lunes, 30 de septiembre de 2024

Sexto día. Misericordia

De la Carta de Francisco de Asís a un hermano ministro ("superior")
    Al hermano N., ministro: El Señor te bendiga. Te hablo, como mejor puedo, del caso de tu alma: todas las cosas que te estorban para amar al Señor Dios y cualquiera que te ponga estorbo, se trate de hermanos u otros, aunque lleguen a azotarte, debes considerarlo como gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y cúmplelo por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia.
Y ama a los que esto te hacen. Y no pretendas de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos precisamente en esto, y tú no exijas que sean cristianos mejores. Y que te valga esto más que vivir en un eremitorio.
Y en esto quiero conocer que amas al Señor y me amas a mí, siervo suyo y tuyo, si procedes así: que no haya en el mundo hermano que, por mucho que hubiere pecado, se aleje jamás de ti después de haber contemplado tus ojos sin haber obtenido tu misericordia, si es que la busca. Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí, para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de los tales. Y, cuando puedas, comunica a los guardianes que por tu parte estás resuelto a comportarte así.
Por lo demás, de todos aquellos Capítulos de la Regla que hablan de pecados mortales, con la ayuda de Dios y el consejo de los hermanos, haremos uno solo de este género en el Capítulo de Pentecostés.
Si alguno de los hermanos, por instigación del enemigo, peca mortalmente, esté obligado, por obediencia, a recurrir a su guardián.
Y ninguno de los hermanos que sepa que ha pecado lo abochorne ni lo critique, sino tenga para con él gran compasión y mantenga muy en secreto el pecado de su hermano, porque no son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos (Mt 9,12).
Asimismo, los hermanos están obligados, por obediencia, a remitirlo con un compañero a su custodio. Y el custodio mismo provea con misericordia, como querría que se hiciera con él en caso semejante.
Y si el hermano cae en otro pecado, venial, confiéselo a un hermano suyo sacerdote. Y, si no hay allí sacerdote, confiéselo a un hermano suyo, hasta que tenga sacerdote que lo absuelva canónicamente, como está dicho. Y estos hermanos no tengan en absoluto potestad de imponer ninguna otra penitencia que ésta: Vete y no vuelvas a pecar (cf. Jn 8,1 1).
Este escrito, para que mejor se guarde, tenlo contigo hasta Pentecostés; allí estarás con tus hermanos. Y estas cosas, y todas las otras que se echan de menos en la Regla, las procuraréis completar con la ayuda del Señor Dios.
 
Francisco no dice que cambien los demás, sino el cambio de espíritu es del ministro, exigiendo a él, la actitud típica de Dios que consiste en la misericordia para poder soportar y amar por encima del bien y del mal.
Aceptar lo sombrío de los demás significa aceptar las propias sombras. La única manera de vencer “lo dia-bólico” consiste en integrarlo… lo cual hace más humana a la persona, rompiendo su fariseísmo y su distanciamiento, que son como barreras que ponemos ante lo negativo.
La expresión más plena de esto lo tenemos en la perfecta alegría o la perfecta libertad:


FLORECILLAS, cap. VIII 
Cómo San Francisco enseñó al hermano León en qué consiste la alegría perfecta
Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Ángeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante , y le habló así: ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.
Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta. 
Caminando luego un poco más, San Francisco gritó con fuerza: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas, y todas las ciencias, y todas las Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta.
Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte: ¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de las aves y de los peces y de todos los animales, y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces, y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta.
Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte: ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta. Así fue continuando por espacio de dos millas. Por fin, el hermano León, lleno de asombro, le preguntó: Padre, te pido, de parte de Dios, que me digas en que está la alegría perfecta. Y San Francisco le respondió:
Si, cuando lleguemos a Santa María de los Ángeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: "¿Quiénes sois vosotros?" Y nosotros le decimos: "Somos dos de vuestros hermanos". Y él dice: "¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!" Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe ¡oh hermano León! que aquí hay alegría perfecta. 
Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: "¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!" Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. 
Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: "¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido". Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta.
Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de El, por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo. A él sea siempre loor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Queda claro que la perfecta alegría no reside en la positividad que pueda uno tener, por más excelente que sea desde el punto de vista religioso, sino en la negatividad asumida con amor.

La perfecta alegría o la perfecta libertad no consisten en ser un santo eminente, ni un taumaturgo portentoso, ni un sabio genial, ni un misionero capaz de convertir a todos los infieles, sino en aceptar las rupturas…, 


Consiste en aceptar todo tipo de violencia simbólica (rechazos, no tenernos en cuenta, no ser reconocidos, indiferencias, dudas, críticas, murmuraciones, juicios, etc) que puede descorazonar interiormente y echar a perder las propias convicciones… una aceptación que no es justificación ni tampoco resignación. Aceptación desde la convicción profunda que allí, en lo exterior de todas las cosas, no reside el valor ni la estima de sí. 

La perfecta alegría o la libertad perfecta provienen de un amor tan intenso que no sólo es capaz de soportar, sino de amar y abrazar alegremente la propia negatividad. 
Quién vive des aquí es verdaderamente libre, pues nada podrá amenazarlo: si es elevado, no modifica su actitud en vanagloria; si se ve arrojado al fondo, tampoco transforma su actitud en amargura. Se posee totalmente a sí mismo y en las manos de aquel que es más Grande.



domingo, 29 de septiembre de 2024

Quinto día. Santo y pecador.

