Toda situación una oportunidad para crecer... para aprender modos y posibilidades nuevas para responder... para vivir con otros.
Permanecer abiertos y fieles al encuentro que aconteció en la navidad será el desafío - dejando que se sigan iluminando nuestros miedos - abrazando nuestras ansiedades - liberándonos de nuestras heridas viejas... que muchas veces nos hacen movernos, nos hacen decir - actuar - reaccionar - de maneras y modos tan distintos al encuentro sucedido.
Recordemos que el estar habitados por la "ternura y la bondad de Dios" no es una realidad que nuestros ojos ven de una... seguiremos necesitando sabernos de camino... y que allí el Espíritu nos enseñe.
Pero si nos dejamos llevar por esa manera de mirar nos seguiremos encontrando con personas que según los criterios dominantes no tienen valor -"no brillan ni llaman la atención"- pero son los que sostienen la esperanza permaneciendo fieles aun en medio de la carencia, de la pérdida y del vacío de los años.
Simeón y Ana son encontrados en la ancianidad... en el vacío que dejan los años; y son llevados a experimentar la alegría que brota de la fidelidad.
POr permanecer fieles se vuelven fecundos.
El anciano Simeón "el que escucha" y la profetiza Ana "la agraciada... la favorecida"... han permanecido en la espera.
Los años con sus achaques y sus pérdidas podrían haber convertido sus vidas en una resignación angustiosa colmada de quejas... podrían haber atado el corazón a esa tristeza que quita hasta las ganas de vivir.
Pero ambos permanecen abiertos... a la espera... cargados de una profunda confianza que los hace abrazar la vida concreta - aun con sus momentos duros - sin que esto los vuelva indiferentes y ciegos a los pequeños y cotidianos detalles... como puede ser una madre son su niño.
Permanecen a la espera con los medios que tienen a su alcance:
Viven al servicio y en oración alrededor del templo... como si la inquietud no los dejase dormir.
No le permiten a los miedos manejar el ritmo de sus vidas... siguen saliendo de sus casas.
Permanecen atentos a los pequeños detalles... se han amigado con la lentitud que imponen los años.
Por eso podrán abrazar la pequeñez de Dios que viene a ellos en los brazos de María.

Como nos cuesta aceptar que todo en nosotros es un aprendizaje... que nos volvemos viejos cuando dejamos de aprender.
Como nos cuesta soltar la impaciencia cuando notamos que algunas cosas tienen que pasar por un lento proceso donde no manejamos los tiempos.
Aun en nuestras relaciones con los demás queremos imponer nuestro ritmo.
Como nos cuesta abrazar la fragilidad que sentimos en nuestras familias o en nuestras comunidades sin pretender cambiar a nadie.
Simeón y Ana... confiados abrazan la dureza de la vida así como es.
NO se adelantan.
No se quejan.
No permanecen fieles porque a ellos se les cumplen las cosas.
Hacen del tiempo una súplica... un servicio.
POr eso son capaces de asombrarse ante la pequeñez.
Aprenderemos a esperar si nos traemos al momento presente; conectándonos con la propia vida, aquí y ahora. Trayendo la mente a la propia casa.