domingo, 9 de marzo de 2025

Necesitamos atravesar el DESIERTO. Lc 4, 1-13


"Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán 
y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado..."

Habiendo tenido la experiencia de estar "animado" - sostenido, habitado, escuchado... Jesús se deja llevar al desierto... como si tuviese que atravesar el desierto para permanecer... para seguir haciendo experiencia de esa verdad que lo habita.
Atravesar el desierto -que en nosotros puede tomar diferentes rostros-, es ir al encuentro con lo mejor de nosotros que, llevado por la confianza busca la apertura -cómo aceptación de lo que es y de lo que llega- y la entrega -cómo disponibilidad ante quién nos sale al encuentro-, como forma de vida; y también es hacerse consciente de la desconfianza que también encontramos dentro; desconfianza que se busca así mismo, que busca construir su propio mundo, que no acepta límites, y que se engancha detrás de cualquier ilusión que venga a satisfacer sus búsquedas, la mayoría de las veces egoístas.

COMO NOS CUESTA COMPRENDER Y ACEPTAR QUE LA PRESENCIA DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA EN NOSOTROS MANIFIESTA LA PRESENCIA DE LA LIBERTAD... EL RIESGO DE LA LIBERTAD... Y NO UNA FALLA QUE HAY QUE CONDENAR Y SACAR.

Superando el lenguaje mítico del evangelio, no necesitamos recurrir a ningún enemigo exterior para hacerle cargo de nuestros actos; ni tampoco recurrir a un milagro para que nos salve de lo que nosotros tenemos que hacernos responsables.

Las tentaciones revelan de alguna manera nuestra Identidad... en dónde estamos parados?... cuáles son nuestras prioridades?... qué motiva nuestra vida verdaderamente?... por quién vivimos?... para quién vivimos? y qué pasa cuando la vida se resquebraja, cuándo lo que construimos se rompe?.

En las tentaciones se muestra en verdad que Jesús ha querido asumir a fondo nuestra condición humana... que no ha querido pasar por alto lo que significa crecer - tomar decisiones - jugarse... lo que significa la crisis - la lucha en nuestra vida... los ciclos vitales.

Momentos, en donde las formas de expresar lo esencial caen, porque no satisfacen, ya no motivan -parecen haber perdido el sentido -. Y la experiencia de la soledad se hace más fuerte; y la tendencia a buscar rápidamente algo que llene ese vacío, se transforma en una salida necesaria.
Momentos, dónde los "demonios" de siempre, cobran nuevas fuerzas, y se muestran con rostros distintos o bajo expresiones muy lógicas -muy razonables-:
-"Nunca me sentí como ahora con esta persona" (en la infidelidad)... 
-"Ya he dado tanto que ahora me toca a mí..." 
-"Si los demás no lo hacen ni se preocupan tanto porque yo sí..." 
-"Ya hace tiempo que no siento nada... será culpa mía?... o algo no estoy haciendo bien?... o tal vez todo es un invento?...

Son estos los momentos que requieren una mirada y una interpretación nuevas... estas son CLAVE para continuar la búsqueda y no resolver lo que nos pasa de manera impulsiva.
Así se acerca el demonio a Jesús, llevando una interpretación concreta de la palabra... a la que Jesús responde con otra cita mostrando lo equivocado de dicha interpretación.

¿Quién tiene razón?¿Cuá
l interpretación, es "de Dios"?
¿A qué nos llama, entonces? 
¿Qué es vivir en clave de seguimiento?
¿A qué idea de Dios responde cada una?

Necesitamos soltar ciertos modos de pensar la vida y por ende a Dios para encontrarnos con una mirada nueva que dé luz a lo que vivimos y que dialogue sin juicio con esa parte de sombra que llevamos dentro.  Muchas veces nuestra propia interpretación nos ahoga... nos encierra... nos condena.