“En cierta ocasión escuché a un viejo, razonable, bueno, perfecto y santo hermano decir: 
Si oyes la llamada del Espíritu, escúchala y trata de ser santo con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.  
    Pero, si por humana debilidad, no consigues ser santo, procura entonces ser perfecto con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, a pesar de todo, no consigues ser perfecto, por culpa de la vanidad de tu vida, intenta entonces ser bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, con todo, no consigues ser bueno, debido a las insidias del Maligno, trata entonces de ser razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.
Si, al final, no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa del peso de tus pecados, procura entonces llevar esta carga delante de Dios y entrega tu vida a la divina Misericordia.
Si haces esto sin amargura, con toda humildad y con jovialidad de espíritu, movido por la ternura de Dios, que ama a los ingratos y a los malos, entonces comenzarás a sentir lo que es ser razonable, aprenderás en qué consiste ser bueno, lentamente aspirarás a ser perfecto y, por fin, suspirarás por santo.
Si haces todo esto día a día, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, entonces, hermano, te aseguro que estarás en el camino de Francisco de Asís y no te hallarás lejos del Reino de Dios.” 

Dentro de cada uno de nosotros vive un santo y un demonio. 
La Santidad coexiste con la fragilidad.

Por detrás del Santo se oculta un hombre que ha conocido lo oscuro que también hay en el corazón humano, aquellas cosas que lo desgarran: instintos de muerte conviviendo con instintos de vida; impulsos de comunión y donación y pulsiones de egoísmo, de rechazo y de mezquindad; deseos de Dios (de lo bueno, de lo bello, de lo verdadero) junto al vértigo del pecado, de la desesperación, hasta la negación de Dios.

Nada de todo esto está ausente en la vida de un santo. Es ingenuidad y no conocerse a sí mismo, creer que la vida de un santo ha sido siempre fácil, risueña…  

Al igual que Jacob con Dios, el santo ha luchado y ha salido marcado del combate. (Gn 23).

Francisco fue un santo que de modo especial incluyó lo negativo como forma de llegar a una armonía con todos.

Creo que se acerca más a nuestra experiencia cotidiana. La vida, como la conocemos lleva implícito un porcentaje de sufrimiento, de incomprensión y de absurdo. Todos atravesamos determinadas crisis… todos hemos tenido traumas también en la vida. Tenemos que resolver varias dificultades a lo largo de nuestro caminar. ¿Cómo domesticar estas cuestiones? Es más que elaborar unas teorías. Significa hacer camino que debe ser andado día a día sin falsas ilusiones.
¿Cuáles son algunos caminos para ponernos en relación con estas fuerzas?
¿Podemos nombrar algunos rasgos de esta integración de lo negativo?

Lo más curioso es que la conciencia de lo negativo no va acompañada en él, como suele suceder, por un sentimiento de tristeza y de amargura, sino de una profunda alegría… Es cierto que Francisco llora en los bosques, pero ¿cuál es la verdadera razón de esto?..., la tierna Misericordia de Dios no correspondida. 
Decía “debe ser amado con amor inefable Aquel que primero tanto nos amó a nosotros”.


Te ruego, Señor, que la fuerza abrasadora
y dulcísima de tu amor absorba de tal modo mi alma,
liberándola de todo apego terrenal, 
que muera por amor de tu amor,  
ya que Tú por amor de mi amor 
te has dignado morir.                                                    
Anónimo (s. XII)  Absorbeat

La consecuencia concreta que Francisco extrae de la experiencia del Dios Padre de Jesús, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, es que nuestra debilidad (nuestro pecado también) pueden ser también camino de encuentro si es asumida con humildad y simplicidad (  ).
Y no es que haya que buscar el pecado por sí mismo; pero sí, “concebirlo” (“mirarlo”)  de otra manera: nuestro pecado -cómo nuestra fragilidad- no puede impedir que Dios continúe amando y ofreciendo su perdón. 
Su Presencia siempre es más que nuestro pecado.

Y por ser Dios tan misericordioso con los hombres y por haber sido Jesús crucificado a causa de esta misericordia -por querer sostenerla hasta el final-, por eso quería Francisco que las relaciones entre los hermanos se caractericen por una misericordia sin límites. 


Instrumentos de un DON que nos alcanza. Mc 9, 38-48

 
"Juan le dijo a Jesús: - Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios invocando tu nombre y hemos intentado impedírselo, porque no nos seguía a nosotros. 
Pero Jesús le replicó: - No se lo impidan, pues nadie que actúa con fuerza como si fuera yo mismo puede al momento maldecir de mí. O sea, que quien no está contra nosotros está a favor nuestro..."


Quien sabe de dónde le viene lo que tiene, lo que hace, no levanta muros para defender cuándo esto mismo se muestra fuera del ámbito "propio"... porque sabe que todo es Don y que el único privilegio que celosamente se tiene es el de ser servidor de un Don que es más grande que nosotros. 

Somos "instrumentos" de un don que nos alcanza; 
pero que nosotros no podemos alcanzar.

Pero es una tendencia de nuestro "corazón herido" detenernos en lo que nos divide, en lo que nos diferencia; tal vez para sentirnos de alguna manera "mejores que los otros" o porque nos creemos "dueños" de lo que in-merecidamente hemos recibido o porque tenemos miedo de perder algún tipo de privilegio que creemos que viene con el hecho de haber sido encargados de algo.

Nos olvidamos muy rápido que toda persona humana es portadora de un "misterio" que no podemos alcanzar; y tranquilamente seguimos cantando, con nuestras observaciones "fuera de la iglesia no hay salvación"... fuera de nuestra visión -de nuestra concepción- de las cosas no hay nada.

