES MANTENER VIVA LA FE.?
¿Qué es lo que podría mantener viva la llama de la esperanza?…
POr eso la parábola de hoy no es una Palabra que habla de lo que vendrá... es para el hoy… interpela nuestro hoy… el ahora de cada uno de nosotros invitándonos a leer el hoy y el ahora en clave de espera... en clave de encuentro... en clave de alianza.
Pero nosotros que tendemos a rechazar lo que vivimos porque duele... porque nos confunde... seguimos pensando que lo mejor está siempre por venir.
Soñamos con el mañana… que será diferente…
Mañana seremos felices… si esto que nos pesa no esta…
Mañana seremos felices... si esto que nos aburre desaparece…
Mañana seremos felices... si este conflicto se termina... etc... etc.
Y esto nunca llega… y nos enojamos...
Y nos adormilamos porque en todos nosotros habita la necia y la prudente.
La parábola viene entonces a nuestro encuentro COMO UNA INVITACIÓN A DESCUBRIR EN PRIMER LUGAR LO QUE TENEMOS DE DIOS EN NOSOTROS.
Descubrirlo… reconocerlo… desplegar-lo… como una realidad que está en nosotros más allá de lo que hoy sentimos... o pensamos... y hacemos.
Pero esto no se puede improvisar en un instante - como las necias-.
Necesitamos seguir descubriéndonos en camino...
Necesitamos aprender a dialogar con nosotros mismos y preguntarnos sobre lo que esperamos en verdad.
Al detenernos podemos tomar distancia de lo que sentimos y de lo que pensamos... aun de lo que estamos viviendo y rechazamos...
Y descubrir que la esperanza no es una perspectiva de futuro de que mañana las cosas estarán mejor y entonces podremos ser felices... sino que es una actitud frente al presente que nace de la certeza de que Dios está en nuestra humanidad abriéndose paso a través de todo lo que nos pasa.
De ahí que todo en nuestra vida puede tener otro sentido...
PERO PARA QUE ALGO NUEVO SURJA ALGO TIENE QUE MORIR...
ALGO TIENE QUE ABRIRSE.
Y qué lento y que doloroso puede ser este proceso.
¿QUIENES NOS GRITARÁN QUE VIENES SEÑOR?
Te esperamos trayendo claridad y vienes en medio de la oscuridad.
Te esperamos buscándote con la mirada y nos estas llamando desde dentro.
Creemos saber por dónde vendrás y tú eres experto en abrir caminos.
La propia debilidad nos lo grita.
Lo vulnerable del otro nos los grita.
TU HUMANIDAD ABIERTA NOS LO GRITA.
Llegas en las oscuras quebradas donde el miedo tiende a vencernos.
Llegas en medio del oleaje del mar de nuestros afectos que nos tironean y que muchas veces nos hunden.
Llegas en medio de tantas voces que buscan decirnos quienes somos.
Llegas en medio de la impotencia que provoca la espera.
Llegas con el grito de dolor por la pérdida del hijo... o del amigo... o del compañero/a de vida.
Llegas con las palabras justas cuando la soledad pareció decirnos que no hay salidas.
Llegas en medio de nuestras manos dispuestas a soltar la bronca y el enojo.
Llegas con el corazón que permanece abierto aun cuando se siente morir.
Llegas cuando nos descalzamos para comprender la vida del otro.
Llegas con la posibilidad nueva que dimos y con el perdón que fuimos capaces de recibir.
Llegas con los intentos de confiar en la vida y en la vida de los demás.
Llegas en tu Palabra que despierta, levanta, consuela, ilumina y envía.
Llegas en la Mesa de la Comunidad renovando la memoria de que vale la pena vivir para los demás.
Llegas en nuestra humanidad rota, incompleta y fallada para mostrarnos el Tesoro de la que es capaz de guardar.
DÓNDE ESTAMOS... TÚ LLEGAS...
TÚ NOS ENCUENTRAS.
Que nuestras vidas - lámparas en tus manos- estén dispuestas a dejarse consumir.
Que no temamos quedarnos sin aceite -la propia vida en favor de los demás- para iluminar allí donde vienes.
Y cuando se nos acabe el aceite que podamos reponerla en vos, el único capaz de transformarlo todo en don para los demás; aun lo que huele mal... aun lo que rechazamos.
YA LLEGA, SALGAN A SU ENCUENTRO...
aunque la apariencia no sea de nuestro agrado.
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