Hacer propio los modos de Jesús...crecer en el seguimiento... como para crecer en la vida... significa pasar por esos momentos donde nuestra IDENTIDAD es puesta en crisis... donde estamos invitados a volver a decirnos quienes somos -desde una mirada nueva-... y para eso hay que atravesar el propio desierto 

"El hombre no vive solamente de pan..." le respondió Jesús.
Llevamos dentro un anhelo de que la vida sea algo más que saciar el hambre de pan -símbolo de nuestras necesidades más esenciales-... y lo notamos... pero a veces es preciso "ayunar" en querer satisfacer todas nuestras necesidades, que nos dejan en la falsa ilusión de estar "satisfechos", pero embotando lo mejor de nosotros que es la apertura y el encuentro con los otros.
Crecer requiere aprender a colocar aquellas cosas que experimentamos como necesidad dentro del mundo de los significados... si no nos volvemos "animalitos". 
Es de humanos tener un "porqué en la vida" que sea más fuerte que cualquier otra cosa... es lo que da sentido y verdadera libertad a la vida...  es lo que ilumina las renuncias y los fracasos.
Y si andamos ciegos de nuestras necesidades, podemos herirnos y herir a los demás.

"Adorarás al Señor, tú Dios,
y a él solo rendirás culto..." le respondió Jesús.
Buscamos autenticidad - ser nosotros mismos... y a veces buscando esto hemos vendido parte de nuestra libertad creyendo en el poder que dan los otros o que dan las cosas... transformándolos en ídolos.
"Somos habitados" - y adorar es reconocerlo en nosotros y en los demás...
Y nadie puede ocupar ese lugar ni nadie puede entonces responder por nosotros frente a la vida... allí estamos solos con Quién nos habita.

"No tentarás al Señor, tu Dios"
Llevamos dentro un anhelo de Incondicionalidad y de una profunda búsqueda de reconocimiento... y a veces buscando esto nos hacemos de tantas maniobras para aparecer "perfectos" y "sin manchas"... casi como Dios.
Delirios de grandeza... sentirse mejores... creer que se sabe todo... sentirse salvadores de los demás... importantes porque siempre se está ocupado... generar grupos selectos - grupos de puros...  no son más que formas de negación de lo que somos en verdad: "barro tosco y oscuro animado por el Espíritu..."
Reconciliarnos con nuestra condición de criaturas nos hace experimentar nuestra verdad de HIJOS... compartiendo un mismo Ser con los demás.

AHORA,
buscando aquello que anhelamos es que nos contentamos a veces con otros "bienes" que nos hacen sufrir y nos esclavizan... y como consecuencia herimos a los demás.

Atravesar el desierto nos desnuda... nos despoja de lo que no somos... y solo atravesando el desierto, nos encontramos con quiénes somos en verdad... ahí radica el poder liberador de nuestros desiertos.

No le tengamos miedo al silencio que viene con el desierto... permitamos que todo lo que nos separa de nosotros mismos se resquebraje.

"Solo en el silencio
y en la oscuridad,
puede verse y oírse lo real."
N.




miércoles, 5 de marzo de 2025

Hacer Reino es hacer Cuaresma. Mt 6, 1-6. 16-18

Hace un tiempo leí un comentario que decía que los evangelios son como "las notas de una sinfonía..." escuchar y dejarse llevar por esa melodía es lo que nosotros podemos hacer.

Y aunque esto parezca algo fácil... con los años nos vamos dando cuenta lo difícil que es escuchar y más aún dejarse llevar.

Al inicio de la Cuaresma se nos invita a escuchar unas notas: Limosna, Ayuno y Oración-; que seguimos interpretando como obligaciones a cumplir o cómo cosas, a través de las cuáles, Dios nos quiere ver sufrir... que no sólo nos dejan tranquilos por hacerlo, sino que además creemos que con eso vamos a conseguir algo más de Dios... reduciendo de esa manera las palabras de Jesús "y el Padre que ve en lo secreto te recompensará...", a una cuestión comercial dónde a Dios le damos algo para que nos devuelva otra cosa -y allí cada uno pone su intención-.

Descubramos que si estas notas no tocan nuestra vida, es decir, no trastocan lo que creemos importante -el hacía donde caminamos-; sino transforman nuestros gestos y palabras en gestos y palabras de Reino -que es a lo que nos llama Jesús: vivir el Reino que está dentro nuestro- que es expresión de una humanidad más plena-;  no solo no estamos escuchado bien, sino que además estamos escuchando otras notas, que parece que nos interesan más.