Observemos nuestras maneras de hablar y de juzgar y descubramos que en nosotros, muchas veces, es el miedo el criterio desde el cual nos estamos relacionando con los demás y con las situaciones que se nos presentan.
Cuántas barreras y muros levantamos porque piensan o sienten o actúan distinto. Y esto puede aparecer tanto en personas que están aferradas a ciertas normas o mandatos que percibimos como "conservadoras" como así también en aquellas que están abiertas a todo lo nuevo.
Todos podemos absolutizar dichos y formas despreciando a quienes no piensan así... cayendo justamente en lo que se critica.

Y al sentir al otro como amenaza, la mejor herramienta es el juicio duro e intransigente, para separarnos... y quedarnos tranquilos creyendo que Dios hace lo mismo;sin darnos cuenta que al hacer eso hemos hecho de Dios un "ídolo".

Y CUANDO HEMOS JUZGADO YA NOS HEMOS SEPARADO... y es imposible entonces querer acercarse para hacer lo que Jesús llamo "corrección fraterna". 
Cuánto camino habrá que desandar para después construir juntos.

Creemos que podemos limitar el amor de Dios; que podemos controlar la "acción de Dios" que transforma la vida desde tantos otros lugares que podríamos juzgar como "no cristianos".

QUIENES DAN VIDA, 
FACILITANDO PROCESOS DE MAYOR HUMANIDAD,
SEAN QUIENES SEAN,
EN EL LUGAR DONDE SEA,
CREAN O NO EN JESÚS, 
LO CONOZCAN O NO,
HACEN REINO DE DIOS, 
AUNQUE NO LO SEPAN,
AUNQUE NADIE SE DE CUENTA.

Pero, quienes no están al servicio de la vida y con su mirada y juicio aplastan y fulminan los pasos débiles de los demás; quienes no ensucian sus manos con lo despreciable del otro; quienes con sus pies no buscan creativamente donde la vida parece perdida o entran en la vida de los demás pisoteando o usando...
"...si tu ojo... si tu mano... si tu pie..."
Es decir, aunque tengan los papeles que dicen que son cristianos lejos están del Reino; lejos están de su verdad, de su humanidad.

Seamos conscientes de esa sed de pertenencia que atraviesa la vida, y recibamos la invitación de Jesús a romper con ciertos esquemas rígidos de pertenencia para que, "con ojos nuevos" podamos descubrir la presencia de Dios en toda palabra y 
en todo gesto humano que busca dar vida.

Seamos expertos en escucha.
Expertos en inclusión.
Expertos en silencio.
Expertos en mirar.
Expertos en hacer "casa" para el más débil, para el que sufre.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Cuarto día. En la escuela de la MIRADA.

“Nada de vosotros retengáis para vosotros mismos para que enteros os reciba el que todo entero se os entrega.”
(CtaO 29) 
 
El Amor que tengo por el “bien” que más deseo (apego – no desprendimiento) es el amor que le resto a la completud del amor que me debe consumir de cara a Dios.
 
Será la Pasión de Jesús quién le enseñe a Francisco de amor, de desapropiación, de humildad, de intercesión, de reconciliación.
La pasión provocará en su corazón, una profunda compasión; un sentir-junto, un dolerse en comunión, como un deseo de transportarse al interior del otro.

Siendo Francisco un hombre donde el corazón recobro su lugar; su corazón canta, siente, alaba, vibra, llora, se compadece. 
El corazón siente el pulso de otro corazón. 
Esta com-pasión encontrará en el Alverna su mayor expresión.

La compasión se expresará en perdón, en humildad, en conversión y en intercesión. Francisco seguirá a este Señor, empecinado en amar lo débil, y esta es la opción del Crucificado;  pero no le fascina el sufrimiento, sino el amor.
 
“…transformado por su tierna compasión en Aquel que a causa de su extremada caridad, quiso ser crucificado…”  (LM 13,3)
         
Compasión -para ello tener en el pensamiento y en la memoria- y celebrar en la vida -comenzando por la imitación para pasar a la identificación de sentimientos, obra del Espíritu-
         
En lo más oscuro de la pasión descubre la luz  de un amor hasta el extremo; descubre también la miseria del hombre capaz de rechazar esa luz, pero también su propia grandeza, porque ha sido salvado a tamaño precio. Y esto que conmueve le urge adorar.
 
Francisco (al igual que Clara) no dejó un método sistemático de oración- sino que formó en la escuela de la mirada que ama y que ora. Una mirada centrada en los actos salvadores de Cristo. “La memoria la reproduce continuamente a aquel  a quien el amor había grabado profundamente en su corazón.”
 
Francisco no aprende a orar meditando ideas piadosas, sino mirando el rostro de Cristo que dice hasta qué extremo puede Dios amar.
Nada de consideraciones intelectuales –especulaciones- sino una atención sostenida del corazón -que no significa separación del conocimiento el amor-.
 
EL MIRAR ES YA PLEGARIA.
Discierne lo divino en lo humano. Los rostros se tornan Iconos.
Todos los sentidos puestos al servicio de esta mirada: orar con sus ojos – sus oídos – su nariz – su corazón – su inteligencia – con su gusto.
 
Aprendió en la “escuela de la mirada” a ver al Dios hecho niño en Belén, los gestos de ternura de Jesús, el pan del banquete, el lavatorio de los pies, la Cruz del Calvario...
Así, todo lo humano: un nacimiento, una comida, un encuentro, un pobre, un enfermo, un anciano (Cfr. Mt 18,10), un fracaso, un sufrimiento, la muerte, etc.
TODO SE CONVIERTE EN LUGAR DÓNDE DIOS DICE.

