
Celebramos la posibilidad que tenemos de ser plenamente humanos – no por nuestras fuerzas – sino por nuestra atención y disponibilidad al "Don que nos habita".
Para celebrar entonces hoy la FIESTA DE TODOS LOS SANTOS necesitamos en primer lugar renunciar a ser perfectos… aunque parezca una contradicción pero no lo es.
Pretender ser perfectos es seguir cargando con una presión que nos llevará, en algún momento, a vivir más desde las apariencias y el ocultamiento que desde lo que experimentamos como más verdadero: nuestra fragilidad y debilidad.
“Fragilidad y debilidad” – condición humana con la que Dios cuenta
y no necesita cambiarla ni hacerla desaparecer.
Por eso la “santidad” es un vacío que se descubre… que se acepta y que Dios viene a llenar… diría E. Leclerc… los “no sé”… los “no puedo”… las “insatisfacciones cotidianas”… los “silencios”… los “gritos interiores” son anuncios de la presencia de ese vacío… del límite desde donde Dios puede crear todavía.
No somos santos cuando somos perfectos… lo somos cuando nos animamos a vivir desde ese Don oculto en todos nosotros.
Puedo dar perdón porque me habita el Perdón.
Puedo dar bondad porque me habita la Bondad.
Puedo dar amor porque me habita el Amor.
Puedo dar servicio porque me habita el Servicio.
Puedo entregarme porque me habita el Entregado.
Puedo vivir porque me habita la Vida.
ANIMAR –SOSTENER, ACOMPAÑAR - NUESTRA PROPIA HUMANIDAD - FRÁGIL Y DÉBIL - INCOMPLETA Y ROTA - NECESITADA Y ENFERMA...EN SU CAMINO HACIA UNA MAYOR CONCIENCIA DEL DON RECIBIDO ES LA MISIÓN MÁS GRANDE QUE TENEMOS.
Por eso la “santidad” es un vacío que se descubre… que se acepta y que Dios viene a llenar… diría E. Leclerc… los “no sé”… los “no puedo”… las “insatisfacciones cotidianas”… los “silencios”… los “gritos interiores” son anuncios de la presencia de ese vacío… del límite desde donde Dios puede crear todavía.
No somos santos cuando somos perfectos… lo somos cuando nos animamos a vivir desde ese Don oculto en todos nosotros.
Puedo dar perdón porque me habita el Perdón.
Puedo dar bondad porque me habita la Bondad.
Puedo dar amor porque me habita el Amor.
Puedo dar servicio porque me habita el Servicio.
Puedo entregarme porque me habita el Entregado.
Puedo vivir porque me habita la Vida.
Si la "SANTIDAD"fuese una cuestión solo de nuestro esfuerzo… no sólo un día reclamaremos “ciertos derechos y privilegios” de que todo salga como quisiéramos porque lo ganamos… sino que además nos enojaríamos cuando no fuéramos reconocidos o valorados como pensamos que tendríamos que serlo y probablemente llegaríamos a creernos mejores que los demás.
Las Bienaventuranzas -"la propuesta de felicidad de Jesús"- vienen a ser llamados a emprender cada día un camino de nuevas relaciones que surgen al no vivir desde la ambición (que valora el tener o el ser alguien importante) y el poder (para sentirse por encima de los demás)… sino que surjan desde el don más precioso que tenemos: nuestra propia humanidad habitada.

De ahí el ofrecimiento de paz creando espacios de esperanza para los demás, siendo más solidarios y atentos... y no de opresión, siendo indiferentes a las luchas de los demás.
De ahí el ser instrumento de consuelo y no de lágrimas... no juzgando ni condenando a nadie por las opciones de su vida.
Velando por el pan del otro –que tendrá hoy muchos significados además del material- aún a costa de nuestra hambre... poniendo en diálogo los esquemas económicos con los que hoy nos manejamos.
Luchando por la justicia y la misericordia aún a costa de nuestro reconocimiento... educando menos para el individualismo y la competencia y más hacia una "cultura de la fraternidad".
El desvivirnos por quienes están sufriendo sin hacer uso de ellos para elevar nuestra estima personal o para propagandas políticas...
¡cuánto santo sin nombre descubrimos en la vida!
“porque lo que hiciste con el más pequeño de mis hermanos a mí me lo hiciste”.