La LIMOSNA,
es consecuencia de una injusticia donde algunos tienen y otros no.
Injusticia que hace creer que porque damos algo a los que no tienen, ya cumplimos; y al no sentir más la culpa nos sentimos bien.
¿Al servicio de quién estuvo lo que hicimos?

Entrar en la lógica del Reino, es descubrir que es de Justicia compartir lo que tenemos. 
Dar limosna es abrirse a romper con la obsesión del tener -porque nada le aportará algo más a la vida-; a darle la espalda a esa tentación de buscar dominar a los demás -cómo si eso probase algo-; a soltar la lógica del cálculo que pone límites al compartir lo que tenemos con los demás.

Hacer de la limosna expresión del Reino, es hacernos conscientes, cada vez más, de que todos somos mendigos... de ahí la urgencia de salir al encuentro del otro, porque compartimos una misma Identidad y una misma Casa -con sus dolores y alegrías-.

Es abrirnos a la GRATUIDAD de que todo es DON.

Podemos AYUNAR porque tenemos comida todos los días.
Seamos conscientes entonces, de que no se nos juega nada en este gesto... a no ser que, descubramos que la invitación del Reino desde aquí, es ayunar de todo aquello que nos mantiene satisfechos, dormidos e indiferentes.

Ayunar, dejando que aparezcan los vacíos que solemos llenar con tantas cosas, y quede en evidencia quién verdaderamente guía nuestra vida.
Ayunar de nosotros... para que todos puedan tener lo justo y lo necesario... todos los días.
Entrar en la lógica del Reino es hacer lo que está al alcance de cada uno para mejorar la situación de todos.

Entrar en la lógica del Reino es aquello de la primera comunidad... "Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno." (cfr Hech 2, 44-45)
Ayunar es descubrir la GRATITUD de ser Don para los demás.

Abrirnos a la
ORACIÓN,
es caminar hacía lo profundo, dónde somos habitados
es abrirnos a una relación
no es pedirle que haga las cosas que nosotros no hacemos, cómo si Dios, estuviese al servicio de nuestras necesidades y carencias

Entrar en la Oración de Jesús -Reino de Dios- es entrar en un modo nuevo de relación, que se encarna en la relación con los demás donde se rompen los esquemas de exclusión y no hay límites para el amor... donde el corazón es ensanchado.

Entrar en la Oración de Jesús -Reino de Dios- es entrar en contacto con la verdad de "quienes somos y a que somos llamados"... que se hace carne dando vida en toda situación; de ahí la aceptación de cuánto vivimos.

ORAR 
es permitir que se ensanche el corazón a la medida de lo que se adora.
Y claro que esto supone esfuerzo para permanecer, para hacer silencio, con tiempos concretos, aunque nada parezca cambiar.


HACER CUARESMA ES HACER REINO.
Es construir fraternidad... porque somos iguales y nadie es mejor que nadie.
Es acercarnos al diferente, achicando distancias y bajando barreras.
Es salir al encuentro, dejando la comodidad y los miedos.
Es animar la vida siempre, allí donde está y como está. Es construir Justicia.
Es saberse en comunión, con las alegrías y las tristezas de los demás. ¿Quién rechaza la parte del cuerpo, cuándo esta le duele?

HACER CUARESMA ES HACER REINO.
Buscando de esa manera lo que nos hace más "plenamente humanos"

Por favor... volvamos a darle a estos gestos -Limosna, Ayuno y Oración- el sentido de Reino por el cual están.
Cada gesto a su manera tironea al corazón para que descubramos de qué está hecho el nuestro... cuáles son sus posibilidades.

...para el Reino lo que somos... lo que tenemos... lo que deseamos.

domingo, 2 de marzo de 2025

De la aBundanCia del coraZón... Lc 6,39-45


Nos encontramos con un "evangelio" que intentó tal vez, agrupar en torno al "sermón de las Bienaventuranzas", una serie de dichos que habrían sido dados por Jesús en varias oportunidades.
Y aunque esto pueda ser así, cada uno de los dichos, a su manera, no dejan de ser una invitación a "estar atentos" a nuestros modos de mirar y de acercarnos al otro.