Orar, ¿es otra cosa que subir el monte para educar la mirada de fe que transfigura las más humildes realidades humanas?. Ascensión ruda, que exige perseverancia, tenacidad y desprendimiento.
Francisco miro su vida, la vida de sus hermanos, lo hombres, los acontecimientos, la historia, la creación, con los ojos del Crucificado.
Y aún de su plegaria se sabe no propietario. La oración no es posible sino por Jesús, con Jesús, en Jesús. Toda oración es asumida por Él. 
 
"Bien lo saben cuántos hermanos convivieron con él: qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación sobre Jesús; qué dulce y suave era su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón hablaba su boca, y la fuente de amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros. ¡Oh, cuántas veces, estando a la mesa, olvidaba la comida corporal al oír el nombre de Jesús, al mencionarlo o al pensar en él! Y como se lee de un santo: "Viendo, no veía; oyendo, no oía".
Es más: si, estando de viaje, cantaba a Jesús o meditaba en El, muchas veces olvidaba que estaba de camino y se ponía a invitar a todas las criaturas a loar a Jesús. 

Porque con ardoroso amor llevaba y conservaba 
siempre en su corazón a Jesucristo, 
y éste crucificado…” 1Cel 115


viernes, 27 de septiembre de 2024

Tercer día. La plegaria es un ROSTRO.

La oración de Francisco, a imagen de su vida, no es sino una sola aventura: la del Amor dado, recibido, intercambiado. 
Su oración, como su vida, es una búsqueda incansable, amorosa, de las huellas de Jesús.

Después de tres años de convivir con los pobres y los leprosos, escucho  y descubrió esta verdad ante el Crucifijo de san Damián; allí se encontró de frente a la inmensidad de un Amor que presenta como signo a un Hombre Crucificado por Amor: Brazos ampliamente abiertos. Ojos que te sondean el corazón con una bondad sin límites y desarmada. Ojos que son una interrogación dolorosa. 

Su rostro es todo él una llamada silenciosa; es un rostro que le habla. Dios dice todo cuando se calla para morir.
Francisco verifica en seguida que Dios es rostro, que Dios ha tomado nuestros ojos para mirar a nuestra tierra, que Dios ha tomado nuestra boca para decir palabras humanas

Dios ha tomado rostro de hombre 
a fin de que el hombre descubra en él su rostro de eternidad.
 
Francisco toma conciencia de repente de que Dios es un Amor Crucificado. Desde este momento, las llagas de Jesús, heridas de amor, jamás podrán cicatrizarse en su corazón.

“Desde entonces se le clava en el alma santa la compasión por el Crucificado, y, como puede creerse piadosamente, se le imprimen profundamente en corazón, bien que no todavía en la carne, las venerandas llagas de la pasión.”  (2Cel 10)
         
 Desde ahora, la oración de Francisco será esencialmente contemplación cotidiana de Jesús; este rostro Bien-Amado obsesionará su memoria y su corazón.
El Amor de Dios -Condenado, Despreciado, Flagelado- Crucificado- junto a la  humildad del Dios – Niño – de Belén; serán las dos etapas extremas de la encarnación de Cristo que ocuparán siempre la oración de Francisco.
Dios es ahora “fragilidad y debilidad”. Se puede uno reconocer en él.  

Dirá Clara: “…mira diariamente ese espejo, 
y observa constantemente en él tu rostro…” (IVCL 15).

¿Cuál es, frente a esta realidad divina, 
la actitud del hombre de fe 
desde el humilde molde de su insignificancia?

NO puede ser sino TERNURA y COMPASIÓN.
APERTURA y DISPONIBILIDAD.
POBREZA y SERVICIO.

jueves, 26 de septiembre de 2024

Segundo día. "Con un corazón puro..."

“Aplíquense, en cambio, a lo que por encima de todo deben anhelar: tener el espíritu del Señor y su santa operación, orar continuamente al Señor con un corazón puro…”


¿En qué consiste exactamente esta disposición?
¿Qué es la oración de un corazón limpio?

El corazón puro es la condición (actitud, disposición) de disponibilidad; no es una cuestión moral que quisiéramos regalar a Dios y que nos concedería el derecho de mirarle cara a cara. 
Se trata más bien del desprendimiento de sí mismo. De un vaciarse.

Vaciarse, dejar espacio libre, crear un ámbito desocupado (nosotros andamos muy ocupados –más ocupado, más importante sos- evitamos el vacío, el sentirnos sin nada o el sentirnos vacíos). Hacer vacío es empobrecerse: el hombre no saber vivir vacío. Siempre necesita algo que lo distraiga.

Corazón puro sería como un abismo 
de atención al misterio de Dios.

Hay vacíos que no esperan ser habitados por nada ni nadie. Optan por permanecer vacíos. Hay algunos vacíos que prefieren ser habitados por otros o por cosas… Hay otros vacíos que esperan a cualquiera, a todos y por esto no esperan a nadie en particular.

¿De qué hay desprenderse? ¿de qué hay que vaciarse? ¿de qué estamos llenos? Opiniones, de lo que podemos o no, de argumentos, monólogos e ideas de Dios. De creencias y de identificaciones.

No es fácil el desprendimiento (desasimiento total) de aquello que creemos nos constituye, que nos hace poder algo (aunque sea pobre o mediocre) y que muchas veces toca lo más profundo (aunque nos encierre, nos angustie, nos vuelva rígidos).
No es fácil vaciarse, todo vaciamiento es un desgarro, es una renuncia, es un quitar y por ello implica dolor, pena y tristeza.