Creo que todos, teniendo en cuenta cada vez más, nuestras formas de percibir la realidad tan afectadas por nuestras propias historias, podemos estar de acuerdo en la necesidad de seguir cuidando los modos  -las maneras- de relacionarnos entre nosotros.

El evangelio, viene a ser entonces, una invitación a descubrir la dificultad que primero tenemos con nosotros mismos, a la hora de mirar nuestras propias cegueras, que imposibilitan de alguna manera el poder ver, con más verdad, la realidad del otro y lo que el otro puede llegar a necesitar.
Cómo decirle al otro lo que está haciendo mal, cuándo hay tanta dificultad para escucharnos a nosotros mismos;  para hacernos más responsables -sin culpas ni condenas- de las heridas que traemos.
Cómo saber lo que hay que hacer o no en tal situación, cuándo no somos conscientes de los prejuicios -o de las estructuras mentales, rígidas y estrechas- que llevamos dentro.

El evangelio nos alerta sobre esas sombras -"vigas"- que están en nosotros -que pueden no ser pecado, pero son límites, de los cuales nos tenemos que hacer responsables-; que nublan  nuestra capacidad de mirar a los demás, sin darnos cuenta que podemos estar rechazando en los demás lo que rechazamos en nosotros.

Habrá que descubrir que, en muchísimas ocasiones, somos como "ciegos" pretendiendo "guiar a otro ciego"... "cayendo ambos en un pozo", dónde la oscuridad del mutuo reproche, y la violencia, aparecen cómo las únicas alternativas.

SOMOS CIEGOS...
Somos ciegos cuando nos creemos todo lo que nos decimos de los demás.
Somos ciegos cuando no contamos con nuestras propias cegueras y andamos por la vida resolviendo los problemas de los demás.
Somos ciegos cuando hacemos de nuestras interpretaciones o lecturas de lo que viven los demás, verdades absolutas.
Somos ciegos cuando andamos a las patadas con algo de lo que hoy vivimos -¿o seguimos creyendo aquello de "corazón que no ve, corazón que no siente"?-

Si estamos ciegos con nosotros mismos, nos saldrá con mucha facilidad marcar lo dificultoso del otro, porque nuestra capacidad de percibir y mirar no será más que aquella que surja de las rendijas por donde... aún en medio de la ceguera... se percibe o entra un poco de luz.

Necesitamos hacernos conscientes de la necesidad que tenemos de aprender esa actitud interior, que es expresión de la Bondad que nos habita, y que podríamos llamarla como el "aprender a descalzarnos" frente a la realidad sea cual sea.

DESCALZARNOS...
Descalzarnos será permitirle a nuestra condición de caminantes que marque el modo -que sea el criterio- de mirar la vida de los demás.

Descalzarnos será abrazar nuestra identidad de pobres y limitados, soltando esa pretensión de aparecer perfectos y mejores que los demás.


Descalzarnos será mirar con ternura... o volver a mirar... abriéndonos a la pregunta que surge de aquello que no podemos comprender del otro... sabiendo que nunca podremos agotar en la respuesta que encontremos, el "misterio" que el otro es.
Descalzarnos será dejar hablar al corazón, que es capaz en medio de cualquier situación, encontrarse con la bondad que todo lo habita.

Descalzarnos será permitirle al "asombro" decirnos, una y otra vez, que todo o algo, no lo es del todo como nosotros lo vemos o pensamos.
Descalzarnos será caminar despacio, porque nuestras propias heridas nos acompañan, y reclaman paciencia y mucha humildad.

Descalzarnos será caminar hacia el encuentro con los demás, dejando la prepotencia que cierra, y dejando también, el creernos dueños de la verdad que solo genera rechazos y  barreras.

Que, de las raíces de nuestra verdad más profunda, surjan los gestos y las palabras, con las cuales intentamos vivir y con-vivir con los demás.
Y que no nos desanime, el darnos cuenta que esto, nos llevará toda la vida.