Vaciarse requiere tiempo. En este sentido todo lo importante requiere tiempo… vaciarse requiere abandonar la prisa de lo inmediato, de lo instantáneo.
No es fácil vaciarnos y no podemos saltear esta tarea ya que antecede a toda transformación.

"La medida del hombre se ajusta a lo adora"
Esa medida se puede encoger terriblemente. 

Vaciarse -disponerse-, ¿de qué?



Primer día. Esta oración de Francisco puede ser nuestra oración.

«Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para cumplir tu santo y verdadero mandamiento» (OrSD).
 
Es la respuesta que el Santo da a la voz del Crucificado que en San Damián le manda reparar la iglesia en ruinas.
Él comenzará reparando la iglesia… aun cuando la reparación vendrá por otro lado.

Francisco contesta en esta oración, con su disponibilidad para cavar cimientos, levantar paredes, colocar tejas.
No se para a considerar la iglesia derruida, ni pregunta por los culpables, ni se escandaliza de los hechos. Porque también él mismo se siente piedra caída, teja rota y ladrillo quebrado; y necesita ser reconstruido.

Sabiendo que el que lo envía sabe de sus propias carencias para llevar a cabo este encargo; hace de su respuesta una oración, en la que devuelve como petición la palabra que como encargo ha oído de Dios.
Francisco ora al Dios de la gloria desde la debilidad de su vida; al que es la luz desde las tinieblas de su corazón; al que es justicia, verdad y santidad desde su pobre vida pecadora.

Esta oración es original por que se concentra en lo esencial. Pide lo esencial para una vida cristiana: Dios mismo; al que sólo pueden recibir una fe recta, una esperanza cierta y una caridad perfecta, que ensanchan ante él los ojos y no los guiñan ante los ídolos.

Pide que, iluminado el corazón, le haga sensible  y tenga así capacidad para sentirle y conocerle a él como Dios, para sentir y conocer a los hombres todos como hermanos.  Para terminar finalmente con una mirada tendida hacia la vida de cada día: cumplir sus mandamientos.

De esta forma la oración, que había comenzado dirigiéndose a Dios en su divinidad y gloria, que había pedido luz  para poder ver,
transformación del ser entero para poder recibir a Dios mismo,
sentimiento de entrañas para poder saber de él, se cierra llegando hasta la acción y el comportamiento de la voluntad  (su oración es un recibir al Espíritu que aparece como impulso a la acción)

El hombre entero: corazón, inteligencia, sentimiento, voluntad y manos activas, han sido así llevados delante de Dios. Y una vez presentados delante de él, Francisco abandona la capilla y marcha a reconstruir la Iglesia.

Esta oración de Francisco puede ser nuestra oración.



domingo, 22 de septiembre de 2024

Siempre es, hacía los demás. Mc 9, 30-37

-¿POR QUÉ TE BUSCAMOS?
¿POR QUÉ TE SEGUIMOS?, JESÚS.


Necesitamos ser conscientes que más de una vez, sobre todo cuando algo nos desconcierta o cuando percibimos el "silencio de Dios" en muchas situaciones que vivimos, están estos interrogantes que se pueden reducir a una sola pregunta:

¿QUIÉN ERES JESÚS?

El evangelio viene a nosotros como si fuese un espejo que ilumina que significa seguirlo... ponerse de su lado.

Muchas veces "seguirlo" ha significado arriesgarse a andar por caminos que la razón o el "sentido común" nos dirían que estamos equivocados... 
Ha significado tocar nuestras propias sombras; nuestras expectativas frustradas ya sea porque no se dio lo que queríamos o no pudimos retener algo por más tiempo.
Ha significado encontrarse con la carencia, con el límite, con deseos tan opuestos a lo que decimos querer vivir; con la experiencia de saberse en camino y con la percepción de lo inútil que han sido muchas búsquedas y la impotencia de no poder darse a sí mismo muchas cosas... 
Experiencias tenidas que ha muchos los ha llevado a desanimarse y a dejar de buscar... o a buscar atajos que prometen soluciones más rápidas o más mágicas.

Cuántos compromisos se han roto al experimentar la fragilidad de una institución que no ha sido del todo coherente con el mensaje de Jesús. 


"Cuando rezo, ¿a quién le rezo en realidad? Cuando digo "Señor", ¿a quién me refiero?... La respuesta del Abad Eudes resultó totalmente distinta de lo que yo esperaba. Él dijo: "ÉSTA ES LA PREGUNTA, la más importante que se puede formular... en cierto modo, DEBERÍA SER SU ÚNICA PREGUNTA en torno a la cual se organice todo lo que usted hace... ahora requiere una clara decisión si usted desea convertir esta pregunta en el centro de su meditación. Si lo logra, usted descubrirá que ha emprendido un camino largo, muy largo..."

Nouwen H. "Presta atención al Silencio" - 2001

Los discípulos han visto a Jesús hacer milagros, lo han visto acercarse a la gente con muchísima ternura sin importar la historia que cargaban; ellos mismos experimentaron la libertad de saberse con Dios como "amigo" que come con ellos, ríe con ellos, se cansa, trabaja, reza con ellos.
Pero desde hace un tiempo las palabras de Jesús se han vuelto muy duras de entender, hablan de conflicto, de ruptura, de muerte.

Palabras que hablan de  experiencias por dónde pasa la vida humana, y que nada salva de vivirlas. 
Cuánto sufrimiento inútil cargamos, cuánta decepción por no aceptar que estas experiencias forman parte de la vida.

Creían saber quién era Jesús, pero ahora un abismo los separa hasta el punto de tener miedo de preguntarle sobre el significado de sus palabras.
Y tal es la distancia con Jesús - es tan insoportable lo que sus palabras sugieren- que se desconectan... es preferible irse detrás de pensamientos -de ilusiones- que calmen la angustia que sienten... se ponen a discutir sobre quién era el primero, el más grande.

También nosotros, muchas veces, optamos -sin darnos cuenta- por no preguntar... porque no queremos entender que el camino no pasará por la respuesta inmediata, o por el conflicto resuelto, o por el dolor calmado o por la herida sanada...
Tal vez no terminamos de convencernos  que el AMOR PASA POR DAR LA VIDA, allí donde sea, allí dónde estemos, allí como estemos.
Y QUE ENCONTRAR "VIDA" PASA POR SERVIR... por hacer de nuestra vida una entrega allí donde sea... allí dónde estemos... allí cómo estemos.

Nosotros podemos seguir preocupados por tantas otras cosas: por lo que no logramos; por lo que no conseguimos; por lo que no convencimos; por lo que no fuimos escuchados; por lo que no se dio en el tiempo que nosotros queríamos... etc... etc...
Todas preocupaciones que de alguna manera encierran lo que para nosotros es lo más importante hoy, y a las cuales les hemos dado el poder de decirnos si somos valiosos o no... tal vez, en última para sentirnos más importantes que otros y por ende quién tiene más espacio... cómo si todo eso nos diera la sensación de "ganarle" a otros.
Y si acaso nos ponemos a servir a los demás -aun desde nuestras profesiones-, cuánto enojo percibimos porque no se nos reconoce; cuánta bronca cuando nos exigen más o las cosas no se dieron como las había planeado o ya dejan de contar con nosotros.
Sin darnos cuenta que utilizamos "la piedad y la caridad" para diferenciarnos de los demás... para levantar barreras... para sentirnos "buenos" y más cerca de "dios" que no es el Dios de Jesús...


"La piedad interesada provoca divisiones... 
la codicia es la raíz de todos los males..."
cfr 1Tim 6

Tal vez necesitamos hacernos conscientes de que seguimos sin entender a Jesús, más aún, de que no queremos hacerlo, porque de ser así, supondría dejarse llevar por otro camino donde el control no estaría en nosotros... 
dónde no nos pondríamos a medir la solidaridad o el tiempo que damos... camino donde nuestras pretensiones de poder y reconocimiento... esas... las más íntimas chocarían con un AMOR QUE NO SE IMPONE... no manipula... no obliga... no juzga... mendiga y sirve... es pobre y necesitado.

Tal vez porque seguimos sin querer entender, no preguntamos... no nos preguntamos -"¿desde dónde hacemos lo que hacemos? o ¿qué buscamos con lo que buscamos? o ¿quién es el otro para mí?"

Preguntas que nos revelarían a nosotros mismos quiénes somos en verdad y qué es aquello que se está poniendo en juego.  
Preguntas que nos harían entrar en un modo nuevo de entender nuestra espiritualidad -nuestra vida- dónde nosotros -y lo que nos pasa o pretendemos controlar- no son el centro del mundo... dónde en definitiva somos con otros... dónde todo, aun la adversidad, se transforma en don que viene a nuestro encuentro, despertando lo mejor de nosotros... dónde la vida del espíritu entonces, no es una suma de "propósitos de santidad".

En definitiva,
NO QUEREMOS ENTENDER QUE EL CAMINO ES HACÍA LOS DEMÁS.
SIEMPRE ES HACÍA LOS DEMÁS.
Porque es allí dónde se nos juega nuestra humanidad; nuestro ser con Dios que se hizo servidor de todos...  
y esto, aunque estemos dolidos y rengos.

Porque nuestra esperanza no radica en que algún día las cosas sean distintas... o el dolor se calmará... o la herida sanará...
NUESTRA ESPERANZA RADICA -tiene como suelo- EN QUE DIOS ESTÁ CON NOSOTROS ARRODILLADO ANTE TODA VIDA HUMANA... sirviendo... "esclavo como un niño que no cuenta"... no porque "tiene una baja autoestima", sino porque ama.

NOSOTROS HEMOS DECIDIDO LIBREMENTE ADHERIRNOS A JESÚS.
HEMOS CREÍDO QUE ESO ES LO MEJOR PARA NOSOTROS.
Descubramos entonces que en el servicio a los demás además de hacernos más señor de nosotros mismos, más crecemos en humanidad.

"Somos lo que buscamos.
El Mar está en la acuidad
de la gota que somos.
Aún no lo sabemos"

J. Melloni


lunes, 9 de septiembre de 2024

Soltar para que la vida fluya... Mc 7, 31-37

 
¡¡ÁBRETE!! 
NO TENGAS MIEDO,
es el grito de Jesús a nuestras vidas;
es el grito de Jesús escondido en los que parecen "no tener voz" alrededor nuestro.

Es difícil escuchar este grito cuándo tantas han sido las voces que han hecho callar lo defectuoso que hay en nosotros, condenándolo como equivocado y malo, hasta llegar a interpretarlo como un "castigo de Dios".
Cuánta censura sigue habiendo en nuestra humanidad para decir lo que sentimos, lo que nos pasa, lo que nos asusta, lo que hay de oscuridad en nosotros.
Cómo expresar lo que se lleva dentro cuando de antemano hubo una historia de sometimiento y el silencio era la mejor protección.

Cómo escucharlas si solo se recibieron palabras de desaprobación, que aumentaron las sensaciones de desamparo y de exclusión. 
Jesús comienza por llevarlo aparte...
Como dándose todo en ese tiempo... dedicándole toda la atención. 
Lo lleva aparte de cuánto lo han sometido al silencio, al anonimato y a la exclusión.

La curación -la transformación- no se produce cuando se tiene la impresión de entender hacia donde se camina.  
Comienza cuando se entiende que de aquella mano se puede fiar; que podemos volver a decirnos. Comienza cuándo podemos volver a experimentar que se ha restaurado el puente de la comunicación, con nosotros  mismos y con los demás. Comienza cuándo experimentamos -tal vez por vez primera- que alguien "nos ve y nos entiende".
Pero para eso será necesario dar un primer paso de confianza, que nos hace salir aun del lugar de sufrimiento que, aunque nos aislaba, nos daba una cierta identidad. 
¿Cuáles son las cosas -ideas, prejuicios, enojos, interpretaciones de lo pasado, comentarios, resentimientos, indiferencias, etc- a las que seguimos aferrados -y sentimos que nos hacen sentir que vivimos -que algo tenemos- pero nos impiden fiarnos de aquella mano y nos mantienen incomunicados?

Qué difícil es elegir por fuera de lo conocido... tal vez por eso tropezamos varias veces con la misma piedra.
Qué difícil es volver a comunicarnos... a decirnos.

¡ÁBRETE! 
NO TENGAS MIEDO, le dijo Jesús.
Ábrete a romper con las historias que te seguís contando para seguir estando en el mismo lugar.
Ábrete a ser consciente de que nada de lo vivido podrá jamás dañar lo sagrado que hay dentro.
Ábrete a soltar los rótulos con los que seguís amordazando la propia vida.
Ábrete a dejar el lugar de víctima y a serte responsable de mirar y de elegir por dónde caminar. Ya no son los otros.
Abre los ojos... y los oídos y escucha a los que también permanecen silenciados y excluidos.

¡Ábrete!
No tengas miedo.
Es la voz de Aquel que sabe que estamos hechos, para el encuentro y la comunión... para la apertura y la entrega... la cerrazón nos enferma... lo "no dicho" nos mantiene prisioneros y nos hace dependientes de cosas que nos dañan.
¡Ábrete! No tengas miedo.
Es el grito de Jesús que sabe que nuestro corazón se cierra fácilmente buscando tal vez, un poco de seguridad.

Es la voz de Aquel que no renuncia su espacio de “ser el centro” dentro de nosotros…
Es el grito de Jesús frente a la oscuridad de nuestras propias palabras o sentimientos o relativas verdades que no hacen más que confundirnos y hacernos sufrir...

Es la voz de Aquel que nos grita que podemos perder el control… que no pasará nada… que en sus manos estamos… que nuestras vidas no dependen sólo de nosotros.
Es el grito de Jesús frente a los miedos que no hacen otra cosa que paralizar nuestra creatividad… aún nuestros deseos.
Es la voz de Aquel que nos permite experimentar el límite, la debilidad... Que le dice a la vida que es búsqueda y que no se deje paralizar por el miedo a equivocarse.

Es el grito de Jesús que sabe… que cree en las segundas oportunidades…
- ¡CREAN!, nos dice:
LA VIDA ES CAMINO. ES PROCESO.
CREAN EN EL TIEMPO.

Es la voz de Aquel que no se rinde ante nuestra primera reacción que muchas veces es no… y no deja de buscarnos… cree en nosotros… cree en lo que ha creado. CONFÍA.

Es el grito de Jesús que nos invita a perder para ganar… a vaciarse para recibir... a soltar para que fluya.

Es la voz de Aquel que sabe de Amor en medio de toda obstinación y ceguera… de aquel que no hace depender la felicidad -ni la plenitud- de lo que paso o de lo que puede pasar.

ABRITE!!!
NO TENGAS MIEDO…
NO CREAS QUE YO NO PODRÉ
BANCAR TU VIDA CON UN POCO MÁS DE LUZ...

La LUZ trae más VERDAD.
La VERDAD más LIBERTAD.
Y la LIBERTAD más ENTREGA.



¡Qué escuche tu grito, Señor!
cuándo me rinda
cuándo me cierre
cuándo el no ver me paralice
cuándo la queja cubra todo
en la ansiedad
en el dolor
cuándo el rencor me encierre
cuándo mi ego me reclame
en mis lágrimas
en mis miedos
cuándo no quiera escuchar
cuándo el futuro sea incierto
en mi debilidad
en mi oscuridad
cuándo sienta que los sueños se rompen
cuándo me sienta vencido
en mi silencio
en mis dudas.
cuándo ya no rece
cuándo me gane la indiferencia

Cuándo no te pueda ver en mí o en mis hermanos...


lunes, 2 de septiembre de 2024

OBRAR desde quiénes SOMOS. Mc 7, 1-23

Los fariseos y escribas venidos de Jerusalén -de seguro no para hacerse discípulo de Jesús- no pueden alegrarse viendo a la gente saciada por la multiplicación de panes, sino que se entristecen y llaman la atención porque no han sido observadas las normas.
Con tal de quedar limpios o de aparecer como defensores de lo que aparentemente es correcto, aceptable y está bien... no les importa si los demás mueren o no de hambre -se olvidan de la gente-.

Es como si el "buen olor del pan" que había impregnado el aire queda ahora envenenado por el mal olor  del "comentario mezquino" y por el "legalismo" que mata la espontaneidad y que al ser mezquino desalienta... y tomando a Dios -o cualquier otro valor- cómo pretexto consigue hacer de la vida algo muy pesado.

Y la manera de ser de Jesús ha sido la de crear un espacio de libertad dónde todos puedan "encontrar su lugar" y sentirse "seguros del valor de sus vidas"... un espacio dónde el verdadero tesoro radica en la presencia de Dios que vuelve digna –valiosa- la vida de cada uno; y esto nunca se pone en juego o en duda.

DIGNIDAD Y LIBERTAD dejan de estar atadas al cumplimiento de normas y ritos, pero se expresan en modos de vivir más humanos -aun aprendiendo de los errores- y en un buen trato a los demás.
Porque aun en la búsqueda de libertad o en la lucha por la dignidad también nos podemos encontrar con toda clase de amenazas y exclusiones. 

Jesús busca pasar la atención del corazón de lo exterior a lo interior... allí donde acontecen las decisiones libres y conscientes; dónde está lo verdadero.

Una religiosidad al estilo de los fariseos es la preocupación por aparecer exteriormente correctos, dónde un cierto modelo social, aceptable, es tomado como voluntad de Dios.
Una religiosidad así es posible de controlar y medir; y al sentirla cómo una constante presión que viene de fuera, se cae en la hipocresía como un "recurso seguro" frente a la consciencia de la propia debilidad que hay que esconder para que no aparezca... o en una "religiosidad a la carta" dónde se toma lo que conviene.

CUÁNTO MALTRATO a nosotros mismos por las presiones que sentimos; o por las exigencias que nos imponemos o por las culpas que llevamos por no cumplir con todo, sin tener en cuenta el límite o las heridas que traemos.
CUÁNTO DAÑO nos hacemos por no cuidarnos creyendo que la libertad es hacer lo que nos venga en ganas... lugar dónde los otros tampoco cuentan. 

Muchas han sido las normas y las formas que a lo largo del tiempo fueron diciendo cómo y de qué manera podíamos experimentar a Dios.
Que error cuando se volvieron absolutas tras el concepto -"en nombre de Dios"- formas y maneras de un tiempo o tal vez porque alguien dijo que hay que hacer esto o aquello y entonces se está más cerca o se cumple mejor con Dios o se es más bueno.

La mayoría de las leyes en el pueblo de Israel nacieron buscando la unidad del pueblo y para darles una fuerza mayor a muchas de éstas las establecieron como leyes venidas de Dios.
Por eso Jesús crítica la interpretación que hace iguales el mandamiento de Dios y las tradiciones de los hombres... llegando a excluir por el cumplimiento de éstas lo más esencial de Dios: AMAR – que es lo que hace más humana la vida.

Y frente a la tendencia que hay de separar donde algunos son mejores que otros Jesús rechaza la distinción judía entre lo puro y lo impuro.
No hay profano y sagrado. 
La pureza no es consecuencia de prácticas.

No se nos purifica de la vida cotidiana para encontrar a Dios... al contrario "los de corazón limpio encuentran a Dios en todo"… aún en el barro; sobre todo en el barro porque eso somos.
PORQUE NO HAY LUGAR DONDE DIOS NO ESTÉ.

Pero es verdad también que necesitamos estar atentos a la rectitud de intención del corazón porque aun en la búsqueda del bien -de la justicia y de la igualdad- podemos estar motivados por otros intereses que nada tienen que ver con la búsqueda de que todos tengamos una mejor vida... y esas búsquedas pueden estar movidas por intereses egoístas que buscan manipular a las personas. Tal vez esta sea la única impureza: buscar el propio interés a costa de los demás.

"DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLABA LA BOCA"
dice un biógrafo hablando de san Francisco.

Tal vez tengamos que volver a descubrir en dónde se apoya nuestro seguimiento a Jesús... ¿en el cumplimiento de qué cosas hemos puesto nuestra seguridad? ¿en dónde se apoya el sentirnos más buenos o mejores que los demás?
Tal vez necesitamos descubrir en cuántos ritos y en cuántas explicaciones hemos escondido lo más esencial del mensaje de Jesús (es posible que no robamos ni matamos, pero tal vez destruimos con la lengua).
Tal vez tengamos que liberarnos de estar tan atentos a la mirada de los demás y confiar más en la BONDAD y en el BIEN que llevamos dentro, dejándonos llevar por la creatividad para hacer más humana la vida. El estar atentos a la mirada de fuera roba espontaneidad y creatividad.

DE QUIÉNES SOMOS EN VERDAD debería surgir NUESTRA VERDADERA LIBERTAD.

DEL CONTACTO CON NUESTRA IDENTIDAD MÁS PROFUNDA debería surgir EL HACER MÁS HUMANA LA VIDA DE LOS DEMÁS.

"El Obrar sigue al Ser", dice Santo Tomás.
Y sin Amor, no hay verdad que libere.

Que nuestra vida exprese lo que somos.
Que andemos en contacto con nuestra verdad más profunda.
Que podamos soltar las formas que oprimen.
Y que creyendo en la bondad que llevamos dentro 
surja como una fuente,
la creatividad y el respeto por toda la creación.
Amén.

pd. Tal vez por eso nuestros compromisos son tan débiles... porque estamos más preocupados por lo que recibiremos de fuera -aprobación, reconocimiento, valoración, etc- que por expresar lo que viene de más adentro... lo que somos.